Jesús, el Dios tangible, palpable, accesible y integrador

26 Septiembre 2017
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Si Jesús y Jehová eran de la misma naturaleza, ¿por qué sus comportamientos eran tan diferentes?

Una de estas diferencias es en materia de tangibilidad: mientras que Uzza fue asesinado por tocar el arca que simbolizaba la presencia de Jehová, la mujer cananea fue sanada simplemente por tocar el borde de la túnica de Jesús.

En el concepto griego primitivo, así como también de muchos otros pueblos antiguos, Dios era un ser inaccesible que jamás podría tener cualquier tipo de contacto o aproximación con los seres humanos.
Jesús desechó ese concepto equivocado al mostrarse tangible y accesible en relación a aquellos que le cercaban. Por eso, le cabe adecuadamente la expresión “Emanuel”, que significa “Dios con nosotros”, como leemos en Mateo 1:23.
Una característica notable en el carácter de Jesús era su comportamiento inclusivo y acogedor en relación a las necesidades de las personas que se aproximaban de él.
Jesús fue la personificación del bueno samaritano de la parábola, el cual atendió a las necesidades de aquel hombre que había sido víctima de salteadores y fue ignorado por los aquellos que tenían prejuicios religiosos, representados por el sacerdote y el levita de la parábola de Lucas 10:30-37.
Jesús valorizaba el contacto con los leprosos, meretrices, extranjeros y otros discriminados por la sociedad de su época, aprovechando cada oportunidad para hablarles del Reino de Dios y llevarles un mensaje de esperanza para aquel pueblo marginalizado y sin perspectivas.
Jesús no discriminó a nadie, sea por sexo, condición social o intelectual, religiosidad o cualquier otro motivo que lleva la sociedad a discriminar las personas.
Si en un primer tiempo Jesús pareció discriminar la mujer cananea, también llamada siro-fenicia (Mateo 15:21-28), luego después Jesús ensalzó la fe de aquella mujer, la cual se identificó con los perritos que comían las migas que sobraban del alimento de los hijos.
Así fue también con ladrones, publicanos, fariseos, escribas, niños, moribundos, endemoniados y demás personas rechazadas dl convivio social. Jesús trataba a todos sin escrúpulos y sin barreras, valorando a todos igualmente, como vemos en Mateo 9:10-13 y Mateo 11:19.
Él se sometió al riesgo de ser apedreado por extender el perdón y la misericordia de Dios a las prostitutas y pecadores, con los cuales él convivía, sin miedo de “contaminarse” (Juan 5:18 y 10:33).
Una vez, Jesús se hospedó en la casa de un colector de impuestos llamado Zaqueo, no se importando con los comentarios de sus opositores, los cuales decían que é fue huésped de un hombre de mala reputación (Lucas 19:1-10).
Para Jesús, más importante que su propia reputación era la oportunidad de alcanzar los desgarrados, a fin de que las personas pudiesen conocerle más cerca y oír sus enseñanzas, aunque algunos de aquellos que le acompañaban eran individuos con un pasado oscuro.
Otra vez, Jesús recibió Nicodemo, respetado líder religioso judío, el cual fue encontrarle por la noche, pues temía ser visto consultando alguien que no tenía el crédito del clero judaico (Juan 3:1-21). Él no solamente recibió Nicodemo, como también le dedicó toda la atención que él solía asistir a todas las personas que le procuraban.
Aunque no era uno de los discípulos de Jesús, Nicodemo oyó del Maestro algunos de los principios notables del cristianismo, así como el concepto del nuevo nacimiento y del propósito expiatorio del Hijo de Dios, como leemos en el capítulo 3 del Evangelio de Juan.

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Eso es una prueba que Jesús no privilegiaba un grupo de elite, en detrimento a las necesidades de otras personas que profesaban una fe diferente.
Otro ejemplo de actitud acogedora de Jesús fue aquella de Juan 8:1-11, en que una mujer sorprendida en flagrante adulterio fue perdonada por Jesús, siendo que la ley del Viejo Testamento mandaba apedrear los que cometiesen ese tipo de pecado.
En este caso, Jesús mostró una vez más que él tenía una pauta de inclusión social, dando a la mujer una oportunidad de cambio de comportamiento y una orientación de vida, cuando le dijo: “Vete y no peques más”.
La actitud de Jesús no fue para encubrir el pecado de nadie. Todavía, su forma simpática a los rechazados de la sociedad revolucionó el concepto de la relación que Dios quiere tener con los hombres.
En ningún momento Jesús se omitió de atender a los enfermos, expulsar demonios y acoger niños que eran traídos a él (Mateo 4:24 y Lucas 6:19). A los que le consultaban sin segundas intenciones, él les respondía con parábolas y metáforas en la medida que las personas podían asimilar sus enseñanzas.
Los discípulos de Jesús, que estaban llenos de la ley discriminatoria del Viejo Testamento, se sorprendieron de verlo hablando con una mujer, como leemos en Juan 4:27, ya que la ley de Jehová y las tradiciones de los judíos son extremamente machistas.
Jesús frecuentó banquetes de bodas, cenas en casas de personas reputadas como deshonestas y otras actividades sociales junto con gente de toda especie, sin preocuparse por “contaminarse” con la pecaminosidad de las personas. Él consideraba a todos de la misma forma y jamás tuvo escrúpulos para aproximarse de hombres y mujeres considerados “pecadores” por la sociedad.
Por causa de su actitud tan liberal, Jesús fue acusado de “comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores”, como dicen Mateo 11:19 y Lucas 7:34. Él era extremamente sociable y se aproximaba con libertad de las personas, en público o en la privacidad.
En Lucas 7:36-38 leemos que uno de los fariseos llamado Simón rogó a Jesús que comiera con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume.
Estando detrás de Jesús a sus pies, la mujer llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume.
Cuando vio esto, el fariseo que lo había convidado dijo para sí: Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora. Sin embargo, Jesús conocía la clase de mujer que le estaba tocando y conocía también el corazón del fariseo, aunque hablara para sí mismo.
En todas esas circunstancias Jesús se justificaba a sus cuestionadores diciendo que él no vino llamar a “justos”, sino a pecadores al arrepentimiento (Lucas 5:32). Él dijo aún que los que se consideran sanos no van a los médicos, pero los que tienen conciencia de su enfermedad buscan auxilio en los médicos porque saben que no tienen otra alternativa (Mateo 9:12 y Marcos 2:17).
Jesús nunca demostró repugnancia por el contacto con pecadores y pecadoras, lo que ocurre muchas veces con personas que se juzgan a sí mismas muy santas e inmaculadas.
 
Un jefe que tenía no creyente, decía que era mucha la diferencia entre Jehová del AT y Jesús... del NT

Yo creo que siempre ha sido lo mismo... porque hay que mirar a Ananias y Safira no más...

o ver los mensajes de Jesús en Apocalipsis...

un punto de que Jesús no discriminaba a los religiosos...
El les decía hipócritas en su cara...