Jesús: Dios?

dd.333

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30 Agosto 2019
40
14
No hay duda que desde los concilios ecuménicos de Nicea (325 D.C.) y de Calcedonia (451 D.C.) la iglesia Católica determinó y estableció como doctrina que Jesús de Nazaret era Dios. En dichos concilios se decide que la doctrina crisitana ortodoxa es creer en un dios trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en el cual las tres hipostasis deben ser reconocidas y adoradas como un solo dios. Todas iguales en poder y gloria. Igualmente, en Calcedonia se determina que Jesús de Nazaret era totalmente hombre y totalmente Dios.

Hoy día la gran mayoría del mundo cristiano acepta esas doctrinas sin cuestionamiento alguno. Es imporatnte señalar que en tiempos apostólicos el adorar a Jesús como a un dios no era la práctica aceptada. Puede verse que en el primer discurso de Pedro, Hechos 2:14-41, el jamás indica que Jesús fuese Dios encarnado, o Dios hecho hombre. De hecho, lo que Pedro sí deja claro es lo que fue la base de la herejía adopcionista. Que Jesús fue nada más que un hombre común que fue escogido por Dios por su rectitud y fidelidad, y que eventualmente fue exaltado, convirtiéndose en Señor y Cristo (Hechos 2:36). No en un dios.

Igualmente, en ninguna carta del apóstol Pablo Jesús es identificado como Dios. Muchos saltarán defendiedo que en la carta de Pablo a Tito, Jesús es llamado “Dios y salvador”. Eso no puede ser negado. Ahora bien, si vamos a ser fieles a las realidades históricas tenemos que destacar que esa carta es una de las llamadas “pseudo-paulinas” ya que por la fecha en que fue escrita, y por su estilo se ha podido determinar que no fue escrita por Pablo. Lo que eso evidencia es que en la iglesia cristiana de finales del primer siglo ya existía un sector de creyentes gentiles que estaban adorando a Jesús como a un dios. Eso no debe ser extraño, tomando en cuenta que la gran cantidad de creyentes gentiles/griegos que se unieron al cristianismo trajeron costumbres paganas que fueron eventualmente adoptadas por el cristianismo. Una de esas costumbres era la tradición de creer en hombres-dioses, como lo eran Prometeo y Aquiles en el mundo greco-romano. Hombres, hijos del dios Júpiter/Zeus que tenían características y poderes divinos. Esos mismos atributos fueron adjudicados a Jesús por esos creyentes. Jesús dejó de ser el mesías anunciado por los profetas, para convertirse en Dios mismo.

La realidad es que adorar a Jesús como a Dios mismo está en contra de las escrituras.

En Éxodo 20:4 el Dios de Israel ordena que no busquemos crear una imagen para identificarla como Dios. No se puede crear una semejanza de ninguna cosa o criatura en el cielo, en la tierra ni debajo de la tierra. Si Jesús es Dios, entonces Dios sí tiene una imagen y una semejanza, pues el fue un hombre, con figura , semejanza y rostro. Eso va en contra del mandamiento.

Aún más, Dios mismo fue enfático que cuando su gloria descendió sobre el monte Sinaí, nadie vio una imagen. Solamente oyeron una voz (Deuteronomio capítulo 4). En ese mismo capítulo Dios indica que no adoraras la figura de un hombre o una mujer indicando que es Dios (Deuteronomio 4:|15-). Todo lo anterior indica que nunca debemos visualizar a Dios como algo material y efímero como un hombre. Dios no es hombre (Números 23:19). Por tanto, Jesús no puede ser Dios.

Jesús mismo fue enfático al hacer una diferencia entre lo que era él, y quien era su Padre, el Creador.

En Marcos 10:18 Jesús hace claro que el no era tan bueno como lo es el Padre. De la misma forma, en Juan 14:18 indica el Maestro que el Padre es mayor que él. En Juan 20:17 Jesús afirma que nuestro Dios es su Dios.

Reconozco que en el credo de Nicea/Constantinopla usado por los Católicos y Ortodoxos Griegos se indica que Jesús es “Dios de Dios”. Eso es desafortunadamente un absurdo. Dios está por encima de todo lo que existe en poder y gloria. Dios no tiene un Dios a quien responder. Todo responde a Él. Jesús mismo dejó claro que él le servía a Dios, como lo debemos hacer nosotros. No expresó que él mismo era Dios.

Ya puedo oir los gritos de quienes afirmarán que en el evangelio de Juan se indica que Jesús era el Verbo de Dios, y que ese verbo, como dicen la mayoría de las traducciones cristianas, era Dios. La verdad es que esa es una interpretación, y no una traducción literal del texto griego. Lo expuesto allí en el griego original es: καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. Transliterado es “Kai Theos ein ho Logos.” Esto es, en español: “Y el Verbo era divino.” También es aceptable traducirlo como: “Y el Verbo tenía atributos divinos.” Cuando el nombre “Theos” es usado en el griego koine sin una preposición, se trata de atributos de Dios, no es Dios mismo. Para que fuese “Dios” necesita la preposición “ho” u otra preposición semejante. En otras palabras, el autor del evangelio de Juan está expresando que Jesús tenía atributos divinos. Eso jamás es que era Dios mismo.

Otro argumento que se puede presentar Juan 12:49 es que Jesús expresó que antes que Abraham fuese, él ya era (Juan 8:58). La respuesta a dicho argumento es lo expuesto en Juan 12:49. Allí Jesús dijo que él no hablaba por cuenta propia, sino que sus exposiciones y discursos estaban compuestos por lo dicho por el Padre. El no hablaba por cuenta propia. Solamente reptía lo dicho por el Padre. Entonces, cuando Jesús hizo esa expresión, no hablaba de sí mismo. Más bien profetizaba las palabras del Eterno. Nuestro Dios es antes que todo lo que existe, incluyendo Abraham. Dios es antes que él. Jesús expresó palabras directas del Padre.

En fin, adorar a Jesús como a Dios es el error docetista que padece la iglesia desde hace siglos. Jesús es la imagen de Dios. Vemos en Jesús el amor, compasión y misericordia del Eterno. Vemos el amor del Padre por todos nosotros. El es la visión de la gloria eterna, reducida en un hombre que podemos escuchar, entender e imitar. El es el reflejo del Creador entre nosotros. No obstante él no es el Creador ni el Dios de Israel encarnado ni convertido en un mero ser humano. Nosotros no somos más que polvo y cenizas, Dios es mucho más. Jesús fue el mensajero, no es el mensaje mismo. Ese mensaje es quien es nuestro Padre eterno. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, Amén.
 
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Reacciones: Cristo es mi salvador
Aunque Jesús fue un hombre como cualquier otro, su origen no era terrenal sino celestial.
Jesús no es producto de la reproducción de la especie humana o sea que no es nacido de carne o sangre ni de voluntad de varón, sino que salió del Padre y vino al mundo en carne.
 
Aunque Jesús fue un hombre como cualquier otro, su origen no era terrenal sino celestial.
Jesús no es producto de la reproducción de la especie humana o sea que no es nacido de carne o sangre ni de voluntad de varón, sino que salió del Padre y vino al mundo en carne.
En esto estamos de acuerdo Jesús es Dios sobre toda la Tierra y nació de una virgen por voluntad del Padre. Nosotros somos también Dios en potencia, porque somos sus hijos y nos hizo igual que él. La diferencia está en que Jesús sabía quien era y nosotros no. Llegará un día en que todos seamos uno con Dios.
 
En esto estamos de acuerdo Jesús es Dios sobre toda la Tierra y nació de una virgen por voluntad del Padre. Nosotros somos también Dios en potencia, porque somos sus hijos y nos hizo igual que él. La diferencia está en que Jesús sabía quien era y nosotros no. Llegará un día en que todos seamos uno con Dios.
Ya conocía está loca teoría...
Yo jamás voy a ser Dios.
 
Ya conocía está loca teoría...
Yo jamás voy a ser Dios.
Por qué? Tu estás hecho a semejanza de Dios sólo que estás muy limitado en este plano denso en el que vivimos. Además es un deseo muy intenso el que tiene Dios de que seas igual que El, aunque nunca lo seamos del todo porque Dios siempre se está reinventando y estará un paso por delante de nosotros. Fíjate como nos considera que no quiere que te arrodilles ante El, porque El no te hizo para que te arrodilles ante El ni ante nadie, porque tú tienes la misma dignidad de Dios por ser su hijo.
 
Por qué? Tu estás hecho a semejanza de Dios sólo que estás muy limitado en este plano denso en el que vivimos. Además es un deseo muy intenso el que tiene Dios de que seas igual que El, aunque nunca lo seamos del todo porque Dios siempre se está reinventando y estará un paso por delante de nosotros. Fíjate como nos considera que no quiere que te arrodilles ante El, porque El no te hizo para que te arrodilles ante El ni ante nadie, porque tú tienes la misma dignidad de Dios por ser su hijo.
No Moroni.
No existe comparación alguna entre el creador y un criatura.
Dios nos podrá equipar con lo que guste pero siempre seremos seres creados.
 
No Moroni.
No existe comparación alguna entre el creador y un criatura.
Dios nos podrá equipar con lo que guste pero siempre seremos seres creados.
Tus pensamientos son muy limitantes. Como sigas así vas a repetir curso...
 
Por qué? Tu estás hecho a semejanza de Dios sólo que estás muy limitado en este plano denso en el que vivimos. Además es un deseo muy intenso el que tiene Dios de que seas igual que El, aunque nunca lo seamos del todo porque Dios siempre se está reinventando y estará un paso por delante de nosotros.
Me parece que subestimas a Dios. Si Dios necesitase re-inventarse... entonces es como explicar que falla, yerra, se equivoca... inmadurez o incompetencia... que tenga que corregirse o renovarse cuando te refieres a 'reinventarse'.
 
... es un deseo muy intenso el que tiene Dios de que seas igual que El, aunque nunca lo seamos del todo porque Dios siempre se está reinventando y estará un paso por delante de nosotros....
Una tesis muy interesante, Moroni.


Si la perfección implicara "seguir evolucionando por la eternidad", entonces Dios seguiría siendo perfecto al hacerse cada vez más sabio o poderoso, y siempre estaría un paso (yo diría millones de pasos) adelante de nosotros. Ante este concepto de perfección, nunca seremos iguales a Él, pero sí podremos ser como Él es HOY, en esta "fecha". El profeta mormón Lorenzo Snow lo resumió así:

“Así como el hombre es, Dios una vez fue.
“Así como Dios es, el hombre puede llegar a ser”


En esta última frase, la cláusula "como Dios es" está en presente. Sería compatible con pensar que como Dios es HOY, el hombre puede llegar a ser.

Sin embargo, esta idea de perfección me parece inestable, por no decir insostenible.
Cuando yo pienso en "perfección" asumo que no hay nada más allá a lo que se pueda evolucionar.
Es decir, que Dios no puede ser más sabio, o poderoso, o bueno de lo que ya es hoy. Si fuera menos sabio o poderoso o bueno de lo que puede ser mañana, entonces ya no sería perfecto.

Jesús dijo: "sean ustedes perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto..
Mientras que para el hombre Jesús pide que adquiramos una condición que no poseemos actualmente, del Padre se dice que ya está en esa condición.
Así pues, puede ser que para el hombre (y para toda la creación, cada cosa en su esfera) la perfección es un estado al que se camina mediante la evolución (espiritual y material, según corresponda a cada cosa)... pero que el Padre, Único Dios Verdadero, es perfecto ya. Él no camina hacia ningún lado. Él es el origen y fin del camino. El "motor inmóvil", como decían los antiguos filósofos.
 
No hay duda que desde los concilios ecuménicos de Nicea (325 D.C.) y de Calcedonia (451 D.C.) la iglesia Católica determinó y estableció como doctrina que Jesús de Nazaret era Dios. En dichos concilios se decide que la doctrina crisitana ortodoxa es creer en un dios trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en el cual las tres hipostasis deben ser reconocidas y adoradas como un solo dios. Todas iguales en poder y gloria. Igualmente, en Calcedonia se determina que Jesús de Nazaret era totalmente hombre y totalmente Dios.

Hoy día la gran mayoría del mundo cristiano acepta esas doctrinas sin cuestionamiento alguno. Es imporatnte señalar que en tiempos apostólicos el adorar a Jesús como a un dios no era la práctica aceptada. Puede verse que en el primer discurso de Pedro, Hechos 2:14-41, el jamás indica que Jesús fuese Dios encarnado, o Dios hecho hombre. De hecho, lo que Pedro sí deja claro es lo que fue la base de la herejía adopcionista. Que Jesús fue nada más que un hombre común que fue escogido por Dios por su rectitud y fidelidad, y que eventualmente fue exaltado, convirtiéndose en Señor y Cristo (Hechos 2:36). No en un dios.

Igualmente, en ninguna carta del apóstol Pablo Jesús es identificado como Dios. Muchos saltarán defendiedo que en la carta de Pablo a Tito, Jesús es llamado “Dios y salvador”. Eso no puede ser negado. Ahora bien, si vamos a ser fieles a las realidades históricas tenemos que destacar que esa carta es una de las llamadas “pseudo-paulinas” ya que por la fecha en que fue escrita, y por su estilo se ha podido determinar que no fue escrita por Pablo. Lo que eso evidencia es que en la iglesia cristiana de finales del primer siglo ya existía un sector de creyentes gentiles que estaban adorando a Jesús como a un dios. Eso no debe ser extraño, tomando en cuenta que la gran cantidad de creyentes gentiles/griegos que se unieron al cristianismo trajeron costumbres paganas que fueron eventualmente adoptadas por el cristianismo. Una de esas costumbres era la tradición de creer en hombres-dioses, como lo eran Prometeo y Aquiles en el mundo greco-romano. Hombres, hijos del dios Júpiter/Zeus que tenían características y poderes divinos. Esos mismos atributos fueron adjudicados a Jesús por esos creyentes. Jesús dejó de ser el mesías anunciado por los profetas, para convertirse en Dios mismo.

La realidad es que adorar a Jesús como a Dios mismo está en contra de las escrituras.

En Éxodo 20:4 el Dios de Israel ordena que no busquemos crear una imagen para identificarla como Dios. No se puede crear una semejanza de ninguna cosa o criatura en el cielo, en la tierra ni debajo de la tierra. Si Jesús es Dios, entonces Dios sí tiene una imagen y una semejanza, pues el fue un hombre, con figura , semejanza y rostro. Eso va en contra del mandamiento.

Aún más, Dios mismo fue enfático que cuando su gloria descendió sobre el monte Sinaí, nadie vio una imagen. Solamente oyeron una voz (Deuteronomio capítulo 4). En ese mismo capítulo Dios indica que no adoraras la figura de un hombre o una mujer indicando que es Dios (Deuteronomio 4:|15-). Todo lo anterior indica que nunca debemos visualizar a Dios como algo material y efímero como un hombre. Dios no es hombre (Números 23:19). Por tanto, Jesús no puede ser Dios.

Jesús mismo fue enfático al hacer una diferencia entre lo que era él, y quien era su Padre, el Creador.

En Marcos 10:18 Jesús hace claro que el no era tan bueno como lo es el Padre. De la misma forma, en Juan 14:18 indica el Maestro que el Padre es mayor que él. En Juan 20:17 Jesús afirma que nuestro Dios es su Dios.

Reconozco que en el credo de Nicea/Constantinopla usado por los Católicos y Ortodoxos Griegos se indica que Jesús es “Dios de Dios”. Eso es desafortunadamente un absurdo. Dios está por encima de todo lo que existe en poder y gloria. Dios no tiene un Dios a quien responder. Todo responde a Él. Jesús mismo dejó claro que él le servía a Dios, como lo debemos hacer nosotros. No expresó que él mismo era Dios.

Ya puedo oir los gritos de quienes afirmarán que en el evangelio de Juan se indica que Jesús era el Verbo de Dios, y que ese verbo, como dicen la mayoría de las traducciones cristianas, era Dios. La verdad es que esa es una interpretación, y no una traducción literal del texto griego. Lo expuesto allí en el griego original es: καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. Transliterado es “Kai Theos ein ho Logos.” Esto es, en español: “Y el Verbo era divino.” También es aceptable traducirlo como: “Y el Verbo tenía atributos divinos.” Cuando el nombre “Theos” es usado en el griego koine sin una preposición, se trata de atributos de Dios, no es Dios mismo. Para que fuese “Dios” necesita la preposición “ho” u otra preposición semejante. En otras palabras, el autor del evangelio de Juan está expresando que Jesús tenía atributos divinos. Eso jamás es que era Dios mismo.

Otro argumento que se puede presentar Juan 12:49 es que Jesús expresó que antes que Abraham fuese, él ya era (Juan 8:58). La respuesta a dicho argumento es lo expuesto en Juan 12:49. Allí Jesús dijo que él no hablaba por cuenta propia, sino que sus exposiciones y discursos estaban compuestos por lo dicho por el Padre. El no hablaba por cuenta propia. Solamente reptía lo dicho por el Padre. Entonces, cuando Jesús hizo esa expresión, no hablaba de sí mismo. Más bien profetizaba las palabras del Eterno. Nuestro Dios es antes que todo lo que existe, incluyendo Abraham. Dios es antes que él. Jesús expresó palabras directas del Padre.

En fin, adorar a Jesús como a Dios es el error docetista que padece la iglesia desde hace siglos. Jesús es la imagen de Dios. Vemos en Jesús el amor, compasión y misericordia del Eterno. Vemos el amor del Padre por todos nosotros. El es la visión de la gloria eterna, reducida en un hombre que podemos escuchar, entender e imitar. El es el reflejo del Creador entre nosotros. No obstante él no es el Creador ni el Dios de Israel encarnado ni convertido en un mero ser humano. Nosotros no somos más que polvo y cenizas, Dios es mucho más. Jesús fue el mensajero, no es el mensaje mismo. Ese mensaje es quien es nuestro Padre eterno. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, Amén.

Excelente. Me quedo con las frases: Jesús fue el mensajero, no es el mensaje mismo. Ese mensaje es de nuestro Padre eterno.
 
No hay duda que desde los concilios ecuménicos de Nicea (325 D.C.) y de Calcedonia (451 D.C.) la iglesia Católica determinó y estableció como doctrina que Jesús de Nazaret era Dios. En dichos concilios se decide que la doctrina crisitana ortodoxa es creer en un dios trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en el cual las tres hipostasis deben ser reconocidas y adoradas como un solo dios. Todas iguales en poder y gloria. Igualmente, en Calcedonia se determina que Jesús de Nazaret era totalmente hombre y totalmente Dios.

Hoy día la gran mayoría del mundo cristiano acepta esas doctrinas sin cuestionamiento alguno. Es imporatnte señalar que en tiempos apostólicos el adorar a Jesús como a un dios no era la práctica aceptada. Puede verse que en el primer discurso de Pedro, Hechos 2:14-41, el jamás indica que Jesús fuese Dios encarnado, o Dios hecho hombre. De hecho, lo que Pedro sí deja claro es lo que fue la base de la herejía adopcionista. Que Jesús fue nada más que un hombre común que fue escogido por Dios por su rectitud y fidelidad, y que eventualmente fue exaltado, convirtiéndose en Señor y Cristo (Hechos 2:36). No en un dios.

Igualmente, en ninguna carta del apóstol Pablo Jesús es identificado como Dios. Muchos saltarán defendiedo que en la carta de Pablo a Tito, Jesús es llamado “Dios y salvador”. Eso no puede ser negado. Ahora bien, si vamos a ser fieles a las realidades históricas tenemos que destacar que esa carta es una de las llamadas “pseudo-paulinas” ya que por la fecha en que fue escrita, y por su estilo se ha podido determinar que no fue escrita por Pablo. Lo que eso evidencia es que en la iglesia cristiana de finales del primer siglo ya existía un sector de creyentes gentiles que estaban adorando a Jesús como a un dios. Eso no debe ser extraño, tomando en cuenta que la gran cantidad de creyentes gentiles/griegos que se unieron al cristianismo trajeron costumbres paganas que fueron eventualmente adoptadas por el cristianismo. Una de esas costumbres era la tradición de creer en hombres-dioses, como lo eran Prometeo y Aquiles en el mundo greco-romano. Hombres, hijos del dios Júpiter/Zeus que tenían características y poderes divinos. Esos mismos atributos fueron adjudicados a Jesús por esos creyentes. Jesús dejó de ser el mesías anunciado por los profetas, para convertirse en Dios mismo.

La realidad es que adorar a Jesús como a Dios mismo está en contra de las escrituras.

En Éxodo 20:4 el Dios de Israel ordena que no busquemos crear una imagen para identificarla como Dios. No se puede crear una semejanza de ninguna cosa o criatura en el cielo, en la tierra ni debajo de la tierra. Si Jesús es Dios, entonces Dios sí tiene una imagen y una semejanza, pues el fue un hombre, con figura , semejanza y rostro. Eso va en contra del mandamiento.

Aún más, Dios mismo fue enfático que cuando su gloria descendió sobre el monte Sinaí, nadie vio una imagen. Solamente oyeron una voz (Deuteronomio capítulo 4). En ese mismo capítulo Dios indica que no adoraras la figura de un hombre o una mujer indicando que es Dios (Deuteronomio 4:|15-). Todo lo anterior indica que nunca debemos visualizar a Dios como algo material y efímero como un hombre. Dios no es hombre (Números 23:19). Por tanto, Jesús no puede ser Dios.

Jesús mismo fue enfático al hacer una diferencia entre lo que era él, y quien era su Padre, el Creador.

En Marcos 10:18 Jesús hace claro que el no era tan bueno como lo es el Padre. De la misma forma, en Juan 14:18 indica el Maestro que el Padre es mayor que él. En Juan 20:17 Jesús afirma que nuestro Dios es su Dios.

Reconozco que en el credo de Nicea/Constantinopla usado por los Católicos y Ortodoxos Griegos se indica que Jesús es “Dios de Dios”. Eso es desafortunadamente un absurdo. Dios está por encima de todo lo que existe en poder y gloria. Dios no tiene un Dios a quien responder. Todo responde a Él. Jesús mismo dejó claro que él le servía a Dios, como lo debemos hacer nosotros. No expresó que él mismo era Dios.

Ya puedo oir los gritos de quienes afirmarán que en el evangelio de Juan se indica que Jesús era el Verbo de Dios, y que ese verbo, como dicen la mayoría de las traducciones cristianas, era Dios. La verdad es que esa es una interpretación, y no una traducción literal del texto griego. Lo expuesto allí en el griego original es: καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. Transliterado es “Kai Theos ein ho Logos.” Esto es, en español: “Y el Verbo era divino.” También es aceptable traducirlo como: “Y el Verbo tenía atributos divinos.” Cuando el nombre “Theos” es usado en el griego koine sin una preposición, se trata de atributos de Dios, no es Dios mismo. Para que fuese “Dios” necesita la preposición “ho” u otra preposición semejante. En otras palabras, el autor del evangelio de Juan está expresando que Jesús tenía atributos divinos. Eso jamás es que era Dios mismo.

Otro argumento que se puede presentar Juan 12:49 es que Jesús expresó que antes que Abraham fuese, él ya era (Juan 8:58). La respuesta a dicho argumento es lo expuesto en Juan 12:49. Allí Jesús dijo que él no hablaba por cuenta propia, sino que sus exposiciones y discursos estaban compuestos por lo dicho por el Padre. El no hablaba por cuenta propia. Solamente reptía lo dicho por el Padre. Entonces, cuando Jesús hizo esa expresión, no hablaba de sí mismo. Más bien profetizaba las palabras del Eterno. Nuestro Dios es antes que todo lo que existe, incluyendo Abraham. Dios es antes que él. Jesús expresó palabras directas del Padre.

En fin, adorar a Jesús como a Dios es el error docetista que padece la iglesia desde hace siglos. Jesús es la imagen de Dios. Vemos en Jesús el amor, compasión y misericordia del Eterno. Vemos el amor del Padre por todos nosotros. El es la visión de la gloria eterna, reducida en un hombre que podemos escuchar, entender e imitar. El es el reflejo del Creador entre nosotros. No obstante él no es el Creador ni el Dios de Israel encarnado ni convertido en un mero ser humano. Nosotros no somos más que polvo y cenizas, Dios es mucho más. Jesús fue el mensajero, no es el mensaje mismo. Ese mensaje es quien es nuestro Padre eterno. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, Amén.
Saludos dd.333, El caso de Juan 1:1
Uno de los versículos que suelen malinterpretarse es Juan 1:1. La Biblia de Jerusalén Latinoamericana lo vierte así: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios [en griego, ton theón], y la Palabra era Dios [en griego, theós]”. En este versículo aparecen dos formas del sustantivo griego para “dios”. La primera (theón) va precedida de la palabra ton —una forma del artículo definido griego, que equivale al artículo español el—, por lo que sabemos que se refiere al Dios todopoderoso. Sin embargo, la segunda (theós) no lleva artículo definido. ¿Será un descuido?

Hay que tener en cuenta que el Evangelio de Juan fue escrito en griego koiné (común) y que este idioma tiene normas específicas sobre el uso del artículo definido. El biblista Archibald Thomas Robertson explica que cuando el sujeto y el predicado llevan artículo, significa que “ambos son definidos y se los considera idénticos, la misma cosa; por tanto, son intercambiables”. ¿Cuál es la moraleja del asuntos compañeros del foro?

Entonces, ¿hay razón para que la identidad de Dios sea “un misterio muy profundo”? Jesús no lo creía así, pues en una de sus oraciones hizo una clara distinción entre él mismo y su Padre. Él dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Si aceptamos la sencilla verdad bíblica que transmiten estas palabras de Jesús, lo respetaremos como lo que es: el Hijo de Dios, un ser divino. Y a su vez, adoraremos a Jehová como “el único Dios verdadero”.

Saludos dd.333
 
Saludos dd.333, El caso de Juan 1:1
Uno de los versículos que suelen malinterpretarse es Juan 1:1. La Biblia de Jerusalén Latinoamericana lo vierte así: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios [en griego, ton theón], y la Palabra era Dios [en griego, theós]”. En este versículo aparecen dos formas del sustantivo griego para “dios”. La primera (theón) va precedida de la palabra ton —una forma del artículo definido griego, que equivale al artículo español el—, por lo que sabemos que se refiere al Dios todopoderoso. Sin embargo, la segunda (theós) no lleva artículo definido. ¿Será un descuido?

Hay que tener en cuenta que el Evangelio de Juan fue escrito en griego koiné (común) y que este idioma tiene normas específicas sobre el uso del artículo definido. El biblista Archibald Thomas Robertson explica que cuando el sujeto y el predicado llevan artículo, significa que “ambos son definidos y se los considera idénticos, la misma cosa; por tanto, son intercambiables”. ¿Cuál es la moraleja del asuntos compañeros del foro?

Entonces, ¿hay razón para que la identidad de Dios sea “un misterio muy profundo”? Jesús no lo creía así, pues en una de sus oraciones hizo una clara distinción entre él mismo y su Padre. Él dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Si aceptamos la sencilla verdad bíblica que transmiten estas palabras de Jesús, lo respetaremos como lo que es: el Hijo de Dios, un ser divino. Y a su vez, adoraremos a Jehová como “el único Dios verdadero”.

Saludos dd.333

Perfecta tu exposición. El texto de 1 Juan 17:3 no está en sintonía con Juan 1:1. Si damos por bueno el primero, la traducción latina del segundo no puede ser correcta.

La conclusión a la que llegas es de lógica aplastante.
 
En Éxodo 20:4 el Dios de Israel ordena que no busquemos crear una imagen para identificarla como Dios. No se puede crear una semejanza de ninguna cosa o criatura en el cielo, en la tierra ni debajo de la tierra. Si Jesús es Dios, entonces Dios sí tiene una imagen y una semejanza, pues el fue un hombre, con figura , semejanza y rostro. Eso va en contra del mandamiento.

Demoledor.

Tanto que hasta es épico.
 
Demoledor.

Tanto que hasta es épico.


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LAS TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD

Cuando hablamos del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como "Personas", no queremos decir que sean seres humanos o que sean como la humanidad de alguna manera. Sin embargo, en nuestro lenguaje cotidiano, esa es la forma como a menudo se utiliza la palabra "persona", de modo que es comprensible que exista cierta confusión en las referencias a las tres "Personas" de la Trinidad.

Cuando hablamos de Dios, estamos usando la palabra Persona para mostrar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen cada uno una personalidad. Es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen intelecto, emoción y voluntad. Cualquier ser con razonamiento, emoción y voluntad puede ser considerado una persona; por tanto, los seres humanos son personas, pero también lo son los seres angélicos y el Ser Divino. La definición de persona no puede incluir el aspecto físico por la simple razón de que los seres humanos no dejan de ser personas después de la muerte. El cuerpo de una persona muerta queda atrás y se descompone, pero su verdadera personalidad sigue viviendo en el cielo o en el infierno.

Cuando hablamos de la existencia de Dios en tres personas, queremos decir que la existencia de Dios se compone de tres niveles distintos de intelecto, emoción y voluntad. Cada persona de la Trinidad tiene un papel único en la creación y en la salvación de la humanidad. El Espíritu Santo es único y no es el Padre o el Hijo (procede del Padre y del Hijo, Juan 15:26). El Padre y el Hijo también son únicos (cuando Jesús oró al Padre, no estaba orando a sí mismo, Lucas 23:34). Cada uno es Dios, pero cada uno es una "Persona" independiente. El uso de la palabra persona es una de las únicas maneras que tiene el lenguaje humano para describir este concepto.

Las tres personas de la Trinidad constituyen el único y perfectamente Dios unificado. Comparten la misma naturaleza y esencia, y son todos el mismo Dios, pero cada persona individual de la Trinidad es distinta y única. El hecho de que Dios exista en tres Personas es importante por varias razones. Por ejemplo, Dios es amor (1 Juan 4:8). Pero, en la eternidad pasada, antes de que Dios creara cualquier otro ser, ¿podría Dios haber sido realmente amor? Es decir, ¿puede existir el amor donde no hay nadie a quien amar? Debido a que Dios existe en tres Personas semejantes, coeternas, el amor también existe. El amor eterno se ha expresado eternamente entre las Personas de la Divinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu siempre se han amado, y por lo tanto el amor es eterno.

Una vez que dejamos de lado la noción de que una "persona" sólo puede ser una "persona humana", podemos entender más fácilmente cómo puede decirse correctamente que Dios existe en tres "Personas".

"Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia" Marcos 1: 9-11