IXOYE - Estudio del Libro de Éxodo

IXOYE

Miembro senior
9 Septiembre 2022
178
2
IXOYE - Estudio del Libro de Éxodo
Dios les bendiga. Abro este tema por mi interés de estudiar el Libro de Éxodo y compartir notas al respecto.
La idea es hacer un estudio de cada capítulo, con comentarios y otros recursos.
 

Éxodo - Capítulo 1​

Aflicción de los israelitas en Egipto​

1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia: 2 Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3 Isacar, Zabulón, Benjamín, 4 Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5 Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto. 6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. 7 Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron,(A) y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.
8 Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José;(B) y dijo a su pueblo: 9 He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. 10 Ahora, pues, seamos sabios(C) para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. 11 Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. 12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. 13 Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, 14 y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.
15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: 16 Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. 17 Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. 18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños? 19 Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. 20 Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. 21 Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. 22 Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca,(D) y a toda hija preservad la vida.

Cross references​

  1. Éxodo 1:7 : Hch. 7.17.
  2. Éxodo 1:8 : Hch. 7.18.
  3. Éxodo 1:10 : Hch. 7.19.
  4. Éxodo 1:22 : Hch. 7.19.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
 
Comentario Bíblico
Mundo Hispano
Tomo 2
Éxodo

BOSQUEJO DE EXODO​

I. EL DIOS DEL PACTO: LA LIBERACION, 1:1-18:27

1. La esclavitud y la preparación para la salida, 1:1-11:10
(1) La esclavitud de Israel, 1:1-22
a. El crecimiento y la oposición, 1:1-7
b. La servidumbre dura, 1:8-14
c. La muerte decretada para los varones, 1:15-22
(2) La preparación y el llamamiento de Moisés, 2:1-4:31
a. El nacimiento y la preparación hebraica, 2:1-9
b. La preparación egipcia secular, 2:10
c. La preparación en el desierto, 2:11-25
d. El llamamiento de Moisés, 3:1-4:17
(a) La aparición divina, 3:1-10
(b) Las objeciones y respuestas, 3:11-4:17
e. El regreso a Egipto, 4:18-26
f. El encuentro con el pueblo, 4:27-31
(3) Jehovah contra el faraón, 5:1-11:10
a. La fe probada, 5:1-23
(a) El pedido rechazado, 5:1-5
(b) El trabajo agravado, 5:6-14
(c) La queja contra Moisés, 5:15-21
(d) La oración de Moisés, 5:22, 23
b. El Señor de la historia, 6:1-7:13
(a) El llamamiento reiterado, 6:1-8
(b) La respuesta del pueblo y de Moisés, 6:9-13
(c) La tabla genealógica, 6:14-27
(d) La comisión renovada, 6:28-7:7
(e) La señal ignorada, 7:8-13
c. Las plagas: el señorío de Jehovah, 7:14-11:10
(a) El agua hecha sangre, 7:14-24
(b) Las ranas, 7:25-8:15
(c) Los piojos, 8:16-19
(d) Las moscas, 8:20-32
(e) La peste, 9:1-7
(f) Las úlceras, 9:8-12
(g) El granizo, 9:13-35
(h) La langosta, 10:1-20
(i) Las tinieblas y el anuncio de la muerte de los primogénitos, 10:21-29; 11:4-8
(j) El anuncio de la última plaga, 11:1-3, 9, 10[Pag. 40]
2. El éxodo y el viaje al monte Sinaí, 12:1-18:27
(1) El éxodo, 12:1-15:21
a. La institución de la Pascua, 12:1-13, 21-28
(a) Establecimiento de la Pascua, 12:1, 2
(b) El cordero pascual, 12:3-5
(c) La preparación para la Pascua, 12:6, 7
(d) La comida pascual, 12:8-11
(e) Los actos justicieros de Jehovah, 12:12, 13
(f) Detalles nuevos, 12:21-28
b. La fiesta de los panes sin levadura, 12:14-20; 13:3-10
c. La décima plaga: la muerte de los primogénitos, 12:29-32
d. La salida de Egipto, 12:33-42
e. Los participantes en la Pascua, 12:43-51
f. La consagración de los primogénitos, 13:1, 2, 11-16
g. La dirección divina, 13:17-22
(a) La ruta, 13:17, 18
(b) El pasado honrado, 13:19
(c) La columna que guía, 13:20-22
h. El cruce del mar, 14:1-31
(a) La estrategia divina, 14:1-9
(b) El temor de Israel, 14:10-12
(c) La fe de Moisés, 14:13, 14
(d) La respuesta divina, 14:15-18
(e) La protección divina, 14:19, 20
(f) El cruce del mar en seco, 14:21, 22
(g) La destrucción del ejército egipcio, 14:23-29
(h) La fe israelita, 14:30, 31
i. Las alabanzas de Moisés y María, 15:1-21
(a) La alabanza por la victoria en el mar, 15:1-10
(b) La alabanza por la victoria futura en Canaán, 15:11-18
(c) La alabanza de María, 15:19-21
(2) El viaje a Sinaí: la fe probada, 15:22-18:27
a. La fe probada por sed, 15:22-27; 17:1-7
(a) El agua amarga, 15:22-27
(b) La falta de agua, 17:1-7
b. La fe probada por hambre, 16:1-36
(a) La murmuración, 16:1-3
(b) La promesa de pan y carne, 16:4-8
(c) La provisión de codornices y maná, 16:9-22
(d) La introducción del sábado, 16:23-36
c. La fe probada por guerra, 17:8-16
d. La fe probada por una organización deficiente, 18:1-27
(a) La visita de Jetro, 18:1-12
(b) La institución de un sistema judicial, 18:13-27[Pag. 41]

II. EL PACTO ESTABLECIDO, 19:1-24:18​

1. El pacto confirmado en Sinaí, 19:1-25
(1) La llegada a Sinaí, 19:1, 2
(2) El pacto ofrecido, 19:3-9
(3) La purificación del pueblo, 19:10-15
(4) La venida del Señor, 19:16-25
2. El decálogo: la constitución moral del pueblo, 20:1-20
(1) La relación correcta con Dios, 20:1-7
(2) La adoración correcta, 20:8-11
(3) La vida correcta con los semejantes, 20:12-17
(4) El terror del pueblo, 20:18-20
3. El Libro del Pacto: los estatutos iniciales, 20:21-23:33
(1) Leyes del culto, 20:21-26
a. La prohibición de imágenes, 20:22, 23
b. Instrucciones sobre la edificación de altares, 20:24-26
(2) Leyes civiles y criminales, 21:1-22:17
a. La esclavitud hebraica, 21:1-11
b. La violencia que merece la pena capital, 21:12-17
(a) El asesinato premeditado, 21:12-14
(b) Ofensas graves contra los padres y el secuestro, 21:15-17
c. Actos injuriosos sin pena capital, 21:18-32
d. Leyes sobre la restitución, 21:33-22:17
(a) Leyes sobre el descuido, 21:33-36
(b) Leyes sobre el robo, 22:1-4
(c) Leyes sobre la negligencia, 22:5, 6
(d) Leyes sobre bienes en custodia, 22:7-15
(e) Leyes sobre la seducción de una doncella, 22:16, 17
(3) Leyes morales y religiosas, 22:18-23:19
a. Ofensas con pena capital, 22:18-20
(a) La brujería, 22:18
(b) La bestialidad, 22:19
(c) El culto a otros dioses, 22:20
b. Responsabilidades morales, 22:21-28
(a) El trato al extranjero, 22:21
(b) Las viudas y los huérfanos, 22:22, 23
(c) Los préstamos, intereses y usura, 22:25-27
(d) Deberes para con Dios, 22:28
c. Leyes del culto, 22:29-31
d. Relaciones justas entre personas, 23:1-9
(a) Los pleitos, 23:1-3
(b) El trato con el enemigo, 23:4, 5
(c) La justicia para los pobres, 23:6-8
(d) La justicia para el extranjero, 23:9
e. Un calendario agrícola, 23:10-13[Pag. 42]
(a) El año sabático, 23:10, 11
(b) El día sábado, 23:12
(c) El culto único de Jehovah, 23:13
f. Las tres fiestas anuales, 23:14-17
(a) Origen de las fiestas, 23:14, 17
(b) La fiesta de los panes sin levadura, 23:15
(c) La fiesta de la siega del trigo, 23:16
(d) La fiesta de la cosecha a la salida del año, 23:16
g. Ofrendas y sacrificios, 23:18, 19
(4) La exhortación final, 23:20-33
a. La función del ángel del Señor, 23:20-23
b. Advertencias y promesas, 23:24-33
4. El pacto confirmado, 24:1-18
(1) El pacto ratificado, 24:1-12
(2) Moisés sube al monte de Dios, 24:13-18

III. INSTRUCCIONES PARA EL CULTO DE ADORACION, 25:1-40:38​

1. Instrucciones para el tabernáculo y el sacerdocio, 25:1-31:18
2. El pacto roto y renovado, 32:1-34:35

(1) La apostasía: el becerro de oro, 32:1-29
a. La rebeldía, 32:1-6
b. La justicia y misericordia divinas, 32:7-14
c. La ira de Moisés, 32:15-29
(2) Jehovah se aparta del campamento, 32:30-33:11
(3) La gloria de Jehovah revelada, 33:12-23
a. La primera petición, 33:12-14
b. La segunda petición, 33:15-17
c. La tercera petición, 33:18-23
(4) El pacto renovado, 34:1-35
a. Una experiencia nueva, 34:1-9
b. La renovación del pacto y advertencias, 34:10-26
c. Las tablas nuevas y el resplandor de la cara de Moisés, 34:27-35
3. El tabernáculo erigido y recibido, 35:1-40:38
(1) El día de reposo, 35:1-3; 31:12-17
(2) La ofrenda para el tabernáculo, 35:4-19; 25:1-9 y 36:3-7
(3) La ofrenda entregada, 35:20-29
(4) Los artesanos de la obra, 35:30-36:7; 31:1-11
(5) La construcción del tabernáculo, 36:8-38; 26:1-37
(6) El mobiliario del tabernáculo, 37:1-38:31
a. El arca, 37:1-9; 25:10-22
b. La mesa, 37:10-16; 25:23-30
c. El candelabro, 37:17-24; 25:31-40
d. El altar de incienso y el aceite, 37:25-29; 30:1-10, 22-38
e. El altar del holocausto, 38:1-7; 27:1-8
f. La fuente de bronce, 38:8; 30:17-21
g. El atrio, 38:9-20; 27:9-19
h. El informe de los materiales usados, 38:21-31
(7) Las vestiduras de los sacerdotes, 39:1-31
a. Las instrucciones divinas, 39:1
b. El efod, 39:2-7; 28:5-14
c. El pectoral del juicio, 39:8-21; 28:15-30
d. La túnica del efod, 39:22-26; 28:31-35
e. Otras vestiduras, 39:27-31; 28:36-43
(8) La obra de la morada terminada, 39:32-43
(9) El tabernáculo erigido, 40:1-33
(10) La gloria del Señor llena el tabernáculo, 40:34-38
 
Biblia de Estudio Mundo Hispano
Editorial Mundo Hispano

Notas Textuales​

1:1-5 Al comienzo, el texto hace referencia a la sección final del libro de Génesis, donde se relata la muerte de José en Egipto. El propósito es afirmar la continuidad entre los dos libros bíblicos (Gén. 46:8-27; Éxo. 1:1-22).

1:5 Los descendientes directos (lit.: “que salieron de su muslo”). De acuerdo con la versión griega de la Biblia, la LXX, el grupo era de setenta y cinco personas (Hech. 7:14).

Notas Culturales​

1:7 La tierra se refiere a Gosén, que era una región pastoril ubicada al noreste del río Nilo y cerca de las costas del mar Mediterráneo. En esa época, el palacio del faraón de Egipto estaba ubicado en ese lugar. Ya se nota en el relato que las promesas divinas de una descendencia numerosa se iban cumpliendo (Gén. 17:1, 2; 22:17; Hech. 7:17).

1:7 El término los hijos de Israel, en este contexto, ya no se refiere a la familia directa de Jacob (v. 1 y en el libro de Génesis) sino a todo el pueblo que estaba en Egipto y que sería liberado por Moisés. El crecimiento del grupo de los israelitas va en consonancia con la promesa a los patriarcas de una descendencia numerosa: Abraham (Gén. 12:2; 13:15, 16; 15:5; 17:5, 6), Isaac (Gén. 26:4, 24) y Jacob (Gén. 28:3, 13, 14; 35:11).

1:8 Aunque la identificación precisa del rey o faraón del éxodo no es segura, la referencia puede ser a Sety I, que gobernó Egipto por los años 1309-1290 a. C. o a Ramsés II (1290-1224 a. C.). La afirmación de que el nuevo faraón no conocía a José es tanto una declaración política como teológica: desconocer al patriarca era ignorar los servicios que había dado a Egipto, además de ignorar la intervención salvadora de Dios con los israelitas.

1:14 Porque el nuevo faraón no conocía a José y desconocía lo que ese patriarca había hecho en Egipto, las preocupaciones en torno al crecimiento de los israelitas aumentaban. Los egipcios los trababan mal y los oprimían con crueldad, pero el crecimiento de los israelitas continuaba. Inclusive, los forzaron a hacer los bloques que se utilizaban en la construcción, que se preparaban con barro del río y cañas.

1:15-22 Como las parteras Sifra y Fúa no obedecieron la orden oficial y dejaron vivir a los varones que nacían entre los israelitas, que continuaban el aumento poblacional, el faraón ordenó al pueblo que llevara a efecto la matanza de los recién nacidos echándolos en el río. De esta forma, la narración bíblica relaciona a toda la nación de Egipto con el proyecto genocida contra los israelitas.

1:16 La orden de que las parteras asesinaran al nacer a los varones israelitas revela la creencia antigua de que la nacionalidad e identidad se transmitía a través de los varones; por consiguiente, matar a los niños recién nacidos equivalía a destruir la cultura hebrea. Sin embargo, los resultados de esta política egipcia fueron contrarios a su finalidad.

Artículo Ético​

1:11 Aunque no es posible identificar con precisión la localización de la ciudad de Pitón (quizá la moderna Tel er-Retaba), el nombre es significativo, pues se refiere a la ciudad o la casa del dios sol; y la ciudad de Ramesés, nombrada en honor al faraón Ramsés II, posiblemente estaba ubicada en la región de Gosén, cerca de la actual ciudad de Tanis o posiblemente de Cantir (Éxo. 1:11). Tener a los israelitas en una de sus fronteras era un problema de seguridad nacional que debía atenderse con responsabilidad, diligencia y cuidado. Quizá por esa preocupación es que se reclutaba a los israelitas y a otros esclavos inmigrantes, refugiados y prisioneros de guerra, para hacer ese tipo de trabajo forzado.

Los nombres de Dios​

El Dios de la Biblia es conocido por sus muchos títulos, aunque con solo un nombre personal y propio, que se ha vertido en diversas traducciones como Jehová, Jehovah, Yahweh, Yavé o SEÑOR. En el idioma hebreo, ese nombre se escribía con cuatro consonantes: YHWH (el “tetragrama”) y, como la grafía no tenía vocales, se leía generalmente con las vocales de Adonay (“mi Señor”, en hebreo) o con las de Shema (“el nombre”, en arameo).
La pronunciación exacta del nombre divino es en realidad desconocida pues la comunidad judía, para evitar su uso en vano, dejó de mencionarlo en voz alta por considerarlo santo. Muchos estudiosos en la actualidad piensan que la forma adecuada de pronunciación pudo haber sido Yavé.
De acuerdo con Éxodo 3:14, el nombre divino es “Yo soy”, que proviene de un verbo cuya pronunciación se asemeja a YHWH . Fundamentados en esa relación lingüística, muchos estudiosos piensan que el nombre divino significa “él es”, “él será” o “el que hace que sea”. Los traductores de la Biblia hebrea al griego, al llegar al nombre de Dios, lo tradujeron como “Señor” (en griego: kurios ), que es la manera en que muchas traducciones modernas presentan el nombre divino.
Otros nombres con los cuales se alude a Dios en la Biblia son los siguientes:
• Elohim : identifica al Dios creador de lo que existe ( Gén. 1:1).
• El-Elyón : el Dios que es más alto (o altísimo) que las otras divinidades ( Gén. 14:18-20).
• YHWH , el SEÑOR: identifica al gran “Yo soy”, que destaca su naturaleza y esencia ( Éxo. 3:14, 15).
• Adonay , el Señor: destaca a Dios como señor de la creación ( Jos. 3:11).
• El - Shaddai : alude al Dios todopoderoso u omnipotente ( Gén. 17:1).
• El - Olam : pone de manifiesto al Dios eterno que revela su naturaleza extraordinaria que sobrepasa los límites del tiempo ( Gén. 21:33).
• El - Roeh : alude al Dios sabio y conocedor de todo, que tiene la capacidad de ver a las personas y sus contextos ( Gén. 16:13).
• El Dios de Israel : revela la soberanía divina y enfatiza su poder sobre Israel ( Gén. 33:19, 20).
• El Dios que provee : pone de relieve al Dios que sostiene a la gente fiel en momentos de dificultad ( Gén. 22:13, 14).
• El Señor de las huestes o ejércitos , YHWH Sebaot : revela el poder divino sobre las huestes celestiales y terrestres ( 1 Sam. 17:45).
 
Comentario Bíblico Mundo Hispano
Tomo II - Éxodo
Editorial Mundo Hispano

I. EL DIOS DEL PACTO: LA LIBERACION, 1:1–18:27
1. LA ESCLAVITUD Y LA PREPARACIÓN PARA LA SALIDA, 1:1-11:10
(1) La esclavitud de Israel, 1:1–22. El libro de Exodo no inicia la historia del pue-blo de Dios, sino que la continúa. El texto hebraico comienza con una conjunción: “Y éstos son los nombres”. Esta frase une el segundo libro del Pentateuco con el primero. Exodo entonces es el segundo acto en el drama divino de la redención.
El primer capítulo da un resumen del fin de Génesis y, a la vez, ofrece una transi-ción a la segunda etapa de la historia. Así que el capítulo forma un especie de puente literario entre los dos libros y explica la relación del pasado con el presente. La con-junción gramatical “y” representa un período de unos 400 años desde la muerte de José hasta el comienzo del relato (Gén. 50:26; acerca de los años, ver Exo. 12:40 que menciona 430 años, y Hech. 7:6 donde dice 400 años). Mientras tanto los hijos de Is-rael (2:1) se habían multiplicado desde la entrada a Egipto y se habían hecho muy numerosos (1:7; ver Gén. 32:28, 29). (Probablemente la familia de Jacob entró en Egipto cerca del año 1710 a de J.C., mientras gobernaban el país los hiksos, una gen-te que no eran egipcios nativos sino de raza semítica.)
En el primer capítulo, además de indicar [Pag. 46] el crecimiento del pueblo, se presenta la opresión egipcia que brotaba en su contra. Se divide en tres partes distin-tas: el crecimiento y oposición del pueblo (vv. 1–7), la servidumbre dura (vv. 8–14) y la muerte decretada de los varones recién nacidos (vv. 15–22). En cuanto al autor inspi-rado, no le interesaba mucho la historia secular, sino la salvífica. Le preocupaban el propósito divino en elegir a un pueblo especial y la misión de éste.
a. El crecimiento y la oposición, 1:1–7. Los hijos de Israel, o Jacob, son presen-tados en 1:1–3. Lo llamativo es el empleo de los dos nombres “Israel” y “Jacob” en el v. 1, pues es la misma persona. ¿Por qué era necesario nombrarle dos veces? Parece que el autor tenía un propósito especial: El nombre de Jacob, “el suplantador”, fue cam-biado una noche allí en el lugar llamado Peniel, a Israel, “príncipe de Dios” (ver Gén. 32:22–32).
Aunque los dos nombres indican la misma persona, hubo un cambio radical en su vida. Frecuentemente se usa el nombre Jacob en el AT para indicar el hombre carnal, o el engañador; el nombre Israel representa a Jacob como el hombre cambiado o “con-vertido”. En su lucha con Dios fue transformado. (Dios quiere hacer un Israel de cada Jacob en el mundo.)
El pueblo había continuado en el camino de Jacob y no había logrado el propósito divino involucrado en el pacto que Dios hizo con Abram, Isaac y Jacob (ver Gén. 12:1–3; 17:1–8; 26:4; 28:14). Cuando Dios llamó a Abram, le prometió una tierra, bendicio-nes materiales y una descendencia (ver Gén. 12:1–2).

Los autores bíblicos entendieron que la tierra prometida estaba estratégicamente ubicada en medio del mundo conocido y que esto coincidía con el propósito divino de llamar a Abram y prometerle: y en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Gén. 12:3b). Isaías dijo: En aquel día Israel será tercero con Egipto y con Asiria, una bendición en medio de la tierra. Porque Jehovah de los Ejércitos los bendecirá diciendo: “¡Benditos sean Egipto mi pueblo, Asiria obra de mis manos e Israel mi heredad!” (Isa. 19:24, 25). Además de mantener el carácter de un Jacob, había otro problema del pueblo en Egipto: No [Pag. 47] estaban en el lugar indicado por Dios para su misión. Habían encontrado en Gosén (Gén. 47:1) una tierra fértil, y pensaban que la fidelidad de Dios le obligaba a cumplir con su promesa de bendecirlos materialmente.
En cuanto a la promesa de descendientes (ver Gén. 12:2), ellos se habían engran-decido numéricamente. Sin embargo, el pueblo no estaba dentro de la voluntad de Dios. Israel había estado de acuerdo con las promesas, pero había olvidado que eran los medios para lograr el propósito de Dios. El Señor quería la redención mundial, no simplemente la salvación de un pueblo solo. La elección (llamamiento) divina era para servir, y todavía el pueblo no había iniciado la tarea.
Se nombran los hijos en tres grupos: cuatro, tres (José ya estaba en Egipto), y cua-tro. En total son doce, el número ideal, y una forma común de indicar la genealogía (comp. las doce tribus de Ismael, Gén. 25:13–16; las doce tribus de Nacor, Gén. 22:23, 24).
43
Al nombrarlos, el autor indica que se trata de personas históricas y no de una mi-tología. Además, no se sigue la lista por orden cronológico de nacimiento, sino por el de las madres: Lea, Raquel, Bilha, y Zilpa (ver Gén 29:32–30:24; 35:23–26).
En total el texto hebraico indica que 70 descendientes directos entraron con Jacob (ver Gén. 46:8–27 donde se encuentran los nombres de ellos). La LXX (la versión grie-ga del AT) y Hechos 7:14 incluyen a los descendientes de José, y dan la cifra de 75 personas en su enumeración. Se nota la ausencia de los nombres de las esposas de Jacob, las mujeres de los hijos de Jacob (ver Gen. 46:26) y la descendencia femenina. El texto trata más bien con las personas que se desarrollarían en la estructura tribal más tarde. Se destaca la fecundidad del pueblo que, a pesar del número limitado al entrar en Egipto, providencialmente se había multiplicado de acuerdo con la palabra de Dios (ver Gén. 12:2; 15:4; 26:4; 28:14; Sal. 105:23, 24).

Además, llegaron a ser muy poderosos. Y la tierra estaba llena de ellos (v.7b): Tení-an una influencia creciente en la vida civil y económica, la cual se extendía más allá de los límites de la zona de Gosén, pues tenían contacto con los egipcios en las ciuda-des de ellos. Aunque se entienda la expresión en una forma más bien relativa, es evi-dente en el libro que había un contacto amplio entre los dos pueblos. Por ejemplo, al-gunos israelitas aprendieron artes y oficios (31:1–11) de los [Pag. 48] egipcios, recibie-ron regalos y riquezas de manos de los naturales al salir del pueblo (12:33–36), había
44
casamientos entre ellos (Lev. 24:10), los padres de Moisés vivían cerca del palacio (2:1–5) y evidentemente había algunas casas israelitas al lado de gente egipcia (12:13). Es evidente que no todos los israelitas vivían en Gosén aislados de los egipcios.

b. La servidumbre dura, 1:8–14. Una dinastía nueva tomó el poder en Egipto, y los hebreos perdieron su posición de privilegio. Los hiksos, invasores semíticos, fueron expulsados cerca de 1570 a. de J.C., y finalmente un nuevo rey que no conocía a José llegó al trono (v. 8). Posiblemente haya sido el faraón Seti I (1309–1290 a. de J.C.) el que inició una política de opresión que fue seguida por Ramsés II (1290–1224 a. de J.C.; ver en la Introducción la sección sobre la fecha del éxodo).
No es que al faraón le faltara conocimiento histórico de su pueblo, sino que no re-conoció ninguna deuda u obligación con la familia de José. Pero reconoció el poder numérico y económico de una gente extranjera en el país. También reconoció que su ubicación en Gosén, la zona norte cerca de la ruta usada tradicionalmente por los in-vasores de Asia Menor, podía comprometer la seguridad del país en caso de un ata-que. Adicionalmente, la prosperidad del pueblo produjo envidia de parte de la pobla-ción nacional, y la fe israelita no permitía que se identificara con la cultura egipcia. Además, el faraón no quiso perder una fuente valiosa de obreros. Consecuentemente, concibió con astucia un plan que los debilitaría y a la vez engrandecería el reino egip-cio. Con trabajo forzado, tratándolos como esclavos, les hizo edificar las ciudades al-macenes de Pitón y Ramesés (v. 11; las ciudades fueron construídas por Ramsés II). Entonces los egipcios los hicieron trabajar con dureza (v. 13); sin embargo, cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban (v. 12).

La medida de usar esclavos en las construcciones egipcias no era una política nue-va. En Egipto el faraón era el dueño de casi toda la tierra (comp. Gén. 47:20, 21), su gobierno era autocráctico, su palabra era la ley absoluta y el pueblo entero era vir-tualmente esclavizado. Se ha estimado que el tributo laboral usado en la edificación
45
de la gran pirámide de Giza ocupó el trabajo forzado de 100.000 esclavos [Pag. 49] por un período de 20 años. La explotación de los oprimidos siempre fue una política de los faraones, y aun Salomón cayó en la tentación de usar el tributo laboral como una fuente de labor: la leva israelita para su grandes obras alcanzó la cifra de 30.000 hombres (1 Rey. 5:13, 14). Desgraciadamente, no ha terminado el abuso de las masas como instrumentos de producción para el beneficio de los pocos. El problema todavía está en vigor en muchos lugares del mundo.

Las ciudades almacenes (v. 11) estaban ubicadas en el norte del país junto a la frontera, y eran centros comerciales y lugares de aprovisionamiento militar para las tropas que servían en las campañas militares de Ramsés II.
La ciudad Ramesés era sin duda la capital del delta y fue edificada sobre las ruinas de la antigua capital de los hiksos, Avaris, que había sido destruida y abandonada en la batalla para expulsar a los odiados gobernantes semitas. En las excavaciones de ella, tell de San al-hagar, se han hallado ruinas colosales de templos y edificios cons-truidos por Ramsés II.
Se dan los nombres de las ciudades almacenes, pero no se nombra al faraón. ¿Por qué? Puede ser que el nombre del rey era demasiado largo para incluirlo fácilmente en el escrito. Todos los reyes [Pag. 50] egipcios tenían por lo menos cinco nombres uni-dos de una manera bastante complicada. Entonces era más fácil usar un título. Por eso, se le dio al monarca, durante la última parte de la dinastía décimoctava, el título de faraón, lo que significaba literalmente “La Casa Grande”. Al principio, el título indi-caba específicamente el palacio donde vivía el rey; sin embargo, con el tiempo llegó a ser más fácil usar el título, “La Casa Grande (el faraón) dice”, en vez de utilizar todos los nombres de él (comp. el uso popular de la expresión “la Biblia dice”). Por el uso, al rey se le llamó “el faraón”, lo cual llegó a ser un título personal. Por consiguiente, el texto bíblico refleja con fidelidad la cultura y práctica de la época al no llamar al rey por sus nombres.

Los vv. 13 y 14 son un resumen de los trabajos arduos: Extraían el lodo negro del Nilo y confeccionaban ladrillos, o adobes, aparte de todo trabajo en el campo; y en to-dos los tipos de trabajo les trataban con dureza (v. 14). Sin embargo, Israel seguía mul-tiplicándose de manera que los egipcios se alarmaron a causa de los hijos de Israel (v. 12). Había razones suficientes para no seguir creciendo numéricamente; sin embargo, seguían la marcha física, pero espiritualmente no lograban la meta impuesta por Dios.
c. La muerte decretada para los varones, 1:15-22. Enseguida hubo dos [Pag. 51] esfuerzos más del faraón para limitar el crecimiento de Israel: se intentó controlarlo por traición interna por medio de las parteras, y, finalmente, por decreto imperial, se buscó aniquilar a los niños varones echándolos al río Nilo. Al hacerlo, no se dio cuen-ta de que sellaba la misma pena sobre los primogénitos de su propio pueblo. Al no de-jar salir libre al pueblo, el faraón se puso en conflicto directo con el Señor, que había tomado a Israel como primogénito suyo.
Irónicamente, no aparece el nombre del faraón de Egipto en el texto; sin embargo, aparecen los nombres de las parteras. A los ojos de Dios, ¿quiénes son las personas más importantes en esta historia? ¡Dios toma a los débiles para confundir a los pode-rosos del mundo!

Sifra (v. 15b; significa “belleza”, o “hermosa”) y Fúa (v. 15c; significa “hacer brillar”, o “esplendor”) son las únicas parteras nombradas. ¿Eran las únicas para toda la gen-te? De ser así, no sería tan numeroso el pueblo como sugiere el texto. ¿Eran ellas las encargadas, o principales, de todas las parteras? ¡Eran las representantes del “sindi-
47
cato” ante el faraón? El texto no indica cuál es la interpretación correcta; sin embargo, parece que la segunda es la preferida.

¿Eran las parteras hebreas o egipcias? La frase parteras de las hebreas (v. 15) no es explícita; pero el texto se inclina al lado de una pertenencia israelita, y así lo inter-pretan los rabinos: Las hebreas no hubieran admitido ninguna obstetra extranjera. No obstante, por otra parte, si no hubieran sido egipcias, ¿cómo podía haber tenido el faraón confianza en ellas?[Pag. 52]
Lo cierto es que las parteras temían a Dios, y si fueron egipcias, el Dios de Israel había llegado a ser su Dios. Temían más al Señor que al faraón, y el Señor honró su fidelidad. Así se salvó a los niños de la muerte, y la mano divina protegió y bendijo a las parteras (1:20, 21).
En cuanto a la silla de parto (v. 16), se refiere a la manera egipcia de dar a luz. Li-teralmente el texto dice sobre las piedras, y está de acuerdo con la época. El pertinen-te ideograma en los jeroglíficos es de dos piedras grandes, y se explica el uso de las
48
“piedras” y su significado en “dar luz”. Era una especie de “silla” que facilitaba el alumbramiento. Todavía se emplea el sistema en algunos lugares del mundo, espe-cialmente en el oriente. Es otra de las muchas palabras, tales como Fúa, que son de origen egipcio y llegaron a ser términos “prestados” a Israel como herencia de su larga estadía en Egipto.

Hay una observación más acerca del trabajo de las parteras. El trabajo pesado había robustecido a las mujeres hebreas y eran más vigorosas (v. 19) que las egipcias. Parece que no llamaban a las parteras para asistir en todos los partos. Por lo menos, el faraón no tuvo duda acerca del vigor de las hebreas; se usaba la palabra “vigorosa” también para las fieras. Las parteras la usaron como un término despectivo para las mujeres hebreas; las presentaron como personas de poco valor, como las fieras, y ¿quién podía controlar la fecundidad de éstas? Por lo tanto, el faraón aceptó los in-formes de las parteras.

La palabra “hebrea” es más antigua, y tiene un uso más extensivo que el vocablo “Israel” (ver Gén. 14:13). Más precisamente, se emplea la palabra Israel después de la constitución de la nación (Exo. 19), y se refiere al “hebreo” generalmente durante el período antes de la conquista. El término “judío” se usa después del cautiverio babiló-nico. En el texto hebraico se emplea la palabra “partera” siete veces.
Antiguamente el relato fue transmitido oralmente, y el Señor aseguró su preserva-ción fiel por medio de las estructuras literarias. Estas ayudaban a la memoria en el proceso de recitación. Así se evitaba agregar al contenido, o eliminar algo por descui-
49
do. Una vez pasado el relato del trabajo pesado (siete referencias) y el de la obra de las parteras (siete referencias), se entra en el paso siguiente de la narración. El Señor preparó al pueblo y lo guió en el arte de relatar vívidamente su palabra revelada. Mu-chísimo antes de la página impresa, el Señor dio al pueblo un estilo literario que lo ayudó a preservar la verdad divina.
Con su siguiente intento, el infanticidio [Pag. 53] (1:22), el faraón llegó a la cumbre de la crueldad contra los hebreos. Para él, el echar a los niños al Nilo era dejar que un “dios” egipcio los matase. Por cierto, se guardaba a las niñas para mantener una fuen-te de mano de obra barata disponible. Aun así, parece que el decreto no gozó del pleno apoyo de toda la población egipcia. Según los informes posteriores de las cifras de los que salieron de Egipto, el ritmo de crecimiento de los israelitas siguió. A pesar de esto, al dar el faraón el mandato cruel de aniquilar a los niños en el Nilo, Dios dispuso que sería del mismo palacio faraónico de donde vendría el instrumento de la liberación. ¿Quién era soberano? ¿Jehovah o el faraón? ¡No únicamente la salvación, sino tam-bién la historia estaba en manos del Señor!

Verdades prácticas
1. (V. 1): Estos son los nombres; esta declaración es una evidencia más de que el Señor nos conoce a todos personal-mente, y así nos trata. Es un Dios personal porque es persona y porque trata a los hombres personal e individualmente. Aun-que esté trabajando para la formación de una nación, los indi-viduos no son tratados como una masa anónima. Podemos te-ner una relación personal y directa con él.
2. (V. 6): Cada generación muere; cada generación debe co-municar su fe a sus hijos, la siguiente generación. La fe cris-tiana no duraría más de una generación si los cristianos no cumplieran con su labor de evangelización.
3. (V. 7): La mayor riqueza de una nación está en su propia gente. ¡Cuánto bien se hace la nación que se esfuerza porque sus hijos se desarrollen integralmente: física, intelectual y es-piritualmente!
4. (V. 7): Buenos hogares producen generalmente buenos ciudadanos de la patria y del mundo. Así se enriquece la na-ción con su gente. Los buenos hogares, trabajando en equipo con buenas escuelas y buenos maestros, elevan la calidad de la ciudadanía.


Semillero homilético
Los sufrimientos de ayer,medios de bendiciones para hoy

1:5b
Introducción: El plan de Dios para la redención del mundo ha estado en marcha desde antes de la fundación del mundo (1 Ped. 1:20). La redención no es un plan de emergencia ante lo imprevisto. Todo lo que ocurre, hasta las cosas que nos produ-cen sufrimiento, son parte del plan del Señor para nuestra re-dención. ¿Qué significado tuvo el que José ya estuviera en Egipto cuando llegaron los hijos de Israel?
Para José significó salir de las condiciones en que había caído por la maldad de sus hermanos y la oportunidad de ser usado por Dios para preparar lugar para su familia.
Para los hijos de Israel significó la condición preparada por Dios para consolidarlos como pueblo suyo, al que él revelaría su Palabra y del que saldría el Salvador.
. Para el mundo significó el avance de los planes de Dios para la redención.
Conclusión: Debemos sentirnos seguros en las manos de un Dios todopoderoso que lleva adelante sus planes de redención y al que nada detiene en su propósito de hacernos bien.

El pueblo de Dios vive mejor
Algunos estudios sociológicos que se han hecho en América Latina revelan que los hogares evangélicos viven en mejores condiciones materiales que los hogares no evangélicos con in-gresos monetarios semejantes. ¡El Señor cuida de los suyos y les da sabiduría para administrar los bienes materiales!

Verdadero poder
Una nación es verdaderamente poderosa cuando sus ciuda-danos viven de acuerdo con principios morales y espirituales elevados. Roma llegó a ser el imperio más poderoso que el mundo había visto, pero su decadencia empezó en su moral. Al perder su fibra moral, perdió también su poder material.
En nuestro tiempo es igual. Algunos estudios dados a la luz en 1990 revelan que los embarazos entre adolescentes solteras aumenta en proporción directa al número de horas que éstas ven la televisión diariamente. Cuando la mente juvenil se llena de basura, no puede esperarse que los resultados en conducta sean buenos.

La fe invencible
A la caída de la cortina de hierro se ha revelado que la igle-sia subterránea detrás de ella nunca fue acabada. A pesar de todo, los cristianos oprimidos y perseguidos se fortalecieron y se enfrentaron con heroísmo a la opresión. Muchos murieron físicamente degradados, pero espiritualmente íntegros, como viendo al invisible (Heb. 11:27), con una fe que queda como testimonio para los que, sin sufrir la persecución, tienen una fe vacilante.

Verdades prácticas
1. (V. 8): Las circunstancias cambiantes del mundo ponen a los hombres en pedestales, o los derrumban. Cuando murió el faraón que conocía a José, se acabó el favor para el pueblo. Dios puede usar a los hombres para llevar adelante sus planes, pero nuestra confianza ha de estar puesta en el Señor, no en los hombres.
2. (V. 9): Entre los pueblos, como entre las personas, hay
46
desconfianza. La potencia de uno despierta inseguridad y celos en el otro. Solamente el Señor puede romper las barreras que nos separan de los que debían ser nuestros hermanos.
3. ¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? La pregun-ta se hace como un reproche velado a Dios: él podría terminar con el sufrimiento. Pero la verdad es que, generalmente, es el mismo hombre el que produce sufrimiento a la humanidad. Para acabar de inmediato con el sufrimiento el hombre tendría que ser eliminado de la faz de la tierra. Dios no solamente no ha hecho esto, sino que envió a su hijo unigénito para sufrir la muerte por nosotros.
4. El hombre protesta por la explotación de que es objeto, pero, ¿remedia la explotación de la que puede hacer objeto a su esposa y a sus hijos, cuando los engaña adúlteramente, cuan-do gasta el jornal en vicios y placeres, y cuando los priva de sus derechos y de su protección? Indudablemente, las condi-ciones sociales deben cambiar, pero el corazón del hombre de-be cambiar primero, para que verdaderamente se acabe la ex-plotación en todos los niveles.

Joya bíblica
Pero las parteras temían a Dios y no hicieron como el rey de Egipto les mandó, sino que dejaban con vida a los niños varones (1:17).

Verdades prácticas
1. El respeto por la vida humana es una característica que distingue a todo buen gobierno. Se manifiesta en el esfuerzo por el bienestar del ser humano en todos los aspectos de la vi-da. Preservar la vida no es solamente conservar su existencia, sino enriquecerla en la sociedad y establecer las condiciones para que cada individuo pueda vivir dignamente con el fruto de su trabajo.
2. El reconocimiento del valor de la vida humana se mani-fiesta, tanto en los gobiernos como en los hogares y en los indi-viduos, en la manera en que el dinero se gasta.
3. Un gobierno que no respeta la vida humana es un go-bierno corrupto que, en su afán por llevar adelante sus planes, tiende a extender la corrupción entre los ciudadanos. La orden de faraón a las parteras, de matar a todos los recién nacidos varones, es un ejemplo de esto. Debemos obedecer a los gober-nantes, pero cuando sus acciones están en oposición a la vo-luntad expresa de Dios y las consecuencias van en contra de la vida humana, nuestra alternativa es clara: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres, aunque en ello nuestra propia vida corra riesgos.
4. El temor a Dios, como el que tenían las parteras, es el pa-liativo para los males de la sociedad. ¡No cabe duda de la nece-sidad de que el evangelio sea predicado!
5. En nuestros tiempos se está extendiendo una forma de homicidio parecida a la planeada por el faraón: el aborto. La diferencia está en la edad de la víctima. El que los gobiernos legalicen el aborto no lo hace menos homicidio. Dios lo conde-na. ¡El juicio de Dios es inminente!

Semillero homilético
El temor a Dios

1:17
Introducción: El temor a Dios viene del reconocimiento de su poder y su autoridad absolutos.
El que teme a Dios no sigue el consejo de los malos.
El que teme a Dios lo obedece.
. El que teme a Dios está dispuesto a correr riesgos por ser fiel.
. El que teme a Dios es usado por él para cumplir sus planes.
El que teme a Dios es honrado y bendecido por él.
Conclusión: El que teme a Dios no busca meramente evitar el castigo, sino agradarlo con un servicio sincero.

Joya bíblica
Dios favoreció a las parteras, y el pueblo se multiplicó y se fortaleció muchísimo (1:20).
 
Comentario Biblico Mattew Henry
Editorial UNILIT

ÉXODO
El Libro del Éxodo narra la formación de los hijos de Israel en iglesia y nación. Hasta aquí
hemos visto la religión verdadera en la vida doméstica; ahora, empezamos a ver sus efectos en los
asuntos de reinos y naciones. Éxodo significa “la salida” siendo el hecho principal aquí registrado la
salida de Israel de Egipto y de la esclavitud egipcia. Señala claramente el cumplimiento de diversas
promesas y profecías hechas a Abraham respecto de su simiente y establece proféticamente la
situación de la iglesia en el desierto de este mundo hasta su llegada a la Canaán celestial, el reposo
eterno.
—————————
CAPÍTULO I
Versículos 1—7. Los hijos de Israel aumentan en Egipto después de la muerte de José. 8—14. Son
oprimidos, pero se multiplican sobremanera. 15—22. Muerte de los hijos varones.
Vv. 1—7. Durante más de 200 años, mientras Abraham, Isaac y Jacob vivieron en libertad, la
población hebrea creció lentamente; sólo unas setenta personas entraron en Egipto. Allí, casi en la
misma cantidad de años, pero bajo cruel servidumbre, se convirtieron en una nación grande. Este
aumento asombroso fue en conformidad con la promesa hecha mucho antes a los padres. Aunque a
veces el cumplimiento de las promesas de Dios es lento, siempre es seguro.
Vv. 8—14. La tierra de Egipto se convirtió en casa de servidumbre para Israel. El lugar donde
fuimos felices puede volverse, de pronto, en lugar de aflicción; el lugar del cual dijimos: Este es
nuestro lugar de consuelo, puede ser la cruz más grande para nosotros. Dejaos de confiar en el
hombre, y que no se diga de ningún lugar de este lado del cielo: “Este es mi reposo”. Todos
conocían a José, lo amaban y fueron amables con sus hermanos por amor a él; aun los mejores y más
útiles servicios que un hombre haga a los demás, pronto se olvidan después de su muerte. Nuestro
gran interés debe ser servir a Dios y complacer a Aquel que no es injusto, como los hombres, para
olvidar nuestra obra y trabajo de amor. La ofensa de Israel es que prospera. No hay cosa más odiosa
para un hombre malo que la prosperidad del justo.—Los egipcios temían que los hijos de Israel se
unieran a sus enemigos y los expulsaran de la tierra. La maldad es siempre cobarde e injusta; hace
que el hombre tema donde nada hay que temer y que huya cuando nadie lo persigue. La sabiduría
humana a menudo es necia y muy pecaminosa. El pueblo de Dios tenía capataces sobre ellos, no sólo
para oprimirlos sino para afligirlos con sus cargas. No sólo los hacían servir para provecho del
faraón sino para amargarles la vidas.—Los israelitas aumentaron maravillosamente. El cristianismo
se difunde más cuando es perseguido: la sangre de los mártires fue la semilla de la iglesia. Quienes
aceptan consejo contra el Señor y su Israel sólo imaginan cosas vanas y acarrean mayor afrenta
contra sí mismos.
Vv. 15—22. Los egipcios trataron de destruir a Israel asesinando a sus hijos. La enemistad que
hay en la simiente de la serpiente contra la Simiente de la mujer, hace que los hombres olviden toda
compasión. Queda claro que los hebreos estaban ahora bajo una bendición poco común. Vemos que
los servicios hechos para el Dios de Israel son frecuentemente recompensados con bondad. —El
faraón dio la orden de ahogar a todos los hijos varones de los hebreos. El enemigo que, por medio
del faraón, trataba de destruir a la iglesia en su estado infantil, se ocupa en frustrar el surgimiento de
reflexiones serias en el corazón del hombre. Que teman pecar los que escapen, y clamen socorro al
Señor directa y fervientemente.
 
Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia. Tomo I
Editorial Mundo Hispano

EL SEGUNDO LIBRO DE MOISES, LLAMADO
EXODO
CAPITULO 1
Vers. 1–22. AUMENTO DE LOS ISRAELITAS. 1. Estos son los nombres.—(Véase Génesis 46:8–26). 7. los hijos de
Israel crecieron—Estaban viviendo en un país, donde, según el testimonio de un escritor antiguo, las madres tenían
tres, y a veces cuatro hijos en un parto; y un escritor declara: “las hembras en Egipto, tanto en la raza humana como
entre los animales, sobrepasan a todas las demás en fecundidad”. A esta circunstancia [PAG. 61] natural habrá que
añadirse el cumplimiento de la promesa a Abraham. 8. Levantóse entre tanto un nuevo rey—Como sesenta años
después de la muerte de José, vino una revolución, por la cual la vieja dinastía fué derribada, y el alto y el bajo Egipto
fueron unidos en un solo reino. Suponiéndose que el rey anteriormente reinaba en Thebes, es probable que nada
supiera él de los hebreos; y que, como extranjeros y pastores, desde el principio, los mirara con aversión y desprecio.
9. dijo …: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros—Ellos habían alcanzado
gran prosperidad, pues durante la vida de José y su real patrón, probablemente habían gozado de una concesión de
tierras gratuitas. Su crecimiento y prosperidad eran vistos con celos por el nuevo gobierno; y como Gosén estaba entre
Egipto y Canaán, y en la frontera de este país había cierto número de tribus belicosas, estaba perfectamente de
acuerdo con los lineamientos de una política mundana, que sus habitantes, los israelitas, fuesen esclavizados y
maltratados, por temor de que se unieran en alguna invasión de aquellos errantes extranjeros. El nuevo rey, que ni
conocía el nombre, ni le importaban los servicios prestados por José, era o Amosis o uno de sus sucesores inmediatos.
(Osburn.) 11. Entonces pusieron sobre él comisarios—Primero habiéndolos obligado a pagar alquileres ruinosos,
según se cree, y habiéndolos envuelto en dificultades, aquel nuevo gobierno, continuando su política opresiva, los
redujo a la condición de esclavos—empleándolos exactamente como a la clase trabajadora de este tiempo (llevados en
compañías o bandas) para levantar las obras públicas, con capataces, que antiguamente llevaban varasahora látigospara
castigar a los indolentes, o espolear a los demasiado lánguidos. Todos los edificios públicos o reales, en el
antiguo Egipto, fueron construídos por cautivos; y en algunos de ellos fué colocada una inscripción de que a ningún
ciudadano libre se había ocupado en este empleo servil. edificaron a Faraón las ciudades de los bastimentos—Estos
dos lugares de almacenaje estaban en la tierra de Gosén; y estando situados cerca de una frontera sujeta a invasiones,
eran ciudades fortificadas (comp. 2 Crónicas 11:12). Pithom (Griego “Patumos”) estaba sobre el brazo Pelusíaco
oriental del Nilo, como a doce millas romanas de Heliópolis; y Raamses, llamada en la Septuaginta Heroópolis, estaba
entre el mismo brazo y los Lagos Amargos. Estas dos ciudades fortificadas, pues, estaban en el mismo valle; y las
fortificaciones que Faraón mandó construir alrededor de ambas, tenían probablemente el mismo objeto común, de
obstruir la entrada a Egipto, la cual este valle facilitaba a los enemigos venidos de Asia. (Hengstenberg.) 13, 14. los
egipcios … amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo—Las ruinas de grandes edificios de
ladrillos se halian en todas partes de Egipto. El uso de ladrillo curdo, cocido al sol, era universal en el alto y bajo
Egipto, tanto para edificios públicos como privados; todos menos los templos mismos, eran de ladrillo crudo. Es digno
de notarse que han sido descubiertos más ladrillos que llevan el nombre de Thothmes III., quien se supone era el rey
de Egipto en el tiempo del Exodo, que en ningún otro periodo cualquiera. (Wilkinson.) Grupos de estos fabricantes de
ladrillos se ven retratados en los antiguos monumentos con capataces; algunos de éstos están en pie, otros sentados
junto a los trabajadores, con sus varas levantadas en sus manos. 15. el rey de Egipto habló a las parteras de las
hebreas—Se habló a sólo dos; o eran ellas las cabezas de una gran corporación (Laborde), o, entremetiéndose con
éstas dos, el rey se proponía amedrentar a las demás para el cumplimiento secreto de sus deseos. (Calvino.) 16. si
fuere hijo, matadlo—Las opiniones están divididas, sin embargo, en cuanto al método de destrucción que
recomendaba el rey. Algunos creen que los “asientos” eran asientos bajos sobre los cuales se sentaban las parteras al
lado de la cama de las hebreas; y que, como podrían fácilmente descubrir el sexo, entonces, cuando apareciera un
varón, habían de estrangularlo, sin que los padres lo supieran; mientras que otros son de la opinión de que los
“asientos” eran piletas de piedra, al otro lado del río, en las cuales, cuando el nene fuese lavado, había de caer, como si
fuese accidentalmente. 17. Mas las parteras temieron a Dios—Su fe las inspiraba con tal valor como para hacer
peligrar sus vidas, desobedeciendo el mandato del cruel tirano; pero una mezcla de debilidad, hizo que temieran decir
la verdad cabal. 20. Dios hizo bien a las parteras—Esto muestra a Dios, como si las recompensara por decir una
mentira. Mas esta dificultad es completamente disipada por una traducción más correcta. Hacer o edificar casa en el
idioma hebreo, quiere decir tener numerosa prole. El pasaje, entonces, quiere decir: Dios protegió a las parteras, y el
pueblo creció poderosamente; y porque las parteras temían a Dios, los hebreos crecieron y prosperaron.
65
 

Éxodo - Capítulo 1​

Comparación de Versiones de la Biblia​



Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible

Nueva Versión Internacional (NVI)
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Used by permission. All rights reserved worldwide.

Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Biblia Textual IV​




Biblia Peshitta​

LIBRO DE
ÉXODO
Aram., Sipra d’Mapkana. Se traduce Libro de la Salida o del Éxodo. Heb., Shemot, que
significa Nombres, simplificado de la expresión we’leth shemot, que se traduce éstos son
los nombres. El título Éxodo proviene del griego éksodos, (salida) como se le llama en la
versión griega del Antiguo Testamento. Su autoría se atribuye a Moisés, y su fecha de
redacción se sitúa entre el 1440 y el 1410 a. C. Es el segundo libro de la Torá o
Pentateuco. De ser inmigrantes privilegiados en Egipto, los descendientes de Jacob pasan
a ser esclavos. Relata la salida y liberación de los israelitas del yugo de esclavitud de
Egipto, posiblemente bajo el faraón Amenotep II, uno de los eventos más memorables
dentro del judaísmo y cristianismo. El Señor guarda y escoge a Moisés desde bebé para
el propósito de sacar a los israelitas a la libertad. Siendo parte de la corte egipcia, tuvo
que enfrentar después al faraón a través de señales y portentos de Dios por su mano.
Ante la obstinación del faraón, sobrevienen las plagas a Egipto. Al final, el rey egipcio
deja ir a los israelitas, y éstos cruzan el mar Rojo, el cual fue dividido por el Señor para
que cruzaran por en medio de las aguas, y lo inunda de nuevo al querer cruzar el ejército
egipcio. A partir de allí surge una nación milagrosamente librada de la mayor potencia
militar, política y económica de la época. Este pueblo es llevado a través del desierto, y
Él los sustenta y protege sobrenaturalmente. En el monte Sinaí se convierten en el pueblo
santo, la nación del pacto para continuar con la bendición de Abraham para las naciones.
Les dio leyes y mandamientos escritos por la mano de Dios en tablas de piedra, entre los
que sobresalen los diez mandamientos, las instrucciones para la construcción del
tabernáculo, y todo lo relativo a su ritual de adoración y funcionamiento. El pueblo se
desvía tras un becerro de oro hecho por Aarón, y el Señor se aíra y quiere destruirlos,
pero ante la intercesión de Moisés, el Señor no los destruye como pueblo, y renueva su
pacto. El rostro de Moisés resplandece ante la majestuosa presencia de Dios, y él dirige
la construcción del tabernáculo, y establece la adoración allí. Ante esto, el Señor se
agrada y los bendice con su gloriosa presencia, y comienza a guiarlos con una columna
de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche. El Señor enseña así a
su pueblo la libertad, pero también la responsabilidad de la obediencia y la necesidad de
vivir en santidad para permanecer en Él.
132
1
Esclavitud de los hijos de Israel en Egipto
Éstos son los nombres de los hijos de Israel que entraron con Jacob a Egiptoa; cada
uno entró junto con su familia:
2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
5 Las personasa descendientes directas1 de Jacob fueron en total setenta personas.
Mientras tanto, José estaba en Egipto.
6 Y murieron José, todos sus hermanos y toda aquella generación.
7 Pero los hijos de Israel se habían multiplicadoa, pues fueron fecundos y se hicieron
muy numerosos, llegando a ser muy poderosos. El país estaba lleno de ellos.
8 Después surgió un nuevo rey en Egipto que no había conocido a Joséa,
9 que dijo a su pueblo: He aquí que el pueblo de los hijos de Israel es más numerosoa y
poderoso que nosotros.
10 Procedamos con astucia delante de ellos antes de que se multipliquen, no vaya a
suceder que en caso de guerra, uniéndose también a nuestros enemigos, luchen contra
nosotros y nos expulsen del país.
11 Entonces les impusieron capataces malvados que los oprimieran en esclavitud, y
construyeron las ciudades de almacenaje Pitom y Ramsés para el faraón.
12 Sin embargo, cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y se fortalecían;
ante esto, los egipcios estaban afligidos por causa de los hijos de Israel.
13 Por lo cual los hijos de Israel eran oprimidosa severamente por los egipcios,
14 amargándoles la vida con la dura labor de hacer barro, ladrillos y toda clase de
trabajo del campo, y sometiéndolos a todo tipo de trabajo con dureza.
15 Además, el rey de Egipto habló con las parteras hebreas, una de las cuales se llamaba
Fúa y la otra Sofra,
16 diciéndoles: Cuando asistan a las hebreas para que den a luz, fíjense en el lecho de
parto; si es niño, denle muertea; pero si es niña, déjenla vivir.
17 Pero las parteras temían a Dios, y no actuaron como el rey de Egipto les había
ordenado, y dejaron con vida a los niños.
18 Entonces el rey de Egipto, llamando a las parteras, les preguntó: ¿Por qué han hecho
esto y han dejado con vida a los niños?
19 Y las parteras respondieron al faraón: Las mujeres hebreas no son como las egipcias,
porque ellas mismas son parteras, y antes de que llegue una partera ellas dan a luz.
20 Entonces Dios favoreció a las parteras por cuanto hicieron esto; y el pueblo se
multiplicó y se fortaleció mucho.
21 Y aconteció que por haber mostrado las parteras temor de Diosa, Él les concedió
familia.
22 Entonces el faraón dio órdenes a todo el pueblo, y dijo: Arrojen al río a todo niño
que nazcaa, pero a toda niña, déjenla que viva.
133