IXOYE - Estudio del Evangelio según Mateo

IXOYE

Miembro senior
9 Septiembre 2022
178
2
IXOYE - Estudio del Evangelio según Mateo
Dios les bendiga. Abro este tema por mi interés de estudiar el Evangelio según Mateo y compartir notas al respecto.
La idea es hacer un estudio de cada capítulo, con comentarios y otros recursos.
 

Capítulo 1​

Genealogía de Jesucristo​

(Lc. 3.23-38)​

1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. 3 Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. 4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. 5 Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 6 Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. 7 Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. 8 Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. 9 Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías. 10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías. 11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel. 13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor. 14 Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud. 15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; 16 y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.

Nacimiento de Jesucristo​

(Lc. 2.1-7)​

18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros.
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

Footnotes​

  1. Mateo 1:21 Esto es, Salvador.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
 
Comentario Bíblico
Mundo Hispano
Tomo 14
Mateo

BOSQUEJO DEL EVANGELIO SEGÚN MATEO​


I. EL REY Y SU REINO
I. EL ORIGEN Y PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA DEL REY, 1:1-2:23

1. Un plan divino: la genealogía, 1:1-17
2. Un proceso divino: el nacimiento virginal, 1:18-25
3. Una publicación divina: los magos, 2:1-12
4. Una protección divina: 2:13-23
(1) La huida a Egipto, 2:13-15
(2) Los infantes mueren en Belén, 2:16-18
(3) De Egipto a Nazaret, 2:19-23
II. EL COMIENZO DEL MINISTERIO DEL REY, 3:1-4:25
1. Su precursor y su mensaje, 3:1-12
2. Su bautismo, 3:13-17
3. Sus tentaciones, 4:1-11
4. Su sede en Capernaúm, 4:12-17
5. Sus primeros discípulos: cuatro pescadores, 4:18-22
6. Su primer ministerio: triple enfoque, 4:23-25
III. EL DISCIPULADO EN EL REINO (SERMON), 5:1-7:29
1. Introducción, 5:1, 2
2. Las bienaventuranzas del discipulado, 5:3-12
3. Las responsabilidades del discipulado, 5:13-16
(1) Servir como sal, 5:13
(2) Servir como luz, 5:14-16
4. La vida práctica implicada en el discipulado, 5:17-7:12
(1) La norma de justicia: Jesús y la ley, 5:17-20
(2) La ética cristiana superior a la judía, 5:21-48
a. Jesús y la ira, 5:21-26
b. Jesús y el adulterio, 5:27-30
c. Jesús y el divorcio, 5:31, 32
d. Jesús y los juramentos, 5:33-37
e. Jesús y la venganza, 5:38-42
f. Jesús y el odio, 5:43-48
(3) La práctica de la verdadera justicia, 6:1-18
a. En la esfera de obras de misericordia[página 38] , 6:2-4
b. En la esfera de la oración, 6:5-15
c. En la esfera del ayuno, 6:16-18
(4) El principio que guía la vida, 6:19-34
25
a. Tesoros en el cielo, 6:19-21
b. La lámpara del cuerpo, 6:22-23
c. Dios versus las riquezas, 6:24
d. La ansiedad y su remedio, 6:25-34
(5) El mal de la crítica destructiva, 7:1-6
(6) La oración eficaz, 7:7-11
(7) La regla de oro, 7:12
5. Conclusión: la justicia personal ilustrada, 7:13-27
(1) Dos puertas y dos caminos, 7:13, 14
(2) Dos clases de profetas y dos clases de frutales, 7:15-20
(3) Dos clases de siervos, 7:21-23
(4) Dos clases de constructores, 7:24-29
IV. LA OBRA CRECIENTE DEL REY, 8:1-9:34
1. Una serie de milagros, 8:1-9:8
(1) Jesús sana a un leproso, 8:1-4
(2) Jesús sana al criado de un centurión, 8:5-13
(3) Jesús sana a la suegra de Pedro, 8:14-17
(4) Jesús advierte del costo de seguirle, 8:18-22
(5) Jesús calma la tempestad, 8:23-27
(6) Jesús sana a dos endemoniados, 8:28-34
(7) Jesús sana a un paralítico, 9:1-8
2. Mateo llamado a ser seguidor de Jesús, 9:9-13
3. La novedad de las buenas nuevas, 9:14-17
4. Otra serie de milagros, 9:18-34
(1) Jesús sana a una mujer, 9:20-22
(2) Jesús resucita a una niña, 9:18, 19, 23–26
(3) Jesús sana a dos ciegos, 9:27-31
(4) Jesús sana a un endemoniado, 9:32-34
V. LA COMPASION DEL REY Y LA COMISION A LOS DISCIPULOS, 9:35-11:1
1. Jesús se compadece de las multitudes, 9:35-38
2. Jesús comisiona a los doce, 10:1-4
3. Jesús da instrucciones a los discípulos, 10:5-15
4. Jesús advierte de las persecuciones venideras, 10:16-42
(1) Fuentes de la persecución[página 39] , 10:16-25
(2) A quien temer en la persecución, 10:26-33
(3) El costo de ser mensajeros, 10:34-39
(4) El premio compartido, 10:40-42
5. Jesús concluye las instrucciones, 11:1
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VI. DISTINTAS ACTITUDES DE LA GENTE HACIA EL REY, 11:2-12:50
1. Jesús aclara la duda del precursor y lo elogia, 11:2-11
(1) La perplejidad de Juan resuelta, 11:2-6
(2) Jesús elogia a Juan, 11:7-11
2. El reino sufre violencia, 11:12-15
3. La disconformidad ante el evangelio, 11:16-19
4. El rechazo a pesar de una clara revelación, 11:20-24
5. La fe sencilla de un niño, 11:25-27
6. Una invitación bondadosa, 11:28-30
7. La naturaleza de su obra y la oposición creciente, 12:1-50
(1) Jesús, Señor del sábado, 12:1-14
a. Los discípulos criticados, 12:1-8
b. Jesús acusado de violar el sábado, 12:9-14
(2) Jesús, el siervo del Señor, 12:15-21
(3) Jesús advierte de la blasfemia contra el Espíritu Santo, 12:22-32
(4) Jesús advierte del juicio inevitable, 12:33-37
(5) Jesús se niega a hacer señales, 12:38-42
(6) El espíritu inmundo que regresa, 12:43-45
(7) El verdadero parentesco de Jesús, 12:46-48
VII. LAS PARABOLAS QUE ILUSTRAN EL REINO, 13:1-52
1. La parábola del sembrador y los terrenos, 13:1-23
(1) El relato de la parábola, 13:1-9
(2) El propósito de las parábolas, 13:10-17
(3) La explicación de la parábola, 13:18-23
2. La cizaña entre el trigo, 13:24-30, 36-43
(1) La narración de la parábola, 13:24-30
(2) La explicación de la parábola de la cizaña, 13:36-43
3. La semilla de mostaza, 13:31, 32
4. La levadura, 13:33
5. Las parábolas y las profecías, 13:34, 35
6. El tesoro escondido, 13:44
7. La perla de gran precio, 13:45, 46
8. La red y la separación de los peces, 13:47-50
9. Tesoros nuevos y viejos, 13:51, 52
VIII. UN PERIODO DE CRECIENTE OPOSICION AL REY[página 40] , 13:53-16:12
1. Rechazado en Nazaret, 13:53-58
2. La muerte de Juan el Bautista, 14:1-12
3. La alimentación milagrosa de los cinco mil, 14:13-21
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4. Caminando sobre el agua y sanando enfermos, 14:22-36
(1) Caminando sobre el agua, 14:22-32
(2) Sanando enfermos, 14:34-36
5. Choque con los fariseos y saduceos, 15:1-20
(1) El conflicto con los líderes, 15:1-9
(2) Una advertencia a la multitud, 15:10, 11
(3) Una explicación a los discípulos, 15:12-20
6. Un grupo de milagros, 15:21-39
(1) Jesús sana a la hija de la mujer cananea, 15:21-28
(2) Jesús sana una variedad de enfermedades, 15:29-31
(3) Jesús alimenta a los cuatro mil, 15:32-39
7. Una advertencia en cuanto a los líderes religiosos, 16:1-12
(1) Jesús advierte a los fariseos y saduceos, 16:1-4
(2) Jesús reprende la falta de fe de los discípulos, 16:5-12
IX. UN PERIODO DE INSTRUCCION EN CUANTO AL REINO Y LA MUERTE DEL REY, 16:13-20:34
1. La confesión de Pedro, 16:13-20
2. El rey predice por primera vez su muerte, 16:21-28
(1) Jesús anuncia su muerte y resurrección, 16:21-23
(2) Condiciones para seguir a Jesús, 16:24-28
3. La transfiguración y su significado, 17:1-13
4. El poder de la oración demostrado, 17:14-23
5. El impuesto del templo pagado, 17:24-27
6. Mas enseñanzas en cuanto al reino, 18:1-35
(1) El camino para entrar, 18:1-5
(2) Ayes sobre aquellos que ofenden, 18:6-14
(3) En cuanto al perdón, 18:15-35
7. Jesús sana las multitudes, 19:1, 2
8. Jesús enseña en cuanto al matrimonio, el divorcio y el celibato, 19:3-12
(1) Jesús contesta la primera pregunta de los fariseos, 19:3-6
(2) Jesús contesta la segunda pregunta de los fariseos, 19:7-9
(3) Jesús responde a la inquietud de los discípulos, 19:10-12
9. Jesús demuestra misericordia hacia los niños, 19:13-15
10. Jesús explica cómo obtener la vida eterna, 19:16-30
11. La parábola de los labradores en la viña, 20:1-16
12. Jesús predice otra vez su muerte[página 41] , 20:17-19
13. En camino a Jerusalén, 20:20-34
(1) La grandeza en el reino de Dios, 20:20-28
(2) Dos ciegos sanados por Jesús, 20:29-34
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X. LOS ULTIMOS DIAS DE LA VIDA TERRENAL DEL REY, INCLUYENDO LOS JUICIOS, LA CRUZ Y LA RESURRECCION, 21:1-28:20
1. Domingo: un día de triunfo, 21:1-11, 14-17
2. Lunes: un día de tremendo poder, 21:18, 19a, 12, 13
(1) La maldición de la higuera estéril, 21:18, 19a
(2) La limpieza del templo, 21:12, 13
3. Martes: un día de enseñanza, 21:18-26:16
(1) Lecciones de una higuera estéril, 21:18-22
(2) La autoridad del rey, 21:23-22:14
a. La autoridad de Jesús desafiada, 21:23-27
b. La autoridad de Jesús reconocida por la obediencia, 21:28-32
c. La autoridad de Jesús rechazada, 21:33-46
d. Una parábola: la invitación del rey despreciada, 22:1-14
(3) Tres preguntas para probar al rey, 22:15-40
a. En cuanto al tributo para el César, 22:15-22
b. En cuanto a la resurrección, 22:23-33
c. En cuanto al más grande mandamiento, 22:34-40
(4) Una pregunta de Jesús a los fariseos, 22:41-46
(5) Jesús expone y denuncia a los escribas y fariseos, 23:1-36
a. Advertencia contra su hipocresía, 23:1-12
b. Siete ayes y el juicio venidero, 23:13-36
(6) El lamento de Jesús sobre Jerusalén, 23:37-39
(7) El juicio inminente y el final, 24:1-26:2
a. El fondo del tema: tres preguntas, 24:1-3
b. Introducción general sobre el tema, 24:4-14
c. Referencia particular a la destrucción de Jerusalén, 24:15-28
d. Referencia particular a la segunda venida, 24:29-31
e. Discusión general referente al propósito de Dios y su trato con los hombres, 24:32-25:46
(a) Estas señales serán suficientes, 24:32-36
(b) Cómo esperar su venida, 24:37-25:13
f. La parábola de los talentos, 25:14-30
g. El juicio de las naciones, 25:31-46
h. La predicción de la entrega del rey, 26:1, 2
(8) El complot para prender a Jesús, 26:3-5
(9) Jesús ungido en Betania[página 42] , 26:6-13
(10) El acuerdo para entregar a Jesús, 26:14-16
4. Miércoles: un día de retiro y descanso
5. Jueves: un día de traición y sufrimiento, 26:17-56
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(1) Celebración de la pascua, 26:17-25
(2) Institución de la cena del Señor, 26:26-29
(3) Jesús anuncia la negación de Pedro, 26:30-35
(4) Jesús ora en Getsemaní, 26:36-46
(5) El arresto de Jesús, 26:47-56
6. Viernes: un día de juicio y muerte, 26:57-27:66
(1) Jesús juzgado por Caifás y el Sanedrín, 26:57-68
(2) Pedro niega a Jesús, 26:69-75
(3) Jesús juzgado oficialmente por el Sanedrín, 27:1, 2
(4) El fin del traidor, 27:3-10
(5) Jesús juzgado por Pilato y sentenciado a muerte, 27:11-31
(6) La crucifixión y muerte del rey, 27:32-56
(7) La sepultura del cuerpo de Jesús, 27:57-61
(8) La guardia ante la tumba, 27:62-66
7. Sábado: un día de densas tinieblas
8. Domingo: un día de gloria (la resurrección y las apariciones), 28:1-20
(1) La aparición a las mujeres, 28:1-10
(2) El informe falso de guardas sobornados, 28:11-15
(3) La gran comisión, 28:16-20
 
Biblia de Estudio Mundo Hispano
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 1.​


Notas Culturales​


1:1 Mateo es el libro (biblion) de la genealogía de Jesucristo. La primera frase de Mateo es exactamente igual a la usada en Génesis 5:1 en la LXX. El griego Cristós y el hebreo Meshiah son sinónimos y significan lo mismo: el Ungido. El cambio de orden del nombre de David a Abraham es un hecho deliberado de Mateo y comunica claramente la identidad de Jesús como Rey.

1:3 Los judíos jamás contaban a las mujeres ni a los niños en reuniones públicas, mucho menos en las genealogías. Mateo lo hace como un símbolo de dignificación de la mujer, y nombra a cinco: Tamar la cananea (Gén. 38:13-30), Rajab la prostituta (Jos. 2:1), Rut la moabita (Rut. 1:3), Betsabé mencionada en forma anónima (2 Sam. 11) y María la madre de Jesús.

Notas Hermenéuticas​


1:16 En referencia a José, Mateo no utiliza la palabra engendró (egennesen ) y es la única ocasión en que la omite, y clarifica, en función de la realidad biológica, que Jesús no era hijo de José, estrictamente hablando. No obstante, Mateo ha sustentado el argumento del derecho legal al trono por parte de Jesús como legítimo heredero.

1:17 El orden y estructura de la genealogía de Mateo, parece tener un propósito didáctico pues propicia la memorización. La división de la historia en periodos era común en la cultura judía. Por ejemplo, Segunda de Baruc (un apocalipsis judío que data de fines del siglo I e inicios del II) divide la historia en catorce épocas diferentes.

Notas Textuales​

1:2-16 La estructura de la genealogía se presenta en tres grupos de catorce, y probablemente se debe a que el valor numérico del nombre David en el alfabeto hebreo es catorce. Esta práctica cultural judía de dar un significado a los nombres con base en el valor numérico de los mismos se llamaba gematría. El catorce tiene la idea de completo.

Artículo - Sabios de oriente​

Solo Mateo los menciona. A pesar de poseer un perfil bastante enigmático, estos hombres no son para nada equivalentes con los personajes que hoy llamamos “magos”. Probablemente fueron astrónomos de la época. La palabra griega para magos es magoi , y se usaba para describir en general a hombres de ciencia como médicos, astrónomos, filósofos, entre otros.
Estos sabios de oriente no estuvieron en el pesebre, Mateo cuenta que llegaron a la casa donde estaba el niño Jesús con sus padres. Además, el hecho de que Herodes el Grande mandara matar a todos los niños menores de dos años (cf. Mat. 2:16), sugiere que este evento no ocurrió en el nacimiento de Jesús, sino ya pasados muchos meses después.
En contraparte a la tradición cristiana, Mateo no dice nada respecto del número de los sabios, tampoco algo respecto a su identidad como sus nombres; menos aún algún detalle acerca del color de su piel. Mateo tampoco precisa que eran “reyes”. Lo que sí describe el Apóstol con precisión plena son al menos tres cosas fundamentales: el lugar de procedencia, el propósito de su visita y los regalos que trajeron. Vinieron del oriente. Probablemente de la antigua región de Babilonia, Media y de Persia. Vinieron para adorarle (Mat. 2:2; 2:11). Este gesto puede hablar de su verdadera convicción; siendo paganos ahora entendían quién era el verdadero Rey. Ofrecieron a Jesús oro, incienso y mirra, regalos dignos de un rey.
El nacimiento del Rey de reyes, no podía estar al margen de la majestuosa venia de las estrellas y el gran cosmos que él mismo había creado. Este evento sobrenatural ilustra el carácter universal de la persona, mensaje y obra de Emanuel.
 
Comentario Bíblico Mundo Hispano
Tomo I - Génesis
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 1​


MATEO
TEXTO, EXPOSICION Y AYUDAS PRÁCTICAS

El título del Evangelio de Mateo, según las autoridades más antiguas, es “Evangelio según Mateo”, o sencillamente
“Según Mateo”. Aun el texto en griego, publicado por las Sociedades Bíblicas, tiene “según Mateo”. Sorprendentemente la
versión de 1960 de Reina-Valera incorpora dos términos extrabíblicos: “El Santo Evangelio según San Mateo”. Estos términos
fueron agregados por influencia de la Iglesia Católica Romana. Felizmente, nuestra versión usa el título más antiguo
y más correcto. “Según Mateo” implica que había otros Evangelios y que éste es según el punto de vista particular de Mateo,
habiendo seleccionado los eventos y ense-ñanzas a incluirse de acuerdo con su propósito.

I. EL ORIGEN Y PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA DEL REY, 1:1-2:23
1. Un plan divino: la genealogía, 1:1-17
La primera frase del Evangelio introduce directamente el tema que Mateo quiere destacar a través de su narración. La
primera pregunta que un judío haría a cualquiera que pretendiera ser el Mesías sería: ¿Eres judío (hijo de Abraham) e hijo
de David? Mateo contesta esa pregunta en la forma más convincente. Demuestra que Jesús es el Mesías quien descendió
directamente del linaje real de David y de la simiente de Abraham. Además, muestra que Jesús es el cumplimento de las
promesas de pacto hechas a Abraham (Gén. 12:1–3), padre de la nación judía, y a David, con el cual establece el reino
eterno de Dios (2 Sam. 7:16). Dios prometió dar un hijo a Abraham y a David. En cada caso y en muchos sentidos, los dos
padres fueron desilusionados por sus hijos, pero Jesús cumple lo que Isaac y Salomón no cumplieron. Jesucristo tiene
pleno derecho de sentarse en el trono eterno de David y reinar sobre el pueblo de Dios.

Libro de la genealogía probablemente se refiere solamente a los vv. 2 al 17, no a todo el Evangelio. “Genealogía” es la
transliteración del término griego génesis 1078 . Se usa también en 1:18, donde se traduce “nacimiento”. El término sugiere
un nuevo comienzo, como el “génesis” original en el libro canónico que lleva ese nombre. En Jesucristo, Dios inicia una
nueva etapa, una nueva creación, un nuevo pueblo.

El nombre Jesús 2424, término griego, es equivalente al nombre “Josué”, término hebreo, y significa “Jehovah es liberación
o salvación”, o “Jehovah salvará” (1:21). [página 44] Este es su nombre personal o privado. Cristo 5547 , término también
griego que es equivalente a Mesías en hebreo, significa “el ungido”. Al principio era más bien un título, pero luego
llegó a ser su nombre legal. El nombre Jesús generalmente se refiere a su humanidad mientras que Cristo a su divinidad.
El nombre compuesto Jesucristo es una afirmación de las dos naturalezas: la humana, destacada en 1:2–17, y la divina,
destacada en 1:18–25, del Hijo de Dios. Es una confesión de fe cristiana ortodoxa que fue aprobada oficialmente por el
cristianismo en el Concilio de Calcedonia, el 451 d. de J.C.

Al comparar las genealogías de Jesús, presentadas por Mateo y Lucas, uno descubre algunas diferencias sobresalientes
entre ambas. Algunos comentaristas explican estas diferencias con la teoría que sostiene que Mateo presenta la genealogía
legal, por medio de José, mientras que Lucas presenta la genealogía real, por el lado de María. La mayoría de
los Padres antiguos y buena parte de los comentaristas actuales, sin embargo, sostienen la teoría de que tanto Mateo
como Lucas trazan la descendencia de Jesús por José, el padre legal, y no por María. Mateo traza su genealogía desde
Abraham hacia adelante hasta Jesús, por medio de David y Salomón, mientras que Lucas traza la suya desde Jesús hacia
atrás hasta Adán, por medio de David y Natán. Mateo desea destacar la descendencia real por medio de la cual se cumplen
las esperanzas de Israel. Lucas, por su lado con interés en presentar el evangelio a toda la humanidad, comienza con
el padre de todas las naciones, Adán.

Tres divisiones de catorce. Varios autores han señalado el valor simbólico del número 14, que posiblemente sea una
referencia en código al rey David, o a Jesús, el nuevo “rey David”. Por ejemplo, si se le asigna el número de orden correspondiente
a cada letra del alfabeto, según una costumbre hebrea antigua, las letras del nombre de David (DVD = 4 + 6 +
4) suman 14. Si es así, hay 3 consonantes en el nombre David, en hebreo, y se repite 3 veces el número 14, su nombre en
código.

Catorce no es el número exacto de las cabezas de familias en cada división de la genealogía. Mateo incluye 27 nombres
después de David, pero Lucas 42. La omisión de algunos nombres para crear divisiones, según un número favorito o simbólico, era una práctica común entre los judíos. Los términos “engendró”, en Mateo, e “hijo de”, en Lucas, no siempre señalan el parentesco más próximo. Por ejemplo, hay tres omisiones entre Joram y Uzías (v. 8, comp. 2 Rey. 8:24 ss.). El evangelio en la genealogía. Una de las notas más llamativas de la genealogía en Mateo es la mención de mujeres.
Normalmente, las genealogías judías mencionaban solamente a los hombres, cabezas de familias. Por un lado, Mateo omitió algunos de los reyes importantes de Israel. Por otro lado, incluyó a cuatro mujeres, tres de las cuales estaban relacionadas con actos vergonzosos (Tamar, [página 45] Rajab y la esposa de Urías) y una que era moabita, es decir, gentil (Rut).

Se pregunta: ¿Por qué quiso Mateo incluir a estas mujeres en su genealogía de Jesús? Tendría que haber tenido un
motivo muy importante, pues corría el riesgo de ofender a algunos judíos a los cuales quería convencer que Jesús era el
Mesías. Había tres posibles motivos de ofensa: (1) violar la costumbre judía de incluir solamente a los hombres, (2) incluir
a mujeres de mala fama y (3) incluir a mujeres paganas (Rajab y Rut). Persiste la pregunta: ¿Por qué? Una razón sería la
de subrayar la gracia y misericordia de Dios que se extiende a los pecadores, aun hasta las rameras. Y llamarás su nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (1:21). La inclusión de dos gentiles (Rajab y Rut) sirve para
hacer resaltar la misión universal de Jesús (comp. 15:22; 28:19, 20). Dar prominencia a cuatro mujeres en la genealogía
de Jesús sería, también, un anticipo de la nueva posición, de respeto y participación, que las mujeres ocuparían en el reino
de Dios (Gál. 3:28).

2. Un proceso divino: el nacimiento virginal, 1:18-25
Origen divino. Habiendo establecido el plan divino por medio de la genealogía (1:1–17), Mateo procede a describir el
proceso divino del nacimiento de Jesucristo, con énfasis en su origen divino. Génesis 1078 es el término griego que aquí se
traduce nacimiento (1:18) y se refiere al comienzo de algo radicalmente nuevo. Mateo establece dos hechos de suma importancia:
Jesucristo nació de la virgen María, habiendo sido concebido por el poder del Espíritu Santo, y todo esto en
cumplimiento de la profecía de las Escrituras (1:22).

No es el propósito de Mateo relatar todos los detalles en relación con el nacimiento, sino solamente lo que sirve a su
propósito. El origen divino se establece principalmente por dos expresiones: concebido del Espíritu Santo (1:18, 20b) y
Emanuel (1:23). La primera expresión habla de la intervención y participación directa de Dios en la concepción. Es una
intervención única de parte de Dios en la historia de la humanidad. Ningún otro ser nacido de mujer puede pretender tal
relación con Dios. No deja de ser uno de los más grandes misterios de la fe cristiana. Tal es que muchos racionalistas, no
[página 46] pudiendo explicar el fenómeno, rechazan el origen divino de Jesús y, por lo tanto, la doctrina de la Trinidad.
Este niño que nacería de María sería llamado Emanuel (v. 23), un nombre hebreo compuesto que significa Dios con
nosotros (v. 24). El niño nacido de María sería Dios en forma de hombre. El fuego, la nube, el tabernáculo y especialmente
el arca del pacto eran formas visibles de la presencia de Dios en su pueblo en el AT. Pronto el tabernáculo y el arca serían
destruidos. Además, las formas creadas por los hombres para representar a Dios, siendo inanimadas, tenían limitaciones.
Ahora, Dios se presenta en medio de su pueblo en forma viviente, visible, palpable. Siendo Dios mismo, en forma de hombre
(ver Fil. 2:6), es la revelación suprema de Dios (ver Heb. 1:1–3).

Calumnia contestada. El origen divino de Jesús dio pie a una calumnia de parte de los que lo negaban. Los primitivos
cristianos tuvieron que contestar la calumnia que sostenía que Jesús nació de fornicación. Probablemente Juan 8:41 es
una alusión a tal calumnia, pues nosotros no somos nacidos de fornicación es enfático y sugiere que “otro”, sí, había nacido
de fornicación. Preguntarían: ¿Por qué José no quiso denunciar a María cuando encontró que estaba encinta? Mateo
contesta esta pregunta también, describiendo el dilema de José.

El dilema de José. Todo hombre puede imaginarse el dolor, la agonía y la [página 47] desilusión que sentiría si descubriera
que su novia le ha traicionado. ¿Qué tipo de medida tomaría? Mateo dice que José era justo y no quería difamarla
(v. 19). En estas dos expresiones vemos el dilema de José. Siendo justo, era su deber y su costumbre obedecer la ley de
Dios. Obedecer la ley significaría denunciarla, lo cual llevaría la sentencia de muerte por apedreamiento (Lev. 20:10; Deut.
22:23 ss.). Mateo aclara que estaban desposados, o comprometidos formalmente, lo cual según la costumbre en algunos
de nuestros países latinos, se compara a un acto formal de intercambio de alianzas. Tal relación llevaría los mismos compromisos
entre los novios como si fueran casados oficialmente.

Por otro lado, José no quería difamarla (v. 19). A pesar de estar seguro de que el niño no era suyo, optó por una provisión
que estaba abierta para el novio en tales casos: Terminar la relación secretamente, divorciándose de ella. A pesar
de su dolor, José amaba a María y quería protegerla hasta donde fuera posible. Apenas había comenzado a pensar así
cuando un ángel del Señor se presentó para calmar sus temores, explicar que un gran misterio había sucedido y darle
instrucciones en cuanto al nombre del niño. José, aunque no sería realmente el padre de Jesús, por estar casado con
María, daría estado legal al niño. Es significativo que el ángel se dirige a José como hijo de David (v. 20), de modo que
Jesús sería hijo de David por parte de la madre y, por adopción, del padre.

Llamarás su nombre Jesús, porque... Mateo emplea el nombre Jesús dos veces en este pasaje (vv. 21, 25). En la sección
anterior se explicó el significado del nombre Jesús. Aquí se agregan dos conceptos importantes. Primero, el nombre
le fue puesto por Dios mismo, por boca del ángel. El verbo llamarás está en tiempo futuro del indicativo, pero lleva la fuerza
de un imperativo. Realmente Dios manda a José ponerle al niño el nombre Jesús. Fue divinamente concebido y divinamente
nombrado.

El segundo concepto en esta expresión aclara y define la naturaleza de la misión del Hijo de Dios. El salvará a su
pueblo de sus pecados (v. 21). La misión de Jesús sería traer a los hombres una salvación espiritual; ofrecería perdón de
los pecados y una relación correcta con Dios. Esta salvación, genuinamente espiritual, afecta todas las áreas de la vida
humana: social, económica y política. Los judíos del primer siglo, y en manera especial los zelotes, esperaban que el Mesías
vendría para librar a su pueblo de las injusticias del dominio de un imperio extranjero, es decir, la esclavitud, opresión
y explotación de parte del imperio romano. La negación de Jesús de satisfacer las expectativas del pueblo, de que fuese
un libertador político-económico, fue uno de los motivos principales de su crucifixión. Este pasaje debe servir, especialmente
en América Latina, como un elemento eficaz para corregir algunas afirmaciones erróneas de las teologías de la
liberación que no concuerdan con las Escrituras. Por ejemplo, la afirmación de que el evangelio de Jesucristo promete
liberación político-social-económica y que todos los seguidores de Cristo deben, como una de sus responsabilidades primarias,
trabajar para la realización práctica de ese fin.

Para que se cumpliese... (v. 22). Mateo [página 48] utiliza esta expresión, tan característica de su Evangelio, para introducir
una profecía del AT. (Ver la sección introductoria para más datos referentes a la expresión.) En este caso, cita
Isaías 7:14, dándole una aplicación netamente mesiánica.

El contexto original de Isaías 7:14 tiene que ver con una crisis de Judá, el reino del sur, cuando Acaz era rey. Peka,
rey de Israel, y Rezín, rey de Siria, vinieron contra Jerusalén para conquistarla. Dios mandó un mensaje a Acaz, por medio
de Isaías el profeta, asegurándole de su protección. Además, le mandó que pidiera una señal que serviría para confirmar
la promesa de Jehovah. Acaz se negó a pedir una señal, pero igual Jehovah le mandó una señal. La señal consistía en
una promesa de que Jehovah libraría a su pueblo de las amenazas de los enemigos dentro del plazo necesario para que
una doncella se casara, tuviera un hijo, y que ese hijo llegara a la edad para distinguir entre lo bueno de lo malo. El nombre
Emanuel, que significa Dios con nosotros (v. 23), señalaba una persona que sería una manifestación real y visible de
la intervención de Dios a favor de su pueblo.

Esta profecía se cumplió cuando Dios levantó a Asiria como su instrumento para castigar a los enemigos de Judá, de
modo que Asiria llegó a ser el garrote de mi furor (Isa. 10:5). Pero, el segundo cumplimiento de la profecía, el más perfecto,
tuvo lugar con el nacimiento del Hijo de Dios quien libraría al “Judá espiritual” —el verdadero pueblo de Dios, los creyentes
en Cristo— del poder, las amenazas y la esclavitud de Satanás.

En el texto hebreo de Isaías 7:14, el término es “doncella” (una señorita de edad como para casarse), pero cuando se
tradujo el AT al griego en el tercer siglo a. de J.C. (versión llamada Septuaginta, o la de los Setenta, cuya abreviatura es
LXX), los traductores emplearon el término griego que significa “virgen”, en vez de “doncella”. Hay mucha especulación
sobre este cambio. ¿Inspiró Dios a los traductores a hacer el cambio, o ellos optaron por un término esencialmente sinónimo?
De todos modos, la doncella sería seguramente una virgen (ver las leyes de castidad, Deut. 22:13–30). Felizmente
nuestra creencia en el nacimiento virginal no se apoya únicamente en el uso del término “virgen” en el texto de Isaías. La
afirmación más contundente y clara del nacimiento virginal se encuentra en Lucas 1:27–34.

Sobre la Virgnidad Perpetua de María:
Pero no la conoció hasta... (v. 25). La Iglesia Católica Romana afirma categóricamente la “Inmaculada Concepción” y
la “Virginidad Perpetua” de María. El v. 25 ofrece dos expresiones que rebaten el dogma de la “Virginidad Perpetua” de
María. Primero, Mateo afirma que no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo. La expresión “conocer” es el modo más
común para referirse a la relación sexual entre hombre y mujer. La manera más sencilla de afirmar la virginidad perpetua,
si ésa fuese la intención de Mateo, sería de poner un punto después del verbo conoció. Pero Mateo agrega una cláusula
adverbial que modifica el verbo conoció: hasta que ella dio a luz... El adverbio (realmente una conjunción de tiempo y un
adverbio) hasta que significa que antes de ese punto en el [página 49] tiempo prevalecía una condición, “no la conoció”,
pero después prevaleció otra condición. Se implica que “la conoció”. Es decir, antes de ese punto en el tiempo (cuando dio
a luz a su hijo), José no tuvo relación sexual con María, pero la implicación necesaria es que después, sí tuvo relación
conyugal con ella.

Los que afirman la virginidad perpetua de María argumentan que la expresión “hasta que” no significa necesariamente
que, luego del nacimiento de Jesús, José y María se hayan unido en relación conyugal. Sin embargo, la expresión hasta
que que se usa en Mateo 1:25 (en griego una conjunción acompañada por un adverbio) se encuentra 19 veces en el NT y
siempre indica, o implica claramente, un cambio en la condición después de un punto en tiempo. El comentarista Broadus
menciona una posible excepción en 1 Timoteo 4:13, pero en este caso no es exactamente la misma construcción.

En segundo lugar, el término “primogénito” se usa uniformemente para establecer la relación de Jesús con María. Al
usar “primogénito”, el autor estaría destacando el hecho de que antes de Jesús, María no tuvo hijos; pero que después el
término implica necesariamente sí, tuvo por lo menos uno más. Para el v. 25, la expresión “su hijo primogénito” tiene muy
poco apoyo en los mejores manuscritos en griego. Probablemente, un escriba, al hacer copias del Evangelio de Mateo,
introdujo en el texto esta expresión que sí se encuentra en Lucas 2:7. Por esta razón, nuestra versión omite la expresión
en el texto del v. 25 y coloca una nota.

La interpretación presentada en los pá-rrafos anteriores se ratifica por dos evidencias bíblicas que no dan lugar a dudas.
En Mateo 13:55, 56, el autor nombra a cuatro hermanos de Jesús y también se refiere a “hermanas”. Entonces, el
texto bíblico afirma que María tuvo por lo menos seis hijos, después de dar a luz a Jesús. Por otro lado, el NT se refiere a
la relación entre Jesús y su Padre Celestial como “unigénito”. Si Jesús fuese el único hijo de María, cabe la pregunta:
¿Por qué no se usa “unigénito” también en relación con María?
 
Comentario Biblico Mattew Henry
Editorial UNILIT

Evangelio según Mateo - Capítulo 1​


MATEO
Mateo, apellidado Levi, antes de su conversión era un publicano o cobrador de impuestos
sometido a los romanos en Capernaum. Por lo general, se reconoce que él escribió su evangelio antes
que cualquiera de los demás evangelistas. El contenido de este evangelio y la prueba de los
escritores antiguos, muestran que fue escrito primordialmente para el uso de la nación judía. El
cumplimiento de la profecía era considerado por los judíos como una prueba firme, por tanto San
Mateo usa este hecho en forma especial. Aquí hay partes de la historia y de los sermones de nuestro
Salvador, particularmente seleccionados por adaptarse mejor para despertar a la nación a tener
conciencia de sus pecados; para eliminar sus expectativas erróneas de un reino terrenal; para derribar
su orgullo y engaño consigo mismos; para enseñarles la naturaleza y magnitud espiritual del
evangelio; y para prepararlos para admitir a los gentiles en la Iglesia.
—————————
CAPÍTULO I
Versículos 1—17. La genealogía de Jesús.
18—25. Un ángel se le aparece a José.

Vv. 1—17. Acerca de esta genealogía de nuestro Salvador, obsérvese la intención principal. No es
una genealogía innecesaria. No es por vanagloria como suelen ser las de los grandes hombres.
Demuestra que nuestro Señor Jesús es de la nación y familia de la cual iba a surgir el Mesías. La
promesa de la bendición fue hecha a Abraham y su descendencia; la del dominio, a David y su
descendencia. Se prometió a Abraham que Cristo descendería de él, Génesis xii, 3; xxii, 18; y a
David que descendería de él, 2 Samuel vii, 12; Salmo lxxxix, 3, y siguientes; cxxxii, 11; por tanto, a
menos que Jesús sea hijo de David, e hijo de Abraham, no es el Mesías. Esto se prueba aquí con
registros bien conocidos.

—Cuando plugo al Hijo de Dios tomar nuestra naturaleza, Él se acercó a
nosotros en nuestra condición caída, miserable; pero estaba perfectamente libre de pecado: y
mientras leamos los nombres de su genealogía no olvidemos cuán bajo se inclinó el Señor de la
gloria para salvar a la raza humana.

Vv. 18—25. Miremos las circunstancias en que entró el Hijo de Dios a este mundo inferior, hasta
que aprendamos a despreciar los vanos honores de este mundo, cuando se los compara con la piedad
y la santidad.—El misterio de Cristo hecho hombre debe ser adorado; no es para inquirir en esto por
curiosidad. Fue así ordenado que Cristo participara de nuestra naturaleza, pero puro de la
contaminación del pecado original, que había sido comunicado a toda la raza de Adán.

—Fíjese que nes al reflexivo a quien Dios guiará, no al que no piensa. El tiempo de Dios para llegar con
instrucción a su pueblo se da cuando están perdidos. Los consuelos divinos confortan más al alma
cuando está presionada por pensamientos que confunden.

—Se dice a José que María debía traer al Salvador al mundo. Tenía que darle nombre, Jesús, Salvador. Jesús es el mismo nombre de Josué. La
razón de este nombre es clara, porque aquellos a quienes Cristo salva, los salva de sus pecados; de la
culpa del pecado por el mérito de su muerte y del poder del pecado por el Espíritu de Su gracia. Al
salvarlos del pecado, los salva de la ira y de la maldición, y de toda desgracia, aquí y después. Cristo
vino a salvar a su pueblo no en sus pecados, sino de sus pecados; y, así, a redimirlos de entre los
hombres para sí, que es apartado de los pecadores.

—José hizo como le ordenó el ángel del Señor, rápidamente y sin demora, jubilosamente, sin discutir. Aplicando las reglas generales de la palabra
escrita, debemos seguir la dirección de Dios en todos los pasos de nuestra vida, particularmente en
sus grandes cambios, que son dirigidos por Dios, y hallaremos que esto es seguro y consolador.
 
Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia. Tomo II
Editorial Mundo Hispano

[PAG. 7] EL EVANGELIO SEGUN SAN MATEO​

INTRODUCCION​

El autor de este Evangelio era un publicano, o cobrador de impuestos, y residía en Capernaum, situada en la orilla
occidental del mar de Galilea. En cuanto a su identidad con “Leví” del segundo y tercer Evangelios, y otros
particulares, véase Nota sobre Mateo 9:9.
Se sabe muy poco de sus trabajos apostólicos. Que, después de haber predicado a sus compatriotas de Palestina,
fué al Oriente, es el testimonio general de la antigüedad; pero acerca del escenario, o escenarios de su ministerio nada
se puede determinar. Que murió de muerte natural, es la conclusión a que se puede llegar basándonos en las creencias
de los “padres” mejor informados, de que sólo tres de los apóstoles sufrieron martirio, a saber, Santiago (“Jacobo”) el
Mayor, Pedro y Pablo. Que el primer Evangelio fué escrito por el apóstol Mateo, es el testimonio de toda la
antigüedad.
Acerca de la fecha de este Evangelio sólo tenemos la evidencia interna, y ésta dista mucho de ser decisiva. Por lo
tanto, las opiniones al respecto están muy divididas. Que fué el primero de los Evangelios en aparecer, se creía
universalmente; de modo que, aunque en el orden de los Evangelios los escritos por los dos apóstoles fueron
colocados al principio en los manuscritos de la antigua versión latina, mientras que en los manuscritos griegos, casi
sin excepción, el orden es casi el mismo de nuestras Biblias, el Evangelio de Mateo en todos los casos se coloca al
principio. Y como este Evangelio es de todos los cuatro el que posee marcas más evidentes de haber sido preparado
teniendo en vista especialmente a los judíos, quienes ciertamente fueron los primeros en necesitar un evangelio escrito
y los primeros en hacer uso del mismo, no cabe duda de que fué escrito antes de los demás. De que fué escrito antes
de la destrucción de Jerusalén, es igualmente cierto; porque, como Hug observa (Introducción al Nuevo Testamento, pág.
316, traducción de Fosdick), cuando informa acerca de la profecía del Señor tocante a aquel terrible acontecimiento, al
llegar a la advertencia acerca de la “abominación de desolación” que “estará en el lugar santo”, él interpone (contrario
a su práctica invariable, que es la de relatar sin comentario) una llamada a sus lectores para que lean
inteligentemente—“el que lee entienda” (Mateo 24:15)—una llamada para que presten atención a la señal divina para
huir, lo cual sólo se podría comprender si está dirigida a los que vivieron antes del acontecimiento. Pero cuánto
tiempo antes de este acontecimiento fué escrito el Evangelio, no es claro. Algunas evidencias internas parecen señalar
una fecha muy temprana. Ya que los cristianos judíos estuvieron por unos cinco o seis años expuestos a persecución a
manos de sus compatriotas—al grado de que los judíos, siendo perseguidos por los romanos, tenían que cuidar de sí
mismos—no es probable, argumentan algunos, que fuesen dejados por tanto tiempo sin un Evangelio escrito que los
reafirmara y sostuviese, y el Evangelio según Mateo es extraordinariamente adecuado para este propósito. Pero las
recopilaciones de datos a las cuales se refiere Lucas en su introducción (véase Nota sobre Lucas 1:1–4), bastarían por
un tiempo, especialmente debido a que la voz viva de los “testigos oculares y ministros de la palabra” todavía se
dejaba oír. Otras consideraciones en favor de una fecha muy temprana—tales como la manera suave en que el autor
parece referirse a Herodes Antipas, como si reinase aún, y su referencia a Pilato como si estuviese aún en el poder—no
parecen basarse en hechos, y por lo tanto no pueden constituirse en base de un razonamiento respecto a la fecha del
Evangelio. Su estructura y matiz hebreos, aun cuando prueban, como creemos, que este Evangelio fué publicado en
un período considerablemente anterior al de la destrucción de Jerusalén, no son evidencia en favor de una fecha tan
temprana como el año 37 o 38 después de Cristo, según algunos de los “padres” y los modernos Tillemont, Townson,
Owen, Birks, Tregelles. Por lo contrario, la fecha sugerida por la afirmación de Ireneo (3:1) de que Mateo publicó su
Evangelio mientras Pedro y Pablo estaban en Roma predicando y fundando la iglesia, o sea después del año 60 aun
cuando la mayoría de los críticos está en su favor, parecería demasiado tardía, especialmente debido a que los
Evangelios segundo y tercero, que sin duda fueron publicados, lo mismo que éste, antes de la destrucción de
Jerusalén, tenían que aparecer aún. Ciertamente afirmaciones como las que siguen: “Por lo cual fué llamado aquel
campo, campo de sangre, hasta el día de hoy”; “y este dicho fué divulgado entre los Judíos hasta el dia de hoy” (Mateo
27:8 y 28:15), denotan una fecha muy posterior a los acontecimientos [PAG. 8] que se relatan. Nosotros nos inclinamos
por lo tanto en favor de una fecha intermedia entre la temprana y la tardía que se le asigna a este Evangelio, sin
pretender una mayor precisión.
Hemos llamado la atención al carácter y colorido marcadamente judíos de este Evangelio. Los hechos que el autor
selecciona, los puntos que recalca, el molde del pensamiento y fraseología, todo habla de un punto de vista del cual
fué escrito y al cual fué dirigido. Esto se ha notado desde el principio, y se reconoce universalmente. Esto es de la
5
mayor consecuencia para su correcta interpretación; pero de la tendencia entre algunos de los mejores críticos
alemanes de inferir, basados en este designio especial del primer Evangelio, una cierta laxitud por parte del
evangelista en el tratamiento de los hechos, debemos guardarnos.
Sin duda el punto más interesante e importante relacionado con este Evangelio, es el idioma en que fué escrito. Un
formidable número de críticos creen que este Evangelio fué escrito originalmente en lo que comúnmente se llama
hebreo, pero más correctamente el arameo, o siro‐caldeo, la lengua nativa del país en la época de nuestro Señor; y que
el Evangelio de Mateo en griego que poseemos ahora, es una traducción de aquel trabajo, bien sea por el evangelista
mismo o por alguna mano desconocida. La evidencia en que se basa esta opinión es enteramente externa, pero ha sido
mirada como concluyente por Grocio, Michaelis (y su traductor), Marsh, Townson, Campbell, Olshausen, Creswell,
Meyer, Ebrard, Lange, Davidson, Cureton, Tregelles, Webster y Wilkinson. (La evidencia a la cual nos referimos, no
puede darse aquí, pero se hallará, con observaciones a su carácter poco satisfactorio, en la “Introduction to the
Gospels” que aparece en el prefacio del “Commentary on the Bible”, por Jamieson, Fausset y Brown, páginas 28 al 31).
¿Pero cuáles son los hechos en cuanto a nuestro Evangelio en griego? No tenemos ni un tilde de evidencia de que
se trate de una traducción, bien sea por Mateo mismo o por algún otro. Toda la antigüedad se refiere a este Evangelio
como obra de Mateo el publicano y apóstol, del mismo modo que los otros Evangelios se atribuyen a sus respectivos
autores. Este Evangelio griego fué recibido por la iglesia desde el principio como parte integrante del Evangelio
cuadriforme. Y aunque los “padres” a menudo llaman la atención a los dos Evangelios que fueron escritos por
apóstoles, y a los dos que fueron escritos por hombres que no eran apóstoles para poder mostrar que así como el de
Marcos descansa tan completamente en Pedro y el de Lucas en Pablo, así éstos no son menos apostólicos que los otros
dos—aunque nosotros asignamos menos peso a esta circunstancia que ellos, no podemos dejar de pensar que es
notable que ellos, al hablar así, nunca han dejado un vestigio de que han puesto en tela de duda la autoridad del
Evangelio griego de Mateo, en el sentido de que no se trate del original. Además no se descubre en este Evangelio ni
siquiera una señal de que se trate de una traducción. Michaelis trató de descubrir, y creyó haber descubierto, una o
dos de tales señales. Otros críticos alemanes, y Davidson y Cureton entre nosotros, han hecho la misma tentativa, pero
el completo fracaso de todos esos esfuerzos se admite ahora generalmente, y los ingenuos defensores del original
hebreo están listos a reconocer ahora que no se halla ninguna señal de esa clase, y que si no fuese por el testimonio
externo, nadie se habría imaginado que el Evangelio griego no era el original. Ellos interpretan este hecho como que
indica cuán perfectamente fué hecha la traducción; pero los que mejor conocen lo que es traducir de una lengua a otra,
estarán dispuestos a reconocer que esto es equivalente a abandonar la cuestión. Este Evangelio proclama su propia
originalidad en un número de puntos sorprendentes, como ser su manera de citar el Antiguo Testamento y su
fraseología en algunos casos peculiares. Pero la íntima coincidencia verbal de nuestro Evangelio de Mateo en griego con
los dos Evangelios siguientes, no debe perderse de vista del todo. Hay sólo dos posibles maneras de explicar esto: O el
traductor, sacrificando la fidelidad verbal de su versión, intencionalmente conformó algunas partes del trabajo de su
autor con los Evangelios segundo y tercero, en cuyo caso difícilmente se le podría llamar Evangelio según Mateo; o
por el contrario, nuestro Mateo griego es el original.
Movidos por estas consideraciones, algunos defensores de la teoría de un original hebreo, han adoptado la teoría
de un original doble; el testimonio externo, piensan ellos, requiere que creamos en un original hebreo, mientras que la
evidencia interna es decisiva en favor de la originalidad del texto griego. Esta teoría es defendida por Guericks,
Olshausen, Thiersch, Townson, Tregelles y otros. Pero además de que esta teoría parece ser también artificial,
inventada para resolver una dificultad, está completamente sin base histórica. No hay ni siquiera un vestigio de
testimonio que la apoye en la antigüedad cristiana. Esto debe ser decisivo en contra de ella.
[PAG. 9] Concluimos, pues, que nuestro Mateo griego es el original de este Evangelio y que ningún otro original
existió jamás. Reconocemos la sinceridad del decano Alford, quien, después de haber mantenido en la primera edición
de su “Testamento Griego” la teoría de un original hebreo de este Evangelio, se expresa en la segunda edición, y en
las subsecuentes de su obra, del modo siguiente: “Considerándolo todo, me siento constreñido a abandonar el punto
de vista mantenido en mi primera edición y a adoptar el de un original griego”.
Hay un argumento que ha sido presentado por el lado contrario, en el cual se ha puesto no poca confianza, pero la
determinación de la cuestión principal, en mi opinión, no depende del punto a que alude. Se ha afirmado con mucha
confianza que la lengua griega no era suficientemente comprendida por los judíos de Palestina, cuando Mateo publicó
su Evangelio, para que sea probable que él escribiese un Evangelio para beneficio de ellos en aquella lengua. Ahora
6
bien, como esto meramente alega la improbabilidad de un original griego, basta confrontarlo con la evidencia que ya
ha sido señalada, la cual es positiva, en favor de un original único de nuestro Mateo griego. En verdad, la cuestión es
saber hasta qué punto la lengua griega era comprendida en Palestina en la época de referencia. Aconsejamos al lector
que no se deje llevar a esta cuestión como si fuese esencial para la solución de la otra. Constituye uno de los
elementos, sin duda, pero no un elemento esencial. Hay extremos en ambos lados. La vieja idea de que nuestro Señor
apenas hablara otro idioma que el sirocaldeo, ahora ha sido casi del todo desvirtuada. Muchos, sin embargo, no van
tan lejos, al opinar de otra forma, como Hug (en su Introducción, pág. 326, sig.) y Roberts (“Discussions”, pág. 25 y
sig.). En cuanto a nosotros, aunque creemos que nuestro Señor en todas las escenas más públicas de su ministerio,
habló en griego, todo lo que creemos necesario decir aquí es que no hay base para creer que el griego fuera tan poco
conocido en Palestina como para que fuese improbable que Mateo escribiese su Evangelio exclusivamente en esa
lengua, tan improbable que sobrepuja la evidencia de que lo hizo. Y cuando pensamos en el número de escritos, o
narraciones cortas, tocante a los acontecimientos más importantes en la vida de nuestro Señor que, según Lucas (1:1–
4), flotaban en el ambiente un poco antes de que él escribiese su Evangelio, de las cuales él no habla irrespetuosamente
y la mayoría de las cuales estarían en la lengua madre, no puede cabernos duda de que los cristianos judíos y los
judíos en Palestina generalmente tendrían desde el principio un material escrito de confianza suficiente para suplir
todo requisito necesario, hasta que el apóstol‐publicano escribiese holgadamente el primero de los cuatro evangelios
en un idioma que no era para ellos lengua extraña, mientras que para el resto del mundo era la lengua en la cual todo
el cuadriforme Evangelio habría de ser reverentemente encuadrado. Los siguientes, entre otros, mantienen este punto
de vista referente a la originalidad del Mateo griego: Erasmo, Calvino, Lightfoot, Wetstein, Lardner, Hug, Fritzsche,
Credner, De Wette, Stuart, Da Costa, Fairbairn, Roberts.
Hay otras dos cuestiones respecto a este Evangelio, de las cuales habría sido del caso decir algo, si no fuese por el
hecho de que el espacio ya ha sido agotado: Las características, tanto en el lenguaje como en el fondo, que lo distinguen
de los otros tres, y su relación con los Evangelios segundo y tercero. En cuanto al segundo de estos tópicos, si uno o más
de los evangelistas hicieron uso de los materiales de los otros Evangelios, y en caso afirmativo, ¿cuál de los
evangelistas copió a los otros? Las opiniones sobre este particular son tan numerosas como las posibilidades del caso;
cada concebible manera tiene uno o más escritores que la defienden. La opinión más popular hasta hace poco, y en
este país todavía la más popular, es que el segundo evangelista hizo uso poco o mucho de los materiales del primer
Evangelio, y que el tercero hizo uso de los materiales del primero y segundo. Sobre este punto deseamos expresar
nuestra propia creencia de que cada uno de los tres primeros evangelistas escribió independientemente de los otros
dos, mientras que el cuarto, familiarizado con los tres primeros Evangelios, escribió su Evangelio como suplemento a
los otros, y aunque sigue la misma línea de pensamiento, escribió independientemente de ellos. Este juicio que
expresamos con todo respeto para los que tienen opiniones contrarias, es el resultado de un estudio bastante detenido
de cada uno de los Evangelios en una íntima yuxtaposición y comparación con los otros. Sobre el primero de los dos
tópicos, las peculiaridades de cada uno de los Evangelios han sido estudiadas más detenida y acertadamente por
Credner (“Einleitung”), de cuyos resultados se halla un buen sumario en la “Introducción” de Davidson. Las otras
peculiaridades de los Evangelios han sido señaladas oportuna y hermosamente por Da Costa en su libro “Cuatro
Testigos”, obra a la cual referimos al lector, aunque tiene algunas cosas con las cuales no estamos de acuerdo.

[PAG. 10] CAPITULO 1
Vers. 1–17. LA GENEALOGIA DE CRISTO. (Lucas 3:23–38). 1. Libro de la generación—una expresión puramente
hebraica, que significa “árbol genealógico”. En Génesis 5:1, la misma expresión aparece en este sentido. Tenemos aquí
por lo tanto el título de los primeros 17 versículos, y no el del Evangelio de Mateo entero. de Jesucristo—En cuanto al
significado de estas palabras gloriosas, véase nota sobre vv. 16, 21. “Jesús”, el nombre dado a nuestro Señor en su
circuncisión (Lucas 2:21) era aquel por el cual era conocido familiarmente en la tierra. La palabra “Cristo”, aunque se
le aplica como un nombre propio por el ángel que anunció su nacimiento a los pastores (Lucas 2:11), y una o dos veces
usada en este sentido por el propio Señor (cap. 23:8, 10; Marcos 9:41), sólo comenzó a ser usada por otros hacia la
terminación de su carrera terrenal (cap. 26:68; 27:17). La forma completa “Jesucristo”, aunque usada una vez por él
mismo en su oración intercesora (Juan 17:3), nunca fué usada por otros sino después de su ascensión y de la formación
de iglesias en su nombre. Su uso, pues, en las palabras iniciales de este evangelio (y en los vv. 17, 18), revela el estilo
del período posterior cuando escribió el evangelista, más bien que el de los acontecimientos de los cuales iba a
escribir. hijo de David, hijo de Abraham—Así como Abrahán fué el primero de cuya familia se predijo que el Mesías
había de nacer (Génesis 22:18), así David fué el último. Para el lector judío, por lo tanto, estos dos puntos se le
presentarían como esenciales para una genealogía verdadera del prometido Mesías; de este modo, este primer
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versículo, al señalar al primer Evangelio como peculiarmente judaico, de inmediato tendería a conciliar al pueblo del
escritor. Del más cercano de estos dos padres se originó el nombre familiar del Mesías prometido: “el hijo de David”
(Lucas 20:41), que fué dado a Jesús bien sea en piadoso reconocimiento de su legítimo derecho al mismo (Cap. 9:27;
20:31), o como para insinuar la necesidad de investigar lo que hubiese de verdad en el caso (véase Juan 4:29; cap.
12:23, Notas). 2. Abraham engendró a Isaac: e Isaac engendró a Jacob: y Jacob engendró a Judas y a sus hermanos—
Sólo el cuarto hijo de Jacob se nombra aquí, porque era de su familia de la cual el Mesías había de nacer (Génesis
49:10). 3. Y Judas engendró de Thamar a Phares y a Zara: y Phares engendró a Esrom: y Esrom engendró a Aram: 4.
y Aram engendró a Aminadab; y Aminadab engendró a Naassón; y Naassón engendró a Salmón: 5. Y Salmón
engendró de Rachab a Booz, y Booz engendró de Rut a Obed: y Obed engendró a Jessé: 6. y Jessé engendró al rey
David: y el rey David engendró a Salomón de la que fué mujer de Urías—Cuatro mujeres se nombran aquí, dos de
ellas gentiles de nacimiento, Rahab y Rut, y tres de ellas con una mancha en sus nombres en el Antiguo Testamento,
Tamar, Rahab y Batseba. Este rasgo en la presente genealogía—que difiere aquí de la que da Lucas—guarda
consonancia con aquel que se nombra a sí mismo en la lista de los doce apóstoles “Mateo el publicano”, lo cual no
hacen las demás listas, como si de esta manera quisiese expresar desde el principio las riquezas inefables de esa gracia
que no sólo podía atraer a “los que están lejos”, sino alcanzar a “publicanos y rameras” y elevarlos hasta “sentarlos
con los príncipes de su pueblo”. David es mencionado aquí dos veces enfáticamente como “el rey David”, no sólo
como el primero de esa línea real de la cual el Mesías había de descender, sino como el único rey de esa línea de la
cual el trono que el Mesías había de ocupar recibiría su nombre, “el trono de David”. El ángel Gabriel, al anunciarlo a
su madre virginal, lo llama “el trono de David su padre”, colocando al resto de los reyes intermedios de esa línea en
una posición inferior simplemente como eslabones para conectar al primero y al último de los reyes de Israel como
padre e hijo. Se observará que Rahab se presenta aquí como la bisabuela de David (véase Rut 4:20–22; 1 Crónicas 2:11–
15), cosa que en realidad no está más allá de las posibilidades, pero muy improbable debido a que los separan cuatro
siglos. No puede haber duda de que uno o dos eslabones intermedios, están omitidos. 7. Y Salomón engendró a
Roboam: y Roboam engendró a Abía: y Abía engendró a Asa: 8. Y Asa engendró a Josaphat, y Josaphat engendró a
Joram, y Joram engendró a Ozías [o Uzzías]—Tres reyes se omiten: Ocozías, Joas y Amasías (1 Crónicas 3:11, 12). Era
del caso hacer algunas omisiones para acortar la lista en tres grupos de catorce (v. 17). La razón por qué éstos más
bien que otros nombres fueron omitidos, debe buscarse en el aspecto religioso, bien sea en la relación de esos reyes con
la casa de Acab (como Lightfoot, Ebrard y Alford lo ven); en su mínimo derecho a ser mirados como verdaderos
eslabones en la cadena teocrática (como Lange lo considera); o en alguna descalificación similar. 11. Y Josías engendró
a Jechonías y a sus hermanos—Jeconías era nieto de Josías, ya que fué hijo de Joacim, el segundo hijo de Josías (1
Crónicas 3:15); pero Joacim pudo muy bien haber sido dejado de lado en vista de que era un mero títere en las manos
del rey de Egipto (2 Crónicas 36:4). Los “hermanos” de Jeconías en este lugar evidentemente significan sus tíos, el
principal de los cuales, Matanías o Sedecías, que ocupó el trono (2 Reyes 24:17), es llamado “su hermano” en 2
Crónicas 36:10, como aquí. en la transmigración de Babilonia—Literalmente “en la emigración de ellos”, porque los
judíos evitaban la palabra “cautiverio” que les sugería un recuerdo amargo, y nuestro evangelista respeta
intencionalmente el sentimiento nacional. 2. Y después de la transmigración de Babilonia, Jechonías engendró a
Salathiel—Así leemos en 1 Crónicas 3:17. Esto no contradice a Jeremías 22:30, que dice: “Así ha dicho Jehová: Escribid
que será este hombre (Conías o Jeconías) privado de generación”; ya que lo que sigue explica el sentido que se le daba
a esa expresión: “porque ningún hombre de su simiente que se sentare sobre el trono de David, y que se enseñoreare
sobre Judá, será jamás dichoso”. Había de tener descendencia, mas ningún hijo que reinara. Y Salathiel (o Shealtiel)
engendró a Zorobabel—Así dicen Esdras 3:2; Nehemías 12:1; Hageo 1:1. Pero parecería, por 1 Crónicas 3:19, que
Zorobabel era nieto de Salatiel, siendo hijo de Pedaías, cuyo nombre por alguna razón desconocida se omite. 13–15. Y
Zorobabel engendró a Abiud, etc.—Ninguno de estos nombres se halla en el Antiguo Testamento, pero sin duda
fueron tomados de los registros público o familiar que los judíos guardaban cuidadosamente, y la exactitud de ellos
nunca fué puesta en duda. 16. Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús—Por [PAG. 11] esto
se ve claramente que la genealogía que se da aquí, no es la de María, sino la de José, lo cual nunca ha sido puesto en
duda. Y, sin embargo, se ha proclamado cuidadosamente que José no era el padre natural, sino sólo el padre legal de
nuestro Señor. Su nacimiento de una virgen era conocido solamente de unos pocos, pero el reconocimiento de la
descendencia de su padre legal de David, aseguraba que la descendencia de Jesús mismo de David nunca fuese
dudada. Véase Nota sobre v. 20. el cual es llamado el Cristo—que significa “ungido”. En el Antiguo Testamento se
usa esta palabra para designar a reyes (1 Samuel 24:6, 10), a sacerdotes (Levítico 4:5, 16, etc.), y a profetas (1 Reyes
19:16). Todos eran ungidos con aceite, símbolo de los necesarios dones espirituales para consagrarlos al desempeño de
sus respectivas funciones; y se usa aquí en el sentido más sublime y amplio para designar al Libertador prometido,
puesto que él había de ser consagrado a una función que abarcaba a las tres, en virtud de la extraordinaria unción del
Espíritu Santo (Isaías 61:1, comp. Juan 3:34). 17. De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David
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son catorce generaciones; y desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones, y desde la
transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones—Es decir, el número completo puede dividirse
convenientemente en tres grupos de catorce años, cada uno de los cuales abarcaba una era definida, y cada uno
terminaba con un acontecimiento notable en los anales israelitas. Estas ayudas artificiales para facilitar el recuerdo
eran muy comunes para los judíos, y algunas omisiones mucho mayores que las que se hallan aquí encontramos en
algunas genealogías del Antiguo Testamento. En Esdras 7:1–5, se omiten nada menos que seis generaciones de
sacerdotes, como se echa de ver si lo comparamos con 1 Crónicas 6:3–15. Se observará que la última de las tres
divisiones parece contener sólo trece nombres distintos incluyendo el de Jesús como el último. Lange cree que esto se
hizo así con el propósito de sugerir tácitamente que María fuese incluída como el décimotercer eslabón de la última
cadena, ya que es imposible concebir que el evangelista se equivocase en ese punto. Pero hay una manera más sencilla
de explicarlo: Ya que el evangelista mismo (v. 17) cuenta a David dos veces, como el último del primer grupo de
catorce y el primero del segundo, de igual modo, si miramos al segundo grupo de catorce como terminando con
Josías, quien era contemporáneo de la transmigración de Babilonia (v. 11), y el tercer grupo como comenzando con
Jeconías, hallaremos que la última división, como también las otras dos, abarca catorce nombres incluyendo el de
nuestro Señor.
Vers. 18–25. EL NACIMIENTO DE CRISTO. 18. Y el nacimiento de Jesucristo fué así: Que siendo María su
madre desposada [más bien “comprometida”] con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu
Santo—Por supuesto fué solamente la realidad del hecho lo que fué descubierto; la explicación de éste dada aquí es
del evangelista mismo. Que el Espíritu Santo es una persona consciente y viviente, se da a entender claramente aquí,
como también es claramente enseñado en otras partes (Hechos 5:3, 4, etc); y que, en la unidad de la Deidad, él es
distinto del Padre y del Hijo, se enseña con igual claridad (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14). En cuanto a la concepción
milagrosa de nuestro Señor, véase Lucas 1:35, Nota. 19. Y José su marido—Compárese v. 20, “María tu mujer”. El
compromiso era, según la ley judía, un casamiento válido. De modo que al abandonar a María, José tendría que
recurrir a procedimientos legales para realizar la separación. como era justo, y no quisiese infamaria—o “ponerla de
manifiesto”; (véase Deuteronomio 22:23, 24) quiso dejarla secretamente—(“en privado”), dándole la carta de divorcio
que se requería (Deuteronomio 24:1) en presencia de dos o tres testigos solamente, y sin asignar una causa, en vez de
llevarla ante el magistrado. Difícilmente se puede dudar de que no hubiera habido entre ellos alguna explicación
sobre el asunto directa o indirectamente, después del regreso de María de la visita de tres meses que le hizo a Elisabet.
Tampoco el propósito de divorciarla da a entender necesariamente falta de confianza de parte de José en cuanto a la
explicación que le hubiese sido dada. Aun cuando se suponga que él le hubiese concedido un asentimiento reverente
(y el evangelista parece indicarlo así al asignar a un sentimiento de justicia de José, el propósito de protegerla), le
podría parecer completamente fuera de lugar e incongruente en tales circunstancias el realizar el casamiento. 20. Y
pensando él en esto—¿Quién no simpatizaría con él en aquellos momentos cuando se dió cuenta de la situación sin
antes haber recibido luz de lo alto? Mientras cavilaba solo sobre el asunto, en las altas horas de la noche, frustradas
sus perspectivas de formar un hogar y deshechada la felicidad de su vida; cuando iba tomando cuerpo la decisión de
dar un paso doloroso, y al proponerse a hacerlo de la manera menos ofensiva, en el último extremo, el Señor mismo se
interpuso. he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David—Esta manera de dirigirse
a él sin duda fué escogida deliberadamente a fin de recordar a José aquello que todas las familias en la línea de David
esperaban tan ansiosamente, lo cual le prepararía para el maravilloso anuncio que seguiría. no temas de recibir a
María tu mujer—Vale decir: “Aunque una nube obscura se cierne ahora sobre estas relaciones, sin embargo, no se han
contaminado”. porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21. Y parirá un hijo—Obsérvese que no
se dice: “te parirá un hijo”, como le fué dicho a Zacarías de su esposa Elisabet (Lucas 1:13). y llamarás (tú, como padre
legal de él) su nombre JESUS—del hebreo que quiere decir “Jehová el Salvador”; en griego, Jesús, el más dulce y
fragante de todos los nombres para el pecador consciente y preocupado, pues expresa breve y melodiosamente toda la
obra y función salvadoras de Cristo. porque él salvará—El pronombre “él” recibe énfasis aquí: “es él, el que salvará”;
él personalmente y por actos personales (como lo expresan Webster y Wilkinson). a su pueblo—las ovejas perdidas de
la casa de Israel, en primera instancia, porque ellos constituían el único pueblo que él tenía entonces. Pero, en cuanto
fué derribada la pared intermedia de separación, el pueblo salvado incluía los redimidos para Dios por su sangre “de
todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). de sus pecados—en el más pleno sentido de salvación del
pecado (Apocalipsis 1:5; Efesios 5:25–27). 22. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el
Señor, por el [PAG. 12] profeta [Isaías 7:14] que dijo: 23. He aquí la virgen concebirá y parirá un hijo, y Ilamarás su
nombre Emmanuel, que declarado, es: Con nosotros Dios—No es que fuera a tener éste como nombre propio (como
“Jesús”), sino que vendría a ser reconocido en este carácter, como Dios manifestado en la carne, desde entonces y para
siempre. 24. Y despertando José del sueño [todas sus dificultades habían ahora desaparecido], hizo como el ángel del
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Señor le había mandado, y recibió a su mujer—¡Con qué gozo profundo y reverente lo haría de su parte; y qué
bálsamo habría de ministrar a su prometida, quien hasta ahora había estado bajo la más penosa de todas las sospechas
para una mujer casta y santa, sospecha también que provenía de aquello que para ella era un honor sin paralelo,
aunque era completamente desconocido a las demás personas que la rodeaban! 25. Y no la conoció hasta que parió a
su hijo primogénito: y llamó su nombre JESUS—La palabra “hasta” no necesariamente da a entender que vivieran
en una relación distinta después (lo cual se hace evidente considerando el uso de la misma palabra en 1 Samuel 15:35;
2 Samuel 6:23; Mateo 12:20); como tampoco la palabra “primogénito” decide la cuestión muy discutida de si María
tuvo hijos de José después del nacimiento de Cristo; pues como Lightfoot lo dice: “La ley al hablar del primogénito no
se interesaba en si alguno había nacido después, sino solamente en si alguno había nacido antes” (véase cap. 13:55, 56).
 

Evangelio según Mateo - Capítulo 1​

Comparación de Versiones de la Biblia​



Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible

Nueva Versión Internacional (NVI)
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Used by permission. All rights reserved worldwide.

Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Biblia Textual IV​



Biblia Peshitta​

EL EVANGELIO SEGÚN
MATEO
Aram., Carozota d’Matai, que se traduce el Mensaje o la Predicación de Mateo. Su
autoría se ha atribuido tradicionalmente al apóstol Mateo (Leví) el publicano, aunque él
no se menciona a sí mismo como el autor. Escrito alrededor del 65 d. C., pero otros
eruditos lo datan en el 80 d. C. El nombre Mateo proviene de una forma abreviada del
hebreo Matan Yah, que significa don o regalo de Yah. Mateo se dedicaba al oficio de
recaudador de impuestos para Roma, razón por la cual era muy odiado entre los judíos,
pero cuando Jesús lo invitó a unirse a Él, dejó inmediatamente su oficio para seguirlo. Su
estilo de redacción y la abundancia de referencias al Antiguo Testamento nos indican que
su mensaje se dirigía prioritariamente a judíos, aunado a la afirmación de que su mensaje
originalmente fue escrito en el arameo de la época. Su relato registra la genealogía del
Señor Jesucristo hasta Abraham. Nos narra el engendramiento sobrenatural de Jesús en
Mariam, la visita de los reyes de oriente a rendirle culto al recién nacido Jesús, el escape
de José y su familia a Egipto ante la masacre de bebés hebreos, la predicación de Juan el
Bautista, el bautismo de Jesús, la prueba al Señor en el desierto y el inicio de su
ministerio. Destaca el primer discurso de Jesús, conocido como “el sermón del monte”,
donde habla a la multitud y cuenta con la presencia de “los doce”, como serían
conocidos los apóstoles del Señor. Luego registra varios discursos más. Aunque Mateo se
dirige principalmente a judíos, muestra particular interés en los gentiles, y es así que
menciona a personas gentiles en la genealogía del Señor, señala la adoración al Señor de
los magos de oriente, frecuentemente exhorta a gentiles a confiar en Jesús, y culmina con
la comisión de hacer discípulos en todas las naciones. Nos describe unas quince
parábolas, y registra veinte milagros del Señor. Nos presenta la pasión del Señor con una
intensidad asombrosa, y su resurrección como la victoria y la conquista sobre la muerte.
Culmina su relato con la promesa para todas las generaciones de creyentes a través de las
edades: “He aquí, yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.” El escrito
original arameo de Mateo no se ha conservado, aunque hacen referencia a él varios
autores de la Iglesia temprana como Papías, Ireneo, Clemente, Eusebio y Orígenes.
Mateo pareció basarse directamente en las palabras de Jesucristo y fue utilizado por
Mateo mismo para su propia predicación. La Iglesia utilizó posteriormente el nuevo texto
griego, traducido posiblemente por el mismo Mateo. El objetivo de este Evangelio está
claro desde su redacción original: dar testimonio a los judíos de que Jesucristo es el
1757
Mesías profetizado en el Antiguo Testamento. Cada vez con mayor énfasis, eruditos
descartan la teoría de que fue escrito después del Evangelio de Marcos, ya que éste
contiene muchos detalles que Mateo no cita, aunque su primacía aún no es un hecho
concluyente.
Registro genealógico de Jesucristo
(Lc. 3:23-38)
1758
1 Registro genealógico de Jesucristo1, hijo de Davida, hijo de Abrahamb.
2 Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró a Judá y a
sus hermanos.
3 Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zéraj, y Fares engendró a Hesrón, y Hesrón
engendró a Aram.
4 Aram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Najsón, y Najsón engendró a
Salmón.
5 Y Salmón engendró, de Rajab, a Boaz; Boaz engendró, de Rut, a Obed, y Obed
engendró a Isaía.
6 E Isaí engendró al rey David, y David engendró a Salomón de la que había sido
esposa de Uríasa.
7 Salomón engendró a Roboam; Roboam engendró a Abías, y Abías engendró a Asa.
8 Asa engendró a Josafat; Josafat engendró a Joram, y Joram engendró a Uzías.
9 Uzías engendró a Jotam; Jotam engendró a Acaz, y Acaz engendró a Ezequías.
10 Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amón, y Amón engendró a
Josías.
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando estaban bajo cautiverio en
Babiloniaa.
12 Después del cautiverio en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel engendró
a Zorobabel.
13 Zorobabel engendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquim, y Eliaquim engendró a
Azor.
14 Azor engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Aquim, y Aquim engendró a Eliud.
15 Eliud engendró a Eleazar; Eleazar engendró a Matán, y Matán engendró a Jacob.
16 Jacob engendró a José, el esposo de Mariam, de quien nació Jesús, llamado el
Cristoa2.
17 Por tanto, todas las generaciones desde Abrahama hasta David fueron catorce
generaciones; y desde David hasta el cautiverio en Babilonia, catorce generaciones; y
desde el cautiverio en Babilonia hasta el Cristo, catorce generaciones.
El engendramiento sobrenatural de Jesucristo
(Lc. 2:1-7)
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre Mariam estaba desposada con Joséa, y
antes de que tuvieran intimidad conyugal, se halló que ella había concebido b del Espíritu
Santo,
19 y José su esposo, siendo un varón justo y no queriendo denunciarla, decidió
repudiarlaa en secreto.
20 Y mientras él pensaba en esto, se le apareció en sueñosa un ángelb de Yahweh3,
diciéndole: José, hijo de Davidc, no temas recibir a Mariam tu esposa, porque el que ha
sido engendrado en ella es del Espíritu Santo,
1759
21 y dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesúsa4, porque Él salvará a su pueblo
de sus pecados.
22 Todo esto sucedió para que tuviera cumplimiento lo que había hablado Yahweh
mediante el profeta:
23 “HE AQUÍ, UNA VIRGEN CONCEBIRÁ Y DARÁ A LUZ UN HIJO; Y LE PONDRÁN POR NOMBRE
EMANUELa”, que interpretado es: Nuestro Dios está con nosotros.
24 Y cuando José despertó de su sueño, hizo como le había ordenado el ángel de
Yahweh, y recibió a su esposa,
25 pero no tuvo intimidad conyugal con ella hasta que dio a luz a su Hijo primogénitoa.
Y le puso por nombre Jesúsb.
 

Capítulo 2​

La visita de los magos​

2 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará[a] a mi pueblo Israel.(A)
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Matanza de los niños​

13 Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. 14 Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, 15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.(B)
16 Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. 17 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo:
18 Voz fue oída en Ramá,
Grande lamentación, lloro y gemido;
Raquel que llora a sus hijos,
Y no quiso ser consolada, porque perecieron.(C)
19 Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. 21 Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. 22 Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, 23 y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret,(D) para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno.(E)

Footnotes​

  1. Mateo 2:6 O, regirá.

Cross references​

  1. Mateo 2:6 : Mi. 5.2.
  2. Mateo 2:15 : Os. 11.1.
  3. Mateo 2:18 : Jer. 31.15.
  4. Mateo 2:23 : Lc. 2.39.
  5. Mateo 2:23 : Is. 11.1.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
 
Biblia de Estudio Mundo Hispano
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 2.​

Notas Culturales​


2:1 Geográficamente el evangelio de Mateo cubre una sección de territorio bastante estrecha. Por ejemplo: 1-2, Belén, Egipto y Nazaret; 3- 4:11, valle del río Jordán; 4:12, 13, Galilea; 14-18, norte de Galilea; 19-20, viaje hacia Jerusalén; 21-28, Jerusalén. Belén, el primer lugar mencionado, era una pequeña aldea al sur de Jerusalén, la misma que los estudiosos hebreos habían identificado claramente como el lugar de nacimiento del Mesías (cf. Miq. 5:2; Mat. 2:5; Juan 7:42).


2:1 En el 525 d. C., en Roma a pedido del obispo Juan I, un monje escita llamado Dionisio Exiguos elaboró un nuevo calendario distinto al grecorromano que se basaba en la fecha de fundación de la ciudad de Roma (ab urbe condita, AUC). Su referencia fue “el año del Señor” (Anno Domini) que dató en el 754 AUC, pero se equivocó, ya que Herodes murió en el año 750 AUC. Entonces, posiblemente, Jesús nació ente los años 6-4 a. C.

2:2 Algunos han sugerido que la estrella fue una supernova o una conjunción planetaria pero, por sus movimientos y el detenimiento sobre la casa, es mejor asumir que se trató de una señal sobrenatural de Dios parecida a la gloria Shekinah que guiaba a los israelitas por el desierto en los días de Moisés (Éxo. 13:21). Por otro lado, los antiguos creían que las estrellas y cometas fugaces podían predecir la caída de los reinos.

2:8 Belén (“casa de pan”) también llamada Efrata (cf. Gén. 35:19) era la ciudad de los antepasados del rey David, sitio de la sepultura de Raquel, y lugar profetizado para el nacimiento del Mesías (Miq. 5:2). El engaño de Herodes se parece al de otro tirano: el faraón que dio instrucciones a las parteras para que mataran a los niños varones hebreos (Éxo. 1:16).

2:16 Herodes manda matar a los niños, calculando el tiempo de su entrevista con los magos (cf. Mat. 2:7). El historiador Josefo no menciona este hecho, sin embargo, por la conocida crueldad de Herodes, y porque el número de víctimas probablemente no fue grande (tal vez veinte o menos), el hecho pudo haber pasado desapercibido en la historia. Augusto César dijo que era mejor ser un cerdo de Herodes que ser hijo de Herodes (la palabra en griego para cerdo es hus , y la palabra griega para hijo es huios , que tienen una pronunciación muy similar) porque él fue sanguinario con sus propios hijos.

2:22 Arquelao, nombrado por Augusto, tuvo un gobierno corto y malo (4 a. C.-6 d. C.) sobre Judea, Idumea y Samaria, como etnarca (es decir, poco menos que rey). En su administración hubo una rebelión en Jerusalén durante la Pascua. Tres mil personas murieron a manos de sus soldados, y este hecho probablemente debió contribuir a la decisión de José de trasladarse a la región norteña de Galilea de los gentiles.

Notas Hermenéuticas​

2:6 Esta profecía combina Miqueas 5:2 con 2 Samuel 5:2 y 1 Crónicas 11:12, y enfatiza la tesis de Mateo de que el Rey del reino tiene un doble carácter regente: Rey y Pastor. La palabra griega para gobernante (egoumenos ) evoca la imagen de fuerza, resolución y liderazgo. Pastoreará (poimanei ) enfatiza mas bien la idea de cuidado y consolación. El gobierno escatológico de Cristo contemplará estos dos aspectos (cf. Apoc. 12:5; 21:3 ss.).

2:15 Mateo da a entender que Jesús en su persona recapitula la historia de Israel (Mat. 2:18; 4:1-11), y repite la experiencia religiosa de salir de Egipto. Dado que ese país fue el lugar de asilo del Israel de antaño, ahora lo es del Ungido. Mateo se vale de Oseas para reafirmar, en un paralelismo, el hecho de que Jesús es el Mesías liberador, cuyo nacimiento e infancia son protegidas sobrenaturalmente al igual que lo fue Israel.

Notas Textuales​

2:11 Se usa aquí la palabra paidion para niño, y no criatura (brefos ) como lo hace Lucas 2:16. De tal modo que Jesús, por su edad, ya había sido trasladado hacía un buen tiempo del pesebre a la casa.

Notas Arqueológicas​

2:23 La evidencia arqueológica en la región de Nazaret indica que mucha gente se había trasladado allí desde Judea, del área cercana a Belén. Es posible que José haya tenido amigos o familiares en Nazaret (Luc. 2:4). No hay un texto único en al AT para la referencia de nazareno. No obstante, la raíz de la palabra traducida “retoño” (ntsr ) y “nazareno” (nzr ) suenan de manera similar, y “retoño” es una palabra usada para referirse al Mesías en varios textos del AT (cf. Isa. 11:1; Jer. 23:5; Zac. 3:8; 6:12).

Artículo Apologético​


2:16 El nacimiento del Rey mientras otro estaba en ejercicio fue una declaración de guerra. Esto desencadenó una conflictividad política sin precedentes en la nación judía. Más cuando ese Rey era venido de Dios, hecho que solo tenía un antecedente en la historia judía: David, un rey hecho conforme al corazón de Dios, quien intervino sobrenaturalmente para proteger su propia encarnación dirigiendo los pasos de José y los magos. La reacción de Herodes fue la que él acostumbraba: Matar a todo aquel que se cruzara en sus intereses vanos, como lo hizo con sus propios hijos. La matanza de los niños fue una masacre innecesaria, sin embargo, se registra en la historia como una muda y triste evidencia de la historicidad de Jesús.
 
Comentario Bíblico Mundo Hispano
Tomo I - Génesis
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 2​

3. Una publicación divina: los magos, 2:1-12
El lector del Evangelio de Mateo recibe una fuerte impresión de la soberanía de Dios guiando, protegiendo, controlando
y proveyendo todo el proceso redentor. De allí el énfasis en los títulos: plan divino, proceso divino, publicación divina.
La obra redentora es de Dios desde su concepción en la mente de Dios hasta su realización y aplicación en la historia
humana.
Lucas relata el primer anuncio del nacimiento de Jesús: Los ángeles avisaron a los pastores en los campos cerca de
Belén, de noche (Luc. 2:8–20). Mateo omite ese evento, pero incluye el notable caso de los magos del oriente que recibieron
el aviso por medio de una estrella nueva y llamativa. Ellos habían oído de la esperanza mesiánica por parte de los
judíos de la dispersión. Relacionaron este fenómeno en el cielo con el rey esperado por los judíos, que nacería en Judea e
iniciaría un reino universal. No tardaron en emprender un largo viaje para verificar ese evento sin igual. Algunos comentaristas
explican el hecho de que Mateo haya omitido el relato de Lucas, y viceversa, diciendo [página 50] que se apoyaban
en fuentes distintas. Este hecho podría atribuirse también a los distintos propósitos de cada escritor, fenómeno que se
repite frecuentemente en los sinópticos.
Cabe entonces la pregunta: ¿Por qué Mateo incluyó el episodio de los magos en su Evangelio? Ofrecemos dos posibles
razones. Ambas tienen que ver con la naturaleza del evangelio de Jesucristo. Puesto que Mateo termina su relato con
un énfasis universal, con la comisión de Jesús a los discípulos de llevar el evangelio a todas las naciones (28:18–20), es
razonable pensar que inició el Evangelio con la mención de la inclusión de los gentiles (magos) en el plan de Dios. Hemos
visto este énfasis en la genealogía de Jesús y ahora lo vemos en la venida de los magos.
Este relato sirve también para establecer raíces históricas de suma importancia. El evangelio de Jesucristo está firmemente
arraigado en el tiempo y el espacio. Sabemos con bastante precisión cuándo y dónde nació, cuándo y dónde
realizó su ministerio terrenal, y cuándo y dónde murió. Sabemos también cuándo y dónde fue sepultado, y cuándo y dónde
resucitó. Además, tenemos el relato de gran número de testigos que verifican estos datos. Tales hechos sirven para dar
mayor credibilidad y distinguir al cristianismo de otras religiones que no tienen claras raíces históricas. En el primer versículo
del cap. 2, encontramos tres datos importantes: el lugar del nacimiento del Mesías, su marco temporal y la visita de
los magos.
Lugar: Belén de Judea. Mateo y Lucas señalan con precisión el lugar donde nació el Mesías. Belén, una pequeña villa
con pocos habitantes pero con una larga historia, es mencionada en Génesis (35:16, 19; 48:7) y era identificada también
como Efrata, el lugar donde murió Raquel al dar a luz a Benjamín. El rey David nació en Belén, pero fue el nacimiento del
“Hijo de David”, Jesucristo, que le dio más importancia, aunque parece que él nunca volvió a su pueblo natal. El nombre
Belén significa “casa de pan”. Es allí donde nació aquel que dijo: Yo soy el pan de vida (Juan 6:35). Fue necesario para
Mateo usar la expresión “Belén de Judea” para [página 51] distinguirlo de otro “Belén”, ubicado cerca de Nazaret en la
heredad de Zabulón (Jos. 19:15), o sea, en Galilea. Cuando Herodes preguntó a los líderes de los judíos dónde tendría
lugar el nacimiento del Cristo, ellos contestaron con la cita de dos profecías mesiánicas (Miq. 5:2; 2 Sam. 5:2), que aparentemente
eran muy conocidas entre los maestros de Israel.la referencia es al “Segundo David” quien se levantaría también de Belén. Es interesante el término citado de 2 Samuel en cuanto al tipo de reinado que tendría el primer David y también el “Segundo”. Miqueas dice: ...será el gobernante en Israel, pero Samuel dice: Tu pastorearás a mi pueblo Israel. Jesús afirmó de sí mismo: Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por sus ovejas (Juan 10:11). Pedro se refería mas tarde a Jesús como el Príncipe de los pastores (1
Ped. 5:4). Jesús vino para ser reypastor, títulos usados comúnmente para referirse a los líderes nacionales, pues tenían la
función de gobernar, proteger y alimentar.
Marco temporal: En días del rey Herodes. Habiendo establecido el lugar del nacimiento de Jesús, ahora (2:1b) Mateo
fija el marco de tiempo: durante el reinado de Herodes el Grande. Se sabe que el Herodes mencionado aquí era “el Grande”,
hijo de un idumeo llamado Antípater, que fue declarado “rey de los judíos” por el Senado Romano en el año 40 a. de
J.C. Herodes pudo asumir plenamente ese puesto por el año 37 a. de J.C. Murió en marzo del año 4 a. de J.C., según el
calendario cristiano, o sea, el año 750 según el calendario romano. Como veremos más adelante, estas fechas son vitales
para establecer la fecha del nacimiento de Jesús.
Herodes era muy hábil como gobernante. Reedificó el templo de los judíos en Jerusalén para congraciarse con el
pueblo. Era hombre de grandes ambiciones, acumuló fortunas y las gastó generosamente en regalos y banquetes. Por
otro lado era muy celoso y extremadamente cruel. No toleraba rivales. Tuvo diez esposas en sucesión. Llegó a casarse
con la bella Mariamne, heredera de la línea macabea. Tuvo varios hijos que le siguieron en el poder sobre Palestina. En
los últimos años de su vida se volvió cada vez más arbitrario y cruel. Mandó ejecutar a su esposa favorita, Mariamne, a su
cuñado, a [página 52] algunos de sus propios hijos y a otros allegados.
Una visita: Unos magos... del oriente (2:1c). Uno de los grandes misterios en el Evangelio de Mateo es la visita de estos
magos. ¿Quiénes eran, de dónde venían, cómo se enteraron de la expectativa mesiánica? Las especulaciones abundan;
las tradiciones extrabíblicas se han multiplicado. Si nos atenemos al texto, encontramos poca ayuda para responder a
estas preguntas.
El texto indica en términos muy generales que vinieron del oriente (vv. 1, 2, 9). La opinión más aceptada es que vinieron
desde Persia o Babilonia, territorio de donde procedió Abraham. Este territorio estaba ubicado al oriente de Jerusalén.
El texto griego dice que vinieron de los levantamientos (se sobreentiende que se refiere al sol).

Más difícil es la tarea de determinar quiénes eran. El término mago 3097 es una transliteración de la palabra griega y en
aquel entonces tenía dos o tres acepciones. Broadus describe el uso del término entre los medos. Dice que se refería a
una tribu o casta sacerdotal. Luego eran reconocidos como maestros de la religión y ciencia. Estaban especialmente relacionados
con la astrología, la medicina y toda clase de adivinación y encantos. Estudiaban las estrellas para interpretar
eventos contemporá-neos y predecir eventos futuros. Eran personas de grandes inquietudes y curiosidad insaciable. Deseaban
descubrir la verdad.
Los magos seguramente aprendieron de los judíos de la dispersión acerca de la esperanza de la venida de un Mesías
que establecería un reino de paz. Muchos judíos que fueron llevados cautivos a Asiria y Babilonia, durante los siglos V, VI
y VII a. de J.C., optaron por quedarse en ese territorio cuando Ciro les dio permiso para regresar a Palestina. Estaban
privados de participar frecuentemente en las ceremonias en su gran templo en Jerusalén por razón de la distancia. Entre
estos judíos de la dispersión, creció en importancia una institución que probablemente había nacido durante el cautiverio
babilónico y cuya influencia llegaba a ser vital para mantener la fidelidad a Jehovah: la sinagoga. En las sinagogas los
judíos y prosélitos escuchaban la lectura de los rollos sagrados. La lectura de los libros proféticos, con su tema dominante
de un Mesías que vendría [página 53] a establecer paz en la tierra, mantenía una viva esperanza entre los participantes.
Algunos de sus vecinos paganos simpatizaban con la moral judía y la esperanza mesiánica. No pocos de estos vecinos
paganos aceptaron la fe de los judíos, se sometieron a las demandas de la ley de Moisés y abrigaban las esperanzas de la
venida del Mesías judío.
El texto aclara el propósito de la visita de los magos; vinieron para adorarle al rey recién nacido. El término “adorar”,
que significa “postrarse hacia”, se encuentra doce veces en Mateo, tres de las cuales están en este pasaje (vv. 2, 8 y 11).
Los magos dejan una gran lección y desafío para los creyentes de todos los siglos. Vinieron desde muy lejos —viaje peligroso,
costoso y cansador— para adorar a Jesús; vinieron con poca revelación; vinieron con gran gozo (v. 10); y vinieron
con la idea correcta de la adoración (v. 11). Adoraron a Jesús, no a la madre, postrándose y presentando sus ofrendas.
Hemos visto su estrella (v. 2). Los ángeles de Jehovah avisaron a los pastores del nacimiento de Jesús, según Lucas.
Dios utilizó el medio más familiar a los magos para comunicarles este evento sin igual. Ellos notarían sin demora la aparición
de una estrella nueva, brillante, llamativa. El pronombre posesivo su (v. 2) está en la posición enfática en el texto original.
En alguna forma, desconocida a nosotros, los magos interpretaron que esa nueva estrella estaba relacionada con la
esperanza mesiánica.
Se han hecho varios intentos para explicar, por vía natural, la aparición de la estrella. Por ejemplo, el astrónomo Kepler,
a principios del siglo XVII, determinó que hubo una conjunción espectacular de los planetas Júpiter y Saturno en mayo,
octubre y noviembre del año 747 de Roma, fenómeno que ocurre una vez cada 800 años. Pero estos planetas se
acercaron solamente hasta un grado de separación, lo que parecería al hombre en la tierra como una separación del diámetro
de la luna llena. El año siguiente, o sea, en el año 748 de Roma, el planeta Marte se unió a Júpiter y Saturno. Otro
dato descubierto en las tablas astronómicas chinas es la aparición de una estrella —algunos la llaman cometa o estrella
fugaz— en 750 de Roma. Pero de ninguna manera tales datos científicos, por más interesantes que sean, satisfacen la
descripción en el v. 9. Hay por lo menos dos indicaciones de una intervención sobrenatural de Dios. Mateo dice que la
estrella iba delante de ellos (v. 9), es decir, los guiaba, indicando que la estrella se movía en la dirección hacia Belén. Además,
Mateo dice que se detuvo sobre donde estaba el niño (v. 9b). Parece que la estrella se detuvo directamente sobre la
casa donde estaba Jesús con sus padres.
Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó... (v. 3). La noticia de que otro “rey de los judíos” había nacido despertó indignación
y celo en el corazón malvado de Herodes. Roma le había otorgado el título “rey de los judíos”. Además de sus
celos, Herodes contaba con el respaldo del gobierno romano para defender ese título. Literalmente fue agitado, o sacudido,
por la noticia. Inmediatamente, comenzó a pensar en una manera de deshacerse de su “rival”. También toda Jerusalén
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(v. 3b) fue turbada. Probablemente, significa que el pueblo temía una nueva erupción de violencia y castigo de parte de
Herodes por causa del anuncio del nacimiento de un rival entre los judíos.
Los principales sacerdotes y a los [página 54] escribas... (v. 4). Los términos aquí mencionados podrían referirse al
Sanedrín, aunque no se menciona a los ancianos, uno de sus grupos componentes muy importante. Algunos opinan que
se refiere a una asamblea general de expertos en las Escrituras. El término “principales sacerdotes” se traduce en algunos
lugares como “sumos sacerdotes”. Un solo sumo sacerdote, a la vez, ejercía el poder del cargo. El gobernador romano se
reservaba el derecho de poner y quitar a los sumos sacerdotes, a su antojo. El cambio frecuente dejaba lugar a la existencia
en cualquier momento de varios sumos sacerdotes, uno reconocido por el rey romano y otros que habían ocupado el
oficio anteriormente.
Los escribas tenían la tarea de copiar las Escrituras. Por razón de la dedicación a esta tarea, conocían bien las enseñanzas
de las Escrituras y servían como intérpretes (ver 22:35) y maestros. La mayoría de los escribas eran fariseos, pero
algunos eran saduceos. Tenían gran influencia entre el pueblo y especialmente entre los líderes religiosos. Algunos pertenecían
al Sanedrín. Los que se dedicaban a la enseñanza de las Escrituras eran llamados rabíes. Frecuentemente los
escribas eran consultados en cuanto a datos e interpretaciones de las Escrituras, como en este caso cuando Herodes
quería saber dónde iba a nacer “el rey de los judíos”.
Cuando entraron en la casa... (v. 11). Generalmente la tradición presenta a los magos llegando al establo, donde el
bebé Jesús estaba acostado en el pesebre; pero el texto bíblico indica que ya estaban en una casa cuando llegaron. Lo
más probable es que el bebé Jesús tendría entre seis y dieciocho meses de edad. Otra evidencia que corrobora esta opinión
es la diferencia de términos que se usan en relación con el niño Jesús. Lucas usa el término griego bréfos 3813, que
normalmente se refiere al feto antes de nacer (Luc. 1:41), o al bebé recién nacido (Luc. 2:12; Hech. 7:19). En cambio, Mateo
usa el término griego paidíon 3813 que es un diminutivo que significa “niño pequeño” (Mat. 2:8, 11). Estas consideraciones,
más la evidencia del v. 16, tienden a confirmar la opinión de que Jesús tenía varios meses de edad cuando llegaron
los magos.

Pero advertidos por revelación... (v. 12). Dios emplea una gran variedad de maneras para hacer saber su voluntad. La
estrella guió a los magos del oriente, los escribas señalaron con precisión el pueblo donde iba a nacer el Mesías. Después
de la visita, Dios se manifiesta otra vez, pero en una manera distinta: por revelación en sueños. Hay muchos casos de
revelaciones por sueños en ambos Testamentos, y no hay base para decir que Dios no siga empleando este medio. Sin
embargo, tenemos la ventaja de la revelación objetiva, completa y suprema en las Escrituras, cosa que los magos no tenían.
Además, tenemos la dirección del Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad (Juan 16:13). Normalmente, Dios emplea
estos dos recursos para revelar su voluntad y dirigir a sus siervos hoy en día.
4. Una protección divina, 2:13-25
Los magos fueron guiados divinamente a la casa donde estaba el niño Jesús, porque [página 55] su propósito era
honrarlo y adorarlo. En cambio, Dios intervino para asegurar la protección de su Hijo de los que procuraban su mal. Mandó
a los padres llevarlo a Egipto justo a tiempo para evitar la concreción de la intención malvada de Herodes. Después de la
muerte de Herodes, nuevamente instruyó a los padres no volver a Belén donde gobernaba Arquelao, hijo de Herodes.
(1) La huida a Egipto, 2:13–15. Egipto había sido durante siglos un lugar de refugio para los judíos que huían de
amenazas, (ver 1 Rey. 11:40; Jer. 43:7). Entre Belén y la frontera con Egipto había una distancia de unos 125 km. Allí
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había una población de casi un millón de judíos en el tiempo de Jesús. Alejandro Magno, siglos antes, reconociendo la
importancia de la colonia de judíos, les asignó un barrio aparte y les dio ciertos privilegios. Los ptolomeos generalmente
los trataban con bondad, animando la inmigración de cada vez más judíos. En el siglo II a. de J.C. se construyó un templo
para los judíos de Egipto en la ciudad de Leontópolis. El texto hebreo del AT fue traducido al griego (la LXX) en Alejandría
allí por el segundo siglo a. de J.C. En ese centro hubo una sucesión de filósofos judaico-alejandrinos, entre ellos el famoso
Filón, recordados por su interpretación alegórica de las Escrituras, que procuraba conciliar los textos del AT con la filosofía
griega.
Más aun, cuando Jesús nació, Egipto era una provincia romana, fuera de la jurisdicción de Herodes. Allí José y María
encontrarían a muchos compatriotas, entre ellos casi seguro a algunos conocidos. Posiblemente los regalos de los magos
sirvieron para cubrir buena parte de los gastos de un viaje no anticipado por ellos y de su estadía en Egipto.
El mandato del ángel fue urgente y tajante: Levántate, toma..., y huye... Quédate... (v. 13). El término “tomar” significa
literalmente “tomar para ti mismo”, “tomar a tu lado”, “tomar contigo”. José obedece sin demora. Cabe bien la expresión
chilena “al tiro”. Entonces José se levantó (v. 14) al tiro. El hecho de emprender el viaje de noche revela la urgencia de la
misión. La expresión al niño y a su madre (vv. 13 y 14) es una evidencia más de que José no era el padre verdadero de
Jesús.

Existe una relación notable entre la ida y salida de Egipto de parte de Israel y de parte de Jesús. Cuando Mateo cita
de Oseas 11:1 la frase De Egipto llamé a mi hijo, lo hace indicando que el cumplimiento cabal de esta expresión tuvo lugar
en el caso de Jesús, si bien la nación de Israel era conocida como “hijo de Dios” (Exo. 4:22; Jer. 31:9). Otro ejemplo de
esta doble referencia se encuentra en Isaías 42–53, donde la primera referencia es a la nación de Israel como “siervo de
Jehovah”, pero la segunda referencia es a la venida del Mesías, el verdadero “Siervo [página 56] de Jehovah”. Otras posibles
relaciones paralelas son:
Israel descendió a Egipto para evitar la amenaza del hambre, y Jesús fue llevado por sus padres para evitar la amenaza
de Herodes. Egipto fue refugio provisorio para Israel y lo fue también para Jesús. Moisés huyó de Egipto para escapar
de la ira del faraón y regresó sólo cuando murió ese faraón que lo conocía (Exo. 4:19). Jesús huyó de Palestina y regresó
cuando murió el rey que procuraba matarlo. En ambos casos, Dios dio órdenes para salir de Egipto y volver a la
tierra prometida, a Palestina. Israel descendió a Egipto cuando era una nación muy joven, y Jesús descendió cuando era
un niño. Dios levantó a Moisés para sacar a Israel de la esclavitud de Egipto y así salvar la nación, llevándola a la tierra
prometida. Dios “levantó” a Jesús y lo llamó de Egipto para salvar a los hombres de sus pecados y llevarlos a la “tierra
prometida”.
(2) Los infantes mueren en Belén, 2:16–18 Cuando los magos no regresaron a Jerusalén, según el mandato de
Herodes, el rey entendió que ellos lo habían desobedecido y burlado, cosa que lo enfureció como nunca. No pudiendo
ventilar su ira contra ellos, adoptó una medida alocada para lograr su propósito y a la vez desquitarse. Probablemente
envió a sus tropas a Belén para buscar a Jesús. Regresaron con las manos vacías. Para asegurarse, y habiendo averiguado
con diligencia la fecha exacta de la aparición de la estrella en el oriente (vv. 7 y 16), decretó una orden de exterminar
a los niños varones de dos años para abajo en Belén y los alrededores.

El decreto de Herodes es una piedra fundamental para establecer la fecha del nacimiento de Jesús. Si aceptamos el
criterio de que Jesús nació cuando primeramente apareció la estrella en el oriente, y que el viaje del oriente a Jerusalén
les llevó a los magos varios meses, llegamos a la conclusión de que Jesús tendría aproximadamente un año de edad
cuando llegaron los magos. Según la costumbre de los [página 57] judíos, cuando un niño cumplía un año y comenzaba
el segundo año, o sea en el mes 13, ya se consideraba de dos años de edad. Si Herodes así lo calculó el decreto alcanzaría
a los niños varones de 13 a 24 meses de edad. Tomando en cuenta el número de habitantes de Belén y los alrededores,
lo más probable es que el número total de niños muertos hubiera sido de entre 15 a 20. Algunas de las tradiciones
mencionan cifras exageradas en cuanto al número de niños muertos, inclusive una que habla de 14.000.
La masacre de los niños nos parece horrible y si su número fuese 14.000, sin duda llamaría la atención de los historiadores
como un dato que tendría que mencionarse en cualquier relato. No es sorprendente, entonces, que Josefo, el
historiador judío más destacado a fines del primer siglo, no haya mencionado la matanza de los niños. Considerando las
grandes atrocidades de esa época, la muerte de 15 a 20 niños no llamaría mayormente la atención del historiador, a menos
que tuviera interés especial en la historia de Jesús, como es el caso de Mateo. Ciertamente Herodes era capaz de
decretar tal mandato, y mucho más. Como ya se ha mencionado, mandó matar a Mariamne, su esposa, y a dos de sus
hijos con ella (Alejandro y Aristóbulo), por celos, pues pensaba que ellos buscaban ocupar el trono antes de su muerte. El
asesinato de sus propios hijos llevó al emperador Augusto César a comentar, haciendo juego de dos palabras en griego,
que era más seguro ser un cerdo (jus) de Herodes que ser su hijo (juíos). Cinco días antes de su propia muerte, mandó
matar a su hijo mayor, Antípater. Para evitar que hubiese alegría en el pueblo al morir él, Herodes dejó un mandato que, al
llegar ese momento, el hijo mayor de toda familia fuese muerto. [página 58] Felizmente, ese mandato no se llevó a cabo.
La fórmula común en Mateo para introducir profecías que se cumplían era para que se cumpliese... (1:22). Como excepción
a la regla, encontramos en el v. 17 la expresión entonces se cumplió... Tal cambio llama la atención y despierta la
pregunta: ¿Por qué? La conjunción “para que” expresa propósito, mientras que el adverbio temporal “entonces” meramente
introduce una secuencia de eventos. Probablemente Mateo quería evitar toda sugerencia o implicancia de que la matanza
de los niños fuese el propósito de Dios.
Al recordar el exterminio de los niños inocentes en Belén, Mateo piensa en otro momento en la historia de Israel que
tiene una relación muy estrecha. Cita un pasaje poético de Jeremías (31:15) que se refería al dolor que las madres de la
nación judía sentían al ver que sus hijos eran llevados a Babilonia como cautivos. Raquel, madre de José y Benjamín (ver
Gén. 46:19), representa a todas las madres del pueblo de Dios en la expresión de su angustia. Según la tradición, Raquel
fue sepultada cerca de Belén. Mateo relaciona el gran dolor de ese momento, unos 600 años antes, con el dolor de las
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madres cuyos hijos eran matados despiadadamente por los soldados. Es otro ejemplo de una profecía con doble referencia.
(3) De Egipto a Nazaret, 2:19–23. Antes de llegar a Egipto por vía natural la noticia de la muerte de Herodes, Dios
comunicó el hecho a José por medio de sueños, más eficaces que la comunicación hoy día por satélite. Su estadía provisoria
en Egipto llegaba a su fin. La expresión plural han muerto... (v. 20) se refiere seguramente a Herodes. Pero, ¿por
qué la forma plural? Lo más probable es que haya sido por la influencia de Exodo 4:19, pasaje que relata el anuncio a
Moisés de la muerte de los que procuraban matarlo, haciendo posible su regreso a Egipto. José no demoró en obedecer el
mandato divino, habiendo aprendido que el lugar más seguro en la tierra es estar en el centro de la voluntad de Dios.
Parece que José tenía la intención de regresar a Belén, pero tuvo algunos reparos por la noticia de que Arquelao reinaba
sobre Judea. De los hijos de Herodes que quedaban con vida, Arquelao era el más parecido a su padre. Antes de
morir Herodes el Grande, en 4 a. de J.C., dividió su reinado entre tres hijos. Arquelao sería rey sobre Judea, Samaria e
Idumea; Antipas sería tetrarca sobre Galilea y Perea; Felipe sería tetrarca de Iturea y Traconite. El Emperador no permitió
que Arquelao recibiese el título de rey, por causa de su mala fama, sino que le otorgó sólo el título de “etnarca”. Augusto
depuso a Arquelao en el año 6 d. de J.C., al cumplir solamente diez años de ejercicio. En su lugar, nombró un procurador
o gobernador regional. Este gobernaba bajo la supervisión de un legado romano con sede en Cesarea. Poncio Pilato ocupó
este puesto desde el año 26 al 36 d. de J. C., abarcando todo el ministerio público de Jesús.
Mientras que José dudaba su decisión de regresar a Judea, recibió otra revelación indicando que Galilea sería su destino.
Galilea era territorio ocupado mayormente por gentiles. Mateo (4:15) cita un pasaje de Isaías donde ese territorio es
llamado Galilea de los gentiles (Isa. 9:1). También cuando Jesús inició su ministerio público, fijó su sede en Capernaúm,
ciudad marítima sobre la orilla oeste del mar de Galilea. Es otra indicación de que su ministerio no se limitaría a los judíos.
Según el relato de Mateo, sólo después del viaje a Egipto se menciona la ciudad de Nazaret. En cambio, Lucas establece
que José y María eran de Nazaret y tuvieron [página 59] que viajar a Belén para el censo. Nazaret era una villa
remota y oscura, tranquila, enclavada en un paisaje hermoso, en un valle elevado y fértil donde abundaban árboles frutales
y otra vegetación, justo al norte de la llanura de Esdraelón, ubicada a unos 75 km. al norte de Jerusalén. En contraste
con el lugar bello, fértil y tranquilo, muchos de los habitantes eran personas rudas y violentas. Había un sentido de desprecio
para los habitantes de Galilea, y en particular de Nazaret, en expresiones tales como: ¿De Nazaret puede haber algo
de bueno? (Juan 1:46; ver también Luc. 4:28–30; Mar. 6:6). Sin embargo, en medio de estos contrastes había gente muy
noble como, por ejemplo, los mismos padres de Jesús.
Mateo relaciona el nombre del pueblo, o villa, con el nombre de Jesús, el nazareno. Más aun, indica que es el cumplimiento
de una profecía. Podemos señalar dos problemas principales en el v. 23: En primer lugar, es difícil establecer una
relación etimológica entre Nazaret (nazaret) y nazareno (nazoraios), y en segundo lugar, no se encuentra ninguna profecía
específica que se relacione con este nombre. Ni siquiera se menciona el nombre de algún pueblo llamado Nazaret en el
AT, ni en los escritos de Josefo. Esto no es sorprendente pues raras veces se encuentra en el AT la mención de alguna
parte de Galilea.
En cuanto al nombre dado a Jesús, su transliteración correcta sería “nazoraio”, o “nazoreo”. Algunos procuran resolver
el problema del nombre indicando que se deriva de “nazareo” (separado o consagrado), según el voto establecido en el
cap. 6 de Números. Aparentemente, Juan el Bautista fue nazareo desde su nacimiento (ver Luc. 1:15), pero Jesús nunca
tomó tal voto (ver Mat. 11:18, 19). Otros opinan que el término “nazareno” y en alguna manera también “Nazaret” vienen
del vocablo hebreo nétzer que significa “retoño” (ver Isa. 11:1; comp. otros términos equivalentes en Jer. 23:5; 33:15; Zac.
3:8; 6:12). Esta solución parece ser la más satisfactoria, pues dado que agrupa ideas de varios profetas, soluciona también
la referencia a lo dicho por medio de los profetas. El comentarista Broadus presenta seis posibles soluciones en
relación al problema del nombre, y opta por una que toma en cuenta varias predicciones (Sal. 22; Isa. 53, etc.) que indican
que el Mesías sería menospreciado por haberse criado en Nazaret de Galilea (comp. Juan 7:41). Otros opinan que es un
problema aún no resuelto.
La niñez de Jesús. Siempre ha habido una gran curiosidad en cuanto a la niñez de Jesús. Mateo omite totalmente
ese período de la vida del Mesías. Salta sobre unos veintiocho años de su vida, desde el regreso a Nazaret hasta su bautismo.
Lucas es el único que agrega algunos pocos datos (Luc. 2:21–52). Menciona que los padres eran muy piadosos,
cumplían con la ley y las costumbres judías. Presentaron a Jesús en el templo en Jerusalén para ser circuncidado al octavo
día. Se maravillaron por el cántico y la profecía de Simeón, como también por el testimonio de la anciana Ana.
También menciona Lucas que sus padres iban a Jerusalén cada año para la fiesta principal, la de la Pascua. Cuando
Jesús tenía doce años de edad, se quedó en el templo haciendo preguntas a los maestros y contestando las de ellos. La
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gente se asombró por el conocimiento y sabiduría de este niño precoz. Mientras tanto, los padres caminaron un día entero
hacia la casa antes de darse cuenta que faltaba Jesús. Cuando regresaron a Jerusalén y lo encontraron, expresaron la
angustia que cualquier padre sentiría por un hijo perdido, y también una suave reprensión: ¿Por qué has hecho así con
nosotros? (Luc. 2:48). La respuesta de Jesús a los padres indica una conciencia, a esa temprana edad, de que Dios tenía
una misión singular para él. Las primeras palabras registradas de Jesús son: ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre
me es necesario estar? (Luc. 2:49). Sus próximas palabras registradas fueron pronunciadas en su bautismo, dieciocho
años más tarde: Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia (3:15). Así que hubo silencio durante
diez años antes del evento en el templo, a los doce años de edad, y dieciocho años después. Lucas resume el período
entre el evento en el templo, a los doce años de edad, y su bautismo con esta cita: ... estaba sujeto a ellos [sus padres] ...
Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Luc. 2:51, 52). Es decir, tuvo un desarrollo
natural y acorde con las costumbres de su día.

Contra estos datos bíblicos, escuetos, sencillos, naturales, lógicos y mesurados de la niñez de Jesús, existe una serie
de tradiciones y leyendas fascinantes, pero ridículas y llenas de superstición. Algunas de estas leyendas se encuentran en
los llamados “evangelios apócrifos” y circulan con una aparente aprobación de la Iglesia Católica Romana. Varias tienen
que ver con milagros estupendos supuestamente realizados por Jesús durante su niñez.
Para más datos sobre la niñez de Jesús, sería más productivo y acertado concentrarnos en lo que dice el texto bíblico
y estudiar el trasfondo hogareño, religioso, político y social de su día. En gran parte, Jesús fue producto de su crianza, de
las influencias de su hogar, de sus vecinos, del sistema educativo. Hemos visto su comienzo divino. Ahora presentaremos
algunos datos generales que ayudarán a visualizar cómo fue su desarrollo humano —físico, intelectual y espiritual— durante
su niñez y juventud.
La primera fase de la formación de Jesús naturalmente tuvo lugar en el hogar de José y María. De los labios de la madre,
los niños judíos aprendían las primeras lecciones de las Escrituras, como fue el caso de Timoteo, Eunice y Loida (2
Tim. 1:5; 3:15). La vida del hogar giraba alrededor de prácticas religiosas. La madre jugaba un papel importante en estas
actividades, todas con simbolismos religiosos (encendimiento de velas, preparación de comidas especiales, lavamientos
de purificación). Los niños preguntaban por el significado de estas prácticas, y la madre las explicaba una y otra vez. Repetía
las historias de [página 61] Israel y citaba de memoria las genealogías nacionales, de su tribu y de su familia. El
padre tenía la solemne responsabilidad de impartir a sus hijos el conocimiento del Torah, enseñarles a cantar los Salmos y
repetir las oraciones prescritas para el culto en el hogar.
Los niños eran enviados a la escuela a los cinco o seis años de edad. Normalmente, se reunían en la sinagoga. Desde
los seis años y hasta los diez, los niños aprendían el alfabeto, a leer y a escribir, usando el texto del AT como base. Comenzaban
los maestros con el estudio en el libro de Levítico, luego todo el Pentateuco, luego los Profetas y finalmente los
otros libros canónicos. Desde los diez años y hasta los quince, el estudio se basaba en la Mishna, una recopilación de la
interpretación de las leyes y las tradiciones. Luego de los quince años, los alumnos más destacados tenían la oportunidad
de estudiar en las escuelas rabínicas más avanzadas. Los relatos del ministerio público de Jesús arrojan abundantes evi43
dencias de que Jesús tuvo precisamente la formación aquí descrita, la misma que recibían los niños y jóvenes judíos. Citaba
de memoria pasajes del Pentateuco, los libros históricos, Salmos y los libros proféticos. Su conocimiento de las Escrituras
no era tanto producto de su naturaleza divina, como el resultado de un estudio riguroso. Fue amante y observador
cuidadoso de la naturaleza que lo rodeaba. Muchas de sus ilustraciones surgían de esta fuente.
Era el deber de los padres enseñar a los hijos un oficio. Había un refrán que decía: “El que no enseña a su hijo un oficio,
lo enseña a pecar.” Seguramente José enseñó a Jesús el oficio de carpintero, pues fue llamado el carpintero de Nazaret
(Mar. 6:3). Cuando José murió, probablemente poco tiempo después de cumplir Jesús doce años de edad, es casi
seguro que éste tuvo que afrontar parte de las responsabilidades económicas de la familia, trabajando como carpintero.
Nazaret, en Galilea, no era un centro de judaísmo riguroso y legalista, tal como era Jerusalén, sino que se caracterizaba
por una piedad sincera, un espíritu amplio, generoso y espontáneo. Las ceremonias y otras prácticas religiosas eran
más sencillas. Frecuentemente los maestros discrepaban con las interpretaciones de los rabíes de Jerusalén, siguiendo
una orientación más racional y humana. Por eso, fueron criticados por los de Jerusalén por descuidar las tradiciones y el
estudio de su idioma, por cometer errores gramaticales y pronunciar mal las palabras.
Queda aún la pregunta: ¿Por qué omitieron los escritores de los Evangelios canónicos el relato de tantos años de la
niñez de Jesús? Seguramente la razón principal es que su interés se enfocaba más bien en el ministerio público, la muerte
y la resurrección de Jesús. Como han observado otros comentaristas, los autores de los Evangelios siguieron en general
el bosquejo del kerygma, o sea la predicación apostólica, ejemplo del cual se encuentra en Hechos 10:37–41. Otro motivo
podría ser la limitación de espacio, dando prioridad a lo que consideraban de más valor para los fines particulares de cada
uno.

De todos los panes, el pan de Belén
La economía trata de satisfacer las necesidades del ser humano. Entre ellas es36
tá una necesidad primaria que es la comida, el pan. Si bien es cierto que no sólo de
pan vive el hombre, no podemos dejar de reconocer que este pan se pone cada vez
más caro. En los países en vías de desarrollo hay un dicho: "Dios da pan al que no
tiene dientes", hablando de quienes reciben bendiciones sin merecerlas, mientras
otros han de conformarse con el pan duro, almacenado de días anteriores por la
imposibilidad de comprarlo fresco. Algunos gobiernos regalan algo de pan a los pobres;
algo también de circo, como en la época de los emperadores romanos, tratando
de distraer al pueblo y alejarlo de la realidad, para que no piensen. Hay otro pan,
el que regala la parroquia en el día del santo patrono de la ciudad. Y se dice que
todo el que lo come se sana de una enfermedad o se le soluciona algún problema.
Pero de todos los panes que pudiéramos mencionar solo hay uno que se destaca:
Es el pan que salió de Belén, pues Belén significa "casa del pan". El único pan que
satisface todas nuestras necesidades y que puede dar la vida: Jesús. (Comp. Juan
6:22–59.)

Los magos de oriente
¡Qué extraño nos parece que unos magos de oriente se lanzaran a la búsqueda
de un rey desconocido! ¿Quiénes eran estos personajes? ¿Cómo se llamaban?
¿Cuántos eran? ¿De dónde provenían? El término "mago" es muy ambiguo y designaba
a toda clase de sabios en la antigüedad, especialmente a los que se dedicaban
a la astronomía. Estos "magos" asociaron la aparición de la estrella con el acontecimiento
de un gran evento y sintieron la necesidad de hacer un viaje extraordinario.
Con el paso del tiempo surgió toda clase de leyenda acerca de estos misteriosos
seguidores de una estrella. Y hasta les pusieron nombres: Uno se llamaba Gaspar,
37
otro Melchor y el tercero, que al parecer era de raza negra, se denominaba Baltasar.
Más adelante les pusieron coronas y les llamaron los reyes magos. También se dijo
que eran tres porque son tres los regalos que hicieron a Jesús: oro, incienso y mirra.
Según el relato bíblico no podemos afirmar cuáles eran sus nombres, ni cuántos
eran. Tampoco si eran de piel oscura o blanca y menos aun que fueran reyes. Sólo
podemos decir que al parecer Dios tenía su gente reservada para recibir a Jesús.
¿No habrán sido estos los primeros verdaderos adoradores que Dios quería que le
adoraran en espíritu y en verdad? (Comp. Juan 4:21–24.)

"Si mi almohada lo supiera"
En toda guerra se trazan planes de estrategia militar. Estos planes se mantienen
en absoluto secreto hasta ser llevados a cabo. Así ocurrió con un plan ideado por el
libertador San Martín y que exigió a sus segundos no preguntaran nada hasta el
momento indicado. Pero uno de los oficiales, incitado por su propio deseo personal
de querer saberlo antes que sus pares, exigió a San Martín que le confiara ese plan.
"Vea amigo", dijo el general, "nadie puede saberlo aún, y si en sueños a mi almohada
se lo confiara, a mi almohada la quemaba."
El texto (2:5) dice que Herodes se turbó al saber que había nacido el Rey. Indudablemente
Dios mantuvo en secreto esta parte del plan para que Herodes no lo
supiera y tomara medidas tan sanguinarias para matar a Jesús como lo hizo después.
Dios jamás revela sus planes a los enemigos del evangelio.

Semillero homilético
Guía para una emergencia
2:13–15
Introducción: En momentos de dificultad, Dios nos dirige.
I. Dios declara a sus hijos lo que debe hacerse de acuerdo con un plan.
II. Dios muestra una salida o un camino hacia donde dirigirse.
III. Dios acompaña a quienes envía o quiere utilizar
Conclusión: Desde los comienzos el Señor siempre ha declarado a sus hijos cuál es
su plan. Pero para poder cumplirlo en algunas ocasiones hay que pasar experiencias
difíciles e ingratas. Dios, no obstante, está presente para guiarnos y mostrarnos una
salida.


La persecución
El cristianismo ha sido perseguido desde su nacimiento. La matanza ordenada
por Herodes para quitar del medio a Jesús fue sanguinaria, y fue el anticipo de lo
que vendría luego con los años. Probablemente no pasarían de 15 a 20 los niños
menores de dos años asesinados en Belén. La historia registra diez persecuciones
sin tener en cuenta otros hechos aislados. La primera fue de Nerón en el 64 d. de
J.C.; la segunda de Domiciano en el 95; la tercera es de Trajano en el 106; luego
sucede la de Marco Aurelio en el 161. Acontece la de Septimio Severo en el 202;
Maximino ordena la sexta en 235; Decio la lleva a cabo en el 250; la de Valeriano
ocurre en el 258; Aureliano ejecuta la novena en el 275; y Dioclesiano la décima en
el 303. Esta última se dice que fue la más sangrienta. A pesar de no tener un número
aproximado de mártires se calcula que fueron varios millones los sacrificados. Lo
más curioso es que el cristianismo fue considerado como un enemigo de la sociedad;
se quemaron sus libros sagrados y los actos que profesaban los cristianos fueron
declarados hechos ilícitos, delitos penados por la ley. Pero estos emperadores,
enemigos de Cristo que ejercieron el poder y la espada, no fueron capaces de acabar
con el cristianismo, y en lo personal sufrieron grandes tragedias. Algunos se
consideraron dioses y enloquecieron; otros fueron sacudidos por refriegas políticas y
terminaron asesinados. Algunos descendientes de estos se corrompieron de tal manera
que se desviaron sexualmente y envueltos en dramas pasionales perdieron no
solo el poder sino también la vida.

[página 60] "Había de ser llamado nazareno"
Nazaret estaba situada cerca del monte Tabor en la zona conocida como la baja
Galilea. Siendo Jesús un muchacho, al ascender las colinas que rodeaban a Nazaret
podía divisar las nieves del monte Hermón, la majestuosidad del monte Carmelo y la
llanura de Esdraelón. Las aguas del Mediterráneo estaban al alcance de su vista. Y
es muy probable que presenciara el paso de caravanas y mercaderes que continuamente
pasaban por la zona. En el año 700 el obispo Arculf visitó Nazaret y mencionó
que esta era una ciudad construida de grandes piedras. Decía que había una iglesia
en el mismo sitio donde vivió María. También afirmó que durante la estadía de Jesús
sólo había una fuente de agua conocida hoy como el pozo de María.
En los años mozos de Jesús, la gente de la zona era reconocida por su acento
particular (Mar. 14:70). Eran antirromanistas. De esa zona había surgido el fundador
de los zelotes, evidenciando su carácter violento y fanático. Según Josefo estaban
inspirados en el espíritu de los macabeos y las insurrecciones se sucedían a menudo.
Nada bueno parecía esperarse de los nazarenos (Juan 1:46). Jesús se crió en un
ambiente de donde, a criterio humano, nada bueno podía surgir.
 
Comentario Biblico Mattew Henry
Editorial UNILIT

CAPÍTULO II
Versículos
1—8. Los magos buscan a Cristo.
9—12. Los magos adoran a Jesús.
13—15. Jesús llevado a Egipto.
16—18. Herodes hace que maten a los infantes de Belén.
19—23. Muerte de Herodes.—Jesús traído a Nazaret.

Vv. 1—8. Los que viven completamente alejados de los medios de gracia suelen usar la máxima
diligencia y aprenden a conocer lo máximo de Cristo y de su salvación. Pero ningún arte curioso ni
el puro aprendizaje humano pueden llevar a los hombres a Él. Debemos aprender de Cristo
atendiendo a la palabra de Dios, como luz que brilla en un lugar oscuro, y buscando la enseñanza del
Espíritu Santo. Aquellos en cuyo corazón se levanta la estrella de la mañana, para darles el necesario
conocimiento de Cristo, hacen de su adoración su actividad preferente.—Aunque Herodes era muy
viejo, y nunca había mostrado afecto por su familia, y era improbable que viviera hasta que el recién
nacido llegara a la edad adulta, empezó a turbarse con el temor de un rival. No comprendió la
naturaleza espiritual del reino del Mesías. Cuidémonos de la fe muerta. El hombre puede estar
persuadido de muchas verdades y aun puede odiarlas, porque interfieren con su ambición o licencia
pecaminosa. Tal creencia le incomodará, y se decidirá más a oponerse a la verdad y la causa de Dios;
y puede ser suficientemente necio para esperar tener éxito en eso.

Vv. 9—12. Cuánto gozo sintieron estos sabios al ver la estrella, nadie lo sabe tan bien como
quienes, después de una larga y triste noche de tentación y abandono, bajo el poder de un espíritu de
esclavitud, al fin reciben el Espíritu de adopción, dando testimonio a sus espíritus que son hijos de
Dios. Podemos pensar qué desilusión fue para ellos cuando encontraron que una choza era su
palacio, y su propia y pobre madre era la única servidumbre que tenía. Sin embargo, estos magos no
se creyeron impedidos, porque habiendo hallado al Rey que buscaban, le ofrecieron sus presentes.
Quien busca humilde a Cristo no tropezará si lo halla a Él y a sus discípulos en chozas oscuras,
después de haberlos buscado en vano en los palacios y ciudades populosas.—¿Hay un alma ocupada
en buscar a Cristo? ¿Querrá adorarlo y decir, ¡sí!, yo soy una criatura pobre y necia y nada tengo que
ofrecer? ¡Nada! ¿No tienes un corazón, aunque indigno de Él, oscuro, duro y necio? Dáselo tal como
es, y prepárate para que Él lo use y disponga como le plazca; Él lo tomará, y lo hará mejor, y nunca
te arrepentirás de habérselo dado. Él lo modelará a su semejanza, y Él mismo se te dará y será tuyo
para siempre.—Los presentes de los magos eran oro, incienso, y mirra. La providencia los mandó
como socorro oportuno para José y María en su actual condición de pobreza. Así, nuestro Padre
celestial, que sabe lo que necesitan sus hijos, usa a algunos como mayordomos para suplir las
necesidades de los demás y proveerles aun desde los confines de la tierra.

Vv. 13—15. Egipto había sido una casa de esclavitud para Israel, y particularmente cruel para los
infantes de Israel; pero va a ser un lugar de refugio para el santo niño Jesús. Cuando a Dios agrada,
puede hacer que el peor de los lugares sirva al mejor de los propósitos. Esta fue una prueba de la fe
de José y María. Pero la fe de ellos, siendo probada, fue hallada firme. Si nosotros y nuestros
infantes estamos en problemas en cualquier tiempo, recordemos los apremios en que estuvo Cristo
cuando era un infante.

Vv. 16—18. Herodes mató todos los niños varones, no sólo de Belén, sino de todas las aldeas de
esa ciudad. La ira desenfrenada, armada con un poder ilícito, a menudo lleva a los hombres a
crueldades absurdas. No fue cosa injusta que Dios permitiera esto; cada vida es entregada a su
justicia tan pronto como empieza. Las enfermedades y las muertes de los pequeños son prueba del
pecado original. Pero el asesinato de estos niños fue su martirio. ¡Qué temprano empezó la
persecución contra Cristo y su reinado! —Herodes creía que había obstruido las profecías del
Antiguo Testamento, y los esfuerzos de los magos para hallar a Cristo; pero el consejo del Señor
permanecerá por astutas y crueles que sean las artimañas del corazón de los hombres.

Vv. 19—23. Egipto puede servir por un tiempo como estadía o refugio, pero no para quedarse a
vivir. Cristo fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y a ellas debe retornar. Si miramos
al mundo como a nuestro Egipto, el lugar de nuestra esclavitud y exilio, y sólo al cielo como nuestro
Canaán, nuestro hogar, nuestro reposo, deberemos levantarnos rápido y partir de aquí cuando seamos
llamados, como José salió de Egipto.—La familia debe establecerse en Galilea. Nazaret era lugar
tenido en pobre estima, y Cristo fue crucificado con esta acusación, Jesús Nazareno. Donde quiera
nos asigne la providencia los límites de nuestra habitación, debemos esperar compartir el reproche
de Cristo; aunque podemos gloriarnos en ser llamados por su nombre, seguros de que si sufrimos
con Él también seremos glorificados con Él.
 
Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia. Tomo II
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 2.​


Vers. 1–12. VISITA DE LOS MAGOS A JERUSALEN Y A BETHLEHEM. Los magos llegan a Jerusalén—El Sanedrín,
a petición de Herodes, anuncia a Bethlehem como el lugar predicho en el cual había de nacer el Mesías (Vers. 1–6). 1. Y como fué
nacido Jesús en Bethlehem de Judea—Así llamada para distinguirla de otra Bethlehem en la tribu de Zabulón, cerca
del mar de Galilea (Josué 19:15); llamada también Bethlehem de Judá, por estar en esa tribu (Jueces 17:7); y Efrata
(Génesis 35:16), y la combinación de estos dos nombres, Bethlehem‐Efrata (Miqueas 5:2). Estaba ubicada a unos diez
kilómetros al sudoeste de Jerusalén. ¿Pero cómo ocurrió que José y María viniesen allá desde Nazaret, el lugar de su
residencia? No fué asunto de su elección, y ciertamente no fué con el propósito de cumplir la profecía en cuanto al
lugar del nacimiento del Mesías; no; estuvieron en Nazaret hasta que fué casi demasiado tarde para que María
realizara el viaje con seguridad; no se habrían movido de ese lugar, si no hubiesen recibido una orden que no podían
desobedecer, lo cual les obligó a ir al lugar señalado. Una mano poderosa se hallaba presente en todos estos
movimientos (Véase Lucas 2:1–6, Nota). en días del rey Herodes—Conocido como el Grande; hijo de Antípater,
idumeo, hecho rey por los romanos. Así fué como “el cetro se apartó de Judá” (Génesis 49:10), una señal de que el
Mesías estaba cerca. Como se sabe que Herodes murió en el año 750 de Roma, el año cuarto antes de la iniciación de
nuestra era cristiana, el nacimiento de Cristo ocurrió cuatro años antes de la fecha que generalmente se asigna, aun
cuando haya nacido en el mismo año de la muerte de Herodes, como es muy probable que haya sido. he aquí unos
magos vinieron—Probablemente pertenecientes a las clases instruídas que cultivaban la astrología y ciencias afines.
La profecía de Balaam (Números 24:17) y tal vez la de Daniel (cap. 9:24.), puede haberles llegado como una tradición;
pero nada definitivo se sabe acerca de ellos. del oriente—Pero si de Arabia, de Persia o Mesopotamia es incierto. a
Jerusalem—Por ser la metrópolis judía. 2. Diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido?—Según esto
aparentemente ellos no eran judíos. (Compárese el lenguaje del gobernador romano, Juan 18:33, y de los soldados
romanos, cap. 27:29, con el lenguaje muy distinto de los judíos, cap. 27:42). Los historiadores romanos, Suetonio y
Tácito, dan testimonio de una expectativa que prevalecía en oriente, de que de Judea saldría un soberano del mundo.
porque su estrella hemos visto en el oriente—Mucho se ha escrito sobre el tema de esta estrella; pero basándonos en
todo lo que aquí se dice, quizá sea más seguro mirarla como un simple meteoro luminoso que apareció bajo leyes
especiales y con un propósito especial. y venimos a adorarle—“a rendirle homenaje”, que es lo que la palabra
significa; la naturaleza de este homenaje dependía de las circunstancias del caso. Es claro que se trata de un homenaje
religioso y no civil, en vista del sentido completo de la narración, y particularmente del v. 11. Sin duda estos sencillos
extranjeros esperaban que toda Jerusalén estaría llena de las noticias de su rey recién nacido, y que el tiempo y el lugar
y circunstancias de su nacimiento serían familiares a todos. Lejos estaban de pensar que el primer anuncio de su
nacimiento provendría de ellos mismos, y menos aún esperaban el efecto trastornador que esa noticia produciría en
vez de causar alegría. De otro modo, ellos habrían procurado obtener de otra parte la información acerca del lugar de
su nacimiento. Dios dirigió las cosas a fin de obtener el noble testimonio, en cuanto al lugar del nacimiento que había
sido predicho, de parte de la autoridad eclesiástica más alta de la nación. 3. Y oyendo esto el rey Herodes, se turbó—
Pues lo miraba como un peligro para su trono; tal vez su conciencia culpable también le sugiriese otras causas para
temer. y toda Jerusalem con él—Temiendo las conmociones revolucionarias y tal vez la ira de Herodes. 4. Y
convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del pueblo—La clase de los “príncipes de los
sacerdotes” incluía al sumo sacerdote que a la sazón lo fuese, junto con todos los demás que habían ocupado ese
puesto; porque, aunque el que era entonces cabeza de la familia aarónica era el único sumo sacerdote legítimo, los
romanos los cambiaban cuando se les ocurría para dar lugar a sus protegidos. En esta clase probablemente eran
incluídos los que representaban las veinticuatro suertes de sacerdotes. Los “escribas” eran al principio meros
escribientes de la ley y lectores en la sinagoga; luego, intérpretes de la ley, tanto de la civil como de la religiosa, y por
lo tanto, abogados y teólogos al mismo tiempo. La primera de estas clases, una proporción de la segunda, y los
“ancianos”, es decir, según lo piensa Lightfoot, “aquellos ancianos de entre los laicos que no pertenecían a la tribu de
10
Leví,” constituían el supremo concilio de la nación, Ilamado el Sanedrín, cuyos miembros, cuando el número estaba
completo, eran setenta y dos. Es muy probable que este concilio fuese la reunión que Herodes convocó, dada la
solemnidad [PAG. 13] lemnidad de la ocasión; pues, aunque los ancianos no se mencionan, hallamos una omisión
similar donde con certeza todas las tres clases se hallarían presentes (compárese cap. 26:59; 27:1). Según dice Meyer, se
trataba de todos los teólogos de la nación a quienes Herodes convocó, puesto que él deseaba una respuesta teológica.
les preguntó—Por ser los autorizados intérpretes de las Escrituras, dónde había de nacer el Cristo—“el Mesías”, de
acuerdo con la profecía. 5. Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea—Un rápido y voluntario testimonio de parte
del más alto tribunal, el cual finalmente lo condenó a muerte. porque así está escrito por el profeta [Miqueas 5:2]; 6. Y
tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador,
etc.—Esta cita, aunque verbalmente difiere del texto hebreo y de la Versión de los Setenta, sustancialmente está de
acuerdo, pues el profeta dice: Aunque eres pequeña sin embargo de ti me saldrá el que será Señor en Israel”. Este
honor hacía más que compensar su natural insignificancia; mientras que nuestro evangelista mediante un giro vivo le
hace decir: “no eres muy pequeña, porque de ti saldrá un guiador”. Esta distinción la eleva del rango más bajo al más
alto. Los “millares de Judá”, que menciona el profeta, significan las divisiones subordinadas de la tribu; nuestro
evangelista en vez de esto, nombra meramente a los “príncipes” o cabeza de familias, incluyendo los distritos
ocupados por ellas. Que apacentará a mi pueblo Israel—En el Antiguo Testamento los reyes, mediante una hermosa
figura, se mencionan como “pastores” (Ezequiel 31, etc.). Los escritores clásicos usan esa figura. El gobierno pastoril
de Jehová y del Mesías sobre su pueblo, es una representación muy rica en su contenido que se halla presente en todas
las Escrituras. (Véase Salmo 23; Isaías 40:11; Ezequiel 37:24; Juan 10:11; Apocalipsis 7:17). Que esta profecía se refería
al Mesías, era admitido por los antiguos rabinos. Los magos, enviados a Bethlehem por Herodes para ver al niño y luego
traerle a él un informe, presentan una ofrenda religiosa al niño‐rey; pero advertidos divinamente, regresan a su tierra por otro
camino (vers. 7–12). 7. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos—Herodes hasta ahora ha tenido éxito en
su propósito criminal; se ha informado sobre el lugar donde se halla su víctima, un niño inconsciente del peligro en
que se encuentra su vida. Pero tiene otro punto que arreglar, la fecha de su nacimiento, sin la cual podría cometer un
error. El primer dato lo obtuvo del Sanedrín, el otro lo piensa recibir de los magos, pero esto lo hace en secreto para
que su objeto no caiga bajo sospecha y por lo tanto sea estorbado. entendió de ellos diligentemente—es decir, con
precisión, el tiempo del aparecimiento de la estrella—presumiendo que éste sería el mejor indicio para averiguar la
edad del niño. Los ingenuos extranjeros le cuentan todo. Ahora él piensa que su deseo está para cumplirse y que
pronto ha de tener entre sus manos a su víctima, pues en una edad tan temprana, como ellos indican, no era probable
que lo hubiesen sacado del lugar de su nacimiento. Sin embargo, procede con astucia; envía a los magos como
mensajeros suyos, y les pide que lo vuelvan a ver para que él pueda seguír el piadoso ejemplo de ellos. 8. Y
enviándolos a Bethlehem, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallareis,
hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore—¡Astuto y sangriento hipócrita! y sin embargo, esta orden
real serviría entretanto como salvoconducto para los extranjeros. 9. Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron—¿Pero
dónde estabais vosotros, oh eclesiásticos judíos, vosotros los príncipes de los sacerdotes y escribas del pueblo? Podíais
decirle a Herodes dónde había de nacer Cristo, y podíais oír de los labios de estos extranjeros del lejano oriente que el
Deseado de todas las naciones ya había venido; pero no os veo marchando en tropel hacia Bethlehem; no hallo sino a
estos devotos extranjeros dirigiéndose hacia allá ellos solos. Sin embargo, Dios había ordenado esto también, no fuera
que las noticias se esparciesen y llegasen a los oídos del tirano, antes de que el niño pudiera colocarse fuera de su
alcance. De esta manera los errores y crímenes y fría indiferencia de los hombres son dejados sin efecto. y he aquí la
estrella que habían visto en el oriente—lo cual, al parecer, da a entender que había desaparecido en el intervalo—iba
delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde estaba el niño—Seguramente esto no podría ser otra cosa
sino un meteoro luminoso y no muy alto. 10. Y vista la estrella, se regocijaron con muy grande gozo—El lenguaje es
muy fuerte, y expresa exuberancia de sentimiento. 11. Y entrando en la casa—No en el establo; ya que tan pronto
como los muchos visitantes se fueron de Bethlehem, José no debió haber tenido dificultad en encontrar una vivienda.
vieron—El texto recibido tiene “hallaron”; pero en este punto el traductor de nuestra versión acertadamente se desvía
del texto griego, ya que carece de apoyo. al niño con su madre María—El bendito Niño naturalmente se menciona
primero, luego la madre; pero José, aunque sin duda se hallaba presente, no se toma noticia de él, ya que era sólo la
cabeza del hogar. y postrándose, le adoraron—Es evidente que el homenaje rendido por estos extranjeros. quienes
habían sido guiados por una estrella, habían inquirido con tanto interés por el niño y se habían gozado tanto al
encontrarle, no fué un homenaje civil ofrecido a un reyezuelo judío, sino un elevado homenaje espiritual. La cláusula
siguiente confirma esto. y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones—Esta expresión, usada frecuentemente en el
Antiguo Testamento con referencia a las oblaciones que se presentaban a Dios, se emplea en el Nuevo Testamento
siete veces, y siempre en el sentido religioso de ofrendas a Dios. Por lo tanto, y sin duda alguna, debemos entender que el
ofrecimiento de los magos era una ofrenda religiosa. oro e incienso y mirra—Casi nunca se hacían visitas a los reyes sin
11
llevar regalos (1 Reyes 10:2, etc; compárese Salmo 72:10, 11, 15; Isaías 60:3, 6). El “incienso” era una gomorrecina
aromática que se usaba en ofrendas de sacrificio; la “mirra” se usaba en los ungüentos perfumados. Estos, con el oro
que ofrecieron. parecen indicar que los ofrendantes eran personas pudientes. Que el oro le fué ofrecido al niño rey en
señal de su realeza, el incienso en señal de su divinidad, y la mirra en señal de sus sufrimientos, o que tenían el
propósito de expresar su naturaleza divina y humana, o que las funciones profética, sacerdotal y real de Cristo
aparecen en estos dones, o que eran las ofrendas de tres individuos respectivamente, cada uno de ellos rey, cuyos
nombres la tradición ha traído hasta nuestros [PAG. 14] días, todo esto no es más que suposiciones dudosas; pero que
los sentimientos de estos devotos dadores se vislumbran en la riqueza de sus dones, y que el oro por lo menos había
de serles útil a los padres del bendito Niño en su inesperado viaje a Egipto y durante su permanencia allí, esto por lo
menos no admite disputa. 12. Y siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, se volvieron
a su tierra por otro camino—¡Qué sorpresa les debe haber causado a los sabios esta visión, justamente cuando se
preparaban para llevar al piadoso rey la grata noticia de lo que habían visto! Pero Dios conocía al viejo y sanguinario
tirano lo suficientemente bien como para saber que no convenía que ellos lo volviesen a ver.
13–25. LA HUIDA A EGIPTO. LA MASACRE EN BETHLEHEM. EL REGRESO DE JOSE Y MARIA CON EL
NIÑO, DESPUES DE LA MUERTE DE HERODES, Y SU ESTABLECIMIENTO EN NAZARET. (Lucas 2:39). La huída a
Egipto (vv. 13–15). 13. Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños a José, diciendo: Levántate, y
toma al niño y a su madre—Obsérvese esta forma de expresión repetida en el versículo siguiente, otra indicación
indirecta de que José no era más que el guardián del niño. En realidad, considerado personalmente, José no tiene
significado espiritual, y lugar muy pequeño en la historia del evangelio. y huye a Egipto—Que estando cerca, como
dice Alford, y siendo una provincia independiente de Herodes y muy habitada por judíos, constituía un refugio fácil y
conveniente. ¡Ah, bendito Salvador, en qué carrera tan accidentada te has iniciado aquí en la tierra! Cuando naciste,
no había lugar para ti en el mesón; ahora toda Judea te rechaza. ¡Cuán pronto comenzó la espada a punzar el alma de
la virgen (Lucas 2:35)! ¡Cuán pronto experimenta ella la clase de recepción que este misterioso hijo de ella ha de
encontrar en el mundo! ¿Y a dónde es enviado? A “la casa de servidumbre”. Bien, eso lo era una vez. Pero Egipto fué
una casa de refugio antes de ser casa de servidumbre, y ahora ha vuelto a ser lo primero. y estáte allá hasta que yo te
lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo.—Herodes concibió su propósito
homicida antes de que los magos saliesen para Bethlehem. 14. Y él despertando, tomó al niño y a su madre de
noche—Sin duda en la misma noche. y se fué a Egipto; 15. Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes—lo que sucedió,
por causa de una enfermedad terrible, no mucho tiempo después de esto. Se pueden ver los detalles en Josefo
(Antigüedades, 17:6. 1, 5, 7, 8). para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo: [Oseas
11:1] De Egipto llamé a mi Hijo—Nuestro evangelista cita aquí directamente del texto hebreo, cautelosamente
apartándose de la Versión de los Setenta, la cual tiene las palabras: “De Egipto llamé a sus hijos”, significando los hijos
de Israel. El profeta le recuerda a su pueblo cuán querido le era Israel a Dios en los días de su juventud; de cómo
Moisés recibió la orden de decirle a Faraón: “Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito; ya te he dicho que
dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito”
(Exodo 4:22, 23); de cómo, cuando Faraón rehusó, habiendo Dios dado muerte a todos los primogénitos de ellos,
“llamó a su propio hijo de Egipto”, mediante un acto de poder y amor. Mirando las palabras en esta luz, aun cuando
el evangelista no las hubiese aplicado al llamamiento de Egipto del amado Hijo unigénito de Dios, esta aplicación
habría sido inevitablemente hecha por aquellos que hubieran aprendido a penetrar debajo de la superficie, para
entender la relación íntima que Cristo mantiene con su pueblo, y la relación de ambos para con Dios; y por aquellos
que están acostumbrados a encontrar la analogía en el tratamiento de Dios hacia cada uno de ellos respectivamente.
16. Herodes entonces, etc.—Como Débora cantó de la madre de Sísara: “La madre de Sísara se asoma a la ventana, y
por entre las celosías a voces dice: ¿Por qué se detiene su carro, que no viene? ¿por qué las ruedas de sus carros se
tardan?”, así Herodes se extraña de que sus mensajeros, con celo piadoso, no regresen rápidamente con la noticia de
que todo estaba listo para recibirlo a él como adorador. ¿Qué los detendrá? ¿Se habrán perdido? ¿Les habrá
acontecido algo malo? Al fin su paciencia se acaba. Hace averiguaciones, y se informa de que ya están lejos, fuera de
su alcance, de regreso a su patria. como se vió burlado de los magos—No, Herodes, tú no has sido burlado de los
magos, sino de uno mayor que ellos. El que mora en los cielos se ríe de ti; el Señor se burla de ti. El “frustra los
pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada”; “prende a los sabios en la astucia de ellos, y el
consejo de los perversos es entontecido” (Salmo 2:4; Job 5:12, 13). Ese bendito Niño morirá por cierto pero no a manos
tuyas. Como el mismo lo dijo más tarde a un hijo tuyo (tan astuto e inescrupuloso como tú mismo), cuando los
fariseos le advirtieron de la necesidad de alejarse, debido a que Herodes lo buscaba para matarlo: “Id, y decid a aquella
zorra: He aquí, echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Empero es
menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalem”
12
(Lucas 13:32, 33). ¡Sátira amarga! se enojó mucho—A nadie le gusta que lo traten de tonto, y menos todavía a un
orgulloso rey. Herodes arde de ira y se asemeja a un toro salvaje en una red, y envió [una banda de asesinos pagados],
y mató a todos los niños [varones] que había en Bethlehem y en todos sus términos, de edad de dos años abajo,
conforme al tiempo que había entendido de los magos—Al tomar esta feroz medida Herodes se mostró tal como era,
tan astuto como cruel. Arrolla con mucho para no equivocarse. Piensa que de ese modo alcanzará a su víctima. Y así
hubiera acontecido, si ella hubiese estado allí, pero el niño se había ido. El cielo y la tierra pasarán, antes que tú tengas
a ese niño en tus manos. Por lo tanto, Herodes, debes contentarte con el deseo de tenerlo y llenar tu copa de tus
amargas mortificaciones, bastante llena ya, hasta que mueras no sólo de un corazón acongojado sino de una
enfermedad repugnante y torturante. ¿Por qué, preguntan los escépticos y los críticos escépticos, no ha relatado Josefo
esta masacre, si realmente ocurrió, ya que él relata con suficiente minuciosidad las crueldades de Herodes? Si
consideramos cuán pequeño era el pueblecito de Bethlehem. es de esperarse que no hubiese muchos niños varones
allí, menores de dos años; y cuando pensamos en el número de peores atrocidades que Josefo ha relatado acerca de él,
no es razonable [PAG. 15] hacer cuestión de su silencio respecto a ésta. 17. Entonces fué cumplido lo que se había
dicho por el profeta Jeremías, que dijo—(Jeremías 31:15, del cual la cita difiere sólo verbalmente)—18. Voz fué oída
en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido: Rachel que llora sus hijos; y no quiso ser consolada, porque
perecieron—Estas palabras tal cual se hallan en Jeremías, sin duda se refieren a la cautividad babilónica. Raquel, la
madre de José y Benjamin, estaba sepultada en las inmediaciones de Bethlehem (Génesis 35:19), donde su sepulcro se
ve todavía. Ella está representada figurativamente como levantándose de la tumba y pronunciando un doble lamento
por la pérdida de sus hijos: primero por el amargo cautiverio, y ahora por una muerte sangrienta. Y ¡qué hecho tan
detestable fué este! ¡Oh madres de Bethlehem! Me imagino oíros preguntar por qué vuestros inocentes bebés tendrían
que hacer las veces del cordero trabado en un zarzal, mientras Isaac escapaba. No puedo contestaros; pero una cosa
sé, que algunas de vosotras viviréis hasta ver el día cuando ese Niño de Bethlehem será el cordero trabado en otra
clase de zarzal, para que vuestros bebés se libren de una sentencia peor que la que ahora sufren. Y si estos niños
vuestros están ahora en la gloria, mediante el bendito poder de aquel querido Niño, ¿no mirarán como honor que la
ira del tirano fuese descargada sobre ellos en vez de sobre su infante Señor? 19. Mas muerto Herodes—¡Miserable
Herodes! Tú te creías seguro y libre de un temido rival; pero era él en realidad quien estaba libre de ti y tú mismo no
has gozado por mucho tiempo de esta pretendida seguridad tuya (Véase Nota, v. 15). he aquí el ángel del Señor—El
mismo ángel, al parecer, fué empleado en distintas ocasiones, y muy probablemente es aquel a quien Lucas le da el
nombre de Gabriel (Lucas 1:19, 26). aparece en sueños a José en Egipto, 20. Diciendo: Levántate, y toma al niño y a
su madre, y vete a tierra de Israel—No a la tierra de Judea, porque más tarde fué expresamente advertido de que no
se estableciese allí: ni a Galilea, pues sólo se dirigió a ese lugar cuando halló que no era seguro establecerse en Judea,
sino a “la tierra de Israel”, en el sentido más amplio de la palabra, queriendo decir la Tierra Santa en general. La
provincia en particular no había sido aún indicada. De modo que José y María tuvieron, como Abrahán, que “salir sin
saber a dónde iban”, mientras que no recibiesen una dirección más clara. que muertos son los que procuraban la
muerte del niño—Una expresión común en muchas lenguas, aun cuando la referencia es a una sola persona, que en
este caso es Herodes. Pero las palabras han sido tomadas de un caso sumamente análogo en Exodo 4:19, que
probablemente sugirió el plural aqui, donde la orden es dada a Moisés para que regrese a Egipto por la misma razón
que al mayor que Moisés se le ordena ahora ser traído de allá, es decir, la muerte del que atentaba contra su vida.
Herodes murió en el año 70 de su vida y el 37 de su reinado. 21. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre,
y se vino a tierra de Israel—Con el propósito, como claramente se ve por lo que sigue, de regresar a Bethlehem de
Judea, con la idea sin duda de que allí se criase al niño rey, como en su propia ciudad natal, hasta que llegase el
tiempo cuando era de esperarse que ocuparía a Jerusalén, “la ciudad del gran rey.” 22. Y oyendo que Archelao
reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre—Arquelao sucedió a Herodes para reinar sobre Judea, Samaria e
Idumea; pero Augusto rehusó darle el título de rey hasta saber cómo se conduciría; le dió solamente el título de etnarca
(Josefo, Antigüedades, 17., 11, 4). Sin embargo, nunca se elevó por encima de este título. El pueblo en realidad lo
reconocía como el sucesor de su padre y por eso se dice aquí que “reinaba en lugar de Herodes su padre”. Pero
después de desafiar durante diez años la ley judía y ejercer una cruel tiranía, el pueblo presentó contra él cargos muy
serios, y el emperador lo desterró a Galia en Francia, reduciendo a Judea otra vez a una provincia romana. Entonces el
“cetro”, del todo, “se apartó de Judá”. temió ir allá—Y no es de extrañarnos, por la razón ya mencionada. mas
amonestado por revelación en sueños, se fué a las partes de Galilea—Todo el territorio al oeste del Jordán en esta
época estaba dividido, como es bien sabido, en tres provincias: Galilea al norte, Judea al sur y Samaria, la provincia
central. La provincia de Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, hermano de Arquelao, ya que su padre
le había dejado esa provincia y la de Perea, al este del Jordán, como su parte en la herencia del reino, con el título de
tetrarca, que Augusto confirmó. Aunque era astuto y licencioso según Josefo—precisamente como lo declara la historia
del evangelio (Véase Marcos 6:14–30, y Lucas 13:31–35, Notas)—era de una disposición menos cruel que Arquelao; y
13
Nazaret, como estaba a buena distancia de la sede de su gobierno, y considerablemente recluído, se consideró un
lugar seguro. 23. Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret—Un pequeño pueblo de la baja Galilea que se
encontraba en el territorio de la tribu de Zabulón, y equidistante del Mediterráneo al oeste y del mar de Galilea al este.
Si, basándonos en Lucas 2:39, llegásemos a la conclusión de que los padres de Jesús lo llevaron de regreso
directamente a Nazaret, después de su presentación en el templo, como si no hubiese habido la visita de los magos, la
huída a Egipto, su permanencia allí y su regreso sin ningún propósito de establecerse en Bethlehem, uno podría, por
la manera en que nuestro evangelista habla aquí, concluir igualmente que los padres de nuestro Señor no habían
estado en Nazaret hasta ahora. Si conociésemos exactamente las fuentes de las cuales los materiales de cada Evangelio
fueron tomados, o la manera en que fueron usados, esta aparente discrepancia probablemente desaparecería al
instante. En ninguno de los dos casos hay inexactitud. Al mismo tiempo es difícil, teniendo estos hechos por delante,
el concebir que alguno de estos evangelistas escribiese su evangelio teniendo el otro a la vista, aunque muchos
piensan que esto es una inferencia muy precaria. para que se cumpliese lo que fué dicho por los profetas, que había
de ser llamado Nazareno—La mejor explicación del origen de este nombre parece ser aquella que lo relaciona con la
palabra netzer en Isaías 11:1: que significa una pequeña vara, vástago o retoño, a la cual el profeta se refiere cuando dice;
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”. El pequeño pueblo de Nazaret, que no se
menciona ni en el Antiguo Testamento ni en Josefo, probablemente recibió ese nombre por ser tan insignificante: una
varita en contraste con un árbol; y de ahí que se le [PAG. 16] mirase con desprecio: “¿De Nazaret puede haber algo de
bueno?” (Juan 1:46). El desprecio era aún mayor que aquel en que se tenía a Galilea, debido al número de gentiles que
se habían establecido en la parte alta de su territorio, que en opinión de los judíos la degradaban. De modo que en el
arreglo providencial mediante el cual nuestro Señor se crió en el despreciado e insignificante pueblo llamado Nazaret,
se hallaba envuelta, en primer lugar, una humillación local; en segundo lugar, una alusión a la predicción de Isaías en
cuanto a su humilde aparición, a modo de retoño del tronco seco sin ramas de Isaí; y en tercer lugar, un perenne
monumento de la humillación que “los profetas” habían aplicado al Mesías en varias de las más destacadas
predicciones.
 

vangelio según Mateo - Capítulo 2​

Comparación de Versiones de la Biblia​



Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible

Nueva Versión Internacional (NVI)
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Used by permission. All rights reserved worldwide.

Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Biblia Textual IV​



Biblia Peshitta​

Los magos de oriente
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a
Jerusalén unos magosa del oriente,
2 indagando: ¿Dónde está el reya de los judíos que ha nacido?, porque vimos su estrellab
en el oriente, y hemos venido a adorarlo.
3 Cuando se enteró Herodes, se perturbó, y Jerusalén entera con él.
4 Reuniendo, pues, a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, indagó
de ellos dónde habría de nacer el Cristo.
5 Y ellos respondieron: En Belén de Judea, pues así está escrito por el profeta:
6 “Y TÚ, BELÉN DE JUDÁ, DE NINGUNA MANERA ERES INFERIOR ENTRE LOS REYES DE JUDÁ,
PORQUE DE TI SALDRÁ UN REY QUE GOBERNARÁ A MI PUEBLO ISRAELa”.
7 Entonces Herodes llamó secretamente a los magos y se enteró por medio de ellos en
qué tiempo se les había aparecido la estrella,
8 y los envió a Belén, diciendo: Vayan e indaguen diligentemente acerca del niño, y
cuando lo encuentren, vengan y díganmelo para que también yo vaya a adorarlo.
9 Habiendo escuchado al rey, se fueron, y he aquí que la estrellaa que habían visto en el
oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se puso sobre el lugar donde estaba el niño.
10 Cuando vieron la estrella, se regocijaron mucho con gran alegría,
11 y entrando a la casa vieron al niño con Mariam su madre, y postrándose lo adoraron;
y abriendo sus tesoros le ofrecieron obsequios: oro, mirra e inciensoa,
12 pero les fue revelado en sueñosa que no regresaran ante Herodes. Y partieron para su
país por otro camino.
Huida de José a Egipto y muerte de los niños hebreos
13 Habiéndose ellos marchado, un ángel de Yahweh se le apareció en sueños a José,
diciéndole: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allá hasta que
yo te diga, porque Herodes ha dispuesto buscar al niño para darle muerte.
14 Entonces José, levantándose de noche, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto,
15 y permaneció allá hasta que Herodes murió, para que tuviera cumplimiento lo que
Yahweh habló por medio del profeta, que dijo: “DE EGIPTO LLAMÉ A MI HIJOa”.
16 Entonces Herodes, viéndose burlado por los magos, se enfureció sobremanera y
ordenó matar a todos los niñosa menores de dos años que había en Belén y en todos sus
alrededores, conforme al tiempo que había indagado de los magos.
17 Entonces tuvo cumplimiento lo que fue dicho mediante el profeta Jeremías que dijo:
18 “UNA VOZ SE ESCUCHÓ EN RAMÁ; GRAN LLANTO Y LAMENTACIÓN. RAQUEL LLORA POR SUS
HIJOS, Y NO QUIERE SER CONSOLADA PORQUE PERECIERONa”.
19 Pero al morir el rey Herodes, un ángel de Yahweh se apareció en sueños a José en
Egipto,
20 diciéndole: Levántate, toma al niño y a su madre y márchate a la tierra de Israel,
pues han muerto los que atentaban contra la vida del niño.
21 Entonces José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvió a la tierra de Israel,
1761
22 pero cuando se enteró de que Arquelao era el rey de Judea en lugar de su padre
Herodes, tuvo temor de ir allá, y le fue advertido en sueños que se fuera a la región de
Galilea.
23 Y llegó y habitó en una ciudad llamada Nazaret, para que tuviera cumplimiento lo
dicho por el profeta: Será llamado Nazarenoa.
 

Evangelio según Mateo - Capítulo 3​

Predicación de Juan el Bautista​

(Mr. 1.1-8; Lc. 3.1-9,15-17; Jn. 1.19-28)​

3 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos(A) se ha acercado.(B) 3 Pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
Enderezad sus sendas.(C)
4 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos;(D) y su comida era langostas y miel silvestre. 5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.
7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras!(E) ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre;(F) porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 10 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.(G)
11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

El bautismo de Jesús​

(Mr. 1.9-11; Lc. 3.21-22)​

13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.(H)

Cross references​

  1. Mateo 3:2 : Dn. 2.44.
  2. Mateo 3:2 : Mt. 4.17; Mr. 1.15.
  3. Mateo 3:3 : Is. 40.3.
  4. Mateo 3:4 : 2 R. 1.8.
  5. Mateo 3:7 : Mt. 12.34; 23.33.
  6. Mateo 3:9 : Jn. 8.33.
  7. Mateo 3:10 : Mt. 7.19.
  8. Mateo 3:17 : Is. 42.1; Mt. 12.18; 17.5; Mr. 9.7; Lc. 9.35.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible

 
Biblia de Estudio Mundo Hispano
Editorial Mundo Hispano

Evangelio según Mateo - Capítulo 3.​


Notas Culturales

3:1 Juan rompe el “silencio” de Dios de cuatrocientos años, predicando desde el oriente desértico y estéril del mar Muerto. Este fue un lugar dominado por los esenios, aunque no hay evidencias que apunten a que Juan perteneciera a este grupo. La ubicación del lugar del ministerio de Juan estaba situada más al norte donde el Jordán fluye hacia el mar Muerto. En el tiempo de Jesús, los judíos esperaban que del desierto viniera un caudillo que les trajera la tan esperada liberación.

3:4a Juan lució como Elías (2 Rey. 1:8) para identificarse con él y con la profecía de Malaquías 4:5, 6, aparte de comunicar humildad y austeridad. Juan vistió como un profeta (Zac. 13:4) y su mensaje deriva de Isaías 40:3-5. No obstante la apariencia de ermitaño era propia de los ascetas que vivían alejados de la sociedad.

3:4b La dieta de Juan era la de las personas muy pobres (Lev. 11:22). La miel que usaba Juan era silvestre, aunque la mayoría criaba abejas domésticas. La miel normalmente se obtenía usando humo para ahuyentar a las abejas. La miel era el único endulzante para las comidas y se consideraba como el sabor más agradable de todos. Los esenios y otros judíos piadosos seguían dietas como la de Juan, para evitar la comida inmunda (2 Macabeos. 5:27).

3:6 Aunque el sistema de purificación religiosa es anterior a Juan (Lev. 15:13), su bautismo difiere en fondo (significado) y forma (método). El arrepentimiento de Juan era radical y en función del reino, no de una secta o ritos o del proselitismo judío. Además, la forma simbolizaba cambio de vida total. Por eso Jesús dijo que el bautismo de Juan fue del cielo (Mat. 21:25; Rom. 6:4).

Notas Hermenéuticas

3:2 En el periodo intertestamentario el legalismo judío se exacerbó radicalmente. La doctrina de la elección expresada en el antiguo pacto fue sustituida por la obediencia ciega a la ley. El legalismo reemplazó a la gracia. Juan enfatiza que el Reino se ha acercado y que el condicionamiento sine qua non es el arrepentimiento. La palabra reino es mencionada más de cincuenta veces en Mateo; la frase reino de Dios solo aparece cuatro veces.

3:7 El mensaje de Juan es radical, confrontacional y severo; al estilo de Elías (1 Rey. 18:21). Increpó a los fariseos y saduceos como generación de víboras. Los antiguos pensaban que algunas clases de víboras salían del interior de sus madres comiéndoselas al abrir un hueco para salir (Heródoto, Plutarco). Ser llamado víbora era de por sí peyorativo, pero ser llamado “hijo” de una víbora era peor, pues implicaba ser asesino de su madre.

3:11 Hay tres tipos de bautismo: En agua para arrepentimiento, como símbolo externo de purificación. En el Espíritu Santo, como incorporación de los creyentes al cuerpo de Cristo (Juan 3:3; 1 Cor. 12:13). En fuego se refiere al juicio sobre los incrédulos que serán separados, como se separa la paja del trigo.

3:13-15 El bautismo de Jesús no implica arrepentimiento por cuanto él era Dios hecho carne, Emanuel; ello explica la oposición de Juan. Pero obedece a tres razones fundamentales: Es un acto de obediencia, para cumplir toda justicia, por su identificación con los pecadores; es una estrategia de testimonio sobrenatural de la Triunidad y, es un ejemplo pastoral para todo creyente que debe identificarse públicamente con la muerte y resurrección del Señor (Gál. 2:20).

3:16, 17 Aquí están presentes maravillosamente las tres personas de la Triunidad. El Padre que testifica audiblemente autenticando a Jesús como su eterno Hijo amado. El bendito Espíritu Santo que se manifiesta en una teofanía sobre el cuerpo de Jesús, simbolizando la unción divina. El Cristo de Dios, Jesús, que inicia oficial y públicamente su ministerio como el redentor de los pecadores, con quienes se acaba de identificar plena e históricamente en el bautismo.

Artículo Ético
3:2 Ningún Evangelio en el NT es una “biografía” de Jesús, técnicamente hablando, aunque incluyen aspectos sobre la vida de Jesús. Son perspectivas tangenciales y específicas sobre un aspecto teológico en torno a la persona, mensaje y obra de Jesús. Los Evangelios son narraciones cuidadosamente seleccionadas sobre al ministerio del Señor. Una clave para entender y discernir el contenido de un libro del NT, y en especial el género narrativo, es determinar el propósito del libro, y sobre la base de esa finalidad y línea de pensamiento original del autor, concatenar cada pasaje del libro. El hilo de pensamiento en Mateo es que el reino de los cielos se ha acercado, y ello implica arrepentimiento (metanoia); sin cambio de mentalidad no hay reino.
 
Comentario Bíblico Mundo Hispano
Tomo 14 - Evangelio según Mateo
Editorial Mundo Hispano

II. EL COMIENZO DEL MINISTERIO DEL REY, 3:1-4:25
Mateo presenta material en los caps. 1 y 2 que no se encuentra en Marcos y Juan. Coincide con Lucas solamente en
algunos pocos detalles. A partir del cap. 3, y aceptando la prioridad de Marcos, observamos que Mateo utiliza el Evangelio
según Marcos como su fuente principal y, en general, sigue el orden de los eventos de Marcos. Sin embargo, agrega material
nuevo y organiza el material en forma temática, según su propósito. Por supuesto, por ser Mateo discípulo del Señor,
tuvo acceso directo a la vida, enseñanzas y milagros de Jesús.
Encontramos seis eventos principales en los caps. 3 y 4: Juan el Bautista y su ministerio, 3:1–12; el bautismo de Jesús,
3:13–17; sus tentaciones, 4:1–11; su sede en Capernaúm, 4:12–17; sus primeros [página 62] discípulos, 4:18–22; su
primer ministerio, 4:23–25. En esta sección aparece material que procede de tres fuentes: material de Marcos, material
común a Mateo y Lucas pero que no se encuentra en Marcos, y material particular a Mateo. Problemente en esta tercera
categoría se incluye material tanto de la propia experiencia de Mateo como también de otras fuentes orales y escritas.
1. El precursor y su mensaje, 3:1-12
Mateo presenta al precursor de Jesús, Juan el Bautista, como alguien conocido por sus lectores. Su interés en Juan
tiene que ver exclusivamente con la preparación para la venida, o la aparición pública, del Mesías. Aun la expresión En
aquellos días... probablemente se refiere al período mencionado en el capítulo anterior cuando Jesús vivía en Nazaret con
su familia. Hay por lo menos tres temas de interés en este pasaje: la persona de Juan, el lugar de su ministerio y su mensaje.

La persona del precursor. Solo Lucas presenta la historia del anuncio del nacimiento de Juan (Luc. 1:5–25) y el nacimiento
mismo (Luc. 1:57–66). Fue un bebé milagroso, pues su madre, Elizabet, era estéril, y ambos padres de edad
avanzada (Luc. 1:7, 18). Ambos eran de línea sacerdotal y piadosos (Luc. 1:5, 6). Un ángel le anunció a Zacarías, esposo
de Elizabet, que tendría un hijo y que su nombre sería Juan (Luc. 1:13), que significa “Jehovah es bondadoso”, o “Jehovah
dio gratuitamente”. El hijo tendría un ministerio muy importante en los planes de Dios, tendría que abstenerse de toda bebida
intoxicante (probablemente el voto del nazareo, ver Núm. 6) y sería lleno del Espíritu Santo desde el nacimiento.
Juan era de la línea sacerdotal, pero tenía el ministerio profético de hacer volver a los israelitas a Dios (Luc. 1:16) y lograr
la reconciliación en las familias (Luc. 1:17), como preparación para la venida del Mesías. Obraba en el poder y espíritu
de Elías, en cumplimiento de la profecía de Malaquías (4:5, 6; ver también Mat. 11:14; 17:10–13). Aun su vestimenta (de
pelo de camello y cinto de cuero) y su comida (langostas y miel silvestre) eran similares a lo que Elías vestía y comía (ver
2 Rey. 1:8). Juan no fue necesariamente asceta, sino que se vestía y comía conforme a la costumbre de la gente de esa
zona. Como Elías, (1 Rey. 18:21) exhortaba al pueblo a decidirse de una vez a servir a Jehovah.
Mateo indica que Juan es el cumplimiento de la profecía de Isaías 40:3. Esta profecía [página 63] originalmente fue
un mensaje de consolación para los judíos en el cautiverio babilónico, de que volverían a Judea bajo la dirección, provisión
y protección de Jehovah. Antiguamente había pocas carreteras transitables y sin muchos impedimentos. Cuando un rey
recorría su dominio, escuadras de obreros iban delante preparando el camino para el rey, quitando piedras, llenando pozos
y lugares bajos, allanando lugares altos y peligrosos, enderezando caminos torcidos. Todos estos preparativos tenían
el propósito de hacer más seguro y placentero el camino para su rey. El camino de vuelta a Jerusalén del cautiverio babilónico
sería para los desterrados como preparar la carretera del Gran Rey de Israel. Todos los fieles deberían participar en
la preparación física y material para su venida. Así también Juan tendría la importante tarea, más importante aun que la
anterior, de preparar espiritualmente al pueblo para la venida de Jesús, el Rey-Mesías.

Se supone que los padres de Juan, siendo ancianos cuando él nació, murieron cuando Juan era aún joven. Por lo menos
no se los menciona después de su nacimiento. Muchos comentaristas opinan que Juan tuvo contacto con la secta de
los esenios y quizá vivió entre ellos durante su juventud. Si fuera así, eso explicaría su vida austera, su vestimenta rústica
y la comida propia de los habitantes del desierto donde moraban los esenios (Luc. 1:80).
Juan se consideraba menos que un mero siervo de Jesús, pues decía: ... cuyo calzado no soy digno de llevar, es más
poderoso que yo (v. 11). El término “calzado” es literalmente “lo que está atado debajo” y se refiere al tipo de sandalia que
llevaban los habitantes del desierto: un trozo de cuero de oveja, como suela, sujetado al pie con correas de cuero. El siervo
doméstico más humilde entre los esclavos llevaba las sandalias de su amo. Juan, con esta expresión, quizo rechazar
45
[página 64] categóricamente lo que algunos de los judíos habían comenzado a sospechar: si acaso Juan sería el Cristo
(Luc. 3:15). Como dice Broadus: “Gran fuerza de carácter, aunada a gran humildad y modestia, es cosa digna de la más
cordial admiración.”
El lugar del ministerio de Juan. El término desierto de Judea (3:1) no define con precisión dónde Juan inició su ministerio.
“Desierto” es un término que significa más bien un territorio no cultivado y no habitado. Tales terrenos serían, en
algunos casos, para pastorear ovejas. Josefo llama “desierto” todo el angosto valle del Jordán, desde el mar de Galilea
hasta el mar Muerto. Lo más probable es que Juan viajaba y predicaba a lo largo del río Jordán, de ambos lados, desde el
mar Muerto (orilla noroeste), en el extremo sur, hacia el mar de Galilea, aunque no hay evidencia de que haya entrado en
Galilea. Quizá inició su ministerio en la zona nordeste del mar Muerto y gradualmente fue hacia el norte por la orilla del
Jordán, encontrándose con Jesús frente a Jericó, según tradiciones.
El mensaje de Juan. El mensaje de Juan, preparando el camino del Señor (v. 3), incluye varios temas básicos en el
evangelio: el arrepentimiento (v. 2) que produce confesión de pecados y bautismo (vv. 5, 6), la demanda de frutos para
comprobar en forma visible lo genuino de su arrepentimiento (v. 8), la advertencia contra la presunción (vv. 9, 10) y el juicio
de Dios (vv. 10–12).
La esencia del mensaje que Juan proclamaba era un mandato a todos los oyentes a “arrepentirse” (v. 2). En el NT hay
por lo menos dos palabras griegas que se traducen “arrepentirse”: la más común metanoéo 3340, es la que se encuentra en
este pasaje y significa “cambiar radicalmente la manera de pensar”. Se emplea cinco veces en Mateo y otras veintinueve
en el resto del NT. Hay dos conceptos lógicamente implicados en el término “arrepentirse”, que se observan tanto al examinar
su uso en el NT como en este contexto. El primer concepto es el “pesar”, o “dolor”, que anticipa, acompaña y motiva
el “cambio de pensar”. Sin este pesar, no puede producirse el arrepentimiento bí-blico. Esencialmente el pesar es el darse
cuenta que uno ha pensado, hablado u obrado en una manera que ofende a Dios y/o al semejante. El segundo concepto
es el “cambio de conducta” que resulta necesariamente del “cambio de pensar”. El arrepentimiento es, pues, un cambio
interior y espiritual, un cambio de propósito de vida, que se refleja necesariamente en un cambio exterior y práctico. Una
de las ilustraciones bíblicas más gráficas del arrepentimiento es la decisión del hijo pródigo de regresar a la casa de sus
padres y someterse a su autoridad (ver Luc. 15).
La otra palabra griega que se traduce “arrepentimiento” es metamélomai 3340 y comunica un concepto ligeramente distinto
al del término metanoéo 3340. Se encuentra solamente siete veces en el NT (Mat. 21:29, 32; 27:3; Rom. 11:29; 2 Cor.
7:8, 10; Heb. 7:21). Este término significa “cambiar el sentimiento de cuidado en pesadumbre”, “sentir lástima por algo”,
pero no expresa un cambio radical en la manera de pensar, ni cambio de conducta. Nunca se usa para expresar dolor o
pesar por el pecado. Esta pesadumbre podría conducir al arrepentimiento radical, pero éste no es el resultado necesario.
El concepto expresado aquí, arrepentíos (v. 2), comunica esencialmente lo mismo que el término usado por los profetas
del AT con la exhortación de “volverse a Dios” (Eze. 33:11). Encontramos el término “volverse a Dios”, o “convertirse”,
en el NT [página 65] donde acompaña el término “arrepentirse” (Hech. 3:19; 26:20), de modo que parecen ser términos
esencialmente sinónimos.
Lamentablemente algunas versiones católicas, como por ejemplo, la de Torres Amat y la de Scío, traducen el término
“arrepentirse” como “hacer penitencia”. El error es grave, pues esta traducción enfatiza el elemento de “pesar”, pero descuida
el énfasis en el resultante cambio de conducta.
La urgencia de la exhortación de Juan de “arrepentirse” se debe a la inminencia del reino de los cielos (v. 2) que estaba
a punto de manifestarse. Los profetas proclamaban que el Mesías “vendría”. Después de 400 años de silencio profético,
Juan, el último y más grande de los profetas, dijo: ... se ha acercado (v. 2), y luego: He aquí, el Cordero de Dios...
(Juan 1:29). Así Juan tuvo el privilegio de anunciar la llegada del Mesías y con él, el reino de Dios.
“Reino de los cielos” es sinónimo con “reino de Dios”. Se usa treinta y tres veces en Mateo. “Los cielos”, siendo la residencia
de Dios, se usa para representar a Dios mismo, pues los judíos se negaban a usar con frecuencia el nombre de
Dios por temor de profanarlo. Así se explica el hecho de que Mateo emplea solamente cuatro veces el término “reino de
Dios”. El término “reino”, encontrado unas cien veces en Mateo, se usa en varios sentidos: (1) la posesión de una autoridad
real (16:28); (2) el ejercicio de un poder real o soberano; (3) los súbditos o el territorio (12:25). De los tres términos
que se usan para comunicar el significado del término griego basilea 932 (soberanía, reinado y reino), el más adecuado
sería “reinado”, o el ejercicio soberano del gobierno. Dios gobierna soberanamente sobre los que voluntariamente se someten
a él. El reino se compone de personas que se han arrepentido, han puesto su fe en Cristo y se han sometido a él
como Señor soberano. El reino llegó y se hizo presente en la persona del Ungido de Dios, pero también tiene su aspecto
futuro en cuanto a su plenitud o culminación al fin de los siglos.
46
La proclamación de Juan era atrayente, valiente y llena de autoridad divina. Desde los días de Malaquías, 400 años
antes, nadie había escuchado una voz profética en Israel. Por su novedad y autoridad, grandes multitudes se juntaban
para escucharle (v. 5). Se debe entender la expresión toda Judea y toda la región del Jordán (v. 5) como una exageración
graciosa (comp. 8:34), indicando más bien una tremenda concurrencia de todas partes. La primera evidencia del arrepentimiento
sincero es la confesión, o reconocimiento de sus pecados, y luego el bautismo (vv. 5, 6). “Confesar pecados” significa
literalmente “decir lo mismo”, “ponerse de acuerdo con otro”. Dios, por medio de su palabra, dice que todo [página
66] hombre es pecador y que tal o cual actitud o acción es un pecado. La confesión es el acto de ponerse de acuerdo con
lo que Dios ha dicho.
El bautismo de Juan era un bautismo de limpieza exterior que representaba gráficamente la limpieza interior de pecados.
El bautismo de Juan no significaba lo que significa el bautismo cristiano, pues los que fueron bautizados por él no
habían experimentado la regeneración espiritual (comp. Hech. 19:3–6). Algunos opinan que el bautismo de Juan era una
innovación de parte de Juan, o quizá lo que se llama el “bautismo de prosélitos” que los judíos empleaban como requisito
para los no judíos que deseaban ser miembros del pueblo de Dios. Otros niegan que los judíos hayan practicado un “bautismo
de prosélitos”. Por ejemplo, Broadus afirma que tal práctica no se encuentra en el AT, ni en los libros apócrifos, ni en
los de Filón, ni en los de Josefo (p. 55).
Juan mismo describe su bautismo como para arrepentimiento (v. 11). El significado básico de la preposición “para” (en
griego eis 1520 usada más de 1.700 veces en el NT, es “hacia adentro, hasta, a, para, o por”. La traducción “para”, usando
el significado básico de la preposición, parece indicar que el bautismo produce, o resulta en, el arrepentimiento. Encontramos
la misma construcción en Hechos 2:38 y 3:19. Sin embargo, el contexto en este pasaje y en Hechos no admite tal
interpretación, pues Mateo afirma claramente que el arrepentimiento precede y es un requisito para el bautismo (vv. 2, 8).
También, la confesión de pecados (v. 6), acto que sucede al arrepentimiento, antecede el bautismo.
Dana y Mantey (Gramática Griega del NT, pp. 101, 111) clasifican el uso de la preposición griega eis 1520, como la encontramos
en el v. 11, como uno de “significado remoto”, y le dan el significado “debido a” o “por razón de”. El ejemplo
clásico que aclara este uso de la preposición en cuestión es Mateo 12:41, donde nuestra versión la traduce “ante”, que
significa “por razón de”. Este uso de la preposición satisface el texto en Mateo 3:11 y los dos mencionados en Hechos.
El modo de bautismo ha sido motivo de controversias en el cristianismo desde el primer siglo. Básicamente la controversia
gira alrededor de dos posiciones: inmersión o aspersión. Este pasaje arroja dos rayos de luz para ayudar a aclarar
cual es el modo bíblico. En primer lugar, Mateo relata que eran bautizados por él en el río Jordán (v. 6). La preposición
“en”, usada con el caso locativo, como en el v. 6, indica acción que ocurre dentro de un ambiente o elemento. No se realizaba
al lado de, o cerca de, sino dentro del río. Mateo 3:16 corrobora esta posición al decir, refiriéndose al bautismo de
Jesús, que en seguida subió del agua. Probablemente la expresión significa que Jesús se levantó de debajo del agua,
aunque podría significar que Jesús salió del río.
De más peso aun es el significado del mismo verbo baptízo 907 del cual viene nuestro término “bautizar”, como transliteración.
Los léxicos griegos indican uniformemente que este verbo se refiere al acto de “sumergir”, o “poner debajo del
agua”. El verbo en griego se construye sobre el término bathús 907 que significa [página 67] “bajo” o “profundo”. Por otro
lado, el significado de este acto simbólico requiere la inmersión total del candidato. El bautismo de Juan simbolizaba la
limpieza de todo el ser. Para representar esa verdad, era necesaria la inmersión de todo el cuerpo. El bautismo cristiano,
luego, simbolizaba la regeneración de todo el ser —muerte, sepultura y resurrección— que requiere también la inmersión
(comp. Rom. 6:4).
La práctica del rociamiento, o aspersión, surgió en el siglo II como substituto para el bautismo bíblico en casos de moribundos
que no podían ser sumergidos, o en zonas donde había escasez de agua. Lo que era una excepción especial al
principio fue ganando tal popularidad que en el siglo XIII fue aprobado por el catolicismo como modo de uso general.
Juan demandaba evidencia de un arrepentimiento genuino a los que querían ser bautizados (vv. 7–10). Al ver a los líderes
religiosos de Jerusalén, tanto fariseos como saduceos, famosos por su hipocresía, se negó a bautizarlos. Emplea un
término descriptivo que Jesús luego usa en varias ocasiones (12:34; 23:33; ver también, Isa. 14:29; 59:5; Sal. 58:4). Generación
de víboras (v. 7) quiere decir “nacidos de”, o “hijos de”, o “de la misma naturaleza”. Este término señala el carácter
venenoso, dañino, y quizá engañoso de ellos. Juan advertía que la descendencia física de Abraham no los libraría de la
demanda de una vida justa y sincera.
En este pasaje tenemos la primera mención de dos de las sectas más importantes en el judaísmo: los fariseos y los
saduceos. Según Josefo, había cuatro sectas o partidos religiosos. Además de los fariseos y saduceos, estaban los zelotes
y los esenios. El origen de estos partidos religiosos es oscuro. No se mencionan en el AT. Josefo afirma que los fari47
seos y saduceos surgieron durante el tiempo de los macabeos, a mediados del segundo siglo a. de J.C. Los fariseos representaban
la línea más nacionalista y legalista de los macabeos, mientras que los saduceos constituían un grupo contrario
a los fariseos, más moderados tanto en su interpretación de la ley como en su relación con el gobierno romano. Como
veremos en el desarrollo de Mateo, estos dos partidos, enemigos acé-rrimos entre sí, se unieron para resistir a Jesús y, al
fin, llevarlo a la cruz.
El término “fariseo”, significa en hebreo y arameo, “separatista”. Algunos sugieren que este nombre descriptivo les fue
dado por los saduceos, sus enemigos, por su insistencia de separarse del control sacerdotal, procurando establecer su
propio poder. En estos dos grupos vemos la continuación del antagonismo entre los profetas y sacerdotes del AT, los fariseos
pretendiendo ser descendientes de los profetas, mientras que los saduceos de los sacerdotes. Quizás fueron llamados
“separatistas”, también, por su cuidado meticuloso de separarse de toda persona o cosa que podría contaminarlos
ceremonialmente. Otros opinan que el nombre se refiere a su afán de separar cosas de menor y mayor importancia de la
ley.
La mayoría de las autoridades consideran que el nombre “saduceo” se deriva de Zadok, el sumo sacerdote durante el
reinado de Salomón. Los saduceos gozaban de mayor número de líderes en el Sanedrín, pero los fariseos eran más populares
y ejercían mayor influencia en el pueblo. Los saduceos consideraban el Pentateuco como palabra de Dios, pero daban
poca importancia al resto del AT y, por eso, no aceptaban las enseñanzas proféticas del Mesías venidero, ni de la
existencia de ángeles, ni de la realidad de la resurrección.
Juan demandaba frutos dignos de arrepentimiento (v. 8) antes del bautismo, pero además, advertía de la consecuencia
de no producir buen fruto (v. 10). En el reino habrá juicio por la falta de buenos frutos: Ira venidera (v. 7), hacha (v. 10),
fuego (vv. 11, 12) y aventador (v. 12) son figuras que enfatizan la severidad del juicio de Dios contra los que resisten las
demandas de su reino. Esta advertencia se dirije primeramente contra los fariseos y saduceos, pero también se extiende a
todos los judíos y finalmente a los gentiles. El [página 68] mensaje de Juan es similar al de Jonás: ¡De aquí a cuarenta
días, Nínive será destruida! (Jon. 3:4). Enfatiza el juicio. Jesús por su parte enfatizará más el amor y misericordia de Dios,
aunque no descuidando el juicio sobre los que no se arrepienten.
Juan aclara la diferencia entre su bautismo y el de Jesús (v. 11). El de Juan era un bautismo en agua, representando
la limpieza interior efectuada en el arrepentimiento. El bautismo de Jesús se efectuaba en el Espíritu Santo y fuego, significando
la regeneración, la creación de nueva vida. Obsérvese con cuidado que Jesús mismo, no el Espíritu Santo, es el
agente del bautismo. En oposición a esta clara enseñanza bíblica, hay canciones, himnos y libros que presentan al Espíritu
Santo como el que realiza el bautismo. Se discute si la preposición griega en debe traducirse “en” (locativo), o “con”
(instrumental). Aunque esta preposición griega se traduce al castellano en raras ocasiones con el término “con”, el significado
básico es “en” (locativo). Es decir, Juan y Jesús bautizaban a los candidatos en medio de un elemento: Juan en
agua, Jesús en el Espíritu Santo. El bautismo de Jesús se refiere a la experiencia inicial, la introducción al reino de Dios y
a la familia de Dios. No hay evidencia de que se refiera a una “segunda bendición” algún tiempo después de la conversión.
Esta promesa del bautismo que Jesús efectuaría sigue en pie como promesa hasta Pentecostés (ver Juan 7:38; Hech. 1:5,
8; 2:4). Luego de Pentecostés, el bautismo en el Espíritu Santo ocurre en el instante que uno es regenerado (ver 1 Cor.
12:13; Ef. 1:11–13). Tampoco debemos mezclar el concepto del bautismo de Juan con el de Jesús en el sentido de que
sean esenciales para la salvación, o sea, la creencia en la regeneración bautismal.
El término y fuego (v. 11) en relación con el bautismo de Jesús ha sido motivo de distintas interpretaciones. El vocablo
“fuego” es una figura que representa la presencia de Dios (Exo. 3:2, 13:22), la acción purificadora (Mal. 3:2, 4; 4:1–3); o el
juicio de Dios sobre los malos (5:22; 25:24). La pregunta es si el fuego representa la acción purificadora de Dios en la vida
de los que son bautizados en el Espíritu Santo, o sea, los creyentes, o si se refiere a los incrédulos y rebeldes quienes
serán castigados con fuego. Puesto que el texto dice os bautizará en Espíritu Santo y fuego (v. 11), parece que ambas
figuras se refieren a los mismos objetos, o sea, a los creyentes. En el mismo texto, sin embargo, hay personas que merecen
el castigo de Dios (fariseos y saduceos). Broadus insiste que se debe entender este término a la luz de su aplicación
en Malaquías donde unos serán consumidos y otros conservados y purificados.
Su aventador (v. 12) se refiere a la pala con que el obrero levantaba en el aire el trigo pisoteado para que el viento
arrastrara la paja a cierta distancia, mientras que el grano, siendo de menos cuerpo y más pesado, caería en una pila cerca
del obrero. La figura expresa la separación que tendrá lugar en el juicio, tema que se repite frecuentemente en el NT.
2. Su bautismo, 3:13-17
48
Esta sección constituye el clímax del ministerio del precursor y a la vez, el comienzo oficial del ministerio del Hijo de
Dios. Juan había preparado el camino del Señor (3:3) con su predicación, demandando el arrepentimiento de parte del
pueblo, volverse de corazón a Dios. Para Jesús, era como el ungimiento del nuevo Rey, o la ceremonia de inauguración.
La sección se inicia con el adverbio de tiempo entonces (v. 13), que es casi equivalente a la expresión en aquellos días
(3:1; comp. Mar. 1:9). Indica el comienzo de un nuevo evento en orden cronológico, pero no necesariamente de modo
inmediato. Encontramos cinco temas de importancia en la sección: la iniciativa de Jesús, la resistencia de Juan, la realización
del acto, los fenómenos sobrenaturales y el resumen del significado del evento.
La iniciativa de Jesús. Lo más probable es que Jesús, estando en Nazaret (ver Mar. 1:9), [página 69] se haya enterado
del ministerio de Juan llamando a todos los judíos a volverse a Dios. La gente de Galilea había acudido a escuchar a
Juan y a ser bautizada. La expresión toda la región del Jordán (3:5) incluye parte de Galilea. Jesús no podía permanecer
indiferente a la voz profética de Juan y a la relación que tenía con su propio ministerio. Dejó su hogar tranquilo y viajó
hacia el sur donde estaba Juan, pues no hay evidencia de que Juan haya entrado en Galilea. La tradición fija un lugar
frente a Jericó como el escenario donde Jesús fue bautizado, pero no hay certeza al respecto.
Es imposible determinar hasta qué punto tuvo Jesús plena conciencia de su ministerio mesiánico cuando iba hacia el
Jordán. Sin lugar a dudas, sabía que Dios tenía una misión especial para él. Por otro lado, Jesús era sin pecado (ver Heb.
4:15), a diferencia de los demás que se presentaban a Juan.

Sabemos que Jesús tenía treinta años de edad cuando inició su ministerio (Luc. 3:23), pero no sabemos por cuánto
tiempo Juan había estado predicando cuando Jesús se presentó. Si Juan inició su ministerio a los treinta años de edad
también, cosa que no es segura, había comenzado sólo seis meses antes del bautismo de Jesús, pues nació seis meses
antes que Jesús (Luc. 1:26).
La resistencia de Juan. De inmediato, Juan reconoció que Jesús era distinto a los demás que se presentaban para
ser bautizados. Sin embargo, aparentemente no lo reconoció como el Mesías antes de bautizarlo. Luego, al presenciar los
fenómenos sobrenaturales que sucedieron, sí lo reconoció como tal. Esta conclusión es necesaria para evitar un conflicto
con el relato del Evangelio de Juan (1:31–34). Juan el Bautista reconoció que ante él estaba una persona singular, justa,
superior. Por eso, se oponía tenazmente al pedido de Jesús, siendo agudamente consciente de su propia indignidad. Los
pronombres son enfáticos: Yo necesito ser bautizado por ti, y ¿tú vienes a mí? (v. 14b). Tal énfasis revela la sorpresa e
incomprensión de parte de Juan.
La realización del acto. Ante la resistencia de Juan, Jesús insistió con una explicación: ... porque así nos conviene
cumplir toda justicia (v. 15b). Hay tres posibles interpretaciones para el pronombre nos: (l) Puede referirse solamente a
Jesús; (2) o a Jesús y a Juan; (3) o a Jesús y al pueblo con el cual Jesús estaba identificado. La primera opción considera
la forma plural como un “plural literario”, construcción que no es común, si existe, en las Escrituras. Si aceptamos la se49
gunda opción, sería un argumento para convencer a Juan que, a pesar de su indignidad, era necesario para ambos. Contra
esta posición está la consideración de que no hay evidencia de que Juan haya sido bautizado. Queda la tercera posibilidad,
la más probable, pues afirma un principio general: a todos nosotros nos conviene cumplir toda justicia.
“Cumplir” significa “completar”, “llevar a cabo”, “llenar una medida” (comp. 1:22). “Justicia” es un término rico y amplio
en su significado. (1) Es un atributo de Dios mismo: El es justo. (2) Es la naturaleza de toda acción de Dios: El obra justicia.
(3) Es lo que él imparte a los que creen en Jesucristo: Somos hechos justicia en él (comp. 2 Cor. 5:21). Es lo que él
demanda de su pueblo. Obramos justicia cuando [página 71] cumplimos las demandas de Dios. Probablemente la última
opción es que mejor explica la expresión del Señor. Jesús reconoció que el bautismo de Juan había sido ordenado por
Dios (ver 21:23–27) y que era la voluntad de Dios que todos los judíos se sometiesen a esa ordenanza. Aunque no tenía
pecado, Jesús era judío. Para obedecer la orden de Dios a Juan, para identificarse con el pueblo judío y para aprobar el
ministerio de Juan, Jesús quiso entonces cumplir toda justicia (v. 15). Algunos opinan que el bautismo no era necesario
para Jesús, pero él igual lo hizo como ejemplo para otros (comp. 17:27).
Jesús fue bautizado por Juan (vv. 13, 16) en el río Jordán. En seguida subió del agua (v. 16) probablemente significa
que no demoró en el agua después del acto. He realizado bautismos en ríos o lagos con varios candidatos, a veces a cierta
distancia de la orilla para alcanzar la profundidad necesaria. Todos entran en el agua, son bautizados uno por uno, y
todos se quedan en el agua hasta que el último ha sido bautizado. Inclusive a veces se realiza un pequeño culto antes o
después del bautismo, estando los candidatos en el agua.
Tres fenómenos sobrenaturales. En seguida del bautismo de Jesús, y en relación directa con él, sucedieron tres fenómenos
milagrosos: Los cielos le fueron abiertos, apareció una paloma y se oyó una voz del cielo. Los cielos le fueron
abiertos (v. 16b) se refiere a una aparición milagrosa que posiblemente solo Jesús vio, pues le seguramente se refiere a
Jesús y no a Juan. Pero el pronombre “le” no se encuentra en algunos de los mss. más antiguos. Lucas dice: Y mientras
oraba, el cielo fue abierto (Luc. 3:21). Marcos da a entender que fue Jesús quien vio los cielos abiertos (Mar. 1:10), pero
no es concluyente. También Esteban antes de ser apedreado vio los cielos abiertos (Hech. 7:56). Parece que la experiencia
de Esteban tuvo el propósito de fortalecerlo para enfrentar la muerte y la de Jesús para iniciar su ministerio.
Y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él (v. 16c). El verbo vio siendo de la tercera persona
singular, indica que Jesús mismo vio esta segunda manifestación. Marcos corrobora esta evidencia, mientras que
Lucas se limita a relatar el evento sin indicar quién lo vio. Se discute si el Espíritu descendió en la forma o en la manera
de una paloma. Los cuatro Evangelios usan el mismo adverbio como paloma, pero Lucas agrega en forma corporal (Luc.
3:22). Puesto que el Espíritu es invisible, sería necesaria una aparición en forma corporal para poder verlo. Juan añade
otra expresión de interés: Y posó sobre él (Juan 1:32). El verbo posó es el mismo que se emplea en Juan 15 donde se
traduce “permanecer”. Aquí también se puede traducir como y permaneció sobre él, dando a entender que luego el Espíritu
no lo abandonó. Todo el ministerio de Jesús estuvo bajo la dirección y poder del Espíritu Santo.
Aunque la paloma era un símbolo de Israel, algunos entienden que también era símbolo del Espíritu, ya que se movía
sobre la faz de las aguas (Gén. 1:2). Faltan evidencias convincentes de que los judíos así lo entendieron antes del tiempo
de Jesús. Comenzando con Saúl y en adelante los reyes de Israel eran ungidos antes de tomar su puesto. Mateo presenta
a Jesús como el Rey que inicia públicamente [página 72] su reinado en el acto del bautismo. Pedro, predicando en la
casa de Cornelio, anunció que Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder (Hech. 10:38). ¿Cuándo sucedió este evento?
Seguramente se refiere al descenso del Espíritu Santo después del bautismo de Jesús. La paloma es una de las aves
más mansas e inofensivas. Así fue Jesús en su ministerio manso y humilde de corazón (11:29; comp. 10:16). El comentarista
Tasker llama la atención a la gran paradoja de que sobre el Mesías, quien bautizaría con fuego, símbolo de la severidad
de Dios, el Espíritu descendió como una paloma, símbolo de ternura y mansedumbre. Estas dos características, aparentemente
contradictorias, se combinan en las manifestaciones de Dios a través de la Biblia (comp. Rom. 11:22; ver también
Juan 2:15 y 3:16).
La voz de Dios desde el cielo sirve como broche de oro para esta ocasión: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia (v. 17). La misma expresión Este es mi Hijo... se repite en Mateo 17:5 y 2 Pedro 1:17. Lucas, por otro lado,
indica que la voz se dirige a Jesús en segunda persona singular: Tu eres mi Hijo amado (Luc. 3:22).
Este mensaje celestial es una combinación de dos expresiones: una tomada del Salmo 2:7 y una de Isaías 42:1. Seguramente
Jesús había meditado en estos pasajes mesiánicos desde su niñez (comp. Luc. 2:49) y cuando de joven estudiaba
las Escrituras. Jehovah se presenta en el Salmo 2:7 como el que corona a un hijo de David para reinar sobre Israel:
Tú eres mi hijo; yo te engendré hoy. Todos los judíos entendían que este Salmo era una descripción del Mesías venidero,
el poderoso Rey de Dios, quien establecería su reino en la tierra. En Isaías 42:1, el profeta describe la misión mundial del
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siervo de Jehovah, el siervo sufriente, quien obedecería perfectamente la voluntad de Dios: He aquí mi siervo, a quien
sostendré; mi escogido en quien se complace mi alma. Sobre él he puesto mi Espíritu, y él traerá justicia a las naciones.
Esta descripción culmina en Isaías 53.
El verbo traducido tengo complacencia 2106 (v. 17) habla de una acción en el pasado indefinido. Una traducción más literal
sería: en quien me agradé. Es posible que sea una alusión, como dice Broadus, a que “en las profundidades de la
eternidad antes del principio de la creación, Dios amó, se deleitó en su Hijo Eterno; y ahora en el bautismo y en la transfiguración,
da testimonio de él...” (comp. también Juan 17:24; Ef. 1:4).
Este pasaje refuta eficazmente dos herejías antiguas que persisten en nuestros días en distintos grupos “cristianos”.
Los monarquianos adopcionistas (antitrinitarios), sostenían que en el bautismo, el Jesús humano fue adoptado como Hijo
de Dios. Con esta doctrina, negaban el nacimiento virginal y echaban por tierra la doctrina de la Trinidad. Por otro lado, los
monarquianos modalistas (antitrinitarios) llamados unitarios en la actualidad, sostienen que hay una sola persona divina.
Según ellos, las tres personas de la divinidad son tres modos de manifestarse, a veces como el Padre, a veces como el
Hijo, y a veces como el Espíritu Santo. La manifestación simultánea de las tres personas en el bautismo y transfiguración
de Jesús hace insostenible esta herejía. Por otro lado, la traducción más literal de la frase verbal, en quien me agradé,
deja sin pie la primera herejía, pues habla de una relación con el Hijo Divino en la eternidad antes de la creación. Por supuesto,
esta herejía también es insostenible ante la clara enseñanza de Mateo y Lucas del nacimiento virginal de Jesús en
cumplimiento a las profecías del AT.
El significado de este pasaje puede ser resumido en cuatro aseveraciones: (1) Fue un momento de identificación con
Juan y con la humanidad; (2) fue un momento de decisión, de iniciar formalmente su ministerio público; (3) fue un momento
de equipamiento para su ministerio, (la venida del Espíritu Santo); y (4) fue un momento de aprobación: Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia.

Verdades prácticas
En la predicación de Juan el Bautista no existe una separación entre los momentos
de creer y bautizarse. Hay quienes creen que aceptar a Cristo y posteriormente bautizarse
son dos experiencias distantes una de la otra. Pero en los tiempos de Juan y
de Jesús, el creer, arrepentirse y luego bautizarse, implicaba una sola experiencia.
Quien cree genuinamente y se arrepiente de sus pecados accede consecuentemente
al bautismo. Son diferentes aspectos de una sola determinación: convertirse a
Cristo.
El bautismo en agua es una manifestación pública de alguien que quiere ser
discípulo de Cristo. Esto es llevado a cabo por la iglesia por mandato de Jesucristo.
El bautismo del Espíritu Santo lo recibe quien recibe a Cristo. El que es bautizado en
Cristo es también bautizado en el Espíritu del Señor.


Los mensajeros del Rey
Antes de la conquista del Perú, durante la era del imperio incaico, existió un inca
muy recto, generoso y bueno. Lamentablemente un día enfermó y ni los sacerdotes
ni los hechiceros pudieron curarle. Estuvieron de más todos los esfuerzos realizados,
pues "el hijo del sol" se agravó de tal manera que ya pensaban que se moría.
Pero una tarde llegaron a Cuzco unos chasques, que eran hombres muy corredores
y establecían una especie de correo entre las partes integrantes del imperio.
Estos unían rápidamente la distancia de cuatro leguas que mediaban entre posta y
posta. Los chasques venían trasmitiendo la noticia de pueblo en pueblo que en el sur
había unas hierbas medicinales que hacían recuperar la salud. Enterados los servidores
del rey, dieron aviso a éste; e inmediatamente se dispuso el viaje en búsqueda
de esa medicina.
Una vez obtenida la hierba el rey sanó. Mandó llamar a los chasques y les pidió,
en mérito a su credibilidad y por ser fieles cumplidores de su misión, que recorrieran
todos los pueblos y anunciaran que pronto llegaría su rey y que prepararan fiestas y
ceremonias para celebrar la buena noticia. Los chasques salieron presurosos y alegres
proclamando un mensaje adelantándose a la venida de su rey.
El privilegio que tuvo Juan el Bautista de ser el mensajero del Rey y de proclamar
un mensaje de salud cuando nuestro mundo parecía agonizar, hace que lo reconozcamos
como uno de los más grandes correos que nuestro Dios pudiera utilizar.

[página 70] La promesa del rey
Los marinos que atraviesan por primera vez la línea ecuatorial son sometidos a
una serie de pruebas como por ejemplo: corte de cabello, untar el cuerpo con pintura
o petróleo, flagelación con sogas, y finalmente ser arrojados a una gran pileta en
donde se encuentran viejos marineros llamados tiburones, quienes tratarán de ahogar
al novato o maltratarlo para obligarlo a demostrar su valentía, o su temor a la
vida en el mar. Si supera la prueba es admitido en "el reino" y recibe un nuevo nombre
otorgado por el rey. Este se compromete expresando lo siguiente: "Yo, Neptuno,
Rey de los Mares, por la presente encomiendo a todos mis súbditos la vida y hacienda
de Don N. N., tripulante del Hércules, que cruza hoy la línea ecuatorial y que
habiendo cumplido con el ceremonial, queda consagrado ante Nos y ante nuestra
corte como nuevo súbdito de Neptunia con el nombre de Pez Espada. Por lo tanto
ordeno a todos los peces, sin distinción de clases ni de especies zoológicas, que lo
reconozcan como tal y que le presten la ayuda que necesite si alguna vez naufragara
lejos de mi presencia. Ecuador, (día) de (mes) de (año). Yo, Neptuno."
¿Qué promesa hay para los que cumplen con lo que pide Jesucristo? Aquel que
cree y se bautiza, cumpliendo con lo mínimo exigido por el Salvador y Rey de nuestras
vidas recibe no sólo su protección sino también la eternidad.