Ishsha

2 Abril 2006
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Ishsha
por Christian Ibzu

No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Rubens y Anónimo​

A veces me pregunto el por qué de ciertas frases que todos hemos pronunciado, como: “Desde que encontré a Jesús...”o “¡¡No te vayas, por favor, Señor!!; siendo que quien tuvo la iniciativa y todo el trabajo de salvarnos fue Él mismo. No hay tal cosa como que Dios estaba escondido y yo realicé la proeza de encontrarlo, y menos, Él dejará de cumplir su promesa de Mateo 28:20 (al cual considero la continuación de Juan 3:16):

“He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”

Por lo tanto, cuando estoy separado de Dios, ¿quién dejó a quién? La respuesta es obvia... y muy humillante, ya que soy yo quien le necesita, y no Él a mí. Pero es tan exageradamente incomprensible y, para nosotros, irracional su amor, que Dios mismo grita en Oseas: “¡¡¿¿Cómo podré abandonarte, si te amo tanto??!!” Somos su prometida, y no desistirá hasta casarse con nosotros en las bodas más sublimes de todo lo existente y lo no existente.
Dios tuvo un sueño, sueño en el que compartía sus delicias con seres a su imagen y semejanza, pero que tuvieran ganas propias de estar con Él. Seres que dependieran voluntariamente de Él, que al final todo ese género contrajera nupcias con Él, que fuera su flamante y perfecta esposa. Y además, quiso hacernos vivir y sentir lo mismo que Él vive y siente por nosotros en nuestra propia carne. ¿Cómo?:
En el Edén, aún en medio de la perfección, Dios vio que nos faltaba algo, y pronunció, como de costumbre, una verdad enfática: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea para Él.” Y nos regaló a quien en este breve y sencillo artículo quiero dar honor. Nos regaló a través de quien podemos conocer la dulzura y ternura del Espíritu Santo, además de una deliciosa fusión de extraordinaria fortaleza y fragilidad repentina. Su nombre es Ishsha. Hoy mal llamada simplemente mujer, pero en realidad Mi Reina, Mi Princesa, Mi Amada. ¿Habrá algo más sublime en la creación de Dios que la mujer? Si Él mismo la asemeja a la más hermosa corona sobre su cabeza...
Hay Maestros de la Biblia, como Torcuato Luca de Tena Benjumea, que enseñan que cuando la Palabra dice que extrajo de Adán una costilla y de ella hizo a la mujer, a lo que en realidad se refiere no es a que extrajo un hueso o una parte del costado del varón, sino que le extirpó la naturaleza femenina, o sea, los órganos reproductores de la mujer. Sí, exactamente lo que estás pensando: es posible que Adán haya sido creado hermafrodita (masculino y femenino a la vez), por lo tanto pudo haberse reproducido por sí mismo, sin necesidad de la mujer. Entonces, ¿para qué creó Dios ese hermosísimo ser? Si como varones nos pudimos haber reproducido solos, no era menester su aparición... a menos que Dios la hubiese creado con otros excelsos propósitos. Y el primero es satisfacer (y vaya que con creces) nuestra necesidad de compañía. Alguien igual, pero diferente. Ahora Adán era una unidad, pero en dos partes, cada una con propias mente, emociones y voluntad. Alguien sensible con quién hablar, reír y llorar, y no solo eso, sino también un manantial de sabiduría celestial y comprensión total.

“Si la mujer desapareciese, los hombres se quedarían solos como extranjeros sin pasaporte en un mundo glacial” (Michel Carrouges)​

Yo no sé que es más afortunado. Ser Ishsha, con el gran privilegio de albergar en su vientre una nueva vida, y poseer todas las exquisitas características que hemos mencionado y más; o ser varón, responsable de protegerla, amarla y valorarla como el más glorioso de los tesoros. Me siento privilegiado de ser hombre, y admirar la fortaleza de Ishsha al enfrentarse a un estúpido mundo de machos que no ha entendido que también en la cruz Jesús colgó el juicio contra la mujer que había sido pronunciado en el Jardín de Edén. Quiero, con todo mi coraje, denunciar que aún en el “mundo cristiano” ha habido y hay discriminación y hasta repulsión hacia las preciosas Ishshas que Dios nos regaló como parte del cuerpo de Cristo. Se menosprecian los excelentes dones que el Padre, Hijo y Espíritu Santo dieron a ellas. No se impulsan los ministerios a los que Dios las llamó, siempre en sabia y correcta sujeción a su esposo en dado caso, y a su pastor. Y deja de sus dones, lo peor es que se les desprecia como personas. Dicen que un hombre le decía al Señor: “¡¡¡Dios, dame una iglesia, quiero ser pastor, dame una iglesia!!!” Y Dios le contestó: “Mira cómo maltratas a tu esposa. ¡No esperes que te encargue a la mía!” Sin embargo, gracias a Dios, hay cada vez más iglesias y pastores que sí las tratan como “...a vaso más frágil.”
¡Benditas sean las bellas mujeres cristianas, santas, que nos llevan a conocer más a Papá! Tienen diversos nombres a través de nuestra vida: Mamá, Abuela, Tía, Hermana, Amiga, Novia, Esposa, Suegra, Hija, Nieta... todas ellas nunca dejan de enseñar a nosotros los varones la dulzura de la divinidad.

“La mujer –más cercana a la gracia de Dios- puede sacar al hombre de su posición y darle al fin la alegría.” (Salvador Iserte)​

¡¡¡Ishsha!!! ¡Levántate como la Reina que eres, y toma tu dignidad, tu lugar, tu pertenencia! ¡No dejes que ningún mamarracho te quiera hacer creer que no tienes valor sin su machismo disfrazado de protección! ¡Tú vales porque EL REY TE MIRÓ aún siendo morena, como la sulamita de Cantares! ¡Alégrate, danza, eres lo máximo de la creación, mujer esforzada y valiente! ¡Maldito el día de quien te desprecie e intente humillarte, porque Jehová de los Ejércitos se levanta por ti!

“Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;
has apresado mi corazón con uno de tus ojos. [...]
¡Cuán hermosos son tus amores, hermana,
esposa mía.”
(Cantares 4:9-10)​

Ishsha, creo que tengo el privilegio de ser el portavoz de todos y cada uno de los verdaderos hombres de esta Tierra y zonas aledañas, al gritar:

¡¡¡ISHSHA, BENDITO EL DIOS DE TU CREACIÓN,
GRACIAS POR EXISTIR!!!