Con la finalidad de revisar la obra literaria del Reformador Juan Calvino y tratar de entender porque causa algunos hablan de "Doctrina Calvinista" como en contraste a la Doctrina Cristiana enseñada en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, sin ser Calvinista, con la Gracia del Señor me he propuesto traer este tema al foro.
La edición de la obra de Juan Clavino "Institución de la Religión Cristiana", que pretendo mostrar de manera resumida en este foro, a consideración de los lectores, corresponde a:
""Una traducción realizada por el pastor D. Jacinto Terán, en base de la primera edición latina (1536), reimpresa en "Opera Calvini selecta" (edición de P. Barth, 1926). Probablemente sea ésta la primera versión de la obra original al castellano.
La Institución pasó por cinco ediciones durante la vida del autor, quien la iba ampliando y mejorando hasta el año 1559, cuando la dio a la estampa en su forma definitiva. Los seis capítulos de la edición de 1536 llegaron a ser ochenta en la de 1559, y los materiales originales sufrieron una refundición casi completa. Los conceptos principales quedaron los mismos, pero se les ha dado en las ediciones posteriores una forma mas sistemática, más teológica, y quizá menos accesible para el lector común.
Fue la última edición (1559) de la Institución la que tradujo al castellano el renombrado reformista español, Cipriano de Valera. Este regio tomo vio la luz en Londres, en el año 1597; y la misma traducción fue impresa en Madrid, en 1858, en la colección Reformistas antiguos españoles, editada por el distinguido literato y bibliófilo, D. Luis de Usoz y Río. Se han conservado muy pocos originales de la edición londinense, pero uno de ellos se encuentra en la Biblioteca José M. López, de la Facultad Evangélica de Teología de Buenos Aires.
Se reproduce en esta edición el prologo de la traducción de Cipriano de Valera: "A todos los fieles de la nación española que deseen el adelantamiento del reino de Jesucristo".
En las referencias Bíblicas, los versículos no aparecieron en la versión de 1536, pues estos se introdujeron en la versiones corrientes de la Biblia recién a mediados del siglo XVI. Se han introducido, sin embargo, en la presente edición, para mayor facilidad del lector. Al anotar las referencias a los escritos patrísticos y medioevales, nos hemos servido de la nueva edición critica de P. Barth y G. Niesel (1926-1936).""
"Institución de la Religión Cristiana"
Por: Juan Calvino
Prologo de: Cipriano de Valera
A TODOS LOS FIELES DE LA NACION ESPAÑOLA, que desean el adelantamiento del Reino de Jesucristo.
Dos puntos hay, que comúnmente mueven a los hombres a apreciar mucho una cosa: El primero es la excelencia de la cosa misma; el segundo, el provecho que recibimos o esperamos de ella.
Entre los dones y beneficios que Dios, por su misericordia, comunica sin cesar a los hombres, es el principal y el mas excelente y provechoso, el verdadero conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesucristo, el cual trae a los hombres una grande alegría y quietud de corazón en esta vida, y la eterna gloria y felicidad después. De manera que, en este conocimiento consiste el sumo bien y la bienaventuranza del hombre: como claramente lo declara la misma Verdad Jesucristo, diciendo: Esta es la vida eterna que te conozcan el solo Dios verdadero, y al que enviaste Jesucristo (Juan 17:3).
Y el Apóstol San Pablo, después que de fariseo y perseguidor fue convertido a Cristo, y había conocido la grande excelencia de este conocimiento, dice: Ciertamente, todas las cosas tengo por pérdida, por el eminente conocimiento de Cristo Jesús Señor mío, por amor del cual he perdido todo esto, y lo tengo por estiércol (Fil. 3:8).
Pero como no hay cosa mas necesaria, ni más provechosa al hombre que este conocimiento, así el diablo, enemigo de nuestra salud no ha cesado, desde la creación del mundo hasta el día de hoy, ni cesará hasta el fin, de esforzar por todas las vías que puede, a privar a los hombres de este tesoro, y oscurecer en sus corazones esta tan deseada luz que nos es enviada del cielo, para mejor enredar y tener cautivos a los hombres en la tinieblas de ignorancia y superstición.
Y como el diablo ha sido homicida y padre de mentira desde el principio (Juan 8.44), así siempre ha trabajado en oprimir la verdad, y a los que la confiesan, ya por violencia y tiranía, ya por mentira y falsa doctrina.
Para este fin, se sirve, como ministros suyos, no solamente de los enemigos de fuera, pero aun también de los mismos domésticos que se glorían de ser el pueblo de Dios, y que tiene la apariencia externa de tales.
Con violencia mató Caín a su propio hermano Abel; no por otra causa; sino porque sus obras eran malas, y las de su hermano buenas (Gen.4.8, 1Juan 3:12). Esaú pensaba hacer lo mismo a su hermano Jacob, porque había recibido la bendición de su padre (Gen. 27:41). Saúl persiguió a David el escogido y bien querido de Dios (1Sam. 23,24).
Muchos reyes del pueblo de Israel, dejando la ley y los mandamientos de Dios, han sido idolatras y matadores de los Profetas, abusando en tal manera de su autoridad, que no solamente pecaban, pero hacían también pecar a Israel.
Y llegó la miseria del pueblo de Israel a tanto, que se lee de Manasés (que reinó en Jerusalén 55 años), que derramó mucha sangre inocente en gran manera, hasta henchir a Jerusalén de cabo a cabo (2Rey. 21:1-16).
Y como lo reyes idolatras hicieron mal en los ojos de Dios, y lo provocaron a ira edificando los altos, que los píos reyes habían derribado, y persiguiendo a los ciervos de Dios, a los cuales habían de defender con su autoridad: Así también se olvidaron de su deber los eclesiásticos y sacerdotes, que se gloriaban de la sucesión de Aarón, y de que no podían errar en la Ley.
Porque muchas veces ellos engañaban al pueblo, y resistían con gran vehemencia a los profetas de Dios, y tenían en gran número, falsos profetas que hablaban mentiras, diciendo que Dios se lo había mandado a decir así: Como manifiestamente se ve en los cuatrocientos profetas de Baal, los cuales todos a una boca, por el espíritu de mentira, engañaban a Achab, Rey de Israel, acusando e injuriando a Miqueas verdadero Profeta de Jehová.
Por lo cual se quejaron tantas veces los profetas de tales sacerdotes y falsos profetas, diciendo que habían sido y eran la causa de la corrupción del pueblo y de su ruina.
Cipriano de Valera
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(Continuará)
En Cristo
Rogelio
La edición de la obra de Juan Clavino "Institución de la Religión Cristiana", que pretendo mostrar de manera resumida en este foro, a consideración de los lectores, corresponde a:
""Una traducción realizada por el pastor D. Jacinto Terán, en base de la primera edición latina (1536), reimpresa en "Opera Calvini selecta" (edición de P. Barth, 1926). Probablemente sea ésta la primera versión de la obra original al castellano.
La Institución pasó por cinco ediciones durante la vida del autor, quien la iba ampliando y mejorando hasta el año 1559, cuando la dio a la estampa en su forma definitiva. Los seis capítulos de la edición de 1536 llegaron a ser ochenta en la de 1559, y los materiales originales sufrieron una refundición casi completa. Los conceptos principales quedaron los mismos, pero se les ha dado en las ediciones posteriores una forma mas sistemática, más teológica, y quizá menos accesible para el lector común.
Fue la última edición (1559) de la Institución la que tradujo al castellano el renombrado reformista español, Cipriano de Valera. Este regio tomo vio la luz en Londres, en el año 1597; y la misma traducción fue impresa en Madrid, en 1858, en la colección Reformistas antiguos españoles, editada por el distinguido literato y bibliófilo, D. Luis de Usoz y Río. Se han conservado muy pocos originales de la edición londinense, pero uno de ellos se encuentra en la Biblioteca José M. López, de la Facultad Evangélica de Teología de Buenos Aires.
Se reproduce en esta edición el prologo de la traducción de Cipriano de Valera: "A todos los fieles de la nación española que deseen el adelantamiento del reino de Jesucristo".
En las referencias Bíblicas, los versículos no aparecieron en la versión de 1536, pues estos se introdujeron en la versiones corrientes de la Biblia recién a mediados del siglo XVI. Se han introducido, sin embargo, en la presente edición, para mayor facilidad del lector. Al anotar las referencias a los escritos patrísticos y medioevales, nos hemos servido de la nueva edición critica de P. Barth y G. Niesel (1926-1936).""
"Institución de la Religión Cristiana"
Por: Juan Calvino
Prologo de: Cipriano de Valera
A TODOS LOS FIELES DE LA NACION ESPAÑOLA, que desean el adelantamiento del Reino de Jesucristo.
Dos puntos hay, que comúnmente mueven a los hombres a apreciar mucho una cosa: El primero es la excelencia de la cosa misma; el segundo, el provecho que recibimos o esperamos de ella.
Entre los dones y beneficios que Dios, por su misericordia, comunica sin cesar a los hombres, es el principal y el mas excelente y provechoso, el verdadero conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesucristo, el cual trae a los hombres una grande alegría y quietud de corazón en esta vida, y la eterna gloria y felicidad después. De manera que, en este conocimiento consiste el sumo bien y la bienaventuranza del hombre: como claramente lo declara la misma Verdad Jesucristo, diciendo: Esta es la vida eterna que te conozcan el solo Dios verdadero, y al que enviaste Jesucristo (Juan 17:3).
Y el Apóstol San Pablo, después que de fariseo y perseguidor fue convertido a Cristo, y había conocido la grande excelencia de este conocimiento, dice: Ciertamente, todas las cosas tengo por pérdida, por el eminente conocimiento de Cristo Jesús Señor mío, por amor del cual he perdido todo esto, y lo tengo por estiércol (Fil. 3:8).
Pero como no hay cosa mas necesaria, ni más provechosa al hombre que este conocimiento, así el diablo, enemigo de nuestra salud no ha cesado, desde la creación del mundo hasta el día de hoy, ni cesará hasta el fin, de esforzar por todas las vías que puede, a privar a los hombres de este tesoro, y oscurecer en sus corazones esta tan deseada luz que nos es enviada del cielo, para mejor enredar y tener cautivos a los hombres en la tinieblas de ignorancia y superstición.
Y como el diablo ha sido homicida y padre de mentira desde el principio (Juan 8.44), así siempre ha trabajado en oprimir la verdad, y a los que la confiesan, ya por violencia y tiranía, ya por mentira y falsa doctrina.
Para este fin, se sirve, como ministros suyos, no solamente de los enemigos de fuera, pero aun también de los mismos domésticos que se glorían de ser el pueblo de Dios, y que tiene la apariencia externa de tales.
Con violencia mató Caín a su propio hermano Abel; no por otra causa; sino porque sus obras eran malas, y las de su hermano buenas (Gen.4.8, 1Juan 3:12). Esaú pensaba hacer lo mismo a su hermano Jacob, porque había recibido la bendición de su padre (Gen. 27:41). Saúl persiguió a David el escogido y bien querido de Dios (1Sam. 23,24).
Muchos reyes del pueblo de Israel, dejando la ley y los mandamientos de Dios, han sido idolatras y matadores de los Profetas, abusando en tal manera de su autoridad, que no solamente pecaban, pero hacían también pecar a Israel.
Y llegó la miseria del pueblo de Israel a tanto, que se lee de Manasés (que reinó en Jerusalén 55 años), que derramó mucha sangre inocente en gran manera, hasta henchir a Jerusalén de cabo a cabo (2Rey. 21:1-16).
Y como lo reyes idolatras hicieron mal en los ojos de Dios, y lo provocaron a ira edificando los altos, que los píos reyes habían derribado, y persiguiendo a los ciervos de Dios, a los cuales habían de defender con su autoridad: Así también se olvidaron de su deber los eclesiásticos y sacerdotes, que se gloriaban de la sucesión de Aarón, y de que no podían errar en la Ley.
Porque muchas veces ellos engañaban al pueblo, y resistían con gran vehemencia a los profetas de Dios, y tenían en gran número, falsos profetas que hablaban mentiras, diciendo que Dios se lo había mandado a decir así: Como manifiestamente se ve en los cuatrocientos profetas de Baal, los cuales todos a una boca, por el espíritu de mentira, engañaban a Achab, Rey de Israel, acusando e injuriando a Miqueas verdadero Profeta de Jehová.
Por lo cual se quejaron tantas veces los profetas de tales sacerdotes y falsos profetas, diciendo que habían sido y eran la causa de la corrupción del pueblo y de su ruina.
Cipriano de Valera
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(Continuará)
En Cristo
Rogelio