En los siglos pasados vivían a tope los cristianos el problema de la
predestinación. Hoy no nos devanamos los sesos con esta cuestión. Conviene
confiar en Dios que desea la salvación de todos.
Y mientras tanto no dejarnos engañar por el demonio. A los fervientes les
tienta con aquello: - Si te has de salvar, es igual que te sacrifiques o que
goces de todos los placeres, de todas formas te salvarás. Si te has de
condenar, de nada te va a servir sacrificarte. Un monje antiguo arrojó de sí
esta tentación de esta forma: - Si me he de salvar, déjame en paz. Es inútil
que me tientes. Y si me he de condenar, vete tranquilo, no te molestes en
tentarme.
Peor es el caso de quienes ni se plantean el problema de ninguna manera. Se
pueden tropezar con lo irremediable en el último día.
Lo cierto es que hay conjeturas de la propia perseverancia: Vivir
habitualmente en gracia de Dios; tener espíritu de oración; tener verdadera
humildad; paciencia cristiana en la adversidad; ejercicio de amor al
prójimo; amor a Jesucristo y devoción a la Virgen; amor a la Iglesia.
Eso sí que es importante: trabajar por lograr estas virtudes.
JM.Lorenzo
Si deseas alguna aclaración o consulta sobre esta cuña puedes escribir a
[email protected] Gracias.
predestinación. Hoy no nos devanamos los sesos con esta cuestión. Conviene
confiar en Dios que desea la salvación de todos.
Y mientras tanto no dejarnos engañar por el demonio. A los fervientes les
tienta con aquello: - Si te has de salvar, es igual que te sacrifiques o que
goces de todos los placeres, de todas formas te salvarás. Si te has de
condenar, de nada te va a servir sacrificarte. Un monje antiguo arrojó de sí
esta tentación de esta forma: - Si me he de salvar, déjame en paz. Es inútil
que me tientes. Y si me he de condenar, vete tranquilo, no te molestes en
tentarme.
Peor es el caso de quienes ni se plantean el problema de ninguna manera. Se
pueden tropezar con lo irremediable en el último día.
Lo cierto es que hay conjeturas de la propia perseverancia: Vivir
habitualmente en gracia de Dios; tener espíritu de oración; tener verdadera
humildad; paciencia cristiana en la adversidad; ejercicio de amor al
prójimo; amor a Jesucristo y devoción a la Virgen; amor a la Iglesia.
Eso sí que es importante: trabajar por lograr estas virtudes.
JM.Lorenzo
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