IGLESIA SUFRIENTE

Bart

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24 Enero 2001
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http://www.icp-e.org/hemeroteca/e2002/e021115wc.htm

IGLESIA SUFRIENTE


"...Y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."
(Mateo 16:18)


Los domingos 10 y 17 de noviembre han sido declarados, por la Alianza Evangélica Mundial, Día Internacional de Oración a favor de la Iglesia Perseguida. Según los datos de este organismo hay unos 200 millones de cristianos en el mundo que sufren persecución (desde prisión, pasando por torturas y llegando incluso a la muerte) y otros 400 millones que ven recortados sus derechos humanos básicos (de reunión, de expresión de su fe, de igualdad de oportunidades) por haber decidido seguir a Jesucristo. La Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, aprobada en 1948, proclama como derechos de cada individuo la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión y de expresión; pero aunque la Asamblea General de las Naciones Unidas está compuesta actualmente por 198 países, lo que supone la mayor parte de las naciones que hay en el planeta, en realidad muy pocas llevan a la práctica lo que un día firmaron al ingresar en tal organización. A ese respecto, todavía recuerdo lo que me dijo el representante para asuntos de África del Ministerio de Asuntos Exteriores español cuando formulé por escrito una queja debido al trato (detención, confiscación y expulsión) que recibí de las autoridades marroquíes cuando quisimos pasar, hace 20 años, Nuevos Testamentos a Marruecos: “La gran mayoría de las naciones miembro de la ONU no respetan aquellos derechos humanos que tienen que ver con la conciencia de las personas. Sólo una pequeña minoría los tiene en cuenta.

En lo que va de año, algunas de las agresiones a cristianos o instituciones cristianas han sido noticia de cabecera en los informativos de los medios de comunicación, como los ataques a iglesias y escuelas en Pakistán o el asesinato del misionero de Nuevas Tribus, Martín Burnham, en Filipinas tras un año de secuestro; otras agresiones, en cambio, no han tenido la misma cobertura, tal vez por suceder en minúsculos o casi desconocidos lugares, como los sangrientos sucesos en Celebes o en las Islas Molucas. Pero lo cierto es que la trágica serie de nombres y países no cesa: Sudán, donde los disturbios religiosos por pretender implantar la sharia se han cobrado la vida de cientos de personas; Bielorrusia, donde se intenta volver a los tiempos de la Unión Soviética en lo que a materia religiosa se refiere; Turkmenistán, donde el presidente quiere estrangular a la Iglesia; Sri Lanka, donde se legisla para salvaguardar los intereses del budismo en detrimento de las demás creencias religiosas; Georgia, donde no existe una ley religiosa, para beneficio exclusivo de la Iglesia Ortodoxa... Al lado de éstos, están los países donde la omnipresente conculcación del derecho a practicar la religión que uno escoja es algo cotidiano: Arabia Saudita, Irán, Libia y en general todos los países musulmanes, sin olvidar a los países comunistas, en los cuales el cristianismo es contemplado como una amenaza para la seguridad del Estado: China, Laos, Vietnam y Corea del Norte.

Al mirar el libro de los Hechos de los Apóstoles, salta a la vista que la persecución era parte normal de la vida de la Iglesia; de los 28 capítulos que componen el libro, en 20 de ellos se relatan bien escenas de persecución abierta (que pueden ir desde hostigamiento y cárcel hasta la muerte) o bien secuelas de la misma. Al estudiar las razones por las que los cristianos son perseguidos en aquel tiempo deducimos las siguientes:

1. Predicación del evangelio o testimonio denodado de su fe.
2. Crecimiento numérico.
3. Expansión geográfica.

Cuando analizamos la procedencia de dichas persecuciones llegamos a las siguientes conclusiones:

1. Proceden de los poderes religiosos hegemónicos (judaísmo, paganismo), que ven mermada su influencia y número de miembros.

2. Proceden de los poderes políticos (Herodes Agripa I), que prefieren la homogeneidad religiosa a la heterogeneidad.

3. Proceden de los lobbys económicos (plateros de Éfeso), que ven perjudicados sus intereses.

Si examinamos los medios usados para tratar de destruir al cristianismo notamos los siguientes:

1. Se usa la desinformación, el rumor o la calumnia para desprestigiar al cristianismo (acusaciones contra Esteban o Pablo de ser subversivos sociales peligrosos, instigadores de sediciones o meros sectarios).

2. Se usan los medios judiciales (Sanedrín, tribunales romanos) para poner fuera de la circulación a los dirigentes cristianos.

3. Se usan las medidas de fuerza y coacción (lapidación, degollación) para eliminar físicamente a los cristianos.

Han pasado casi 2.000 años desde entonces y aunque nuestro mundo no es aquel mundo, hay cosas que permanecen incambiables. Los nombres pueden ser distintos, pero las causas, procedencia y métodos usados para tratar de destruir al cristianismo son, hoy como ayer, los mismos de siempre. Pero la promesa del Fundador de la Iglesia también es la misma de siempre: Las potestades de tinieblas no sólo no conseguirán su objetivo, sino que tendrán que ceder ante el avance victorioso del Cuerpo de Cristo. ¡Cristianos que no sufrís persecución: No os olvidéis de aquellos hermanos vuestros que la están padeciendo!


Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en Madrid

© Wenceslao Calvo
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