Abel, ya te hemos hecho saber el Evangelio de JESUCRISTO.
Ahora, pues, te toca ARREPENTIRTE DEL PECADO IMPERDONABLE DE LA IDOLATRIA.
Te amamos, Abel.
Pero hay un límite para los que resisten la Voz de Dios.
No interesa si eres cura, seminarista, obispo, cradenal, o un simple romanista que estás devolviendo algún favor a tu Secta Romana. Dios te puede perdonar de tu GRAN PECADO. Hazlo, Abelito.
Inclusive, si eres Juan Pablo II mismo, encubierto, Dios puede perdonarte ahora mismo de tu PECADO DE IDOLATRIA.
Ahora, pues, te toca ARREPENTIRTE DEL PECADO IMPERDONABLE DE LA IDOLATRIA.
Te amamos, Abel.
Pero hay un límite para los que resisten la Voz de Dios.
No interesa si eres cura, seminarista, obispo, cradenal, o un simple romanista que estás devolviendo algún favor a tu Secta Romana. Dios te puede perdonar de tu GRAN PECADO. Hazlo, Abelito.
Inclusive, si eres Juan Pablo II mismo, encubierto, Dios puede perdonarte ahora mismo de tu PECADO DE IDOLATRIA.