Humildad..?

9 Enero 2007
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Humildad


El diccionario define humildad de las siguientes maneras:

1.- Virtud que nos da el sentimiento de nuestra debilidad
2.- Modestia, pobreza
3.- Respeto, reverencia, sumisión

El camino que conduce a lo alto, es hacia abajo, y el camino hacia abajo es hacia arriba. ¿Por qué escogí este tema para hoy? Por esta razón: A menos que esta lección sea aprendida, “jamás entraremos en el Cielo” (4 Testimonies: 368).
“Mientras más importante es la posición de alguien, y mayor su influencia, mayor es la necesidad de que cultive la paciencia y la humildad” (Patriarcas y Profetas: 441).
La humildad es el atributo que me gustaría considerar hoy, por un momento. Salomón ejemplificó esta virtud en sus primeros años y, si hubiese “continuado a servir al Señor en humildad, todo su reinado habría ejercido po-derosa influencia para el bien sobra las naciones circunvecinas, naciones que habían sido tan favorablemente im-presionadas por el reinado de David, su padre, y por las sabias palabras y magnificientes obras de los primeros años de su propio reinado” (Profetas y Reyes: 42).
De nuevo he respondido el por qué; pero de esta vez, teniendo que ver con usted y conmigo: “Dios opera por quien Él quiere. Muchas veces escoge los instrumentos más humildes para las mayores obras; porque Su poder es revelado en la debilidad del hombre. Tenemos nuestro padrón y por él declaramos una cosa grande y otra pe-queña; pero Dios no evalúa en conformidad con nuestra medida. No debemos suponer que lo que para nosotros es grande lo es también para Él. No nos corresponde juzgar nuestros talentos o escoger nuestro trabajo. Debemos aceptar las incumbencias que Dios determine, debemos soportarlas por Su causa, y siempre ir a Él para obtener descanso” (Palabras de Vida del Gran Maestro: 363-364).
Un por qué final: “Jesús vino en pobreza y humildad, para que pudiese ser nuestro ejemplo, al mismo tiempo que nuestro Redentor. Hubiese aparecido con pompa real, ¿cómo podría haber enseñado la humildad? ¿Cómo po-dría haber presentado tan incisivas verdades como las del sermón de la montaña? ¿Dónde estaría la esperanza de los humildes de la vida, si Jesús hubiese venido a habitar como rey entre los hombres?” (El Deseado de Todas las Gentes: 121).
¿Qué significa entonces realmente humildad? “La cualidad o estado de humildad”. De esa forma ... qué sig-nifica humildad? ¿Ya oyó hablar de “humo”? ¡Quiere decir tierra! ¿Esto nos dice alguna cosa? Naturalmente, si vamos un poco más allá, podemos llegar a la definición que consiste en: Ningún orgullo o soberbia; ninguna arro-gancia o dogmatismo. Reflexivo, expresivo o presentado en un espíritu de deferencia o sumisión.
¿Qué es entonces humildad? “... humildad es la puerta que lleva a los ricos las bendiciones de la gracia de Dios” (1 Testimonies: 598).
¿Qué es humildad? ¡Humildad es grandeza! “Repetidamente trataba Jesús de establecer este principio entre los discípulos. Cuando Santiago y Juan pidieron para ser puestos en evidencia, dijo: “Todo aquel que quiera entre vosotros hacerse grande sea vuestro siervo” (Mat. 20:26). En Mi reino no hay lugar para el principio de las prefe-rencias o supremacías. La única grandeza es la grandeza de la humildad. La única distinción se basa en la dedi-cación al servicio de los otros” (DTG: 650).
Preguntémosle al apóstol Pedro qué es humildad. Él dirá: “Ruego igualmente a los jóvenes: sed sumisos a los que son más viejos; en el trato de unos con los otros, revestíos todos de humildad, porque Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes les concede Su gracia. Humilláos, por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios, pa-ra que Él, en tiempo oportuno, os exalte (1 Pedro 5:5-6)” (Hechos de los Apóstoles: 527-528).

¿El Camino Hacia Arriba es Hacia Abajo? ¿Es Esto una Paradoja?

Escuchemos, en relación a esto, directamente de los labios de Jesús: “Si alguien quiere seguirme a Mi, a si mismo niéguese, tome su cruz y sígame” (Mar. 8:34).
Paul Cedar, que fue durante algún tiempo pastor de la Iglesia Congregacional de Lake Avenue para ancia-nos, en Pasadena, California, mostró esto de manera muy sucinta, en una entrevista reciente:
“La vida de autenticidad es contingente, fuera de ser transparente delante de Dios. Y esta es la clave de la humildad. La humildad no es tener un complejo de inferioridad, algo que experimenté durante años. Sufrí al pensar que para ser espiritual, yo tenía que ser un gusano. La humildad bíblica auténtica es verme a mi mismo como Dios me ve, y saber que puedo hacer todas las cosas por medio de Cristo que me fortalece. Se que no estoy calificado para ser el pastor de esta iglesia. No poseo todo lo que ella necesita. Pero si ando en el Espíritu, puedo ser efi-ciente aquí.
Tiempo atrás, cuando yo estaba siendo entrevistado como un joven de 21 años en Cedar Rapids, Iowa, un piedoso pastor dijo algo que me dejó pensativo: “Lo que me impresiona a respecto de su vida aquí Paul”, dijo él, “es que pienso que usted tiene todos los talentos de que necesita para realizar este trabajo y hacerlo bien. Y es-toy temeroso hasta la muerte de que es exactamente eso lo que usted va a hacer”. No sabía bien cómo entender aquello. Entonces él continuó: “Lo que yo le deseo es una ocupación en la cual usted sepa que no posee todos los talentos, para que tenga que depender del Espíritu Santo, y pueda ir más allá de usted mismo”. Esta idea me ha acompañado. El esfuerzo es la otra parte de la manera como Dios nos mantiene honestos. Él nos coloca, co-mo lo hizo con Moisés, en situaciones en las cuales somos enteramente incapaces sin Él” (Leadership, Summer Qtr. 1984, pág. 22-23, vol. 15, Nº3).





Lo Que La Humildad No Significa.-

Mi autor predilecto, fuera de la Biblia, habla sobre esto de la siguiente forma (y por hablar en eso, permítan-me decir que la mayoría de los conceptos presentados aquí hoy, son de la misma pluma inspirada, a menos que sea mencionado):
“Muchas veces somos inclinados a llamar el espíritu del siervo displicente, de humildad. La verdadera humil-dad, sin embargo, es muy diferente. Ser revestidos de humildad no significa que tengamos que ser de intelecto mediocre, aspiraciones deficientes, y cobardes en nuestra vida, esquivándonos de cargos con miedo de no tener éxito. La verdadera humildad cumple el propósito de Dios, confiante en Su poder” (PVGM: 363).

¿Cuál Es La Más Bella y La Mejor Lección a Ser Aprendida?

A una hermana que creía saberlo todo, le fue escrito lo siguiente: “La más bella y la mejor lección a ser aprendida debe ser la de la humildad. “Aprended de Mi”, dijo el humilde Nazareno, “que soy manos y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas”. Esta lección de mansedumbre, tolerancia, paciencia y amor debes aprender aún y practicar. Puedes ser una bendición. Puedes ayudar, de la misma manera que necesi-tas de ayuda; debes abandonar tu huincha métrica, pues ella no debe ser usada por ti. Aquel que no yerra en el juzgamiento, que comprende las debilidades de nuestra decadente y corrompida naturaleza, mantiene Él mismo el padrón. Él pesa en las balanzas del santuario, y Su justa medida debemos todos aceptar” (2 Testimonies: 438).
¿Notaron estas palabras? ¿Mansedumbre, tolerancia, paciencia, amor? Ellas me hacen recordar lo que Isaac Newton (el naturalista y escritor inglés) escribió hace más de 300 años en The Complet Angler: “Notarèis que la pezca con anzuelo se asemeja a la virtud de la humildad, que tiene que acompañarla una calma de espíritu y un mundo de otras bendiciones”. En otras palabras, aprended a ser humildes, y muchas otras virtudes cierta-mente vendrán en el mismo paquete!
David nos dio una lección de humildad, el David de la Biblia, naturalmente. Se nos dice que la gran honra que le fue conferida al ser ungido rey, “no tuvo como resultado ensoberbecerlo. Apesar del elevado cargo que debe-ría ocupar, continuó silenciosamente con su ocupación, contento con esperar el desarrollo de los planos del Se-ñor, en el tiempo y en la manera que Él aprobase. Tan humilde y modesto como antes de su unción, el pastorcito volvió a las colinas, y vigilaba y guardaba sus rebaños con tanta ternura como siempre” (PP: 641).
Pensemos un poco en este aspecto de la humildad, relacionado con la preparación de David. “La primera parte de la vida de David, como pastor, con sus lecciones de humildad, trabajo paciente y tierno cuidado por sus rebaños; la comunión con la Naturaleza en la soledad de las colinas, desarrollando su genio para la música y poe-sía, y dirigiendo sus pensamientos al Creador; la larga disciplina de su vida en el desierto, poniendo en ejercicio el coraje, fuerza, paciencia y fe en Dios, fueron designadas por el Señor como preparación para el trono de Israel” (PP:476).
Otro ejemplo es el de Juan Bautista. “Delante de la honra va la humildad. Para ocupar un elevado cargo de-lante de los hombres, el Cielo escoge al obrero que, como Juan Bautista, asume posición humilde delante de Dios. El más infantil de los discípulos es el más eficiente en el trabajo para Dios” (DTG: 421).
El ejemplo de Juan Bautista muestra que el camino hacia arriba es hacia abajo. Avancemos en el tiempo unos dos mil años, aproximadamente. ¿Os acordáis de la reacción del presidente de los Estados Unidos a la acu-sación de que no era un “buen presidente”, por causa del sufrimiento que su corte presupuestario había causado a la pobreza? Se dice que él sonrió, y dijo: “Bien, en el momento que supe que él había hecho esta declaración, pu-se la otra mejilla” (Time, 6 de Agosto de 1984, pág. 17).
En mi manera de ver, mi padre fue un gran hombre. Talvez no por causa de alguna gran realización (según el concepto del mundo), sino por causa de su humildad.
Cuando estábamos en Filipinas, durante la Segunda Guerra Mundial, frecuentemente él necesitaba hablar con las autoridades militares japonesas (en ese tiempo, éramos ciudadanos alemanes, no siendo, de esa forma, prisioneros. En verdad, aún cuando Alemania fuese considerada aliada de Japón, éramos tenidos como “amiga-blemente enemigos”, una vez que todos los “blancos” eran considerados “sospechosos”).
Fue durante aquel tiempo que escuché varias veces a mi padre decir que prefería lidiar con un capitán o elemento de grado más elevado, a tener que entenderse con un soldado raso o cabo. En la mayoría de los casos, mientras más alto el grado, más bondad, humildad y comprensión.

Otros Ejemplos de Humildad.-

Aún los ángeles, encargados del Arca del Concierto, muestran humildad. “Un ala de cada ángel se extendía hacia lo alto, mientras la otra estaba cerrada sobre el cuerpo en señal de reverencia y humildad” (PP: 360).
Juan, el discípulo amado, uno de los hermanos que querían sentarse al lado de Jesús en Su reino, también se volvió una persona humilde, después que Jesús le cambió la vida. A su respecto está escrito:
“Al discípulo amado le fueron concedidos tan exaltados privilegios como dificilmente serían confiados a mor-tales. Sin embargo, tuvo que volverse tan semejante al carácter de Cristo, que el orgullo no encontraba ningún lu-gar en su corazón. Su humildad no consistía en mera profesión; era, escuchen esto, una gracia que lo envolvía tan naturalmente como una ropa. Él trataba siempre de ocultar sus actos de justicia propia, y evitar todo lo que pare-ciese atraer la atención para sí mismo. En su Evangelio, Juan menciona al discípulo a quien Jesús amaba, pero esconde el hecho de que a persona así honrada era él mismo” (SL:78-79).






Aún cuando Juan haya vivido y andado con Cristo por cerca de tres años y medio, y tuviese la ventaja de aquel “perfecto modelo de humildad, operiosidad y obediencia” (Ev. 636), también nosotros podemos tener la mis-ma experiencia hoy.
“La humildad, la abnegación, la beneficiencia y la entrega fiel del diezmo, muestran que la gracia de Dios está operando en el corazón. El mayor Profesor, el mayor Médico que el mundo ya conoció, enseñó muchas lec-ciones sobre la necesidad de la humildad. Estas lecciones deben ser puestas en práctica por Sus seguidores” (Consejos sobre Salud: 590).

¿Dónde y Cuándo Debe La Humildad Ser Evidenciada?

“El celo cristiano no se resume en hablar, sino que sentirá y reaccionará con vigor y eficiencia. Sin embar-go, el celo cristiano no actuará por el deseo de ser visto. La humildad caracterizará cada esfuerzo y será visto en cada acto” (2 Testimonies: 233).
“La humildad y la reverencia deben caracterizar el comportamiento de todos los que van a la presencia de Dios. En el nombre de Jesús podemos ir adelante de Él con confianza; no debemos, sin embargo, aproximarnos de Él con mucha osadía, como si Él estuviese en el mismo nivel que nosotros” (PP: 255).
Lehman Hotchkiss, un pastor de iglesia, afirmó que: “El cultivo de la humildad y reverencia delante del Señor puede guardarnos de la tendencia de volvernos arbitrarios, insensibles y orgullosos. Para mi, emplear la disciplina de la iglesia siempre resultó en un mayor sentido de humildad. Conociendo la persona que cayó, tengo un sentido mucho más fuerte de que nadie está fuera del alcance de la tentación” (Leadership, Summer Qtr. 1984, pág. 48).
Sobre el asunto de “Dónde y Cuándo”, permitan referirme una vez más a Paul Cedar, en esta citación: “Cuando yo tenía 23 años de edad, comencé a trabajar con la organización Graham como un cruzado asociado, viajando, haciendo arreglos con pastores. Y luego pude percibir que muchos ocupaban posiciones de lideranza apenas por causa de política. Ellos habían pleiteado su ascensión, y la vida del Espíritu, la especie de caracterís-ticas mencionadas en Filipenses 2, muchas veces estaba ausente. Cuando usted es el pastor de la iglesia, puede arruinarse por llegar donde está de esa manera, muchas veces. Reúna, sin embargo, una comisión de cinco o seis pastores en la misma ciudad, y algunas dinámicas intrigantes saldrán a la luz. No todos pueden tener su propio camino.
Comencé a notar dos especies de miembros de comisión: los amados siervos de Cristo, que harían cual-quier cosa que necesitase ser hecha, sin llevar en cuenta a quien pertenecía la gloria, y las personas que jamás habían sido vistas antes que Billy llegase a la ciudad. De repente, estaban allí, a su derecha y a su izquierda, co-mo Santiago y Juan ...”
Él concluye diciendo: “Estoy grandemente convencido del principio de que el Señor hace la promoción” (Leadership, Summer Qtr. 1984, vol. 5, pág. 14, Nº 3).
Si pudiésemos establecer un paralelo con nuestra propia Junta de Iglesia o Comisión Escolar, y podríamos encontrar muchos miembros de comisión que son usados para alcanzar sus propios objetivos. Ellos no necesitan ser todos médicos, dentistas, administradores o abogados. Aún la empleada doméstica del administrador puede ser usada para alcanzar los propios objetivos, en la mayoría de los casos. ¿Qué sucede cuando todos estos indi-viduos se reúnen en una Junta? ¿Se observa humildad?

Muchas Veces Preguntamos: Pero, Cómo?

“El andar cabisbajo y con el corazón lleno de preocupaciones no constituye prueba de verdadera humildad” (El Gran Conflicto: 477).
“Mientras más alguien ve el carácter de Dios, tanto más humilde se vuelve, y tanto más baja su propia esti-ma” (SD: 68).
“Al paso que habla a Dios de pobreza de espíritu, puede el corazón ensoberbecerse con la presunción de su humildad superior y exaltada justicia. Sólo de un modo el verdadero conocimiento del propio yo puede ser alcan-zado. Necesitamos mirar a Cristo. El desconocimiento de él es que da a los hombres una tal alta idea de su pro-pia justicia. Al contemplar Su pureza y excelencia, veremos nuestra atonía, pobreza y defectos, como realmente son” (PVGM: 159).
¿Estamos comenzando a entender el cuadro del CÓMO? “La razón por la cual Él no escoge más veces hombres de saber y de alta posición para dirigir los movimientos de la Reforma, es porque ellos confían en sus credos, teorías y sistemas teológicos, y no sienten la necesidad de ser enseñados por Dios. Unicamente los que tienen una ligación personal con la fuente de la sabiduría son capaces de comprender o explicar las Escrituras. Hombres que tienen poca instrucción colegial son a veces llamados para anunciar la verdad, no porque sean igno-rantes, sino porque no son demasiado pretensiosos para ser enseñados por Dios. Aprenden en la escuela de Cris-to, y su humildad y obediencia los hace grandes. Concediéndoles el conocimiento de Su verdad, Dios les confiere una honra, en comparación con la cual las honras terrestres y la grandeza humana se reducen a la insignificancia” (GC: 457-458).












¿El Camino Hacia Arriba Es Hacia Abajo?

¡Si! ¿Y el camino hacia abajo es para arriba? Veamos el primer ejemplo: “Cómo caíste del Cielo, oh estrella de la mañana, hijo del alba! ¡Cómo fuiste lanzado por tierra, tu que debilitabas las naciones! Tu decías en tu cora-zón: Yo subiré al Cielo; arriba de las estrellas de Dios exaltaré mi trono, y en el monte de la congregación me sen-taré, en las extremidades del Norte; subiré arriba de las más altas nubes, y seré semejante al Altísimo. Sin em-bargo serás precipitado para el reino de los muertos, en lo más profundo del abismo” (Isaías 14:12-15).
“Doloroso es aprender las lecciones de humildad; sin embargo, nada es más benéfico, al final. El sufrimiento resultante del aprendizaje de las lecciones de humildad es consecuencia de ser exaltados por una falsa estima de nosotros mismos, de tal manera que somos incapaces de ver nuestra gran necesidad. La vanidad y el orgullo lle-nan el corazón de los hombres. Unicamente la gracia de Dios puede operar una transformación” (4 Testimonies: 378).
¿Difícil? ¡Si! Pero nos lleva a cada uno de nosotros a decir como Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me for-talece” (Fil. 4:13).
¿Se acuerdan de la parábola de Jesús, registrada en Luc. 14:7-12? Leedla en la versión TEV: “Jesús obser-vó cómo algunos de los convidados estaban escogiendo los mejores lugares, de manera que les dijo a todos esta parábola: Cuando alguien os convide para una fiesta de casamiento, no se sienten en el mejor lugar. Puede ser que alguien más importante que ustedes haya sido convidado, y el dueño de la casa, que los convidó a ustedes así como a él, tenga que llegar a decíros: necesito de este lugar. Entonces ustedes quedarán sin saber que hacer, y tendrán que sentarse en un lugar más bajo. En vez de eso, cuando sean invitados, traten de sentarse en el lugar más bajo, para que el dueño de la casa venga y os diga: suban, mis amigos, para un lugar mejor. Esto les traerá honra en la presencia de todos los otros invitados. Pues todos los que a sí mismos se hacen grandes serán humi-llados, y todos los que se humillan serán hechos grandes”.
¿Estamos dispuestos a seguir hoy estos consejos de Jesús? ¿No solamente Sus consejos, sino que tam-bién Su ejemplo supremo? Que esta experiencia sea nuestra experiencia por la fe, mediante la gracia de Dios. Que ella no solo nos lleve más cerca de nuestro Señor y Salvador, sino que también nos haga más unidos como grupo.