Apreciado Rafael: Suficientemente aclarado ya que en la iglesia de
Jesucristo -humanamente hablando- nadie tiene soberanía sobre la misma,la parte práctica podría explicarse atendiendo a dos fuentes
diferentes: una, es la que procede del Nuevo Testamento.
Otra, es la amplísima diversidad de sistemas y métodos, que a veces,
por pragmáticos son admitidos y seguidos nada más que porque parecen
funcionar mas o menos bien.
1 - Resulta claro que los ancianos de Éfeso a quienes Pablo también llama obispos (sobreveedores o supervisores)habían sido puestos por el
Espíritu Santo para apacentar o pastorear la iglesia (Hch.20:28).
A tí también esto te resulta claro, así que ahora preguntas:
-¿Pero cómo hace la iglesia para reconocerlos?
-Pues en la misma pregunta está la respuesta: pues los reconoce:
"Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre
vosotros y os presiden en el Señor y os amonestan". (1Tes.5:12).
Estos son los mismos que en 1Ti.5:17: "Los ancianos que gobiernan
bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar". Y son los mismos también a quienes
Pablo recomienda por haberse dedicado al servicio de los santos: "Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan...porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas" (1Co.16:16-18).
- La doctrina está muy bien -acotas- ¿pero cómo se pone en práctica?
- Pues el ejemplo lo vemos en Hechos 14:21-23: Al regresar por las
mismas ciudades que habían antes evangelizado, los apóstoles hacían
notar a las incipientes iglesias quienes eran los hermanos que las
estaban cuidando y enseñando. Efectivamente, no sólo algunos de entre ellos comparativamente parecían haber madurado más que el resto, sino
que eran evidentes también los dones del Espíritu que los capacitaba para prestarles efectivo servicio. ¡Así de sencillo!
Esta doctrina y práctica es también la original entre las Asambleas de Hermanos. La costumbre moderna de que el mismo consejo de ancianos
sea el que elija o nombre a otro que se sume a ellos, es una burda
corrupción de la sana doctrina y práctica de las Asambleas. Obedece al
temor de admitir en su colegiado a un hermano espiritual, sabio y
capacitado, ante el cual queden expuestas su ignorancia y arbitrariedades. Así que nunca admitirán al que el Espíritu Santo
ponga y capacite, sino al que sea leal al grupo y cuyo concurso les
convenga por política eclesiástica, prestigio profesional o apoyo
económico. Si tienes suficiente confianza con algún anciano de tu
iglesia para exponerle mi criterio, y dijera que estoy equivocado, con
el mayor de los gustos dialogaré con él y rectificaré mi opinión.
2 - De no optar por el Nuevo Testamento, entonces son múltiples las
respuestas que se te puedan dar, pues no se apoyan en el propósito revelado por Dios en su Palabra y exhibido en las iglesias del primer
siglo, sino en innovaciones humanas que mal o bien de algún modo
funcionan desde hace cinco siglos por el mundo evangelicalizado.
El Señor sea contigo.
Ricardo.