De par en par
Juan simarro
Homosexualidad y sodomía
En estos días, con motivo de la modificación del Código Civil en materia de matrimonio, intentando la equiparación matrimonial de las parejas homosexuales, hay una movida tanto en España, como en otros países en torno a España, que exponen, conferencian y debaten en torno a la temática del matrimonio homosexual. Por una parte hay un equipo en España de tres personas evangélicas del entorno americano, dos de ellos latinoamericanos, que van conferenciando y exponiendo, a palo seco, las maldades de la homosexualidad y del matrimonio homosexual, intentando movilizaciones en contra de la modificación del Código Civil en materia de matrimonio que prepara el gobierno de nuestro país. Se trata de Sixto Porras, Reed Olson y Yuri Mantilla. Todos con un curriculun excelso, al menos sobre el papel. Esta mañana los estuve escuchando en Madrid. Y la verdad es que a mí, personalmente, me ha parecido una exposición tremendista, poniendo textos y ejemplos radicales y forzando la interpretación de textos legales de diferentes países que han legislado favoreciendo los derechos civiles de los homosexuales. Participé con mi silencio y me vine un poco decepcionado de un cierto fundamentalismo evangélico.
Pero hete aquí que al llegar a mi despacho en Misión Urbana, abro el correo electrónico y me encuentro con los textos que desde la FEREDE y en preparación de la plenaria del día 23 de este mes, nos envían a las Iglesias y organizaciones miembros de la FEREDE. Y respiré con un poco de alivio. Son textos de más humanidad, más racionales, más en línea con el Evangelio y con unos criterios generales con los cuales me puedo identificar. Allí, se reconoce al Estado el “derecho y la responsabilidad de gobernar, aunque no siempre sus decisiones coincidan con nuestros criterios” . Y respiré con cierta tranquilidad, porque a muchos cristianos les gustaría exigir a un gobierno laico que legislara con respecto a los principios bíblicos y, si pudieran, dejarían en la marginación a los homosexuales, privados de sus derechos humanos y civiles fundamentales, dejándoles al margen de la sociedad. Es decir, un poco como hemos estado los protestantes en España en épocas no muy lejanas. Nosotros los evangélicos entendemos de marginación.
Habla también la FEREDE de mantener la separación Iglesia-Estado y reconoce que “no es nuestra tarea impedir que se puedan conceder derechos de igualdad a otros colectivos no cristianos”. Y habla de que la Iglesia debe intentar que se promueva la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer, a la vez que pide prioridad en la adopción para los matrimonios heterosexuales. Y aunque parezca mentira, entre lo que escuché esta mañana y lo que veo que emana desde la FEREDE como “consenso generalizado” pareciera que se ha entrado desde las abruptas aristas de la condena a la marginación de un colectivo minoritario, a ciertas líneas, no sólo de racionalidad, sino de sentimiento evangélico y de política democrática.
La FEREDE lo que sí pide con rotundidad es la protección del matrimonio heterosexual y que no se estropee la esencia histórica de la institución matrimonial y que, para las uniones homosexuales “ se cree una nueva institución civil”, cuestión por otra parte que creo que estaría también en el consenso de la mayoría de los cristianos que ven el matrimonio como algo exclusivo entre un hombre y una mujer. Yo estoy de acuerdo con ello. Pero se ve claramente que no hay nada en contra de la equiparación de derechos entre la unión de los homosexuales y el matrimonio civil o cristiano entre un hombre y una mujer. Son líneas de trabajo desde la FEREDE en donde se valora a la persona por encima de su circunstancia específica. Y aquí mi adhesión y felicitación al equilibrio de la FEREDE.
Por otra parte está la cuestión de la sodomía y viendo libros en una librería me encuentro con uno titulado “Leer la Biblia desde los Marginados” de Miguel A. De la Torre, y me topo con una interpretación de unos textos en torno a Sodoma que ya había leído en otros autores como Ronald Sider en su libro “Cristianos ricos en una edad de hambre” que leí hace ya unos veinte años. Pero nos llevan estos autores, desde el compromiso social de la Iglesia, a reflexionar en que la sodomía no está relacionada con la homosexualidad como lo más importante. Hay otros sodomitas mucho más perversos, más peligrosos y más perturbadores de los equilibrios sociales y de una ética social universal, que los homosexuales. Y la Biblia clama contra ellos de una forma más rotunda. Porque ese tipo de sodomía es el gran pecado bíblico. Por eso me extraña que intelectuales latinoamericanos vengan a clamar contra los homosexuales y no clamen contra la sodomía de que son objeto, pues todo Latinoamérica, al igual que el 80% de la humanidad son víctimas de estos sodomitas perversos, condenados bíblicamente, y en torno a los cuales muchos cristianos guardan silencio. Porque ¿cuál fue el pecado de Sodoma según el contexto del resto de los libros bíblicos? Según el profeta Ezequiel, “He aquí esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, ... y no fortaleció la mano del afligido y del pobre” . (Ez. 16:49). Esta sodomía se sigue dando hoy en día . Sodomitas hartos, viviendo en la abundancia y de espaldas a la marginación y a la pobreza del 80% de la humanidad. Cada vez ricos más ricos, una minoría, frente a la legión de pobres cada vez más pobres. Terrible sodomía. Malditos sodomitas.
En Isaías capítulo 1, Isaías se dirige a los sodomitas, asimilando el pecado de Sodoma a la opresión y a la injusticia contra los huérfanos y las viudas que eran, junto a los extranjeros, los prototipos de personas marginadas, oprimidas y excluidas de los bienes sociales. Y Dios cierra sus oídos ante ellos y los rechaza y les dice que si quieren ser acogidos por Dios en sus rituales, deben dejar la sodomía, o sea, deben dejar la injusticia y la opresión de los débiles: “Haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” , esa es la auténtica forma de abandonar la sodomía, o sea, dejar la explotación y la marginación de los débiles. Y yo clamo más fuerte contra esta sodomía que contra las cuestiones lésbicas, gays o la unión homosexual... y, sin justificar a nada ni a nadie, porque no es mi función, creo que estoy en la línea bíblica. Al menos, quiero estar en ella.
Juan Simarro Fernández, licenciado en Filosofía, escritor y director de Misión Evangélica Urbana de Madrid.
© J. Simarro, 2005, Madrid, España.
Juan simarro
Homosexualidad y sodomía
En estos días, con motivo de la modificación del Código Civil en materia de matrimonio, intentando la equiparación matrimonial de las parejas homosexuales, hay una movida tanto en España, como en otros países en torno a España, que exponen, conferencian y debaten en torno a la temática del matrimonio homosexual. Por una parte hay un equipo en España de tres personas evangélicas del entorno americano, dos de ellos latinoamericanos, que van conferenciando y exponiendo, a palo seco, las maldades de la homosexualidad y del matrimonio homosexual, intentando movilizaciones en contra de la modificación del Código Civil en materia de matrimonio que prepara el gobierno de nuestro país. Se trata de Sixto Porras, Reed Olson y Yuri Mantilla. Todos con un curriculun excelso, al menos sobre el papel. Esta mañana los estuve escuchando en Madrid. Y la verdad es que a mí, personalmente, me ha parecido una exposición tremendista, poniendo textos y ejemplos radicales y forzando la interpretación de textos legales de diferentes países que han legislado favoreciendo los derechos civiles de los homosexuales. Participé con mi silencio y me vine un poco decepcionado de un cierto fundamentalismo evangélico.
Pero hete aquí que al llegar a mi despacho en Misión Urbana, abro el correo electrónico y me encuentro con los textos que desde la FEREDE y en preparación de la plenaria del día 23 de este mes, nos envían a las Iglesias y organizaciones miembros de la FEREDE. Y respiré con un poco de alivio. Son textos de más humanidad, más racionales, más en línea con el Evangelio y con unos criterios generales con los cuales me puedo identificar. Allí, se reconoce al Estado el “derecho y la responsabilidad de gobernar, aunque no siempre sus decisiones coincidan con nuestros criterios” . Y respiré con cierta tranquilidad, porque a muchos cristianos les gustaría exigir a un gobierno laico que legislara con respecto a los principios bíblicos y, si pudieran, dejarían en la marginación a los homosexuales, privados de sus derechos humanos y civiles fundamentales, dejándoles al margen de la sociedad. Es decir, un poco como hemos estado los protestantes en España en épocas no muy lejanas. Nosotros los evangélicos entendemos de marginación.
Habla también la FEREDE de mantener la separación Iglesia-Estado y reconoce que “no es nuestra tarea impedir que se puedan conceder derechos de igualdad a otros colectivos no cristianos”. Y habla de que la Iglesia debe intentar que se promueva la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer, a la vez que pide prioridad en la adopción para los matrimonios heterosexuales. Y aunque parezca mentira, entre lo que escuché esta mañana y lo que veo que emana desde la FEREDE como “consenso generalizado” pareciera que se ha entrado desde las abruptas aristas de la condena a la marginación de un colectivo minoritario, a ciertas líneas, no sólo de racionalidad, sino de sentimiento evangélico y de política democrática.
La FEREDE lo que sí pide con rotundidad es la protección del matrimonio heterosexual y que no se estropee la esencia histórica de la institución matrimonial y que, para las uniones homosexuales “ se cree una nueva institución civil”, cuestión por otra parte que creo que estaría también en el consenso de la mayoría de los cristianos que ven el matrimonio como algo exclusivo entre un hombre y una mujer. Yo estoy de acuerdo con ello. Pero se ve claramente que no hay nada en contra de la equiparación de derechos entre la unión de los homosexuales y el matrimonio civil o cristiano entre un hombre y una mujer. Son líneas de trabajo desde la FEREDE en donde se valora a la persona por encima de su circunstancia específica. Y aquí mi adhesión y felicitación al equilibrio de la FEREDE.
Por otra parte está la cuestión de la sodomía y viendo libros en una librería me encuentro con uno titulado “Leer la Biblia desde los Marginados” de Miguel A. De la Torre, y me topo con una interpretación de unos textos en torno a Sodoma que ya había leído en otros autores como Ronald Sider en su libro “Cristianos ricos en una edad de hambre” que leí hace ya unos veinte años. Pero nos llevan estos autores, desde el compromiso social de la Iglesia, a reflexionar en que la sodomía no está relacionada con la homosexualidad como lo más importante. Hay otros sodomitas mucho más perversos, más peligrosos y más perturbadores de los equilibrios sociales y de una ética social universal, que los homosexuales. Y la Biblia clama contra ellos de una forma más rotunda. Porque ese tipo de sodomía es el gran pecado bíblico. Por eso me extraña que intelectuales latinoamericanos vengan a clamar contra los homosexuales y no clamen contra la sodomía de que son objeto, pues todo Latinoamérica, al igual que el 80% de la humanidad son víctimas de estos sodomitas perversos, condenados bíblicamente, y en torno a los cuales muchos cristianos guardan silencio. Porque ¿cuál fue el pecado de Sodoma según el contexto del resto de los libros bíblicos? Según el profeta Ezequiel, “He aquí esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, ... y no fortaleció la mano del afligido y del pobre” . (Ez. 16:49). Esta sodomía se sigue dando hoy en día . Sodomitas hartos, viviendo en la abundancia y de espaldas a la marginación y a la pobreza del 80% de la humanidad. Cada vez ricos más ricos, una minoría, frente a la legión de pobres cada vez más pobres. Terrible sodomía. Malditos sodomitas.
En Isaías capítulo 1, Isaías se dirige a los sodomitas, asimilando el pecado de Sodoma a la opresión y a la injusticia contra los huérfanos y las viudas que eran, junto a los extranjeros, los prototipos de personas marginadas, oprimidas y excluidas de los bienes sociales. Y Dios cierra sus oídos ante ellos y los rechaza y les dice que si quieren ser acogidos por Dios en sus rituales, deben dejar la sodomía, o sea, deben dejar la injusticia y la opresión de los débiles: “Haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” , esa es la auténtica forma de abandonar la sodomía, o sea, dejar la explotación y la marginación de los débiles. Y yo clamo más fuerte contra esta sodomía que contra las cuestiones lésbicas, gays o la unión homosexual... y, sin justificar a nada ni a nadie, porque no es mi función, creo que estoy en la línea bíblica. Al menos, quiero estar en ella.
Juan Simarro Fernández, licenciado en Filosofía, escritor y director de Misión Evangélica Urbana de Madrid.
© J. Simarro, 2005, Madrid, España.