. HOMBRES BUENOS EN TIEMPOS MALOS
Amós 5:21–24; 7:10–17; 8:4–8.
De éstos ha habido muchos: Elías, Eliseo, Jeremías, y muchos otros héroes del Antiguo Testamento; Pedro, Pablo, Jacobo y otros del Nuevo Testamento. En los tiempos malos, si nos sentimos impulsados por el Espíritu Santo a hablar, no debemos apagar el Espíritu: hablemos con valor, dejando a un lado los dictados de la falsamente llamada prudencia. El arrojo de Lutero, Calvino, Knox, Huss, Hubmeier y muchos otros, contribuyó al éxito de la Reforma. El valor de hombres como Spurgeon y Parker en Inglaterra; Finney, Moody y muchos otros en Estados Unidos; Cabrera en España, Li en China, Cova y Cabrera en Cuba, Teófilo Barocio y Pablo Rodríguez y otros muchos en México; y un sinnúmero más en todos los países, que no podemos nombrar aquí, que “instaban a tiempo y fuera de tiempo”, constituyen la explicación del éxito que ha alcanzado en estos tiempos el evangelio de Jesús. Seamos prudentes hasta donde sea posible; pero sigamos la dirección del Espíritu Santo, cueste lo que cueste, para la honra y gloria divinas.
Amós 5:21–24; 7:10–17; 8:4–8.
De éstos ha habido muchos: Elías, Eliseo, Jeremías, y muchos otros héroes del Antiguo Testamento; Pedro, Pablo, Jacobo y otros del Nuevo Testamento. En los tiempos malos, si nos sentimos impulsados por el Espíritu Santo a hablar, no debemos apagar el Espíritu: hablemos con valor, dejando a un lado los dictados de la falsamente llamada prudencia. El arrojo de Lutero, Calvino, Knox, Huss, Hubmeier y muchos otros, contribuyó al éxito de la Reforma. El valor de hombres como Spurgeon y Parker en Inglaterra; Finney, Moody y muchos otros en Estados Unidos; Cabrera en España, Li en China, Cova y Cabrera en Cuba, Teófilo Barocio y Pablo Rodríguez y otros muchos en México; y un sinnúmero más en todos los países, que no podemos nombrar aquí, que “instaban a tiempo y fuera de tiempo”, constituyen la explicación del éxito que ha alcanzado en estos tiempos el evangelio de Jesús. Seamos prudentes hasta donde sea posible; pero sigamos la dirección del Espíritu Santo, cueste lo que cueste, para la honra y gloria divinas.