Isaias 53:5
Alejandro MacLeod tenía un amigo que era profesor en Jamaica. Este profesor tenía como regla inflexible que acualquiera que dijera una mentira en la escuela debía recibir siete correazos en la palma de la mano. Un día una niñita mintió y fue llamada a recibir su castigo en presencia de toda la escuela. Era una pequeñita muy sensible y el profesor estaba verdaderamente pesaroso de tener que castigarla, pero tenía que cumplir el reglamente de la escuela. El grio que ella dió cuando reció su primer azote, le llegó a lo profundo de su corazón. No pudo continuar con el castigo. Pero su pecado no podía quedar sin castigo. Miró a los niño y preguntó:
-¿Hay algún nió que quiera cargar con el resto del castigo?
En cuanto preonunció estas palabras se puso de pie un muchachito llamado Jaime. y dijo:
-Señor, por favor, ¡ permita que sea yo!
Jim pasó adelante y recibió sin lamentarse los seis azotes restantes.
El Dr. MacLeod cuanta la historia y añade: La visión de un corazón aúnmás generoso que el de este valiente niño, pero lleno de la misma generosidad, fue lo que hizo que los ojos de este maestro se llenaran de lágrimas y por ese día cerrara sus libros para reunir sus pupilos alrededor de su escritorio para hablarles del misericordioso que hace mucho tiempo llevó el castigo de todos nosotros. La historia que les contó, es también nuestra historia.
SOBRELLEVAD LOS UNOS LAS CARGAS DE LOS OTROS, Y CUMPLID ASÍ LA LEY DE CRISTO. (Galatas 6:2)
No se puede llamar inútil a quien aliviana la carga de otro..- Dickens.
Preguntate , si en este tiempo has llevado la carga de otros, la aflixción, o has acompañado en la enfermedad, en la soledad, en el dolor a alguien.
Predicad las buenas nuevas. Como lo hizo el hijo de Dios, con hechos . Con obras.
Bendiciones.
Alejandro MacLeod tenía un amigo que era profesor en Jamaica. Este profesor tenía como regla inflexible que acualquiera que dijera una mentira en la escuela debía recibir siete correazos en la palma de la mano. Un día una niñita mintió y fue llamada a recibir su castigo en presencia de toda la escuela. Era una pequeñita muy sensible y el profesor estaba verdaderamente pesaroso de tener que castigarla, pero tenía que cumplir el reglamente de la escuela. El grio que ella dió cuando reció su primer azote, le llegó a lo profundo de su corazón. No pudo continuar con el castigo. Pero su pecado no podía quedar sin castigo. Miró a los niño y preguntó:
-¿Hay algún nió que quiera cargar con el resto del castigo?
En cuanto preonunció estas palabras se puso de pie un muchachito llamado Jaime. y dijo:
-Señor, por favor, ¡ permita que sea yo!
Jim pasó adelante y recibió sin lamentarse los seis azotes restantes.
El Dr. MacLeod cuanta la historia y añade: La visión de un corazón aúnmás generoso que el de este valiente niño, pero lleno de la misma generosidad, fue lo que hizo que los ojos de este maestro se llenaran de lágrimas y por ese día cerrara sus libros para reunir sus pupilos alrededor de su escritorio para hablarles del misericordioso que hace mucho tiempo llevó el castigo de todos nosotros. La historia que les contó, es también nuestra historia.
SOBRELLEVAD LOS UNOS LAS CARGAS DE LOS OTROS, Y CUMPLID ASÍ LA LEY DE CRISTO. (Galatas 6:2)
No se puede llamar inútil a quien aliviana la carga de otro..- Dickens.
Preguntate , si en este tiempo has llevado la carga de otros, la aflixción, o has acompañado en la enfermedad, en la soledad, en el dolor a alguien.
Predicad las buenas nuevas. Como lo hizo el hijo de Dios, con hechos . Con obras.
Bendiciones.