HISTORIA DE UNA MONJA

11 Diciembre 2007
618
0
Era una mañana hermosa, dorada y serena, cuando decidí adentrarme en el campo, disfrutar del aire libre y de la naturaleza y percibir al pisar la hierba fresca y natural, ese agradable aroma que suena a vida nueva. Un tiempo hermoso que nos reconforta al contemplar la belleza de las flores. Una época en la que uno se siente féliz.

Y feliz me encontraba yo aquella mañana cuando acompañado por Raquel, me dirigía hacia el convento de las monjas de Santa Clara situado, en la provincia de Madrid.

Raquel, era una Licenciada en Farmacia hija de un buen amigo mio, médico de profesión, al que conozco hace más de treinta años y al que me une una sincera amistad. Raquel por entonces tendría unos veinte años. Era una persona amable, noble y sincera.
Poseía unas fuertes convicciones religiosas, que nos llevaban a mantener largas conversaciones sobre nuestra manera de ver y sentir la vida cristiana.
Entre nosotros nació una bonita amistad carente de cualquier otra especulación. Tomábamos café o comíamos juntos con frecuencia cuando yo desarrollaba mi trabajo profesional como delegado de un laboratorio farmacéutico.

Pasados unos años Raquel contrajo matrimonio con un médico del servicio hospitalario del centro donde su padre ejercía la medicina. Ceremonia a la que asistí en compañía de mi esposa.
Por motivos profesionales de su marido tuvieron que trasladarse a vivir a Santander. Al principio manteníamos contacto telefónico, pero desgraciadamente haciendo gala de la célebre melodía “…dicen que la distancia es el olvido” nuestras conversaciones fueron dilatándose.
Por su padre me enteré que fruto de su matrimonio habían nacido dos hijos, de lo cual me alegré profundamente.

Han pasado casi treinta y cinco años cuando un día recibí una llamada inesperada. Se trataba de Raquel. Sentí una enorme emoción al oir de nuevo su voz. Deseaba verme para hablar conmigo y recordar aquellas intensas conversaciones que manteníamos sobre nuestra fe.
Me comentó que no había tenido mucha suerte en su matrimonio y terminaron separándose. Su hijo mayor vivía su mundo en California y ella con su hija Rosalía, que había decidido ingresar en un convento, volvieron al domicilio de su padre, viudo y jubilado, para vivir con él.

Un buen día recorriendo el camino que separaba la casa de su padre del convento, me preguntaba como Rosalía, una chica joven, alegre y bella había sentido la llamada de Dios para entregar su vida a la frialdad de un convento. Que fuerza interior la impulsaba para comprender que Dios la necesitaba en ese lugar, rompiendo toda su vida anterior cuando a Él se le puede servir en cualquier lugar.
Recuerdo que era el primer jueves de mes, día en que según Raquel tenían asignado por la Dirección para recibir personalmente a las familias.

La encontramos esperándonos en una pequeña sala. Madre e hija se fundieron en un fuerte abrazo. Le ofrecí mi mano para saludarla y ella besó mi mejilla con dulzura. Al ver su cara angelical cargada de ilusión y felicidad humedeció la mía.
Raquel apretaba fuertemente la mano de su hija mientras conversaban. Rosalía hablaba y hablaba de lo mucho que Dios le había concedido en aquella casa. Para mí, comentaba con alegría, esto no es un refugio, no es una huida del mundo, sino todo lo contrario, amar y servir al mundo a través de Dios. Estoy féliz, contenta e ilusionada. En este lugar me encuentro más cerca de Dios y a través de Él más cercana hacia los demás por quienes le pido constantemente. Rezo por los que andan por la vida sin encontrar ese camino que les conduzca a encontrar su fe perdida. Le pido a Dios por los que mueren en las carreteras, en atentados, en catástrofes, en abortos provocados. Por los matrimonios separados y por los niños abandonados.

A veces siento una voz interior que me dice en silencio que mi vida puede ser la Biblia que otros lean y por ello tengo la obligación de hacerles llegar ese mensaje que puedo ofrecerles… mi vida.

Pero el tiempo desconocedor de protocolos interrumpió nuestra conversación. Sonó una campanilla indicándonos que el tiempo de visita se había consumado. Antes de nuestra despedida Rosalía nos dejó una última reflexión: “Las tristezas y el sufrimiento forman parte de la vida. Unas vienen por nosotros y otras por los demás. Procurar no perder la esperanza y la alegría. A veces la vida os presentará su cara amarga, que debéis aceptar No olvidéis que navegamos entre rosas y espinas, entre dolores y alegrías. Tener presencia de Dios y os ayudará.

La puerta del convento se cerró tras salir nosotros. En el camino de regreso a casa de Raquel, apenas pudimos articular palabra.

Solo nos quedaba la imagen de un alma conquistada por Dios.
 
Re: HISTORIA DE UNA MONJA

Era una mañana hermosa, dorada y serena, cuando decidí adentrarme en el campo, disfrutar del aire libre y de la naturaleza y percibir al pisar la hierba fresca y natural, ese agradable aroma que suena a vida nueva. Un tiempo hermoso que nos reconforta al contemplar la belleza de las flores. Una época en la que uno se siente féliz.

Y feliz me encontraba yo aquella mañana cuando acompañado por Raquel, me dirigía hacia el convento de las monjas de Santa Clara situado, en la provincia de Madrid.

Raquel, era una Licenciada en Farmacia hija de un buen amigo mio, médico de profesión, al que conozco hace más de treinta años y al que me une una sincera amistad. Raquel por entonces tendría unos veinte años. Era una persona amable, noble y sincera.
Poseía unas fuertes convicciones religiosas, que nos llevaban a mantener largas conversaciones sobre nuestra manera de ver y sentir la vida cristiana.
Entre nosotros nació una bonita amistad carente de cualquier otra especulación. Tomábamos café o comíamos juntos con frecuencia cuando yo desarrollaba mi trabajo profesional como delegado de un laboratorio farmacéutico.

Pasados unos años Raquel contrajo matrimonio con un médico del servicio hospitalario del centro donde su padre ejercía la medicina. Ceremonia a la que asistí en compañía de mi esposa.
Por motivos profesionales de su marido tuvieron que trasladarse a vivir a Santander. Al principio manteníamos contacto telefónico, pero desgraciadamente haciendo gala de la célebre melodía “…dicen que la distancia es el olvido” nuestras conversaciones fueron dilatándose.
Por su padre me enteré que fruto de su matrimonio habían nacido dos hijos, de lo cual me alegré profundamente.

Han pasado casi treinta y cinco años cuando un día recibí una llamada inesperada. Se trataba de Raquel. Sentí una enorme emoción al oir de nuevo su voz. Deseaba verme para hablar conmigo y recordar aquellas intensas conversaciones que manteníamos sobre nuestra fe.
Me comentó que no había tenido mucha suerte en su matrimonio y terminaron separándose. Su hijo mayor vivía su mundo en California y ella con su hija Rosalía, que había decidido ingresar en un convento, volvieron al domicilio de su padre, viudo y jubilado, para vivir con él.

Un buen día recorriendo el camino que separaba la casa de su padre del convento, me preguntaba como Rosalía, una chica joven, alegre y bella había sentido la llamada de Dios para entregar su vida a la frialdad de un convento. Que fuerza interior la impulsaba para comprender que Dios la necesitaba en ese lugar, rompiendo toda su vida anterior cuando a Él se le puede servir en cualquier lugar.
Recuerdo que era el primer jueves de mes, día en que según Raquel tenían asignado por la Dirección para recibir personalmente a las familias.

La encontramos esperándonos en una pequeña sala. Madre e hija se fundieron en un fuerte abrazo. Le ofrecí mi mano para saludarla y ella besó mi mejilla con dulzura. Al ver su cara angelical cargada de ilusión y felicidad humedeció la mía.
Raquel apretaba fuertemente la mano de su hija mientras conversaban. Rosalía hablaba y hablaba de lo mucho que Dios le había concedido en aquella casa. Para mí, comentaba con alegría, esto no es un refugio, no es una huida del mundo, sino todo lo contrario, amar y servir al mundo a través de Dios. Estoy féliz, contenta e ilusionada. En este lugar me encuentro más cerca de Dios y a través de Él más cercana hacia los demás por quienes le pido constantemente. Rezo por los que andan por la vida sin encontrar ese camino que les conduzca a encontrar su fe perdida. Le pido a Dios por los que mueren en las carreteras, en atentados, en catástrofes, en abortos provocados. Por los matrimonios separados y por los niños abandonados.

A veces siento una voz interior que me dice en silencio que mi vida puede ser la Biblia que otros lean y por ello tengo la obligación de hacerles llegar ese mensaje que puedo ofrecerles… mi vida.

Pero el tiempo desconocedor de protocolos interrumpió nuestra conversación. Sonó una campanilla indicándonos que el tiempo de visita se había consumado. Antes de nuestra despedida Rosalía nos dejó una última reflexión: “Las tristezas y el sufrimiento forman parte de la vida. Unas vienen por nosotros y otras por los demás. Procurar no perder la esperanza y la alegría. A veces la vida os presentará su cara amarga, que debéis aceptar No olvidéis que navegamos entre rosas y espinas, entre dolores y alegrías. Tener presencia de Dios y os ayudará.

La puerta del convento se cerró tras salir nosotros. En el camino de regreso a casa de Raquel, apenas pudimos articular palabra.

Solo nos quedaba la imagen de un alma conquistada por Dios.

Hermano en la fe católica:

Muy bonito relato. Una historia de amistad y espiritualidad.

Subrayo las palabras de tu amiga, y pienso que es así, cada cristiano si es revestido de la bondad de Dios puede reflejarlo, un corazón iluminado por el amor de Jesucristo irradiará a otros


Y ante su otras palabras, en completa sintonía con ellas. Sí, la hora de la angustia es inevitable en la vida pero se sabe que no se está sólo en esas situaciones, de Dios se tiene la fortaleza para afrontar las situaciones en serenidad, como dice ella: "Tener presencia de Dios.." y que importante su consejo de no perder la esperanza y la alegría, y es que el Espíritu que habita en nosotros sostiene nuestra esperanza y l alegría es un don del Espíritu, y el que se encuentra en tribulación encontrará el apoyo en su comunidad o grupo para volver a saborear la alegría de existir.

Tú dices "Un alma conquistada por Dios" que bonito, un alma abierta a la gracia, dispuesta a recibir a Dios y dejarse modelar por él.

Quisiera comentarte amigo lo siguiente: soy cristiana de formación protestante pero que bueno es compartir de lo que nos une. Por cierto, me agrada leer a Edith Stein, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Thomas Merton entre otros.

Dios te bendiga.
 
Re: HISTORIA DE UNA MONJA

Amiga Paula, de nuevo te agradezco profundamente el tiempo que dedicas a leer mis sencillos artículos. Siempre encuentro en tus respuestas bellas palabras que me comunican tu envidable y sincera fe en un Dios que tienes caminando a tu lado dia tras día.
Me señalas tu formación cristiano evangélica. Lo respeto profundamente y admito cualquier religión que tenga como principal actividad el amor a Dios y el amor a los hermanos. Jesús en su vida pública perdonó a todos cuantos se lo pidieron-. Y nos dejó su mensaje de amor a todo el orbe cristiano: católicos, evángelicos, ortodoxos etc. etc.
Hace unos meses meses publiqué un artículo sobre el fallecimieto de un buen amigo mio que ejercía una magnífica labor como evangélico. Por si no lo leíste te lo envio para que lo leas.
Un abrazo



LUIS JUAN QUE ESTAS EN EL CIELO

Ha fallecido en Madrid mi gran amigo Luís Juan.
Nos conocimos hace muchos años cuando con su esposa y sus tres hijos instaló una industria de calzado muy cerca del domicilio que yo habitaba. Laboralmente triunfó. Su gran honradez y su dedicación a los productos que fabricaba pronto, muy pronto, llegaron a los mercados de casi toda España, aunque no exento de los altibajos propios de cualquier empresa.

Sin embargo para mí su mayor triunfo no se encontraba revelado en su faceta profesional. Luís Juan que era una persona con unas profundas convicciones cristianas dedicó gran parte de su vida al mundo de la teología evangélica.
Esta tarea no le resultó nada fácil en aquellos años en los que ferozmente los católicos discriminaban a los cristianos no católicos. Luís Juan intentó que fuera respetada la libertad de conciencia ante unos hermanos que en realidad proclamaba nuestros mismos evangelios.

Mi amigo luchó limpiamente sin ceder en su lealtad a Jesucristo, conociendo –como pocos- el mensaje del Evangelio que Él proclamó, ofreciendo la salvación a todos sus hijos sin discriminación y poniendo como única condición el amor único y verdadero entre todos los seres humanos.
Siempre demostró una excelente alma de pastor, de pastor de almas que jamás renegó de su identidad religiosa siendo por el contrario un ejemplo para aquella un tanto discriminada pero totalmente entregada congregación protestante a la que tanto amaba.
Lloró con los que lloraban y alentó a los deprimidos. Pasó por la vida sembrando ilusiones, suavizando asperezas y compartiendo alegrías y tristezas con todos los que se acercaban a él en espera de consuelo en un mundo egoísta y soberbio por no llamarlo cruel.

Fui invitado en diversas ocasiones para asistir a actos religiosos y ceremonias especiales en su centro de oración al que acudí con agrado junto a mi esposa.
En aquellos lejanos tiempos parecía algo extremadamente extraño que un católico practicante acudiera a cualquier acto religioso que se realizara en una iglesia evangélica. En cualquier caso yo entendía que la bondad Dios está en todo lugar siempre y cuando se respete el amor a los demás. Que Dios no es propiedad de católicos, de evangélicos o de cualquier otra religión porque su amor está abierto a todos y su bondad universal es claramente evidente.

Hoy siento en mi corazón la muerte de mi amigo que hace unos días nos dijo “hasta pronto” aunque estoy convencido que nos espera en ese lugar del cielo que Dios nos tiene prometido a los que en la tierra intentamos seguir el camino marcado por su Hijo.

Como decía aquel viejo teólogo “una persona muere cuando se le deja de recordar”.
Yo… siempre lo recordaré.






 
Re: HISTORIA DE UNA MONJA

Amiga Paula, de nuevo te agradezco profundamente el tiempo que dedicas a leer mis sencillos artículos. Siempre encuentro en tus respuestas bellas palabras que me comunican tu envidable y sincera fe en un Dios que tienes caminando a tu lado dia tras día.
Me señalas tu formación cristiano evangélica. Lo respeto profundamente y admito cualquier religión que tenga como principal actividad el amor a Dios y el amor a los hermanos. Jesús en su vida pública perdonó a todos cuantos se lo pidieron-. Y nos dejó su mensaje de amor a todo el orbe cristiano: católicos, evángelicos, ortodoxos etc. etc.
Hace unos meses meses publiqué un artículo sobre el fallecimieto de un buen amigo mio que ejercía una magnífica labor como evangélico. Por si no lo leíste te lo envio para que lo leas.
Un abrazo



LUIS JUAN QUE ESTAS EN EL CIELO

Ha fallecido en Madrid mi gran amigo Luís Juan.
Nos conocimos hace muchos años cuando con su esposa y sus tres hijos instaló una industria de calzado muy cerca del domicilio que yo habitaba. Laboralmente triunfó. Su gran honradez y su dedicación a los productos que fabricaba pronto, muy pronto, llegaron a los mercados de casi toda España, aunque no exento de los altibajos propios de cualquier empresa.

Sin embargo para mí su mayor triunfo no se encontraba revelado en su faceta profesional. Luís Juan que era una persona con unas profundas convicciones cristianas dedicó gran parte de su vida al mundo de la teología evangélica.
Esta tarea no le resultó nada fácil en aquellos años en los que ferozmente los católicos discriminaban a los cristianos no católicos. Luís Juan intentó que fuera respetada la libertad de conciencia ante unos hermanos que en realidad proclamaba nuestros mismos evangelios.

Mi amigo luchó limpiamente sin ceder en su lealtad a Jesucristo, conociendo –como pocos- el mensaje del Evangelio que Él proclamó, ofreciendo la salvación a todos sus hijos sin discriminación y poniendo como única condición el amor único y verdadero entre todos los seres humanos.
Siempre demostró una excelente alma de pastor, de pastor de almas que jamás renegó de su identidad religiosa siendo por el contrario un ejemplo para aquella un tanto discriminada pero totalmente entregada congregación protestante a la que tanto amaba.
Lloró con los que lloraban y alentó a los deprimidos. Pasó por la vida sembrando ilusiones, suavizando asperezas y compartiendo alegrías y tristezas con todos los que se acercaban a él en espera de consuelo en un mundo egoísta y soberbio por no llamarlo cruel.

Fui invitado en diversas ocasiones para asistir a actos religiosos y ceremonias especiales en su centro de oración al que acudí con agrado junto a mi esposa.
En aquellos lejanos tiempos parecía algo extremadamente extraño que un católico practicante acudiera a cualquier acto religioso que se realizara en una iglesia evangélica. En cualquier caso yo entendía que la bondad Dios está en todo lugar siempre y cuando se respete el amor a los demás. Que Dios no es propiedad de católicos, de evangélicos o de cualquier otra religión porque su amor está abierto a todos y su bondad universal es claramente evidente.

Hoy siento en mi corazón la muerte de mi amigo que hace unos días nos dijo “hasta pronto” aunque estoy convencido que nos espera en ese lugar del cielo que Dios nos tiene prometido a los que en la tierra intentamos seguir el camino marcado por su Hijo.

Como decía aquel viejo teólogo “una persona muere cuando se le deja de recordar”.
Yo… siempre lo recordaré.








Estimadísimo hermano Manchego:

Gracias por las bonitas palabras que me dedicas. Soy de tu mismo parecer, estoy abierta a cualquier religión que tenga como principio y acción el AMOR de DIOS y el Amor hacia los hermanos, decía Tomas Merton que hay una virtud que hay que practicar sin moderación: el amor a Dios y el amor hacia los demás en Dios y por Él. El ser humano tiene tendencia a crear muros o barreras sociales, religiosas, económicas,… que nos dividen unos de otros, pero Jesús no estableció barreras ni las acató. Mientras que algunos quieren crear desconfianza y desunión y de eso tristemente se alimentan, Jesús se propuso a unir a toda la gente, él trató con bondad y respeto a todos.

Ese escrito es bello, es un placer releerlo.

Tu amigo fue un pastor que siguió el modelo del Pastor por excelencia: Jesús, pues le dio de comer a sus ovejas buen pasto y las condujo hacia aguas tranquilas, las confortó en sus angustias, sembró esperanzas en su camino y las ayudó a levantarse cuando se sentían enfermas.

Deduzco de tu relato que hubo un enriquecimiento mutuo entre ustedes y eso es maravilloso, porque Dios se revela a cada hermano y captamos esos fragmentos de verdad y bondad que nos enriquecen.
Y tienes toda la razón, realmente Dios no es religioso sino es Universal, como es mayor que nuestra conciencia, no se deja poseer por ningún grupo, pero está, tal como lo señalas donde se respete el amor por los demás.

“Hasta pronto” así es, tu amigo ahora está en la casa del Padre, y algún día será el reencuentro.

Un gran abrazo y Dios te bendiga.