

La ansiedad es una prisión invisible que encadena la fe y roba la paz. Es como un ladrón que entra sigilosamente a nuestra mente y nos hace olvidar quién es nuestro Dios.
Pero el Señor hoy nos recuerda:

Muchos viven con el corazón acelerado, planeando un mañana incierto, pero Jesús nos dijo:

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1. Entrega total – No le entregues a Dios la mitad de tus cargas; dale todo.
2. Enfoque eterno – Mira las promesas de Dios más que los problemas presentes.
3. Gratitud intencional – Un corazón agradecido no deja espacio a la ansiedad.
> Ilustración:
Un niño pequeño viaja en un avión en medio de una tormenta. El resto de los pasajeros están asustados, pero él sonríe. Cuando le preguntan por qué no tiene miedo, responde: "Porque el piloto es mi papá".
Así debe ser nuestra fe: aunque el cielo esté oscuro, sabemos quién dirige nuestra vida.



La ansiedad se rompe cuando doblamos nuestras rodillas y levantamos nuestra mirada al cielo.
Hoy, deposita tu carga en Cristo, y su paz será tu fortaleza.


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Mateo 6:25-26 – Mirad las aves del cielo… vuestro Padre celestial las alimenta.
Salmos 55:22 – Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará.
Juan 14:27 – Mi paz os dejo, mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón.
Proverbios 12:25 – La congoja abate el corazón, pero la buena palabra lo alegra.
Juan 16:33 – En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
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1. ¿Estamos orando más que preocupándonos, o preocupándonos más que orando?
2. Si decimos confiar en Dios, ¿por qué vivimos como si todo dependiera de nosotros?
3. ¿Estamos permitiendo que la ansiedad sea más fuerte que las promesas de Cristo?