Héroes de la fe

Cantor

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31 Enero 2002
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En el nuevo y antiguo testamento hombres y mujeres se enfilaron en el ejercito de Dios a algunos el identificarse como hijos de Dios les costo su vida propia e incluso la de sus familias, por abrazar una fe y creencia en el Dios verdadero estuvieron dispuestos a pagar el precio cualquiera que fuera y mas con aquellos que lo predicaron una y otra a vez a un pueblo o generación perdida en sus delitos y pecados.
Hombres y mujeres que no estimaron su tiempo que instaron y exhortaron fuera de tiempo el precioso evangelio, que los insultos y persecuciones no eran el obstáculo ni barrera para extender el reino de Dios, siervos que no amaron mas a sus propias vidas sino que la ofrendaron y nos dejaron su ejemplo en su valentía, perseverancia y consagración.
Vasos de honra que valoraron y sintieron amor por la obra buscaba agradar al Señor de Señores, muchos murieron con la frente en alto sin negar al Todopodero, a pesar de que las pruebas eran de muerte, varios de los mártires sus cuerpos fueron comidos por fieras o quemados pero su testimonio quedo como una huella imborrable entendieron a plenitud las palabras del Maestro: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”. Marcos 8:35.
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El escritor a los hebreos vierte su comentario sobre la vivencias de estos héroes anónimos:
“Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.(34) 37 Fueron apedreados,(35) aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Hebreos 11:36.
Quizás físicamente sufrieron...pero ganaron la batalla, dichosos todos ellos por estar en las filas de los bienaventurados.
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Mt. 5:11.

El seguir a Jesucristo y obedecer a su palabra implica compromiso de lealtad, perseverancia y santidad una negación de nuestra propia voluntad, vivir y el morir para el.

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Apreciemos un ejemplo:

Hombre que tuvo la comunión, el respaldo irrestricto de parte de Dios en todo tiempo y lugar, gran misionero y excelente administrador. Personaje que envuelve ternura, amor incondicional por el bendito evangelio de Dios, incansable promotor de la evangelización, tomó y asumió actitudes fuertes cuando fue necesario. Privilegiado por ser reconocido en el mundo espiritual y que su nombre esté escrito en el libro de la vida. Se denominó un esclavo y siervo del Señor. Nacido en Tarso Provincia de Cilicia y de la Tribu de Benjamín. Entregó su vida para el ministerio, sin titubeos ni arrepentimientos y en ningún momento simuló su entrega y pasión por las almas. Su arduo trabajo no estuvo sujeto a trabajar mejor, para ir ascendiendo a posiciones mayores. Ni esperó reconocimientos para trabajar en la obra. Sabía que el que lo llamó no lo defraudaría y que le sería fiel. Entendió que los problemas y obstáculos representan la antesala para entrar a la madurez cristiana y lograr victorias espirituales. Un hombre que poseía un carácter duro; pero a la vez dotado de un gran corazón, sencillo, sincero y con una vocación de servicio por la obra de Dios. Su mente estaba siempre disfrutando de la presencia del Señor Jesús, se entregó a si mismo por el servicio de Dios, un hombre que halló gracia a los ojos del Todopoderoso y se ganó la confianza de él. Antes de conocer a su Amo y Señor, vivía sumergido en las tradiciones ritualistas de la carne. Cuando el Señor Jesús lo llama para dejar las redes de la religión Judía lo hace en una forma que el apóstol Pablo no duda en seguirlo y predica en todas partes que Jesús era el Mesías prometido y Redentor de la humanidad. En los lugares que iba sembrando la palabra de Dios al paso del tiempo se fueron organizando misiones y posteriormente iglesias. En sus epístolas plasmó la naturaleza, el propósito y forma de organización de las iglesias locales. Fue el instrumento para desarrollar las doctrinas de la gracia como son: Justificación, regeneración,

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santificación, sanidad, resurrección, el matrimonio, la segunda venida de Cristo, santa cena, lavatorio de pies, fe, vida eterna, bautismo, la iglesia, la trinidad, etc. En las iglesias que estaba administrando había también desórdenes menores debido a la vanidad de algunos miembros de Corinto, al hecho de deleitarse infantilmente en el don de lenguas y milagros y no en una instrucción sobria, basada en la palabra de Dios (1 Co. 14:1-28). Defendió su apostolado porque éste fue estrechamente relacionado con la autoridad de la doctrina que por medio de él se ha revelado. En su segunda carta a los corintios se le ve en un estado de debilidad, de cansancio y sufrimientos físicos. Pero sus cargas espirituales eran aún mayores. En su epístola a los efesios denota: la exaltada posición del creyente por medio de la gracia; la verdad concerniente al Cuerpo de Cristo; y la conducta que está en armonía con la posición que el creyente disfruta en Cristo. Pablo nos enseña que la experiencia cristiana no es simplemente algo que ocurre en derredor del creyente, sino algo que ocurre dentro de él. El apóstol atacó al legalismo en su forma alejandrina de ascetismo “no gustes, ni aún toques” , con ciertas trazas de la observancia judaica de determinados “días”, todo lo cual tenía como objeto la mortificación del cuerpo (Ro. 8:13) y el falso misticismo “entrometiéndose en lo que no ha visto”, que era resultado de especulaciones filosóficas. Véase Colosenses 2:18. Exhortó a que avanzaran en la santidad, consolarles respecto a los que habían dormido en el Señor. Motivó con esmero a los tesalonisenses sobre la Segunda Venida de Cristo. Su mayor preocupación, la pureza de doctrina y la disciplina. El siervo de Dios en un tiempo de apostasía y decadencia espiritual en medio del abandono de sus consiervos siguió fiel al que lo había llamado.
Tuvo en su ministerio acusadores, críticos, “falsos maestro”, “falsos Apóstoles”, “falsos hermanos”. Una ola de personas que desacreditaro

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su ministerio y emprendieron la feroz persecución en contra de su persona y su ministerio. Véase 2 Corintios Capítulo 11.
Aún en la cárcel se dedicó al ministerio de la oración, intercesión por su pueblo y por la humanidad. Véase Efesio 4:1.
Su consagración fue reconocida por los demonios, lo respetaban y obedecían. Véase Hechos 19:15.
En su cuerpo llevaba las marcas del Señor Jesús, su dinamismo por la obra lo condujo a ser un sembrador del bendito evangelio por los lugares por donde pasaba y sus efectos eran visibles, por eso Dios lo llamó de las tinieblas a su luz admirable para ser instrumento útil, a tal grado que las vestimentas que usaba cuando los enfermos se los ponían sanaban de sus enfermedades. En sus cartas se le puede apreciar un espíritu de profunda preocupación por las iglesias del Señor, aunque encadenado y en una fría cárcel eso no impide que el apóstol tenga la libertad suficiente para seguir predicando, enseñando y animando al pueblo escogido de Dios. Se atreve a hacer la invitación más grande de su vida a que lo imitemos así como él imitó al Señor. Véase 1 Corintios 11:1; Filipenses 3:17.
Fue tanta su pasión y su entrega por la obra que no le importó pasar necesidades, sufrimientos, naufragios, desvelos, ser apedreado, azotado y de todos los obstáculos brotaron de lo más profundo de su ser las siguientes expresiones:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustía, persecución o hambre, desnudez o peligro, o espada?.” Romanos 8:35.
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:38-39.
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Cada persona que pueda leer y escudriñar las cartas paulinas con un corazón abierto al Espíritu Santo sin duda que podrá entender las razones el por qué dejó todo lo que tenía y se dedicó a predicar un mensaje de esperanza y salvación para un mundo perdido en sus delitos y pecados. Por eso a donde el iba siempre tuvo el apoyo de parte de Dios. Sus consiervos apóstoles siempre vieron en él a un siervo abnegado, sabio, humilde, sincero y dedicado a la obra.
Terminó su carrera con su mano en el arado sin voltear para atrás, tal expresión de victoria lo dejó escrito a su hijo Timoteo que dice: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 Timoteo 4:7.


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