Re: Hermanos....tengo una pregunta....
Hace como seis meses me toco dar este tema sobre el Arca de Noé en una comunidad juvenil, les trascribo que fue lo que enseñe, tal vez hay algo que no sea compatible por el hecho que soy católico pero también estoy seguro que en más de algo les va a servir lo demás que les coloque.
A Noé se le encomendó construir un arca como medio de salvación contra el diluvio. El arca para nosotros es símbolo de Jesús que es el medio de salvación que Dios nos ha concedido en medio del naufragio de este mundo.
“Tanto amó Dios al mundo que envió a único Hijo para que todo el que crea en El no se condene, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3, 16).
Es por eso que para nosotros el Bautismo es la puerta de entrada hacia Jesús. Nos sumergimos en Jesús; El es el único que puede ser para nosotros arca de Salvación. Por medio del Bautismo aceptamos la muerte de Cristo por nosotros y pedimos ser cubiertos con su sangre redentora y con su gloriosa Resurrección.
Vemos que el Arca no fue una “ocurrencia de Noé”. Fue el mismo Dios quién ordeno construirla según las medidas que señaló. Fue un regalo de Dios para Noé. Para nosotros Cristo es el regalo Que Dios nos envía para nuestra salvación. La misión de Cristo, al ser enviado al mundo, era precisamente salvar. Bautizarnos, entonces, equivale a hundirnos en Cristo, a entrar en esa arca de salvación que se nos concede. Es, por lo tanto, un regalo de Dios. Algo gratuito que se nos ofrece. Podemos entrar o permanecer afuera sin darle importancia a esa arca de salvación. En tiempo de Noé, la mayoría desconfiaron del arca y se quedaron fuera de ella.
Para construir el arca Noé empleo muchos laboriosos años. No basta hundirnos en Cristo, en el bautismo, se necesita que Cristo vaya creciendo en nosotros. Las Sagradas Escrituras entiende que la santidad consiste en que la imagen de Jesús, vaya desarrollándose en nosotros. Que cada día nos parezcamos más a Jesús.
“A los que antes conoció –dice la carta de los Romanos- también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen del Hijo” (Rm. 8,29)
Para eso se necesita tiempo y crecimiento espiritual. Cada uno de nosotros somos como Noé, constructores de nuestra arca de salvación. En nuestras vidas buscamos ardientemente que la imagen de Jesús vaya creciendo más y más en nosotros, cuando el arca esté terminada, entonces ya podemos cruzar el mar hacia las costas de la eternidad.
A la iglesia la llamamos “Cuerpo Místico de Cristo”. Jesús específicamente quiso que la Iglesia – Su cuerpo – fuera el arca dentro la cual nos salváramos. Jesús nos ha introducido dentro de su Cuerpo -Su Iglesia- no para que nos encontremos asegurados como una caja fuerte. Nos llamó para ser colaboradores suyos en el rescate de todos los que se debaten en medio del diluvio de corrupción y pecado que ha inundado el mundo.
Cuando cesó el diluvio, el arca quedó asentada sobre el monte Ararat. La iglesia ha sido puesta en lo alto del monto porque su misión, como lo expresó el mismo Jesús, es ser “Luz del mundo”. Está en lo alto para que todo el mundo pueda verla, para que su luz llegue a todos los rincones del mundo. La gran responsabilidad de los que un día –GRATIS- fuimos convidados a ingresar en esa arca es hacerla visible con la luz de nuestro testimonio de vida Cristiana. De esa manera el Señor nos envía como Noé, a ser predicadores del evangelio para que todos los hombres se aparten de las tinieblas y se decidan a ingresar al Cuerpo de Cristo, nuestra bendita arca por medio de la cual quiere salvarnos.
Por eso no vaya ser como que al final de nuestras vidas el Señor cierre la puerta del arca y nosotros no hayamos podido entrar.
“El Señor cerró la puerta del arca” (Gn. 7, 16)
Bendiciones.