Dios te bendiga Nabot.
Lamentablemente estoy en total desacuerdo con prisdeli y yo también veo el pasaje en su totalidad.
El autor de Hebreos habla desde el capítulo nueve (9) de la necesidad de continuos sacrificios ofrecidos como enmienda de los pecados del hombre y de la absoluta imposibilidad de la Ley de borrar el pecado del hombre y de restaurar su condición para que no volviera a pecar (v. 9, 9). El autor señala que era imposible para la Ley no sólo ofrecer una propiciación por los pecados cometidos sino que le era imposible enderezar los torcidos deseos y voluntad del hombre y esto es lo que Cristo ha logrado, ambas cosas, con su sacrificio, ahora no sólo han sido perdonados nuestros pecados sino que han sido regeneradas nuestras conciencias y voluntad para no seguir tras el pecado y servir a Dios. (v. 9, 14)
En eso consiste la salvación, en que ahora por medio de la fe en Jesucristo somos justos delante de Dios porque Él nos ha convertido en hombres que pueden practicar justicia y es nuestra justicia personal la que Dios mira porque ya por la exclusiva obra de Jesucristo hemos sido regenerados.
Por eso el autor apela a nuestra voluntad exhortándonos a que abundemos en buenas obras de caridad, a que nos mantegamos fieles, con corazón sincero y puros, firmes en la esperanza y congregados. (v. 10, 22-24)
No sólo pueden apostatar de la fe los que la recibieron, y por ende no se salvarán, sino que una fe malsana que no nos lleva a lo descrito anteriormente no será suficiente para darle salvación al hombre. De no seguir los impulsos que otorga la fe que se obtuvo inicialmente estamos rechazando y anulando el valor del sacrificio de Cristo. Esto es algo que puede hacer el creyente y para los creyentes es la advertencia clara del verso veintiséis (v. 10, 26) "Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados". El Señor nunca anulará la voluntad del redimido, por tanto esto es una aberración que puede cometer cualquier creyente y la paga será la condenación (v. 10, 27-31) es decir, la anulación de su salvación.
Notar que el autor está haciendo el simil con las transgresiones de la Ley, no puede transgredir la Ley alguien a quien no de le ha dado Ley, no hay pecado para el que no tiene Ley. Por lo tanto la comparación con la trasngresión de la Ley es porque lo que se hace contra Cristo lo está haciendo uno que vive bajo el pacto de Cristo, es decir un creyente regenerado. Para este no hay más perdón que el volver.
Ciertamente el caso extremo del pecado que no tiene perdón, que es la blasfemia contra el Espíritu Santo, es uno que sólo puede cometer el que puede distinguir con certeza qué es una obra del poder de Dios (Espíritu Santo) y deliberadamente endosársela al Demonio. Pablo fue un blasfemo, pero fue perdonado porque obraba por ignorancia, por eso fue perdonado, pero el que conoce el dedo de Dios y se atreve a decir que es obra de Satanás lo que se ha hecho no tendrá perdón, si lo hace ahora, mañana o si lo hizo antes de Jesucristo.
Cuando en el verso treintaicinco (35) el autor exhorta a que no perdamos la confianza no nos está dando palmaditas sino que nos está diciendo que ciertamente se puede perder la fe, sobre todo la pierden y se descarrían los que se ven pasando por tribulaciones, por eso todo el preámbulo anterior; esos desertores, porque una vez tuvieron fe y la perdieron no entrarán al reino de Dios, por eso el autor cita al profeta Habacuc al llegar al verso treintainueve (39), esto no es nada nuevo. El que no mantenga la fe no se salvará.
Sería bueno que siguiera hasta el capítulo 12, para que vea como nueva vez se le dirige el autor a los creyentes y les dice que no basta creer, sino que esa fe que les hace creer los impulsa a vivir de una manera digna de Jesús y que si no cumplen con esa condición tampoco les salvará su fe.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.