¿Has ido demasiado lejos?
No importa cuán hondo hayas caído, el Señor siempre tendrá los brazos extendidos para recibirte
"Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." (Deuteronomio 6:5)
Pocas personas en la historia cayeron tan hondo como Pedro. Fue capaz de negar al Señor y decir a todos los que le rodeaban que nunca le había conocido. Juró y blasfemó que no tenía nada que ver con aquel Nazareno que era condenado a muerte. Y cuando Jesús le miró fijamente instantes más tarde, Pedro lloró amargamente: había fallado en el momento más importante. Había faltado a su Salvador, cuando más necesitaba tenerle a su lado.
Pedro se marchó, apostató de sí mismo, creyó que Dios no le iba a perdonar nunca y abandonó su misión para volver a su antiguo trabajo. Su vida ya no tenía sentido. Lo había dado todo por seguir a Jesús, pero ahora, en el momento más importante, le negó y le abandonó. Pedro nunca más fue el mismo.
En los días siguientes a su negación, todas las sombras le recordaban su miedo; todos los sonidos murmuraban aquellas palabras "me negarás tres veces..." Pedro no pudo dormir más... Pasaba las noches llorando, recordando a su maestro, a aquél que había ido completamente solo a la muerte porque él le había negado.
Tres días después alguien viene a buscarlo. Son sus amigos, los seguidores de Jesús, Pedro piensa que vienen a reprocharle lo que ha hecho, pero no es así. ¡Todos vienen contentos, rebosando alegría! Le dicen: "El Señor ha resucitado, se ha presentado a las mujeres y ha dicho que va a volver otra vez, y quiere que tú estés con nosotros" (Marcos 16:7). Pedro no puede creerlo. Empieza a correr, lleno de alegría, para llegar al sepulcro en donde dejaron a Jesús y ve que el cuerpo no está allí... Y cuando aquella misma noche le ve (Juán 21), Pedro no sabe qué hacer para pagar su pecado: trabaja, trae los peces, prepara todo ¡lo quiere hacer todo! Y Jesús, con su sabiduría divina le hace sólo una pregunta: "¿Me amas?". Y se la hace tres veces... ¡tantas como Pedro le había negado! En ese momento, Pedro comprendió que Jesús le perdonaba.
¿Has negado al Señor? ¿Le has desobedecido? ¿Estás en un camino lejano del que El te ha trazado? "Quita los dioses ajenos que tienes junto a ti y VUELVE al Señor"... ¿Has ido demasiado lejos? ¿Tienes miedo de Dios? ¡Échate en sus brazos! No encontrarás otro lugar más seguro y más amoroso.
BENDICIONES DE FIEL
No importa cuán hondo hayas caído, el Señor siempre tendrá los brazos extendidos para recibirte
"Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." (Deuteronomio 6:5)
Pocas personas en la historia cayeron tan hondo como Pedro. Fue capaz de negar al Señor y decir a todos los que le rodeaban que nunca le había conocido. Juró y blasfemó que no tenía nada que ver con aquel Nazareno que era condenado a muerte. Y cuando Jesús le miró fijamente instantes más tarde, Pedro lloró amargamente: había fallado en el momento más importante. Había faltado a su Salvador, cuando más necesitaba tenerle a su lado.
Pedro se marchó, apostató de sí mismo, creyó que Dios no le iba a perdonar nunca y abandonó su misión para volver a su antiguo trabajo. Su vida ya no tenía sentido. Lo había dado todo por seguir a Jesús, pero ahora, en el momento más importante, le negó y le abandonó. Pedro nunca más fue el mismo.
En los días siguientes a su negación, todas las sombras le recordaban su miedo; todos los sonidos murmuraban aquellas palabras "me negarás tres veces..." Pedro no pudo dormir más... Pasaba las noches llorando, recordando a su maestro, a aquél que había ido completamente solo a la muerte porque él le había negado.
Tres días después alguien viene a buscarlo. Son sus amigos, los seguidores de Jesús, Pedro piensa que vienen a reprocharle lo que ha hecho, pero no es así. ¡Todos vienen contentos, rebosando alegría! Le dicen: "El Señor ha resucitado, se ha presentado a las mujeres y ha dicho que va a volver otra vez, y quiere que tú estés con nosotros" (Marcos 16:7). Pedro no puede creerlo. Empieza a correr, lleno de alegría, para llegar al sepulcro en donde dejaron a Jesús y ve que el cuerpo no está allí... Y cuando aquella misma noche le ve (Juán 21), Pedro no sabe qué hacer para pagar su pecado: trabaja, trae los peces, prepara todo ¡lo quiere hacer todo! Y Jesús, con su sabiduría divina le hace sólo una pregunta: "¿Me amas?". Y se la hace tres veces... ¡tantas como Pedro le había negado! En ese momento, Pedro comprendió que Jesús le perdonaba.
¿Has negado al Señor? ¿Le has desobedecido? ¿Estás en un camino lejano del que El te ha trazado? "Quita los dioses ajenos que tienes junto a ti y VUELVE al Señor"... ¿Has ido demasiado lejos? ¿Tienes miedo de Dios? ¡Échate en sus brazos! No encontrarás otro lugar más seguro y más amoroso.
BENDICIONES DE FIEL