¿GRACIA O PECADO?

[laralonso1985]

Vivimos en una generación que confunde la gracia con permiso y la misericordia con indiferencia ante el pecado.
Muchos repiten: “Dios conoce mi corazón”, como si eso justificara seguir viviendo en cadenas espirituales.
Pero la Palabra confronta sin titubear:

“¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos?”
— 1ª Reyes 18:21

Ese eco del monte Carmelo retumba hoy más fuerte que nunca.
El mundo moderno predica una gracia barata, sin cruz, sin arrepentimiento, sin transformación.
Pero el Evangelio verdadero no ofrece excusas… ofrece renacimiento.


Porque la gracia no encubre el pecado, lo destruye.
No lo tolera, lo crucifica.
No lo justifica, lo sepulta.

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EL ENGAÑO DE LA GRACIA SIN SANTIDAD​

Algunos dicen con ligereza: “Pecaré, porque estoy bajo la gracia.”
Pero la Escritura responde con fuego:

“¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
— Romanos 6:1–2

La gracia verdadera no nos da licencia para pecar, nos da libertad del pecado.


Cristo no murió para hacernos cómodos en nuestra vieja naturaleza,
sino para hacernos nuevas criaturas:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es.”
— 2ª Corintios 5:17

“El pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”
— Romanos 6:14

La gracia no es permiso… es poder.
Es el combustible de una vida santificada.

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CONOCER A CRISTO ES SER LIBRE​

Jesús declaró con autoridad divina:

“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
— Juan 8:32

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
— Juan 8:36

Conocer a Cristo no es saber de Él,
es nacer en Él.
Y quien ha nacido de nuevo, ya no ama las cadenas que lo destruyeron.

“Todo aquel que permanece en Él, no peca;
todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
— 1ª Juan 3:6

“El que es nacido de Dios no practica el pecado,
porque la simiente de Dios permanece en él.”
— 1ª Juan 3:9

El verdadero conocimiento de Cristo no informa… transforma.

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IMITAR A CRISTO: EL LLAMADO SUPREMO​

Jesús, el Hijo de Dios, vivió en carne pero sin pecado:

“Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado,
y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.”
— Romanos 8:3

Y dijo:

“Yo no soy del mundo.”
— Juan 8:23

Luego oró por nosotros:

“No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal…
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
— Juan 17:15,17

Imitar a Cristo no es un ideal inalcanzable;
es la evidencia de una vida regenerada.
Porque quien le conoce de verdad, no puede permanecer igual.


Ser cristiano no es asistir a una iglesia…
es reflejar a Cristo en un mundo que ha olvidado su rostro.

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LLAMADO AL CORAZÓN​

El tiempo de claudicar entre dos pensamientos ha terminado.
Ya no se puede servir a dos señores,
ni vivir con un pie en la luz y otro en las tinieblas.


Jesús no murió para que sigas peleando solo con tu pecado,
sino para vencerlo en Su poder.

“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.”
— Gálatas 2:20

La gracia no te invita a tolerar el pecado…
te capacita para vencerlo con autoridad.

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PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN PROFUNDA​

1. ¿Has confundido la gracia con permiso para seguir igual?
2. ¿Conoces realmente a Cristo, o solo has oído hablar de Él?
3. Si dices que has muerto al pecado, ¿por qué aún lo alimentas?

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Es tiempo de volver al altar.
No con palabras, sino con transformación.
Porque conocer a Cristo no solo cambia tu destino…
cambia tu naturaleza.​

Vuelve a la cruz.
Vuelve al fuego.
Vuelve al primer amor.