Gloria a Dios

federico91

Miembro senior
23 Septiembre 2022
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El principal enemigo que uno tiene es su propio ego.. el ego vive exaltandose alabandose.. y el Señor Jesus dice que el que se alaba sera humillado y el que se humilla sera alabado.. ahora como nos alabamos y como nos humillamos? Uno se alaba cuando exagera sus virtudes sus fortalezas cuando uno niega sus defectos y debilidades.. es decir cuando uno es soberbio.. y uno se humilla cuando no se jacta de sus propias virtudes y fortalezas cuando uno reconoce sus defectos errores y debilidades.. es decir cuando uno es humilde.. cuando uno rechaza sus propias debilidades defectos y errores por lo general uno se alaba cuando uno reconoce esas cualidades uno se humilla




Se acerca el cumple del Señor Jesus y no puedo mas que sentir amor y gratitud por sus enseñanzas.. el dice el que se alaba sera humillado y el que se humilla alabado y muchas veces uno en su papel de victima de un mundo cruel ignora como uno se alaba y solo tiene en cuenta como los demas nos humillan es decir uno ve la paja en el ojo ajeno e ignora la viga en el propio ojo.. en esas enseñanzas encuentro la razon y el porque a todo mi padecer y sufrimiento. Aleluya Gloria al Señor Jesucristo

El Señor Jesus dice "este pueblo me honra con los labios pero sus corazones estan lejos del mio" uno puede leer y entender que el que se alaba sera humillado y el que se humilla sera alabado.. uno puede entender que se ve la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio ojo pero uno se olvida facilmente de esas enseñanzas y vuelve a caer una y mil veces en las trampas del ego.. una cosa es entender intelectualmente y otra es entender con el corazon.. desde la experecia
 
y vuelve a caer una y mil veces en las trampas del ego..

Esta falla continúa si el creyente no madura.

¿Cómo lo hace?

Apropiándose de la Palabra y hacerla viva y eficaz en nuestra conducta.

Por ejemplo, el dominio propio, al lado de "todo lo puedo en Cristo que me fortalece", significa que tal dominio propio es nuestro, ya Cristo nos lo ha dado en su divino poder, pero si no lo usamos para la gloria del Señor, entonces caemos de nuevo.

¿De quién es la falla?

Nuestra.

Es igual a Juan 3:16 si el que oye el evangelio, no se aferra a la Palabra, se pierde.

Pero si se aferra al Hijo, dado por Dios, como nuestro substituto, por cuanto uno reconoce que en la cruz es uno el que tiene que estar crucificado, porque uno es el pecador, no el Hijo de Dios, es uno, y el Hijo está siendo sacrificado por causa de mis pecados, ahí, en ese momento cuando el pecador discierne ese AMOR DE DIOS a favor nuestro, es que se genera la vida eterna, y no tengo más excusas para no pertenecer a Cristo.

Una mirada de fe al que ha muerto en la Cruz, infalible la vida eterna nos da.

Es un asunto de fe práctica, al que no conoció pecado, su Santo Hijo, el Padre lo hizo pecado, es decir, puso todos mis pecados en su santo cuerpo como el Cordero de Dios, para que yo fuese salvo de la condenación eterna.

Entonces aquí ya no hay pretextos de ninguna clase.

O se es de Cristo o no se es.

No existe un estado intermedio, donde me eche a morir porque mi ego me impide glorificar a Dios.

No somos seres perfectos todavía, solo cuando estemos en su Presencia, esto corruptible será transformado en incorruptible, y esto mortal será transformado en inmortalidad, allí, delante del Señor, podremos cantar victoria.

Pero mientras estemos en este cuerpo de muerte hay una lucha diaria en contra de los deseos carnales que batallan contra nuestra alma.

Nuestra alma es la que ha sido redimida, no nuestro cuerpo, donde habita la concupiscencia, y quiere ser satisfecha al menor descuido del creyente.

EL CUERPO DE MUERTE

Rom 7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Rom 7:19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Rom 7:20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Rom 7:21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
Rom 7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
Rom 7:23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
Rom 7:24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Rom 7:25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

La idea del apóstol aquí, es ilustrar la naturaleza pecaminosa que hay en cada creyente, conviviendo a su vez con la naturaleza divina en una lucha diaria entre la carne y el Espíritu.

El viejo hombre nuestro, crucificado en la cruz, para dar vida en Cristo al nuevo hombre, la nueva criatura, para que andemos en vida nueva y podamos decir como el apóstol, ya no vivo yo, sino Cristo en mí.

Tiene un impedimento.
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

Está atado a nosotros, de manera simbólica, como un cadáver nauseabundo, podrido, lo que exige nuestra comunión diaria con el Señor para dar los frutos que corresponde a una nueva criatura, olor a Cristo.


2Co 2:15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
2Co 2:16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿Quién es suficiente?

Pásala bien.