“Getsemaní… La más grande Victoria”
"Prensa de Aceite" En Arameo. Donde se exprime hasta más no poder, las olivas, para que suelten todo su aceite. "Dios mío, que definición más cercana a la realidad vivida por Jesús en ese lugar".
Mi Señor se reunía frecuentemente con los discípulos en este lugar. Fue ahí donde pasó una parte de la última noche de la pascua, y donde sufrió una intensa agonía ante la perspectiva de tener que apurar la copa de la ira divina por el pecado del hombre. Allí vinieron Ángeles a servirle. Allí también fue traicionado por Judas con un beso y arrestado.
Esa noche era diferente, esa noche, todo el universo sufría de una tensión indescriptible, en el cielo se había dado una orden general, que había causado gran revuelo, pero que no le era ajena a ninguno de los habitantes en ese momento. "Déjenlo Solo" "Porque a pesar de su angustia, El ha decidido hacer mi voluntad".
Atrás habían quedado todos los días de milagros, sanidades, liberaciones, perdón de pecados individuales, cenas, bodas, vino. A partir de ese momento, la lucha era con sigo mismo, la batalla era contra el sufrimiento y dolor personal, contra la humillación y el escarnio. En todo tenía que salir victorioso, todo lo tenía que sufrir sin pronunciar palabra en su defensa. Su humanidad, tenía que ser llevada al límite, y salir victoriosa. Nadie podía entender lo que por su mente pasaba en esos momentos, pero lo más triste y casi insoportable, era la soledad que sentía, el desamparo que experimentaba, después de la gloria que había tenido con el Padre. Todo lo hacía a sabiendas de que NO HABÏA OTRA SOLUCIÖN. Todo lo sufría con una sumisión a la voluntad del Padre, y con un amor y paz, que sobrepasaba el entendimiento de los presentes, que a pesar de soportar el espectáculo atónitos, especialmente aquellos que le habían dado su amor, amistad y cariño durante los últimos 33 años, no podían explicarse el porqué del final tan desgarrador de aquel gran Maestro y Hombre. A pesar de que a muchos de ellos, se los había hecho saber y dado explicaciones en muchas ocasiones. Especialmente a sus doce discípulos.
Sus pensamientos recorrían todos los momentos de su vida, todos los lugares que había visitado, todas las personas con las que había entrado en contacto. Pero especialmente, todo el sufrimiento que había visto, toda la ignorancia y religiosidad que se cernía sobre el mundo. El tenía la solución "Os conviene que yo me vaya, pues cuando lo haga, pediré al Padre que os envíe al Consolador, el Espíritu Santo. El os guiará a toda Verdad y a toda Luz" Ah! Pero el precio a pagar para que esto se cumpliera, nadie en la tierra podía pagarlo, solamente El.
Sus preciosos ojos se llenaban de lágrimas una y otra vez, con los recuerdos y la inevitable copa, que tenía que pasar. Al recurrir a sus discípulos, los hallaba durmiendo, y a pesar de exhortarles, comprendía, que era a El al que le tocaba pasar esa copa. Los miraba y los amaba aún más. Su angustia iba en aumento, su metabolismo humano, no soportaba tan grande tensión, tan grande angustia, su sudor, "como grandes gotas de sangre", eran la muestra de que tal angustia, habría detenido el corazón de cualquier mortal, no así la del mortal más lleno de amor que había pisado la tierra.
Cuanta sabiduría, cuanta verdad, cuanta santidad, cuanta razón. Pero no había sido suficiente, para hacer cambiar la mentalidad de la humanidad, para hacer cambiar sus corazones, para traer salvación, además de que no había una ofrenda lo suficientemente aceptable por el pecado. Solamente su muerte voluntaria y en expiación por la culpa, era suficiente. Esto lo entendía y lo había comprendido, desde antes de la fundación del mundo. Pero que trago más amargo. Todos su sentimientos humanos, estaban involucrados, lo único que lo mantenía en pie, ante tan grande batalla, era su confianza en la voluntad del Padre, y su amor por nosotros.
Escuchó ruidos, luz de antorchas, voces que se mezclaban con la oscuridad de la noche, sonido de armaduras y espadas. La hora se había acercado, lo que tanto había anunciado, daba inicio ahí en ese momento. "El hijo del hombre, sería entregado en manos de los que le darían muerte". Levantó la cabeza, y alcanzó a ver a Judas, uno de los doce, este sin siquiera mirarle, se acercó y le dio un beso, al moverse se oía el tintineo de las monedas que yacían en su bolsa. Con el garbo de un inocente, contestó a la pregunta del centurión ¿Jesús de Nazaret? YO SOY dijo. Y el dolor del Padre y de todo el séquito del cielo, se dejó oír hasta en los rincones más remotos del universo.
!Dios mío, que momento! !Dios mío, que dolor! !Dios mío, que Hombre!. !Dios mío, que batalla! !Dios mío que victoria! !Dios mío,...Gracias! !Gracias! Gracias! !Graciaaaaaaaassss!.
Greivin.
"Prensa de Aceite" En Arameo. Donde se exprime hasta más no poder, las olivas, para que suelten todo su aceite. "Dios mío, que definición más cercana a la realidad vivida por Jesús en ese lugar".
Mi Señor se reunía frecuentemente con los discípulos en este lugar. Fue ahí donde pasó una parte de la última noche de la pascua, y donde sufrió una intensa agonía ante la perspectiva de tener que apurar la copa de la ira divina por el pecado del hombre. Allí vinieron Ángeles a servirle. Allí también fue traicionado por Judas con un beso y arrestado.
Esa noche era diferente, esa noche, todo el universo sufría de una tensión indescriptible, en el cielo se había dado una orden general, que había causado gran revuelo, pero que no le era ajena a ninguno de los habitantes en ese momento. "Déjenlo Solo" "Porque a pesar de su angustia, El ha decidido hacer mi voluntad".
Atrás habían quedado todos los días de milagros, sanidades, liberaciones, perdón de pecados individuales, cenas, bodas, vino. A partir de ese momento, la lucha era con sigo mismo, la batalla era contra el sufrimiento y dolor personal, contra la humillación y el escarnio. En todo tenía que salir victorioso, todo lo tenía que sufrir sin pronunciar palabra en su defensa. Su humanidad, tenía que ser llevada al límite, y salir victoriosa. Nadie podía entender lo que por su mente pasaba en esos momentos, pero lo más triste y casi insoportable, era la soledad que sentía, el desamparo que experimentaba, después de la gloria que había tenido con el Padre. Todo lo hacía a sabiendas de que NO HABÏA OTRA SOLUCIÖN. Todo lo sufría con una sumisión a la voluntad del Padre, y con un amor y paz, que sobrepasaba el entendimiento de los presentes, que a pesar de soportar el espectáculo atónitos, especialmente aquellos que le habían dado su amor, amistad y cariño durante los últimos 33 años, no podían explicarse el porqué del final tan desgarrador de aquel gran Maestro y Hombre. A pesar de que a muchos de ellos, se los había hecho saber y dado explicaciones en muchas ocasiones. Especialmente a sus doce discípulos.
Sus pensamientos recorrían todos los momentos de su vida, todos los lugares que había visitado, todas las personas con las que había entrado en contacto. Pero especialmente, todo el sufrimiento que había visto, toda la ignorancia y religiosidad que se cernía sobre el mundo. El tenía la solución "Os conviene que yo me vaya, pues cuando lo haga, pediré al Padre que os envíe al Consolador, el Espíritu Santo. El os guiará a toda Verdad y a toda Luz" Ah! Pero el precio a pagar para que esto se cumpliera, nadie en la tierra podía pagarlo, solamente El.
Sus preciosos ojos se llenaban de lágrimas una y otra vez, con los recuerdos y la inevitable copa, que tenía que pasar. Al recurrir a sus discípulos, los hallaba durmiendo, y a pesar de exhortarles, comprendía, que era a El al que le tocaba pasar esa copa. Los miraba y los amaba aún más. Su angustia iba en aumento, su metabolismo humano, no soportaba tan grande tensión, tan grande angustia, su sudor, "como grandes gotas de sangre", eran la muestra de que tal angustia, habría detenido el corazón de cualquier mortal, no así la del mortal más lleno de amor que había pisado la tierra.
Cuanta sabiduría, cuanta verdad, cuanta santidad, cuanta razón. Pero no había sido suficiente, para hacer cambiar la mentalidad de la humanidad, para hacer cambiar sus corazones, para traer salvación, además de que no había una ofrenda lo suficientemente aceptable por el pecado. Solamente su muerte voluntaria y en expiación por la culpa, era suficiente. Esto lo entendía y lo había comprendido, desde antes de la fundación del mundo. Pero que trago más amargo. Todos su sentimientos humanos, estaban involucrados, lo único que lo mantenía en pie, ante tan grande batalla, era su confianza en la voluntad del Padre, y su amor por nosotros.
Escuchó ruidos, luz de antorchas, voces que se mezclaban con la oscuridad de la noche, sonido de armaduras y espadas. La hora se había acercado, lo que tanto había anunciado, daba inicio ahí en ese momento. "El hijo del hombre, sería entregado en manos de los que le darían muerte". Levantó la cabeza, y alcanzó a ver a Judas, uno de los doce, este sin siquiera mirarle, se acercó y le dio un beso, al moverse se oía el tintineo de las monedas que yacían en su bolsa. Con el garbo de un inocente, contestó a la pregunta del centurión ¿Jesús de Nazaret? YO SOY dijo. Y el dolor del Padre y de todo el séquito del cielo, se dejó oír hasta en los rincones más remotos del universo.
!Dios mío, que momento! !Dios mío, que dolor! !Dios mío, que Hombre!. !Dios mío, que batalla! !Dios mío que victoria! !Dios mío,...Gracias! !Gracias! Gracias! !Graciaaaaaaaassss!.
Greivin.