Practicando los libros de 1 y 2 de Tesalonicenses
Semana 22 --- Ser glorificado en Sus santos
Viernes --- Leer con oración: Gn 1:28; 1 Ts 2:19-20
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (Jn 15:8a)
FRUCTIFICAR PARA LA GLORIA DE DIOS PADRE
En el futuro, todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, será saturado de la vida de Dios, y recibiremos Su gloria. Esa es la meta que buscamos en la vida de la iglesia. Hoy queremos cumplir lo que dice: Juan 15:8a: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”.Ya hablamos sobre el objetivo y la expectativa inicial de Dios al haber creado al hombre, en Génesis 1:28 dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla.” No debemos sólo engendrar hijos, sino también debemos criarlos. “Multiplicaos” implica cantidad. Hoy todos aquellos que se casan planifican el tener uno o dos hijos. Sin embargo, Dios quiere tener muchos hijos; Él quiere una multiplicación. Primero debemos engendrar predicando el evangelio, después criar, pastoreando, y así vendrá la multiplicación, a fin de llenar la tierra y sojuzgadla. Tenemos que ser fructíferos para tener muchos hijos espirituales. Un manzano da frutos de uno en uno; pero la vid es diferente: cuando fructifica, da racimos de uvas. Cómo ramas de la vid, necesitamos engendrar muchos hijos espirituales para glorificar a Dios.
Después que predicamos el evangelio y engendramos hijos espirituales, no podemos abandonarlos; antes bien, debemos criarlos y cuidar de ellos, haciendo así, ganaremos la gloria. Los hermanos que cuidamos serán nuestra esperanza, gozo, corona y gloria en la presencia del Señor Jesús (1 Ts 2:19-20). Necesitamos presentar a todos ellos en pie delante del Señor, calificados para entrar en el reino milenario. Para eso necesitamos cuidar de ellos supliéndolos de vida, ayudándoles a crecer mediante la salvación orgánica.
A fin de crecer, es necesario pasar por los sufrimientos para negar la vida del alma. Quién tiene un alma muy fuerte, que no pasó por sufrimientos, ni recibió adecuadamente el suplir de vida, cuando el Señor venga, no irá a la gloria, sino que se quedará en las tinieblas de afuera. Para ganar la gloria en la venida del Señor, debemos predicar el evangelio y trabajar en la expansión. Debemos cuidar de los hijos que engendramos ministrándoles vida, ayudándoles a crecer, a negar la vida del alma y a pasar los sufrimientos. Un día cuando el Señor venga, dirá: “Estas personas que cuidaste recibirán alabanza” ¡Gracias al Señor, ellas serán nuestra gloria y corona!
Nosotros fructificamos predicando el evangelio, seamos fructíferos y multipliquémonos, no para nuestra gloria, sino para la gloria de Dios Padre. Por tanto, si las personas que el Señor nos entregó para ayudarles a crecer, a negar su vida del alma y a vivir a Cristo pudieran estar en pie delante del tribunal de Cristo, seremos glorificados.
Punto Clave:
Ayudando a que los frutos crezcan
Pregunta:
¿Cómo debemos presentar los frutos que ganamos?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Semana 22 --- Ser glorificado en Sus santos
Viernes --- Leer con oración: Gn 1:28; 1 Ts 2:19-20
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (Jn 15:8a)
FRUCTIFICAR PARA LA GLORIA DE DIOS PADRE
En el futuro, todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, será saturado de la vida de Dios, y recibiremos Su gloria. Esa es la meta que buscamos en la vida de la iglesia. Hoy queremos cumplir lo que dice: Juan 15:8a: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”.Ya hablamos sobre el objetivo y la expectativa inicial de Dios al haber creado al hombre, en Génesis 1:28 dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla.” No debemos sólo engendrar hijos, sino también debemos criarlos. “Multiplicaos” implica cantidad. Hoy todos aquellos que se casan planifican el tener uno o dos hijos. Sin embargo, Dios quiere tener muchos hijos; Él quiere una multiplicación. Primero debemos engendrar predicando el evangelio, después criar, pastoreando, y así vendrá la multiplicación, a fin de llenar la tierra y sojuzgadla. Tenemos que ser fructíferos para tener muchos hijos espirituales. Un manzano da frutos de uno en uno; pero la vid es diferente: cuando fructifica, da racimos de uvas. Cómo ramas de la vid, necesitamos engendrar muchos hijos espirituales para glorificar a Dios.
Después que predicamos el evangelio y engendramos hijos espirituales, no podemos abandonarlos; antes bien, debemos criarlos y cuidar de ellos, haciendo así, ganaremos la gloria. Los hermanos que cuidamos serán nuestra esperanza, gozo, corona y gloria en la presencia del Señor Jesús (1 Ts 2:19-20). Necesitamos presentar a todos ellos en pie delante del Señor, calificados para entrar en el reino milenario. Para eso necesitamos cuidar de ellos supliéndolos de vida, ayudándoles a crecer mediante la salvación orgánica.
A fin de crecer, es necesario pasar por los sufrimientos para negar la vida del alma. Quién tiene un alma muy fuerte, que no pasó por sufrimientos, ni recibió adecuadamente el suplir de vida, cuando el Señor venga, no irá a la gloria, sino que se quedará en las tinieblas de afuera. Para ganar la gloria en la venida del Señor, debemos predicar el evangelio y trabajar en la expansión. Debemos cuidar de los hijos que engendramos ministrándoles vida, ayudándoles a crecer, a negar la vida del alma y a pasar los sufrimientos. Un día cuando el Señor venga, dirá: “Estas personas que cuidaste recibirán alabanza” ¡Gracias al Señor, ellas serán nuestra gloria y corona!
Nosotros fructificamos predicando el evangelio, seamos fructíferos y multipliquémonos, no para nuestra gloria, sino para la gloria de Dios Padre. Por tanto, si las personas que el Señor nos entregó para ayudarles a crecer, a negar su vida del alma y a vivir a Cristo pudieran estar en pie delante del tribunal de Cristo, seremos glorificados.
Punto Clave:
Ayudando a que los frutos crezcan
Pregunta:
¿Cómo debemos presentar los frutos que ganamos?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!