Hay muchas cosas con las que Dios quiere ayudarnos, pero en el centro de todo, anhela ayudarnos a atravesar el proceso de ser hechas a la imagen de Cristo. Él es nuestro ejemplo final de luchar bien entre la fe divina y los sentimientos humanos, así que, cuanto más nos parezcamos a Él, más aprenderemos a confiar en Dios sin importar lo que nuestros ojos humanos vean.
Jesús tuvo muchos momentos señalados. A menudo leemos sobre cómo se apartaba a orar y a estar con su Padre celestial. Él enfrentaba algo difícil y necesitaba un momento señalado con su Padre para poder cambiar su deseo humano por la voluntad de Dios.
Dios no quiere que tú o yo suframos.Pero Él lo permitirá en dosis que aumenten nuestra confianza. El dolor y el sufrimiento no son para dañarnos. Son para salvarnos. Para salvarnos de una vida en donde somos autosuficientes, autosatisfechas y ensimismadas, y estamos predispuestas al mayor dolor de todos: la separación de Dios.
Dios ve cosas que yo no veo. Él conoce cosas que yo no conozco. Solo Dios sabe cuál es el buen plan y lo que llevará que yo llegue allí. Y, sobre todo, Él sabe que si yo viera todo el tramo que viene por delante, me pararía a mitad de camino y nunca elegiría continuar con su plan. Pensaría que el precio es muy alto, que el sendero es muy escabroso, que el camino es intimidante y el enemigo es aterrador. Ningún ser humano es tan fuerte como para resistir ver demasiado del plan de Dios por anticipado. Debe ser revelado diariamente. Y debemos ser guiados hacia él lentamente
Salomón, el hombre con más poder, riquezas y gloria de su época nos está diciendo que no vale de nada ganar el mundo si perdemos nuestra relación de amor y dependencia al Dios verdadero, solamente Dios le puede dar sentido eterno a nuestro efímero paso por la tierra.
Mostró Cristo que amase la humildad, (entendida como esta pobreza de espíritu) en todo estado de vida y en todo tiempo. Por eso dice san Pablo: “Se anonadó a sí mismo, y tomó forma de siervo, y se hizo obediente hasta la muerte”. Además mostró su humildad huyendo de los honores y de las alabanzas mundanas, lavando los pies a los discípulos, y conviviendo con los pecadores, y en general en todos sus dichos y hechos. Por eso les dijo a los discípulos: “Aprended de mí a ser humildes de corazón”.
Ayúdame a cambiar la incredulidad por la maravillosa sensación de alivio de que ya no tengo que preocuparme por cómo termine todo. Simplemente tengo que fijar mi vista en Jesús y en lamanera en que Él me guía. Señalo este momento como un momento de confianza. No tengo por qué entenderlo todo. Solo tengo que confiar. En el nombre de Jesús. Amén.
Cuando buscamos a Dios, lo vemos. No lo vemos de forma física, pero lo vemos obrando. Así podemos ver más como Él ve y nuestra confianza crece. Si nuestros corazones están dispuestos a confiar en Él, nos dará más y más de su perspectiva.
Los momentos de debilidad no debilitan la fe. Nos hacen más conscientes de que necesitamos fortalecerla. Una fe en Dios que nos ayude a saber que aquello que vemos no es todo lo que hay.