ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: 2 Ti.2:1-2; 1:9-12
“Tu, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Ti.2:1)
FORTALÉCETE EN LA GRACIA
Como ya hemos visto, primero tenemos la promesa de la vida y después el espíritu de poder, de amor y de cordura. Ahora podemos restaurar la casa, que es la iglesia. ¿Qué más necesitamos? Necesitamos la palabra de Dios. Este es el mensaje de la presente semana. En 2 Timoteo 2: 1 leemos: "Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús". Es como si Pablo le dijese a Timoteo: "Tú no puedes tener espíritu de cobardía, por el contrario, debes fortalecerte en el espíritu de poder. Dios nos concedió gracia desde antes de la fundación del mundo. Tú necesitas fortalecerte en ella. No seas cobarde. Nosotros tenemos la promesa de la vida de Dios, tenemos un espíritu de poder, de amor y de cordura. Entonces, Timoteo, hijo mío, fortalecerte en la gracia". Aquí vemos una relación de vida. Esta no es una relación formal del apóstol con un hermano, por el contrario, es una relación orgánica.
En 1 Tesalonicenses vemos que la relación de Pablo con los santos era de madre y de padre (1 Ts 2:7, 11). No es la relación de un profesor con un alumno, sino que era totalmente una relación de vida, de la misma manera que llama a Timoteo "hijo mío". Timoteo era su verdadero hijo. Y Pablo lo animaba a fortalecerse "en la gracia que está en Cristo Jesús". En 2 Timoteo 1:9-12 vemos que Pablo mismo había sido fortalecido en la gracia, ahora él animó a su joven colaborador, su hijo espiritual a fortalecerse también en la gracia.
En 2:2 tenemos el punto principal de este mensaje: "Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñarlo también a otros". Pablo I se refiere a las sanas palabras que él hablaba. Lo que oímos de Pablo debemos enseñar a otros, para que esas personas sean fieles e idóneas para instruir también a otros. Una persona fiel es alguien confiable; idóneo quiere decir competente. Debemos ser confiables y competentes para aprender y también para instruir a otras personas. De esta manera la palabra de Dios puede multiplicarse y ser completada.
Este es el encargo de este mensaje. Necesitamos predicar las sanas palabras, trasmitir y retransmitir esas palabras a los demás. Si quien nos oye está en la mente, no hay manera de llevar la palabra adelante. Entonces debemos llevar a las personas con quienes hablamos al espíritu. Si transmitimos las sanas palabras a una persona que está en la mente, no surtirá efecto pues ella no recibirá nada. Esto equivale a dar lo santo a los perros y a echar las perlas delante de los cerdos (Mt 7 :6), es un desperdicio. Debemos hablar a las personas que son fieles y que también son competentes para instruir a otros. Estas son las sanas palabras.
Los cristianos siempre oyen sermones y mensajes. Puede ser un buen sermón, pero ellos lo oyen y lo asimilan sólo en la mente. Muchas veces las personas reciben la palabra, la analizan y comienzan a cuestionarla. No importa si la palabra es buena o no, si el sermón es bueno o malo, si las personas la oyen en la mente, producirán contiendas y la vida divina no podrá crecer. Pero cuando hablamos las sanas palabras, estas llevan a los hermanos a crecer en vida. Queremos hablar siempre las sanas palabras a las personas,
¿Por qué? para que crezcan en vida cuando las reciban. Y cuando las oyeren otra vez, reciban más vida.
Pregunta: ¿Qué se necesita para que la palabra de Dios se multiplique y sea completada?
Dong Yu lan
Todos los derechos reservados a: “Editora Arvore da vida”
Leer con oración: 2 Ti.2:1-2; 1:9-12
“Tu, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Ti.2:1)
FORTALÉCETE EN LA GRACIA
Como ya hemos visto, primero tenemos la promesa de la vida y después el espíritu de poder, de amor y de cordura. Ahora podemos restaurar la casa, que es la iglesia. ¿Qué más necesitamos? Necesitamos la palabra de Dios. Este es el mensaje de la presente semana. En 2 Timoteo 2: 1 leemos: "Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús". Es como si Pablo le dijese a Timoteo: "Tú no puedes tener espíritu de cobardía, por el contrario, debes fortalecerte en el espíritu de poder. Dios nos concedió gracia desde antes de la fundación del mundo. Tú necesitas fortalecerte en ella. No seas cobarde. Nosotros tenemos la promesa de la vida de Dios, tenemos un espíritu de poder, de amor y de cordura. Entonces, Timoteo, hijo mío, fortalecerte en la gracia". Aquí vemos una relación de vida. Esta no es una relación formal del apóstol con un hermano, por el contrario, es una relación orgánica.
En 1 Tesalonicenses vemos que la relación de Pablo con los santos era de madre y de padre (1 Ts 2:7, 11). No es la relación de un profesor con un alumno, sino que era totalmente una relación de vida, de la misma manera que llama a Timoteo "hijo mío". Timoteo era su verdadero hijo. Y Pablo lo animaba a fortalecerse "en la gracia que está en Cristo Jesús". En 2 Timoteo 1:9-12 vemos que Pablo mismo había sido fortalecido en la gracia, ahora él animó a su joven colaborador, su hijo espiritual a fortalecerse también en la gracia.
En 2:2 tenemos el punto principal de este mensaje: "Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñarlo también a otros". Pablo I se refiere a las sanas palabras que él hablaba. Lo que oímos de Pablo debemos enseñar a otros, para que esas personas sean fieles e idóneas para instruir también a otros. Una persona fiel es alguien confiable; idóneo quiere decir competente. Debemos ser confiables y competentes para aprender y también para instruir a otras personas. De esta manera la palabra de Dios puede multiplicarse y ser completada.
Este es el encargo de este mensaje. Necesitamos predicar las sanas palabras, trasmitir y retransmitir esas palabras a los demás. Si quien nos oye está en la mente, no hay manera de llevar la palabra adelante. Entonces debemos llevar a las personas con quienes hablamos al espíritu. Si transmitimos las sanas palabras a una persona que está en la mente, no surtirá efecto pues ella no recibirá nada. Esto equivale a dar lo santo a los perros y a echar las perlas delante de los cerdos (Mt 7 :6), es un desperdicio. Debemos hablar a las personas que son fieles y que también son competentes para instruir a otros. Estas son las sanas palabras.
Los cristianos siempre oyen sermones y mensajes. Puede ser un buen sermón, pero ellos lo oyen y lo asimilan sólo en la mente. Muchas veces las personas reciben la palabra, la analizan y comienzan a cuestionarla. No importa si la palabra es buena o no, si el sermón es bueno o malo, si las personas la oyen en la mente, producirán contiendas y la vida divina no podrá crecer. Pero cuando hablamos las sanas palabras, estas llevan a los hermanos a crecer en vida. Queremos hablar siempre las sanas palabras a las personas,
¿Por qué? para que crezcan en vida cuando las reciban. Y cuando las oyeren otra vez, reciban más vida.
Pregunta: ¿Qué se necesita para que la palabra de Dios se multiplique y sea completada?
Dong Yu lan
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