FALSOS MESÍAS EN NUESTRO TIEMPO

16 Febrero 2010
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Dentro de la religiosidad cristiana es muy común el ver multitudes de creyentes siguiendo y aclamando a líderes “ungidos” en espera de un milagro o liberación demoníaca. Se les admira, se les respeta y a veces casi se les venera.

De hecho, estos personajes son de la misma especie a los ilustrados por el Sublime Maestro en el evangelio según San Mateo. Veamos:

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mt.7.15-27). Nos preguntamos entonces: ¿Es incorrecto o indebido el hacer milagros, profetizar, y echar fuera demonios? Claramente que no. Pero estas actividades por sí mismas no son el objetivo principal del Evangelio de reino de Dios. Son unas de tantas herramientas para edificar al pueblo de Dios. Además, dice la Escritura: “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. Notemos que mientras que a estos líderes nuestro Mesías les declara “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”, a otra clase de creyentes les dirá al final de los tiempos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

¿Qué hace, pues, la diferencias entre los unos y los otros? Los primeros se limitaron a lo sobrenatural, a lo espectacular, mientras que los segundos se acogieron a la solidaridad, al servicio de amor, a sobrellevar las cargas de otros hermanos en la fe. Según lo visto, estos últimos vieron ante todo la necesidad de los miembros del Cuerpo de Cristo, “porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios” (2-Co.9.12).

O si no, ¿Qué opinan Ustedes?