Los Valdenses.
II. LA TEOLOGÍA VALDENSE.
El inquisidor Passau aporta el siguiente dato de los valdenses:
"Entre nosotros enseñan los hombres y las mujeres, y los alumnos
de una semana ya enseñan a otros. Entre los católicos se encuentra
difícilmente un maestro que pueda repetir de memoria, letra por letra,
tres capítulos de la Biblia; pero entre nosotros, es difícil hallar un hombre
o una mujer que no pueda repetir todo el Nuevo Testamento en su
idioma nativo
No obstante, en sus numerosos escritos como también en aquellos que proceden de sus adversarios, se comprueba que profesaban las mismas creencias que las iglesias evangélicas actuales.
En el presente apartado enumeraré algunas de las doctrinas más
significativas.
1) La fe verdadera va siempre acompañada de buenas obras, pero no son éstas las que salvan.
El pecador obtiene justificación delante de Dios solamente por la fe en
Jesucristo. Lo que se llama "méritos" hechos por los hombres, no pueden expiar el pecado y otorgar salvación. La misa es una abominación a Dios, Cristo fue ofrecido una sola vez por los pecados de muchos.
2) Las indulgencias que concede la Iglesia Romana no tienen ningún valor. El purgatorio es una invención inútil.
3) Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres,
(según laenseñanza del apóstol Pablo en 1 Timoteo y otros pasajes de la Biblia). En lugar de invocar a los santos debemos imitar sus virtudes.
El culto de los santos y las imágenes es una idolatría que Dios no aprueba. La virgen María debe ser imitada, pero no adorada, pues el culto se
debe a Dios únicamente, (sin embargo jamás una palabra que no fuera reverente hacia la madre de Jesús escapó a los valdenses, aún cuando era invocada contra ellos por sus perseguidores).
4) Sólo es iglesia verdadera aquella que profesa la pura doctrina, que se distingue por la santidad de sus miembros, y administra las ordenanzas del bautismo y de la santa cena en conformidad con la institución de la iglesia primitiva, Jesús y los apóstoles.
El bautismo, argumentaban, tiene dos finalidades: "El testimonio dado por los cristianos a la justificación por la fe, e introducirse en el cuerpo espiritual de la iglesia"
El sacramento de la eucaristía lo celebraban de pie, recibiendo del ministro el pan y el vino consagrados. En caso de necesidad, lo podía administrar un laico
ellos desenmascararon a los sacerdotes romanos diciendo:
"los sacerdotes venden el bautismo a los progenitores. Éstos lo compran para sus hijos, con la única preocupación de verlos bautizados lo más pronto posible. Pero haciéndolo así, comprometen la salvación de sus hijos. En efecto, el bautismo administrado a la ligera, a todos, sin ningún discernimiento, ni preguntas preliminares, hablando con franqueza, es una obra del Anticristo".
5) La Iglesia de Roma no es la Iglesia de Jesucristo; es la ramera apocalíptica, embriagada con la sangre de los santos, y hay que salir de ella para escapar de los castigos que sobrevendrán a los que participan de sus abominaciones.
6) El papa es el Hombre de pecado e Hijo de perdición, mencionado en Segunda de Tesalonicenses
La gracia de Dios se recibe por medio de fe, y no por virtud sacramental.
7) La consagración sacramental no obra la pretendida transubstanciación. La
adoración de la hostia es un acto idolátrico. La misa es un sacrilegio que fue inventado para abolir la cena del Señor
8) La confesión de los pecados debe ir dirigida a Dios, no al confesor.
9) Las penitencias no son necesarias; Cristo durante su ministerio perdonaba y enviaba en paz a los hombres sin imponerles ningún tipo de penitencias.
10) La extremaunción no fue establecida ni por Cristo ni por los apóstoles.
11) Es absurdo el uso de una lengua desconocida en los actos de culto.
12) No hay sacerdotes en las iglesias cristianas del Nuevo Testamento. Todos los
creyentes son profetas y deben asegurarse, por medio de las Escrituras, de la verdad que
predican. Todos los creyentes son reyes y sacerdotes, espiritualmente hablando, y deben
tomar parte del gobierno de la iglesia que no reconoce autoridad clerical despótica.
las iglesias valdenses eran tan antiguas, que su origen remoto fue atribuido,
aún por sus enemigos inquisitoriales, a una época fuera de la memoria del
hombre. Los romanistas mejor informados de la época, no osaron fijar la
fecha de su origen. Eran incapaces de señalar la fecha exacta de estas
venerables iglesias. Todo lo que se sabe es que habían florecido por largo
tiempo y que eran mucho más antiguas que cualquier secta moderna".
La praxis doctrinal de este grupo quedaba bien patente a tenor de lo que el
inquisidor Passau dice acerca de ellos:
"Uno puede conocerlos por sus costumbres y sus conversaciones. Ordenados,
moderados, evitan el orgullo del vestido, que son de telas ni viles ni lujosas.
No se meten en negocios, a fin de no verse expuestos a mentir, a jurar
ni engañar. Como obreros viven del trabajo de sus manos. Sus mismos
maestros son tejedores o zapateros. No acumulan riquezas y se contentan
de lo necesario. Son castos, sobre todo los lioneses, y moderados en sus
comidas. No frecuentan las tabernas ni los bailes, porque no aman esa
clase de frivolidades. Procuran no enojarse. Siempre trabajan y, sin embargo,
hallan tiempo para estudiar y enseñar. Se les conoce también por sus
conversaciones que son a la vez sabias y discretas; huyen de la maledicencia y
se abstienen de dichos ociosos y burlones, así como de la mentira. No
juran y ni siquiera dicen ´es verdad´, o ´ciertamente´, porque para ellos eso
equivale a jurar".
CONCLUSION.
La historia del pueblo valdense, desde sus inicios hasta la época actual, es una
historia inspiradora y digna de ser evaluada. Sin incurrir en el error de sublimarla, dado
que como toda institución o movimiento formado por personas, y éstas pecadoras, el
movimiento valdense también cometió errores de carácter teológico, sociológico, etc. Pero
en definitiva se trata, de la historia de un pueblo que, obediente a Dios, atacó a la institucion romana oficializada, la devaluación que ésta hacía de la Palabra, y la idolatría creciente en un mundo cada vez más secular.
Quienes se remontan a la Reforma del S. XVI para señalar los intentos reformistas de que fue objeto la Iglesia Católica, cometen una seria injusticia, pues ya en los valdenses encontramos el más antiguo movimiento reformador evangélico.
El pueblo cristiano de hoy tiene en estos hermanos del siglo XII una fuente de inspiración y modelo de vida que, fundada en la enseñanza apostólica, intentó ser relevante en medio de una sociedad decadente. Su intento prioritario era comunicar la luz del Evangelio a un mundo sumido en tinieblas, animados por un gran celo evangelístico, y contando siempre con la directriz escritural y la ayuda del Espíritu Santo. Su tenacidad y
empeño de ser estandartes de la verdad les impidió ser eliminados aún en tremendas épocas de persecución. Con valentía optaron por obedecer a Dios antes que a los hombres, y esta fidelidad y compromiso han tenido como resultado, que el Señor de la historia y de la Iglesia los haya preservado en el transcurso histórico. Sirva esta pequeña historia de un pueblo que ama a Dios como elemento de guía y ejemplo a un pueblo que hoy, más que
nunca, necesita recobrar su carácter profético.
II. LA TEOLOGÍA VALDENSE.
El inquisidor Passau aporta el siguiente dato de los valdenses:
"Entre nosotros enseñan los hombres y las mujeres, y los alumnos
de una semana ya enseñan a otros. Entre los católicos se encuentra
difícilmente un maestro que pueda repetir de memoria, letra por letra,
tres capítulos de la Biblia; pero entre nosotros, es difícil hallar un hombre
o una mujer que no pueda repetir todo el Nuevo Testamento en su
idioma nativo
No obstante, en sus numerosos escritos como también en aquellos que proceden de sus adversarios, se comprueba que profesaban las mismas creencias que las iglesias evangélicas actuales.
En el presente apartado enumeraré algunas de las doctrinas más
significativas.
1) La fe verdadera va siempre acompañada de buenas obras, pero no son éstas las que salvan.
El pecador obtiene justificación delante de Dios solamente por la fe en
Jesucristo. Lo que se llama "méritos" hechos por los hombres, no pueden expiar el pecado y otorgar salvación. La misa es una abominación a Dios, Cristo fue ofrecido una sola vez por los pecados de muchos.
2) Las indulgencias que concede la Iglesia Romana no tienen ningún valor. El purgatorio es una invención inútil.
3) Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres,
(según laenseñanza del apóstol Pablo en 1 Timoteo y otros pasajes de la Biblia). En lugar de invocar a los santos debemos imitar sus virtudes.
El culto de los santos y las imágenes es una idolatría que Dios no aprueba. La virgen María debe ser imitada, pero no adorada, pues el culto se
debe a Dios únicamente, (sin embargo jamás una palabra que no fuera reverente hacia la madre de Jesús escapó a los valdenses, aún cuando era invocada contra ellos por sus perseguidores).
4) Sólo es iglesia verdadera aquella que profesa la pura doctrina, que se distingue por la santidad de sus miembros, y administra las ordenanzas del bautismo y de la santa cena en conformidad con la institución de la iglesia primitiva, Jesús y los apóstoles.
El bautismo, argumentaban, tiene dos finalidades: "El testimonio dado por los cristianos a la justificación por la fe, e introducirse en el cuerpo espiritual de la iglesia"
El sacramento de la eucaristía lo celebraban de pie, recibiendo del ministro el pan y el vino consagrados. En caso de necesidad, lo podía administrar un laico
ellos desenmascararon a los sacerdotes romanos diciendo:
"los sacerdotes venden el bautismo a los progenitores. Éstos lo compran para sus hijos, con la única preocupación de verlos bautizados lo más pronto posible. Pero haciéndolo así, comprometen la salvación de sus hijos. En efecto, el bautismo administrado a la ligera, a todos, sin ningún discernimiento, ni preguntas preliminares, hablando con franqueza, es una obra del Anticristo".
5) La Iglesia de Roma no es la Iglesia de Jesucristo; es la ramera apocalíptica, embriagada con la sangre de los santos, y hay que salir de ella para escapar de los castigos que sobrevendrán a los que participan de sus abominaciones.
6) El papa es el Hombre de pecado e Hijo de perdición, mencionado en Segunda de Tesalonicenses
La gracia de Dios se recibe por medio de fe, y no por virtud sacramental.
7) La consagración sacramental no obra la pretendida transubstanciación. La
adoración de la hostia es un acto idolátrico. La misa es un sacrilegio que fue inventado para abolir la cena del Señor
8) La confesión de los pecados debe ir dirigida a Dios, no al confesor.
9) Las penitencias no son necesarias; Cristo durante su ministerio perdonaba y enviaba en paz a los hombres sin imponerles ningún tipo de penitencias.
10) La extremaunción no fue establecida ni por Cristo ni por los apóstoles.
11) Es absurdo el uso de una lengua desconocida en los actos de culto.
12) No hay sacerdotes en las iglesias cristianas del Nuevo Testamento. Todos los
creyentes son profetas y deben asegurarse, por medio de las Escrituras, de la verdad que
predican. Todos los creyentes son reyes y sacerdotes, espiritualmente hablando, y deben
tomar parte del gobierno de la iglesia que no reconoce autoridad clerical despótica.
las iglesias valdenses eran tan antiguas, que su origen remoto fue atribuido,
aún por sus enemigos inquisitoriales, a una época fuera de la memoria del
hombre. Los romanistas mejor informados de la época, no osaron fijar la
fecha de su origen. Eran incapaces de señalar la fecha exacta de estas
venerables iglesias. Todo lo que se sabe es que habían florecido por largo
tiempo y que eran mucho más antiguas que cualquier secta moderna".
La praxis doctrinal de este grupo quedaba bien patente a tenor de lo que el
inquisidor Passau dice acerca de ellos:
"Uno puede conocerlos por sus costumbres y sus conversaciones. Ordenados,
moderados, evitan el orgullo del vestido, que son de telas ni viles ni lujosas.
No se meten en negocios, a fin de no verse expuestos a mentir, a jurar
ni engañar. Como obreros viven del trabajo de sus manos. Sus mismos
maestros son tejedores o zapateros. No acumulan riquezas y se contentan
de lo necesario. Son castos, sobre todo los lioneses, y moderados en sus
comidas. No frecuentan las tabernas ni los bailes, porque no aman esa
clase de frivolidades. Procuran no enojarse. Siempre trabajan y, sin embargo,
hallan tiempo para estudiar y enseñar. Se les conoce también por sus
conversaciones que son a la vez sabias y discretas; huyen de la maledicencia y
se abstienen de dichos ociosos y burlones, así como de la mentira. No
juran y ni siquiera dicen ´es verdad´, o ´ciertamente´, porque para ellos eso
equivale a jurar".
CONCLUSION.
La historia del pueblo valdense, desde sus inicios hasta la época actual, es una
historia inspiradora y digna de ser evaluada. Sin incurrir en el error de sublimarla, dado
que como toda institución o movimiento formado por personas, y éstas pecadoras, el
movimiento valdense también cometió errores de carácter teológico, sociológico, etc. Pero
en definitiva se trata, de la historia de un pueblo que, obediente a Dios, atacó a la institucion romana oficializada, la devaluación que ésta hacía de la Palabra, y la idolatría creciente en un mundo cada vez más secular.
Quienes se remontan a la Reforma del S. XVI para señalar los intentos reformistas de que fue objeto la Iglesia Católica, cometen una seria injusticia, pues ya en los valdenses encontramos el más antiguo movimiento reformador evangélico.
El pueblo cristiano de hoy tiene en estos hermanos del siglo XII una fuente de inspiración y modelo de vida que, fundada en la enseñanza apostólica, intentó ser relevante en medio de una sociedad decadente. Su intento prioritario era comunicar la luz del Evangelio a un mundo sumido en tinieblas, animados por un gran celo evangelístico, y contando siempre con la directriz escritural y la ayuda del Espíritu Santo. Su tenacidad y
empeño de ser estandartes de la verdad les impidió ser eliminados aún en tremendas épocas de persecución. Con valentía optaron por obedecer a Dios antes que a los hombres, y esta fidelidad y compromiso han tenido como resultado, que el Señor de la historia y de la Iglesia los haya preservado en el transcurso histórico. Sirva esta pequeña historia de un pueblo que ama a Dios como elemento de guía y ejemplo a un pueblo que hoy, más que
nunca, necesita recobrar su carácter profético.