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Viernes, 3 ene. 2003
Núm. 2368
Evangelio apócrifo
Por Miguel Izu.
JESÚS reunió a sus doce apóstoles y les dio estas instrucciones. "Pedro, tú serás el primero y guardarás las llaves de mi iglesia; procurarás sentarte entre los poderosos y estar entre los principales de este mundo, para poder difundir mi palabra, ya que predicar a los pobres da poco resultado; dirigirás contra los infieles ejércitos en mi nombre, que el no mata a hierro puede morir por él; gobernarás sobre reyes y emperadores, y harás que tu palabra sea ley. Andrés, te ocuparás de perseguir a quienes no obedezcan la voluntad de mi Iglesia, juzgarás y condenarás a los blasfemos e incrédulos, aplicarás la ley del ojo por ojo y diente por diente, como está escrito; devolverás las bofetadas y castigarás a mis enemigos. Santiago, hijo de Zebedeo, te ocuparás de distribuir los lugares en la mesa, de ordenar los cargos y establecer los honores para los mejores; repartirás títulos y te ocuparás de señalar la autoridad de cada uno; de que los fieles os llamen maestros; de que no predique en mi nombre quien no esté autorizado por vosotros; velarás por que los miembros de mi Iglesia sean sumisos y obedientes a vosotros; te ocuparás también de mantener lejos a las mujeres del gobierno de la Iglesia, al contrario de lo que yo he hecho.
Juan, te ocuparás de escribir libros sagrados, pero no permitirás que cualquiera los pueda leer; utilizarás las lenguas más cultas y convertirás mis parábolas en discursos llenos de ciencia que solamente unos pocos podrán entender; idearás liturgias muy solemnes y poco inteligibles; a la gente sencilla es mejor no complicarle con ideas elevadas; solamente algunos elegidos deberán acceder a las escrituras. Felipe, nombrarás escribas y llevarás registro exacto de los bautizados, de los sacramentos impartidos, de los matrimonios, de las defunciones, y de que todos los miembros de la Iglesia paguen sus tributos puntualmente; te ocuparás de borrar de tus libros los nombres de quienes no cumplan la ley o no sean de los nuestros; quienes no estén con nosotros estarán contra nosotros. Bartolomé, dirigirás las oraciones en público, te ocuparás de que los apóstoles ocupéis los primeros lugares en el templo y todos oigan con claridad vuestra oración, que todos os vean ayunar, dar limosna y cumplir con la ley; harás cumplir rigurosamente con las fiestas y rituales, que no se hizo el domingo para el hombre sino el hombre para el domingo. Tomás, te ocuparás de pedir señales al cielo, de comprobar su significado, de llevar un registro de milagros, curaciones y expulsión de demonios; pedirás testimonios sobre ellos y obligarás a jurar a los testigos en el nombre de mi Padre.
Mateo, ocúpate de la educación de los niños, que dejen de serlo cuanto antes para ser como vosotros; enséñales a ser astutos y a buscar su recompensa por obedecer la ley. Tadeo, te encargo que idees castigos y penitencias para los que quieran obtener el perdón de los pecados; que no piensen los pecadores que mi Padre olvida fácilmente las ofensas y que el reino de los cielos se entrega gratuitamente; ensalza la mortificación y el ayuno, que no os vean comer y beber entre los publicanos y pecadores; sacrificios quiero y no misericordia, mi yugo es duro y mi carga pesada. Simón, ocúpate de levantar grandes templos en toda la Tierra, para que quede de manifiesto el poder de mi Iglesia; que se llenen de obras de arte, y que la riqueza y majestad de los edificios atemorice a los hombres y crean vuestra palabra. Santiago, hijo de Alfeo, llevarás la cuenta de quienes entran en mi reino y los que no; apuntarás los milagros conseguidos por intermediación de cada uno y declararás quien puede llamarse santo; te asegurarás que ni publicanos ni prostitutas aparezcan entre los elegidos del reino; nombrarás santos patrones para todas las actividades humanas, de modo que si los fieles no creen en mi Padre al menos crean en algo. Judas el Iscariote, te ocuparás de que no falte oro, plata y dinero en mi Iglesia; de cobrar los impuestos, de recibir una parte de lo que se pague al César; te encargarás de guardar para el futuro, no seas como los pájaros del campo que no se preocupan de lo que comerán mañana, ni siembran ni recogen, y creas que Dios te alimentará y vestirá cada día".
Cuando Jesús acabó estas palabras los apóstoles murmuraron entre sí: "Por fin entendemos al maestro; estas instrucciones sí que son fáciles de seguir".
(Nota para el año nuevo de 2003: me temo que éste es el evangelio que realmente hemos practicado los cristianos durante dos milenios y, si Dios no lo remedia, amenazamos con seguir poniendo en práctica en el tercero).