ESPAÑA: COMULGAR CON RUEDAS DE MOLINO

2 Febrero 2001
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ESPAÑA: COMULGAR CON RUEDAS DE MOLINO

Falta coraje en la Iglesia católico-romana (ICR) para afrontar el uso
consumista de la fe, a juicio de Salvador Giner. La necesidad de ritos y la
sobreprotección de los niños explican, según los sociólogos, el exagerado
dispendio en las comuniones
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<< BARCELONA, 16 junio 2001. Necesidad de rituales, nostalgia de una
infancia arcádica, sociedad de consumo y sobreprotección de los niños
explican en distinta medida, a juicio de los sociólogos consultados, la
desmesura económica que alcanza en muchas familias la comunión de sus hijos.
"Hemos ido arrinconando mitos religiosos -argumenta Jaume Farràs, sociólogo
de la Universitat de Barcelona-, pero la necesidad de celebrar fiestas
continúa." La primera comunión, sacramento que la Iglesia católica
administra a los niños en torno a los 10 años, provee un motivo y es
pretexto perfecto para la reagrupación familiar, poco frecuente en una
sociedad de padres y madres que trabajan.>>

=== La decadencia de la cultura del ahorro y la sociedad de consumo obran el
resto: "En mayo, las familias se han recuperado del bache de Navidad y
Reyes, y visten a las niñas de prenovias y a los niños de
almirantes -protesta el también sociólogo Salvador Giner-. Forma parte de
este 'parque temático' en que vivimos, donde todo se banaliza y trivializa".
Giner manifiesta su perplejidad ante el fenómeno, y cree que "las jerarquías
católicas no tienen el coraje suficiente para afrontar esta transformación
de la fe en un acto social y consumista".

=== En el caso de la comunión, el exceso resulta flagrante por cuanto la
edad a la que se celebra "es un tránsito muy artificial que objetivamente no
necesita rituales -arguye el sociólogo y creyente Salvador Cardús-. Ciertos
padres se agarran al pretexto religioso cuando lo que les importa es una
fiesta en la que exhibir lo que se es o lo que se querría ser.

=== A menudo son familias modestas quienes se embarcan en tales dispendios,
y hay una generación de padres nacidos en los años sesenta y setenta "que
rompieron con la práctica religiosa, quizá ni se casaron por la iglesia,
pero tienen un bonito recuerdo de su primera comunión y quieren que sus
hijos también comulguen". Además, sospechan que será la última vez que
tendrán algún control sobre los festejos de la unidad familiar: cuando los
hijos cumplan 15 años quizá no se pueda contar ya con ellos de buena gana.

=== Emerge al fin el problema de base, según Cardús, "la sobreprotección y
sobrevaloración de los niños debida a la inseguridad de los padres, que
tienen mala conciencia porque no les dedican más tiempo y quieren
compensarles pagando". Los niños se erigen en 'reyes de la casa', corrobora
Farràs, "y en las familias actuales, con hijos únicos o dos hermanos, son
'reyes de reyes', y para satisfacerles se producen conductas que no se
justifican con la racionalidad económica". Los fastos que rodean a la
primera comunión parecen ser una de ellas.

Fuente: La Vanguardia
Redacción: ICPRESS