¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

Bart

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24 Enero 2001
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Por su interés, Club Periodista Digital reproduce a continuación el siguiente artículo

Sábado, 7 de junio de 2003

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RESTOS / LAS RELIQUIAS COMPOSTELANAS
¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

LAS DUDAS sobre los restos de Colón han recuperado una polémica acerca de quién yace en la catedral compostelana. El periodista Ramón Chao afirma en una investigación que los huesos venerados por dos millones de peregrinos al año son del hereje gallego Prisciliano, no del apóstol Santiago


MARIA EUGENIA YAGÜE

El 24 de julio del año 2000, el periodista Daniel Mermet recorría la Plaza del Obradoiro con el micrófono de Radio France Internacional en la mano. Buscaba testimonios entre los peregrinos que llenaban aquellos días Santiago de Compostela cuando unos jóvenes estudiantes se le acercaron y le dijeron: «Tú no tienes ni idea, ¿no sabes que quien está enterrado aquí es Prisciliano y no Santiago?» Mermet se quedó perplejo. Junto a él, su colega el escritor y periodista Ramón Chao, directivo de la prestigiosa emisora francesa, que le acompañaba, se vio obligado a aclararle: «Te juro que esto no estaba preparado. No conozco de nada a estos chicos».Y es que Chao, nacido en Villalba (en la provincia de Lugo), aunque residente en París, es de los que están convencidos de que el apóstol Santiago jamás pisó España y de que los restos que se veneran en la capital compostelana no son los suyos, sino los de un gallego de nombre Prisciliano que en el siglo IV revolucionó el cristianismo primitivo chocando frontalmente con la Iglesia. Un hereje, en fin, ejecutado en la ciudad alemana de Treveris en el año 385 y cuyos restos habrían sido trasladados por sus seguidores hasta Galicia. Las dudas del periodista Mermet, sin embargo, no habían hecho más que empezar. Una vez en el interior de la catedral, Chao le animó a que le preguntara a la guía cuál era su versión sobre el origen de las reliquias. «Aquí dentro no puedo decirle nada», le contestó la joven en un impecable francés. «Luego hablamos».Ya en la calle, la chica le dijo que había cosas que era mejor «no meneallas». EL MITO MAS GRANDE Después de todo, Santiago, patrón de España, símbolo que animaba a los cristianos contra los ocupantes musulmanes, es el mito mas grande de la cristiandad. Con Santiago nació la idea de Europa, Goethe lo reconocía y el Papa Juan Pablo II proclamaba en uno de sus históricos viajes a Compostela: «Europa, encuéntrate a ti misma, busca en tu identidad...». A partir del siglo VIII comenzó a peregrinarse desde todo Occidente hasta Galicia para venerar sus restos. De aquel formidable movimiento de masas que dura hasta nuestros días y crece cada año ha nacido una de las mayores industrias turísticas de todos los tiempos. A Santiago llegan miles de peregrinos no católicos, desde monjes sintoístas procedentes de Japón, a personajes como la actriz Shirley McLaine, que no consiguió hacer el Camino de forma anónima como se proponía. En un año normal Santiago recibe casi dos millones de peregrinos. En Año Santo, que se celebra cada vez que el día de Santiago, el 25 de julio, cae en domingo (el próximo será 2004), puede haber hasta cinco millones de peregrinos. Cada año un miembro de la Familia Real española realiza en la catedral la ofrenda al apóstol. ¿Quién se atrevería a remover los cimientos que sostienen ese entramado social, económico y también espiritual? «En Galicia tiene mucha más importancia a nivel popular la romería de San Andrés de Teixido», tercia Ramón Chao, autor de Prisciliano de Compostela (Seix Barrall), en el que insiste en que los restos de la catedral no son los del apóstol. «Santiago, en Galicia, no tiene el valor mítico que representa en Europa o en Brasil. Santiago es un santo turístico, y su mito nació como una necesidad política, social y militar de los cristianos europeos. El Camino era tan importante que los ingleses llamaban a todo el norte de España en los siglos X, XI y XII, Jacobsland, aunque yo a la ciudad la llamo Compostela, no Santiago». «El apóstol», prosigue, «fue decapitado por Herodes en Jerusalén en el año 42 y enterrado en Palestina. Con el carbono 14 radiactivo sería muy fácil probar que los restos de la catedral son de un hombre del siglo I, pero nunca se ha hecho. No han querido hacer esa prueba, que sería definitiva». El escritor gallego se suma así a tantos otros historiadores, españoles y extranjeros, que, como el profesor Henry Chadwick, de Oxford, también aseguran que la urna de plata de la catedral encierra las reliquias del hereje Prisciliano, y no las del apóstol. Ya Menéndez Pelayo hablaba mucho de este personaje en Historia de los heterodoxos españoles, y el propio Miguel de Unamuno mencionó en muchas ocasiones la posibilidad de que la historia de Prisciliano se hubiera solapado con la leyenda del apóstol Santiago. El director de la Biblioteca Nacional, Luis Racionero, recuerda un seminario que se celebró en Santiago en los años 80 en torno a Prisciliano. «Fernando Sánchez Dragó nos contó en una comida su conversación con una marquesa en su pazo gallego. Según ella, el marqués se encontró un día llorando a un joven del pueblo. El chico estaba desconsolado porque el obispo le había mandado destruir una lápida donde estaba escrito: "Aquí yacen los restos de Prisciliano". Creo que sus restos son los de la catedral. Los santos son herejes que tienen éxito, los herejes son santos fracasados. Prisciliano puso en cuestión muchas cosas y le tocó perder». El asunto es objeto de controversias históricas en las que han participado eruditos de la talla de Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro. Francisco Singul, historiador gallego y asesor cultural del Xacobeo, asegura que el tema de Prisciliano «es una boutade. No hay noticias escritas de que su cadáver hubiera sido trasladado de Treveris a Galicia. En cambio, la tradición habla de la predicación de Santiago en España y también de su tumba. Los forenses que examinaron los huesos del apóstol en l879 concluyeron que se trataba de restos humanos muy antiguos, de un varón, y el Vaticano ratificó que era el apóstol». Singul reconoce, sin embargo, que si la ciencia moderna probara que en la urna de plata no estaban los huesos de Santiago Apóstol no cambiaría la fe de los peregrinos ni el sentido del Camino.«Porque se trata de un peregrinaje ecuménico. La gente va allí a encontrarse a sí misma». Para el canónigo archivero de la catedral, José María Díaz, tampoco hay dudas «porque, según un estudio llevado a cabo en la cátedra de Anatomía de la Universidad de Santiago, los restos pertenecen a tres hombres del siglo I. Uno sería el apóstol y los otros dos, sus discípulos y compañeros Teodoro y Atanasio». La leyenda de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo el pescador y hermano de San Juan Evangelista, nació en el siglo VIII con las visiones de un ermitaño que vio luces extrañas en un bosque de Iria Flavia mientras se escuchaban los cánticos de los ángeles. El obispo Teodorico visitó entonces el lugar y encontró una vieja lápida con restos humanos y los atribuyó al apóstol y a dos de sus discípulos. Cuando la noticia llegó a los dos hombres mas poderosos del momento, el Papa León y el rey francés Carlomagno, ambos se apresuraron a certificar que se trataba del apóstol. El mundo necesitaba creencias, los cristianos necesitaban una fuerza que les moviera a luchar contra los árabes, que habían llegado hasta la localidad francesa de Poitiers y amenazaban de forma permanente Asturias, el único reino de la Península que había resistido sus avances. SIMBOLO DE PODER El santuario y Compostela se convirtieron en un lugar de culto, en símbolo del poder cristiano. Santiago empezó a aparecerse en las batallas vestido de blanco, sobre un caballo blanco, matando moros. La Reconquista fue triunfando lenta pero imparablemente, a pesar del temible Almanzor y otros caudillos militares musulmanes. Y cuando Almanzor arrasó Compostela, respetó las reliquias, una circunstancia que afianzó todavía más la leyenda. Sin embargo, había que justificar la presencia de los restos de Santiago en Galicia, ya que su muerte en el lejano Jerusalén estaba probada. Cuenta la leyenda que siete de sus discípulos recogieron el cadáver y se embarcaron junto con el can del apóstol en una nave de piedra sin timón, que navegaría sin rumbo fijo hasta llegar a las bravas costas gallegas. Al desembarcar en ellas, los discípulos vencieron a dragones y monstruos y cristianizaron a la malvada gobernanta de aquellas tierras, la reina Lupa. Los restos de Santiago habrían sido enterrados en Iria Flavia. Ya Martín Lutero, en el siglo XVI, aseguró que lo único que había en la ciudad de Compostela eran los huesos de un perro o de un caballo, pero ya nada podía detener el fervor de los peregrinos, necesitados como nunca de fe. En el siglo XVI los piratas ingleses al mando de Francis Drake asaltaron La Coruña, lo que obligó al obispo San Clemente a esconder las reliquias del apóstol detrás del altar mayor. Allí permanecieron olvidadas los siguientes 300 años, un periodo en el que decayeron las peregrinaciones, hasta que en 1879 se encontraron las reliquias de nuevo y los forenses aseguraron que se trataba del apóstol y dos de sus seguidores. El entusiasmo volvió a despertarse y las peregrinaciones recuperaron su auge de antaño. Curiosamente, Prisciliano también salió del olvido y la marginalidad gracias a científicos y estudiosos, que ya no temían la condena de la Iglesia. Originario de una familia de Iria Flavia del siglo IV, el joven Prisciliano tenía inteligencia, don de gentes y de palabra y una gran cultura, que perfeccionó en la Universidad de Burdeos. Estaba llamado a ocupar un sillón entre los clérigos purpurados. Fue en la ciudad francesa donde descubrió el cristianismo primitivo con tintes judaicos, maniqueos y orientales, y allí fundó una especie de comuna ascética donde se meditaba, se dejaba participar a las mujeres y no se prohibía el matrimonio entre clérigos, aunque se recomendaba la castidad. Además, Prisciliano condenaba la esclavitud y rendía culto a la naturaleza. Ni un milagro podría salvarle de las iras de curia eclesial A su vuelta a Galicia, el éxito de sus doctrinas tomó unas proporciones enormes que se extendieron hasta Portugal y que inquietaban a la Iglesia oficial. Le acusaron de excesos sexuales, de celebrar orgías, de permitir que los clérigos llevaran el pelo largo, de que hubiera bailes en su liturgia.

CONDENA A MUERTE Su elocuencia le salvó de la muerte una primera vez. Defendiéndose a sí mismo en un tribunal romano, logró convencer a la curia. Pero la fuerza con que se extendía su mensaje era imparable, y la desconfianza de sus enemigos también. Su suerte estaba echada Su ejecución en el año 389 en Treveris fue ordenada por el emperador Teodosio. Constituyó la primera muerte de un cristiano a manos de otros cristianos. Se desencadenó entonces la persecución de anacoretas, vegetarianos, ascetas y todo lo que tuviera visos de priscilianismo. Sus discípulos consiguieron llevar los restos hasta su Galicia natal por una ruta que luego seguirían los peregrinos de Compostela. Había nacido el Camino de Santiago, casi cuatro siglos antes de que empezara el primer peregrinaje oficial. ¿Quién está, entonces, en la catedral de Compostela, el santo llegado de Palestina o el hereje Prisciliano? Tal vez ni siquiera la ciencia pueda llegar a desvelarlo. El prestigioso forense José Antonio Lorente, director del laboratorio de identificación genética de la Universidad de Granada, ha rechazado en dos ocasiones analizar el ADN de las reliquias. Mientras no se tenga con qué compararlas no tiene mucho sentido hacer las pruebas. A lo sumo, si se conociese el lugar de enterramiento de algún pariente de Prisiciliano, se podría determinar si los restos corresponden o no al hereje. Lo demás es leyenda. Y un camino por hacer hasta la Plaza del Obradoiro.

 

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Domingo, 8 de junio de 2003

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CRONICA

¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?
EL NEGOCIO DEL SANTO


Además de iniciar la tradición del peregrinaje, la leyenda de los restos del apóstol ha permitido el florecimiento de una próspera industria turística. Entre el 15% y el 20% de la actividad económica en Santiago está relacionada con el turismo, aunque las autoridades municipales insisten en que no todo el negocio que genera tiene que ver con el Camino o con la catedral. Éstas son algunas de las cifras que se podrían dejar de ingresar si Santiago fuera Prisciliano. VISITANTES. En 1999, el último Año Santo (son Año Santo aquellos en que el día del patrón, el 25 de julio, es domingo), Santiago de Compostela recibió 11 millones de visitantes. La Xunta gastó 29 millones de euros en organizarlo y diversas empresas patrocinadoras aportaron otros 15. De los 44 millones de euros totales, 18 se destinaron a restaurar el patrimonio cultural gallego y a editar libros, según el Gobierno autonómico. Para el 2004, el próximo año Xacobeo, se prevén la visita a Galicia de seis millones de turistas y unos ingresos de más de 3.600 millones de euros en toda la comunidad autónoma. PROMOCION. Para animar la celebración del Xacobeo 99 se organizaron 1.827 actos culturales, musicales y deportivos en España, Europa y América. Asistieron a ellos tres millones y medio de personas y se estima que otros 400 millones los siguieron por televisión. PEREGRINOS. No todos los visitantes llegan a Santiago a pie o en bicicleta. El año pasado fueron 69.000. El 90 % de ellos lo hicieron por motivos religiosos. En 1999 casi 650.000 peregrinos utilizaron los albergues, tiendas de campaña y locales auxiliares en las siete rutas que llevan a la tumba del apóstol. EMPLEO. Se atribuye a la celebración del Año Santo en 1999 más de 30.000 nuevos ocupados en el sector servicios en Galicia. ALOJAMIENTOS. En el Camino Francés, desde Roncesvalles, hay 115 albergues de distintas categorías. En la mayor parte no hay que pagar; en otros se solicita la voluntad y en algunos hay una tarifa que oscila entre los 3 y los 6 euros. El año pasado, en los albergues de todas las rutas, durmieron más de 270.000 peregrinos. Existe, además, un número sin cuantificar de establecimientos hoteleros de todas las categorías a lo largo del camino. EL PRECIO DEL CAMINO. Según un estudio de la revista Consumer, hacer a pie el camino de Santiago cuesta un mínimo de 560 euros. El cálculo se hizo considerando la ruta desde Roncesvalles hasta Santiago en 28 etapas, durmiendo en albergues a razón de cinco euros la noche y con un avituallamiento diario consistente en dos litros de agua, desayuno, un menú al almuerzo y bocadillo. «KIT» DEL PEREGRINO. Recuerdos y complementos varios se llevan otra parte del negocio. Casi todo se puede adquirir antes del viaje por Internet: desde una postal, un pin o un llavero (de 1 a 3 euros) hasta bastones, colgantes y ungüentos para los pies (entre 6 y 10 euros). EL CAMINO EN EL EXTRANJERO. Según un estudio de Turespaña, el Camino de Santiago es uno de los principales destinos de turismo cultural del país, por detrás de Madrid y Barcelona, y a la par que Sevilla y Granada. Los touroperadores alemanes, suizos y brasileños ofrecen el Camino de Santiago como destino cultural prioritario. En Reino Unido, Italia, Francia, Japón, México y EEUU no lo consideran entre los más importantes. Un turista cultural en España gasta de media 77,72 euros diarios. / JOSEFA PAREDES


 
Buena aportación, hermano Bart.
Todo esto me fué relatado a finales de la decada de los 50 por un sacerdote católico en el Ferrol.
Hace tanto tiempo, que se me había olvidado el nombre de Prisciliano, lo que si recuerdo con todo detalle el argumento de aquel sacerdote que afirmaba que por ello (la historia de Prisciliano) el pueblo gallego es el que más rinde culto a la muerte (meigas, "santa compaña" y un largo etc.) Parece ser que el famoso transporte del cadaver de Prisciliano por la que hoy se llama "ruta jacobea" quedó grabado en el inconsciente colectivo de aquel pueblo hasta hoy.
Puede que todo ello sea una leyenda, pero si fuera así sería mas creible la de Prisciliano que la de Santiago matamoros.
Un abrazo, Bart
 

Hola Tobi, yo estuve allí y me sorprendió los tesoros de la catedral y la industria religiosa-turística que han montado sobre una mentira. Está organización crea primero una mentira y luego un gran negocio, así ha hecho siempre.

Un fuerte abrazo

Bart
 
Recuerdo que cuando estuve en Compostela la guía en plena catedral nos contó algunas cosas simpáticas, por ejemplo que cuando encontraron los restos del supuesto apostol no era la única tumba que había en el lugar, ¿Cómo supieron cuál era Santiago? por una especie de "revelación", También hablando de la enorme cantidad de reliquias del lugar esbozó una sonriza y dijo "en un tiempo era tal la fiebre de reliquias en España que aquí se podía encontrar hasta una pluma del ángel Gabriel"

La verdad es que la propia guía que nos dirigía (eramos una delegación de varios estudiantes latinoamericanos) era escéptica respecto a que los restos que allí se encontraban eran de Santiago

Recuerdo que hay un busto de Santiago tallado en piedra en una de las puertas de la catedral, los peregrinos ponen su mano en la clumna que esta detrás del busto y besan la imagen, tantos son los miles que han hecho esto que la columna y la nariz del busto están desgastadas y lisas :)
 
Hola igorcb

Lo más divertido en cuanto a supersticiones es el llamado "santo do croquet" (no se si lo escribo bien, fonéticamente suena así) Se trata de una figura que esta en la base de una columna situada en una de las entradas o salidas de la basílica. Los estudiantes que tienen problemas con los exámenes, van allí, se arrodillan y golpean con su cabeza en la de la figura dicha. Afirman que funciona y que tienen el aprobado asegurado. Y si no aprueban los exàmenes se debe a que no lo han golpeado con la debida fuerza. Parece ser que alguno consiguió un doble descalabro. El de la propia cabeza y el de los exámenes.
Siendo tu viaje el de un grupo de estudiantes, ¿la guía no os lo contó?
Un abrazo.
 
Originalmente enviado por: Tobi
Hola igorcb

Lo más divertido en cuanto a supersticiones es el llamado "santo do croquet" (no se si lo escribo bien, fonéticamente suena así) Se trata de una figura que esta en la base de una columna situada en una de las entradas o salidas de la basílica. Los estudiantes que tienen problemas con los exámenes, van allí, se arrodillan y golpean con su cabeza en la de la figura dicha. Afirman que funciona y que tienen el aprobado asegurado. Y si no aprueban los exàmenes se debe a que no lo han golpeado con la debida fuerza. Parece ser que alguno consiguió un doble descalabro. El de la propia cabeza y el de los exámenes.
Siendo tu viaje el de un grupo de estudiantes, ¿la guía no os lo contó?
Un abrazo.

Pues no, eso se lo guardó, seguro temía que alguno de los presentes salga lesionado de un cabezaso :).
 
De dónde salió eso?

De dónde salió eso?

Una inquietud, esto de donde sale?, :confused:

es otra de las falacias del grupo católico?, porque hasta donde sé el primer apostol que murio fue Santiago (O Jacobo), en Hechos 12: 1 En aquel mismo tiempo, el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarlos. 2 Mató a espada a Jacobo, hermano de Juan, 3 y al ver que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro.

Aquí se menciona que el primer apostol que murió fue precisamente él, como es posible que haya llegado hasta allá?, perdón mi ignorancia, pero no encuentro asidero para esto,

Bendiciones,:angel:
 
Re: De dónde salió eso?

Re: De dónde salió eso?

Originalmente enviado por: Alex León
Una inquietud, esto de donde sale?, :confused:

es otra de las falacias del grupo católico?, porque hasta donde sé el primer apostol que murio fue Santiago (O Jacobo), en Hechos 12: 1 En aquel mismo tiempo, el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarlos. 2 Mató a espada a Jacobo, hermano de Juan, 3 y al ver que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro.

Aquí se menciona que el primer apostol que murió fue precisamente él, como es posible que haya llegado hasta allá?, perdón mi ignorancia, pero no encuentro asidero para esto,

Bendiciones,:angel:

La Biblia menciona varios Santiagos (o Jacobos, que es el nombre original, francamente no se como Jacobo se puede traducir Santiago)
JACOBO (IakoÆbos en griego, Ya>akob en hebreo, y Iacobus en latín). Nombre propio masculino muy popular en tiempos bíblicos, equivalente a Santiago. El nombre Santiago es una contracción castellanizada de dos palabras latinas, sanctus Iacobus, que quiere decir San Jacobo. Ciertos exégetas identifican a algunos o a todos los Jacobos de 3 a 5 abajo como una sola persona.
1. Hijo de Matán y padre de José el esposo de María (Mt 1.15s; ® Genealogía de Jesus).
2. Hijo de Zebedeo y pescador galileo, a quien Jesús llamó (Mt 4.21), junto con su hermano menor Juan para ser uno de los doce apóstoles (Mt 10.2; Mc 3.17; Lc 6.14; Hch 1.13). Con Pedro y Juan, Jacobo integraba un núcleo singular de discípulos presentes en la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5.37//), en la transfiguración (Mc 9.2//) y en la oración en Getsemaní (Mc 14.33). Juntamente con Juan se le apellidó ® Boanerges (Mc 3.17) y ambos también recibieron una reprensión de Jesús por su impetuosidad (Lc 9.54). Los dos pidieron un lugar de preferencia en el Reino y Jesús les profetizó que beberían la copa de Él (Mc 10.39), anuncio que se cumplió con la muerte de Jacobo, degollado por Herodes Agripa I, ca. 44 d.C. (Hch 12.2).
Algunos intérpretes, basándose en una comparación de las listas de Mateo 27.56; Marcos 15.40 y Juan 19.25, creen que Jacobo era primo de Jesús; pero esta identificación depende de dos hipótesis dudosas (® Hermanos de Jesús). La tradición del siglo II le llamó «Jacobo (o Santiago) el Mayor».
3. Hijo de ® Alfeo y también uno de los doce apóstoles (Mt 10.3; Mc 3.18//; Lc 6.15; Hch 1.13). Aunque Leví es también llamado «hijo de Alfeo», es probable que su padre sea otro Alfeo y que Leví y Jacobo no fueran hermanos.
A este Jacobo comúnmente se le identifica como Jacobo «el menor», hijo de ® María (Mc 15.40). Es evidente que lleva el apodo para distinguirlo (por su estatura o su juventud) de Jacobo el hijo de Zebedeo.
4. Padre (según HA, NVI, pero «hermano» según RV y VM) de Judas (no Iscariote). Excepto su mención en Lucas 6.16 y Hechos 1.13, no se sabe nada de él.
5. Hermano de Jesús, mencionado con sus hermanos (¿menores?) José, Simón y Judas (Mc 6.3//, ® Hermanos de Jesús). A juzgar por Mt 12.46–50; Mc 3.31–35; Lc 8.19–21 y Jn 7.5, Jacobo no aceptaba la autoridad de Jesús durante el ministerio de este, pero después de que se le apareció resucitado (1 Co 15.7), llegó a ser un líder importante de la iglesia judeocristiana de Jerusalén (Hch 12.17; Gl 1.19; 2.9).
Evidentemente se le considera apóstol (Gl 1.19) cuyo campo misionero fueron los judíos (Gl 2.9), en especial los de Jerusalén. En esta iglesia madre, Jacobo es la primera de tres «columnas» con quienes Pablo dialogó al principio de su ministerio, y de quienes recibió reconocimiento por su mensaje (Gl 2.7–10). Más tarde ciertos emisarios que reclamaban la autoridad de Jacobo, pero que probablemente exageraban su postura, sugirieron que en la iglesia de ® Antioquía los gentiles y los judíos comieran en mesas separadas. Pablo rechazó con vehemencia esta idea (Gl 2.11s).
Hechos 15.1–29 describe el primer ® Concilio de la iglesia (cuya relación con los encuentros de Gl 1 y 2 es difícil de precisar). Este concilio se celebró en Jerusalén, y Jacobo lo presidió. En esta ocasión se acordó recomendar a los gentiles recién convertidos ciertas prácticas que facilitaran el compañerismo de mesa con los judeocristianos. Más tarde, Jacobo también sirvió de mediador entre un grupo de judeocristianos que deseaban imponer la Ley Mosaica a todos los cristianos, y el grupo de gentiles conversos, que desde luego no querían aceptar esta obligación. Las simpatías judías de Jacobo se ponen de relieve en la sugerencia que hace a Pablo cuando este visita a Jerusalén por última vez (Hch 21.17–26).
La tradición posterior (Hegesipo, primitivo historiador cristiano ca. 180 d.C.; y el Evangelio según los hebreos, ® Evangelios apócrifos) exalta el papel de Jacobo, llamándolo «el justo» y presentándolo como muy reverenciado por su piedad y apego a la Ley. Hegesipo y Josefo (Guerra XX.ix.1) relatan su martirio (ca. 62), lapidado a instigación de los saduceos.
Eusebio de Cesarea cita a Josefo en el sentido de que las miserias y horrores del sitio de Jerusalén se debieron al castigo divino por el asesinato de Jacobo. Escritores posteriores describen a Jacobo como obispo e incluso como obispo de obispos. Según Eusebio, la silla episcopal todavía estaba en exhibición en Jerusalén en el tiempo en que escribía su Historia eclesiástica (en el año 324).
La tradición asigna a Jacobo la paternidad de la carta de ® Santiago (Stg 1.1; cf. Jud 1).

Bibliografía:
EBDM IV, col. 473–478. William Barclay, NTC, pp. 16–19. C. Leslie Mitton, The Epistle of James, pp. 219–222.
Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
 

http://www.icp-e.org/hemeroteca/e2003/030613mx.htm

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Compostela: Prisciliano, y abre España

Manuel Xuárez</CENTER>


Recientemente se ha reavivado el debate sobre la identidad de la persona enterrada en la catedral de Santiago de Compostela; es una cuestión que, como protestantes, nos toca muy de cerca, y pronto explicaré por qué. Muchos datos indican que éste es un nuevo ejemplo de la vieja estrategia de la Iglesia Católica de suplantar un personaje, un ritual previo o un lugar de significación religiosa, para integrarlo tapándolo en vez de eliminarlo.

Antes de la batalla de Clavijo, con la “milagrosa” aparición de Santiago apóstol degollando sarracenos, Santiago de Compostela era un lugar de enterramiento, en el que durante siglos muchos gallegos pidieron ser sepultados; con toda seguridad querían hacerlo al lado de un personaje aparentemente desconocido, pero muy relevante; en su memoria sólo una persona podía ocupar ese lugar: Prisciliano, el que más huella había dejado en su alma colectiva desde el s. IV; fue la primera persona ejecutada por orden de la Iglesia de Roma, por sus creencias –una innumerable lista le seguiría en siglos posteriores–; fue decapitado con dos discípulos en Tréveris (hoy Trier, en Alemania) y sus seguidores recogieron sus cuerpos y los trasladaron por Francia hasta Galicia; no es difícil percibir la suplantación posterior con el camino de Santiago. Es de destacar la reflexión de un representante de la Iglesia Católica: “aunque sea Prisciliano quien esté enterrado en Santiago de Compostela, la fe de tantos peregrinos durante tantos siglos habrá hecho el milagro de convertir esos huesos en los del apóstol Santiago”.

Pero ahora no me interesa ahondar en las evidencias históricas de que es Prisciliano quien está sepultado en Santiago. Quiero destacar algo poco conocido sobre él: por muchos años, se pensó que era un hereje que pretendía purificar la Iglesia, pero que sus reuniones eran orgías sexuales y su práctica religiosa estaba impregnada de ritos paganos celtas; las fuentes utilizadas eran los escritos de sus acusadores, que querían justificar la necesidad de ejecutarle; no parecen unas fuentes fiables. No fue hasta hace poco que se descubrieron los escritos de Prisciliano, que permitieron tener una visión más objetiva. En Prisciliano descubrimos un cristiano que denunciaba con rigor la corrupción de la Iglesia oficial y de sus obispos, que reclamaba con energía una vuelta al cristianismo primitivo, y en esa labor consideraba esencial volver a colocar la Biblia en su lugar central; fue de hecho él el primero en dividir el texto bíblico en porciones (no aún capítulos y versículos) para facilitar su manejo; su texto preferido era “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2ªCo 3.16).

La reacción de la Iglesia oficial fue perseguirle. En una ocasión le convocaron a Ávila para dar cuenta de su fe; después de escuchar feroces ataques y calumnias, se levantó de madrugada, escribió sus tesis, las clavó en la puerta de la iglesia, y se volvió a Galicia. Era una práctica habitual, pero ¿estás pensando lo mismo que yo? No eres el primero: en el s. XIX, Paret, del Instituto Teológico de Tubingen escribió una obra de título significativo: “Prisciliano: ¿un reformador del siglo IV?” Prisciliano sería otro antecesor más de los reformadores del s. XVI, como lo fueron los valdenses, Wycliff o Jan Huss.

Tendría más que gracia que en Santiago de Compostela tuviésemos enterrado a un protestante. Un día, en el cielo, lo confirmaremos.


Manuel Suárez es es médico y miembro
de la Junta Directiva del Consell Evanxélico Galego.

© Manuel Suárez, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)
 
¿Estarán "venerando" los católicos los huesos de un protestante? :eek:






Ahora, esta afirmación me ha dejado estupefacta:


Es de destacar la reflexión de un representante de la Iglesia Católica: “aunque sea Prisciliano quien esté enterrado en Santiago de Compostela, la fe de tantos peregrinos durante tantos siglos habrá hecho el milagro de convertir esos huesos en los del apóstol Santiago”.
 
PRISCILIANO Nacido en España hacia la mitad del s. IV, comenzó sus actividades en torno al 370 o el 375. Predicador de una ascética muy rigurosa, un concilio celebrado en Zaragoza a fines del 380 condenó las ideas de Prisciliano pero sin tomar medidas disciplinarias contra las personas. Como respuesta, Instancio y Salviano consagraron a Prisciliano como obispo de Ávila. Al lograr los obispos Hidacio e Hacio de Graciano un decreto de exilio contra los maniqueos, y aplicárselo a Prisciliano y a sus seguidores, éstos huyeron, primero a Aquitania, y posteriormente a Roma y Milán. Consiguieron la revocación del decreto de exilio, con lo que Prisciliano pudo regresar a España, pero Hacio lo denunció entonces ante Máximo el Usurpador y éste, deseoso de granjearse el apoyo católico, transmitió la causa a un concilio que se celebró en Burdeos el 384. En él, Prisciliano fue condenado a muerte por inmoralidad y práctica de la magia junto con algunos de sus seguidores. Era la primera vez que se condenaba a muerte a un cristiano por herejía. Los seguidores de Prisciliano continuaron existiendo todavía un tiempo en España y el sur de las Galias. En la postura de Prisciliano hubo heterodoxia pero parece que en su condena pesaron más los enconos personales y la reacción frente a sus críticas a la relajación del clero. [954]

Fuente: César Vidal-Enciclopedia de las religiones-Planeta
 
PRISCILIANO, ¿HEREJE O CAMPEON de la VERDAD?



Por lo general no conocemos, a los «movimientos heréticos>> de las historias eclesiásticas sino a través de su valorización por parte de sus enemigos, quienes se cuidaban bien de destruir todas sus obras. De ahí surge la posibilidad -y aun la probabilidad-de que el signo verdadero de muchos de estos movimientos fuesen el retorno a las normas bíblicas, de las cuales se apartaban paulatinamente los sectores dominantes de la religión oficial. La experiencia de nuestros días echa luz sobre el proceso -pues los "hermanos separados" de hoy éramos "los herejes" de ayer- y, por obvias razones, fue mucho más fácil tergiversar el sentido de unas enseñanzas durante aquellos oscuros siglos que desconocían los medios modernos de la publicidad. Cuando faltan datos no es posible hacer afirmaciones dogmáticas, y sin duda existían errores de tipo maniqueo desde el siglo III hasta la supresión de los albigenses en el siglo XIII. Este mismo hecho, sin embargo, facilitaba la calumnia, puesto que resultaba sumamente fácil colocar el sambenito del maniqueísmo en las cabezas de todos los cristianos deseosos de reformar prácticas y purificar doctrinas a la luz de las Sagradas Escrituras. Un caso digno de mención y de estudio es el del español Prisciliano, juntamente con sus numerosos seguidores en la Península, los "priscilianistas".

Prisciliano era hispano-romano de buena familia y posición social quien nació alrededor del año 350. Adquirió vastos conocimientos que le impidieron quedar esclavizado por las supersticiones del paganismo que aún persistía en las regiones apartadas de España. Sin duda, en la época de sus primeros estudios, fue influenciado por el gnosticismo, el maniqueísmo y el neoplatonismo, a la manera de S. Agustín en una época ligeramente posterior. El Imperio de Roma se debatía en medio de los graves problemas motivados por las invasiones de los bárbaros. El maniqueísmo -de origen persa- era sistema dualista que postulaba dos poderes universales, el de la luz y el de las tinieblas, creyendo explicar así la lucha incesante entre el bien y el mal; a la vez recomendaba prácticas ascéticas. Menéndez y Pelayo recoge las acusaciones de los enemigos de Prisciliano en su célebre obra «Los heterodoxos españoles» y pretende que la sociedad organizada por Prisciliano se fundara sobre la Biblia interpretada a la «luz>> de las filosofías de su juventud. O no sabía, o no le interesaba tomar en cuenta los importantísimos documentos priscilianos, redactados en latín antiguo, que se habían descubierto en la biblioteca de la Universidad de Würzburg por el Dr. Georg Scheps en el año 1886, que fueron enjuiciados por F. Paret en 1891. Se trata de once tratados de Prisciliano, con ciertos desperfectos, de los cuales los cuatro primeros describen su proceso y los siete restantes resumen su doctrina.

El erudito Prisciliano se había convertido, y como cristiano se dedicó con entusiasmo al estudio de las Sagradas Escrituras. Tan conocido era que le consagraron obispo de Ávila, pero su gran influencia entre las clases intelectuales despertó los celos de algunos de sus colegas, entre los cuales se destaca Idacio metropolitano de Lusitania. Durante su período de mayor actividad sus doctrinas se extendieron ampliamente por las regiones occidentales de Hispania, con referencia especial a Galicia.

Resumimos más adelante lo que se sabe de sus enseñanzas, pero anticipamos que -en líneas generales- se trata de un movimiento neotestamentario contrario a la centralización del cristianismo en Roma y que consitía en la fundación de un gran número de iglesias locales dentro de una fraternidad evangélica general. Es probable que el fin del siglo IV viera una mayor extensión del Evangelio en su sencillez y poder espiritual en España que ninguna época posterior. No sabemos mucho del período apostólico y postapostólico, pero dejando fuera de nuestra consideración la posibilidad de una amplia proclamación del Evangelio entonces, la época priscilianista representa la marea alta del conocimiento sencillo y directo de la Palabra en toda la historia española. Las citas bíblicas de Prisciliano representan versiones latinas anteriores a los trabajos de S. Jerónimo, que dieron por resultado la Vulgata.

Idacio encontró grandes dificultades en conseguir la condenación de Prisciliano en el sínodo de Zaragoza (Caesaraugusta) en el año 380, a pesar de contar con el apoyo del obispo Itaco de Burdeos, hombre de mala fama. Por razones políticas, el emperador Máximo necesitaba la ayuda del obispado español, y sólo así se consiguió sentencia condenatoria de Prisciliano, acusado éste de gnosticismo y de maniqueísmo. El sínodo de Burdeos (384), bajo la dirección de Itaco, completó esta obra difamatoria, alegándose que los priscilianistas se dedicaban a prácticas mágicas y a la inmoralidad. En Trier, Prisciliano y seis otros -incluso una dama distinguida de nombre de Euchrotia-fueron entregados al brazo secular y ejecutados. El incidente se reviste de trágico interés por ser el pnmer caso en que la Iglesia oficial llevó su odio frente a creencias cristianas divergentes hasta el extremo de invocar la ayuda del brazo civil para la ejecución de los llamados "herejes". S. Martín y S. Ambrosio protestaron en vano contra esta peligrosa y bárbara novedad, y después de la muerte del sangriento emperador Máximo, los cuerpos de las víctimas fueron transportados a España para ser honrados como mártires. Sin embargo los sínodos de Trier y de Braga (éste se celebró 176 años más tarde) confirmaron esta inauguración de la Inquisición, y el nombre del gran español pasó a ser inscripto en las páginas de la historia como heresiarca.

El descubrimiento de los documentos de Würzburg permitió abrir de nuevo la cuestión, que había sido decidida por el solo testimonio de testigos parciales e mdlgnos como lo eran Idacio e Itaco. E. H. Broadbent, en su libro «The Pilgrim Church» (páginas 36 y ss.) hace un interesante resumen de las doctrinas de Prisciliano basado sobre el estudio de los siete tratados de Würzburg. Nos dice que los escritos muestran un conocimiento íntimo de la Biblia en sus dos Testamentos, y que el erudito español no dejaba de citar numerosos textos en apoyo de la enseñanza que desarrollaba. Por tales citas defendía la práctica de formar grupos para el estudio de las Escrituras en los que mujeres tomaban su parte. Sobre la misma base mantenía que personas frívolas y mundanas no debían tomar parte en la celebración de la Santa Cena. No quería discutir sobre el misterio de la Santísima Trinidad, pensando que lo más claro y seguro era fijarse en la revelación de Cristo, comprendida por la ayuda del Espíritu Santo. La finalidad de la redención -escribía- era la de llevar a los redimidos a Dios; por lo tanto los creyentes habían de separarse del mundo para que no hubiera impedimento en su comunión con Dios. La salvación no se nos hacía efectiva por medio de los «sacramentos», sino por un acto espiritual y personal. A cada uno le correspondía la responsabilidad de llegar a la gran decisión por un acto de fe, bien que la Iglesia había de publicar la confesión de fe y bautizar al convertido. No existía una gracia «oficial», privativa de los clérigos, pues los laicos participaban por igual de ella. Lejos de ser maniqueo, denunció sus malas doctrinas a la luz de la Palabra. La fe descansaba en Cristo y de ella surgía el deseo de que el creyente se consagrara totalmente a Dios. En este sentido admitía el ascetismo, considerando que la sujeción del cuerpo podía facilitar la comunión con Dios. Las obras morales brotan de la vida espiritual por la propia naturaleza de ésta. Las Escrituras no consisten tan sólo en la exposición histórica de la Fe cristiana, sino que en ellas se hallan los medios de gracia, pues el espíritu redimido se alimenta de la palabra, hallando que hay revelación, instrucción y guía para la vida diaria en todas sus partes. Si se recuerda que Prisciliano enseñaba el sacerdocio de todos los creyentes, la autonomía espiritual de las iglesias locales; que negaba el valor ex opere operato del bautismo y de los sacramentos en general, que se oponía a las tendencias centralizadoras tanto de la jerarquía como de Roma -en este punto reflejaba el sentir general de los españoles de su época- y que enfatizaba la fe individual y la santidad de vida que de ella surge, no tenemos que buscar más lejos para encontrar los motivos de la fiera oposición de eclesiásticos como Idacio e Itaca, cuya ambición les llevaba por caminos diametralmente opuestos al de Prisciliano.

Es justo hacer constar que The Oxford History of the Christian Church (F.L. Cross, de tendencia anglicana «alta») persiste en ver elementos herejes en la enseñanza de Prisciliano, y cita -sin mucha convicción- trabajos que ponen en tela de juicio los tratados priscilianos de Würzburg. El profesor F. F. Bruce, sin embargo, notable por su cautela en el campo de la erudición, da por buena la relación de Broadbent y añade: «La Iglesia del Occidente habría hecho bien en prestar atención respetuosa al testimonio peculiar de los priscilianistas, que se caracterizaba por el sano y perdurable principio de «reforma según la norma de la Palabra de Dios» (The Spreading Flame, p. 323). Al diccionario de F. L. Cross debemos este interesante detalle: «La secta floreció después de la muerte del emperador Máximo en el año 388, cuando casi la totalidad de la región de Galicia llegó a ser priscilianista», lo que viene a confirmar las observaciones anteriores sobre la amplia extensión en Hispania durante aquella época de un pueblo de Dios que no reconocía más autoridad que la palabra de Dios».

En vista de la reciente «Declaración sobre la libertad religiosa», promulgada por el Concilio Vaticano II. la fecha del martirio de Prisciliano y sus compañeros (385) se reviste de una importancia especial. Hemos venido diciendo últimamente que si los principios encarnados en la declaración de referencia llegan a aplicarse aun en países de mayoría catolicorromana, veremos un cambio radical de rumbo en cuanto a una política milenaria. De 385 a 1965 van 1580 años, así que el Concilio ha dado marcha atrás a una política que ha privado por un milenio y medio. Ya era hora de descubrir que el acto religioso ha de ser libre y espontáneo por su misma naturaleza.

La «mea culpa» de la Iglesia que encontramos en la Declaración se reduce a esta expresión mínima: «Aunque en la vida del pueblo de Dios, peregrino a través de los avatares de la historia humana, se ha dado a veces un comportamiento menos conforme con el espíritu evangélico, e incluso contrario a él, no obstante siempre se mantuvo la doctrina de la Iglesia de que nadie sea forzado a abrazar la fe». (Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones» B. A. C. p. 969). Con tal que el cambio se produzca sinceramente, no tenemos deseos de discutir ni lo de la enseñanza constante, ni las excepciones en la práctica «a veces». Allí está la historia eclesiástica, y allá está la Palabra de Dios.

La lección para nuestros tiempos es que Dios ha levantado a siervos suyos a través de la historia que han insistido en cotejar no sólo ideas contemporáneas teológicas sino también arraigadas prácticas y tradiciones eclesiásticas con la norma de la Palabra, con referencia especial a la pauta de las enseñanzas apostólicas. No importa si las novedades brotan del campo católicoromano o del protestante; lo importante es lo que F. F. Bruce denomina «reforma según la norma de la Palabra de Dios». Sin comprometemos con detalles de sus enseñanzas, creemos sinceramente que ya es hora de que la memoria de Prisciliano sea rehabilitada, borrando de la historia el feo vocablo «heresiarca» para reemplazado por el de «español insigne, restaurador de la verdad, y mártir».







Edificación cristiana (Sep-Oct 1986).PAGINAS DE AYER.Selección de Antonio Ruiz.
Ernesto TRENCHARD «Pensamiento Cristiano», Septiembre 1966
(Como desmentido al contenido de uno de los capítulos de la serie «La España Herética», emitido por T.V.E. a mediados de año.
N.deR.) .
 
¡¡¡¡ qué paradojas tiene la vida, los católicos venerando a un "protestante embrionario"!!!!


:D
 
Re: ¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

Compostela: el año santo prisciliano

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Juan Carlos I presidió el pasado 30 de diciembre en la catedral de Santiago el acto de conmemoración de la traslación de los restos del Apóstol Santiago, una ceremonia católico-romana cuyo origen se remonta al siglo XII y que se basa en la identidad de la persona enterrada en la catedral de Santiago de Compostela. Una cuestión que, como protestantes, nos toca muy de cerca, y pronto explicaré por qué. Muchos datos indican que éste es un nuevo ejemplo de la vieja estrategia de la Iglesia Católica de suplantar un pesonaje, un ritual previo o un lugar de significación religiosa, para integrarlo tapándolo en vez de eliminarlo.

Antes de la batalla de Clavijo, con la “milagrosa” aparición de Santiago apóstol degollando sarracenos, Santiago de Compostela era un lugar de enterramiento, en el que durante siglos muchos gallegos pidieron ser sepultados; con toda seguridad querían hacerlo al lado de un personaje aparentemente desconocido, pero muy relevante; en su memoria sólo una persona podía ocupar ese lugar: Prisciliano, el que más huella había dejado en su alma colectiva desde el s. IV; fue la primera persona ejecutada por orden de la Iglesia de Roma, por sus creencias –una innumerable lista le seguiría en siglos posteriores–; fue decapitado con dos discípulos en Tréveris (hoy Trier, en Alemania) y sus seguidores recogieron sus cuerpos y los trasladaron por Francia hasta Galicia; no es difícil percibir la suplantación posterior con el camino de Santiago. Es de destacar la reflexión de un representante de la Iglesia Católica: “aunque sea Prisciliano quien esté enterrado en Santiago de Compostela, la fe de tantos peregrinos durante tantos siglos habrá hecho el milagro de convertir esos huesos en los del apóstol Santiago”.

Pero ahora no me interesa ahondar en las evidencias históricas de que es Prisciliano quien está sepultado en Santiago. Quiero destacar algo poco conocido sobre él: por muchos años, se pensó que era un hereje que pretendía purificar la Iglesia, pero que sus reuniones eran orgías sexuales y su práctica religiosa estaba impregnada de ritos paganos celtas; las fuentes utilizadas eran los escritos de sus acusadores, que querían justificar la necesidad de ejecutarle; no parecen unas fuentes fiables. No fue hasta hace poco que se descubrieron los escritos de Prisciliano, que permitieron tener una visión más objetiva. En Prisciliano descubrimos un cristiano que denunciaba con rigor la corrupción de la Iglesia oficial y de sus obispos, que reclamaba con energía una vuelta al cristianismo primitivo, y en esa labor consideraba esencial volver a colocar la Biblia en su lugar central; fue de hecho él el primero en dividir el texto bíblico en porciones (no aún capítulos y versículos) para facilitar su manejo; su texto preferido era “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2ªCo 3.16).

La reacción de la Iglesia oficial fue perseguirle. En una ocasión le convocaron a Ávila para dar cuenta de su fe; después de escuchar feroces ataques y calumnias, se levantó de madrugada, escribió sus tesis, las clavó en la puerta de la iglesia, y se volvió a Galicia. Era una práctica habitual, pero ¿estás pensando lo mismo que yo? No eres el primero: en el s. XIX, Paret, del Instituto Teológico de Tubingen escribió una obra de título significativo: “Prisciliano: ¿un reformador del siglo IV?” Prisciliano sería otro antecesor más de los reformadores del s. XVI, como lo fueron los valdenses, Wycliff o Jan Huss.

Tendría más que gracia que en Santiago de Compostela tuviésemos enterrado a un protestante. Un día, en el cielo, lo confirmaremos.

Manuel Suárez es médico, escritor y miembro de la Junta Directiva del Consell Evanxélico Galego.
© Manuel Suárez, ProtestanteDigital.com, 2004.

http://www.protestantedigital.com/actual/compostela.htm
 
Re: ¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

:biggrinbo :eek: :Noooo:


vaya vaya
 
Re: ¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

Tobi dijo:
el llamado "santo do croquet" (no se si lo escribo bien, fonéticamente suena así) Se trata de una figura que esta en la base de una columna situada en una de las entradas o salidas de la basílica. Los estudiantes que tienen problemas con los exámenes, van allí, se arrodillan y golpean con su cabeza en la de la figura dicha. Afirman que funciona y que tienen el aprobado asegurado. Y si no aprueban los exàmenes se debe a que no lo han golpeado con la debida fuerza
¿Por qué no se darán con la misma fuerza con una Biblia a ver si les entra un poco de luz?

Después dicen que no son mentorosos y supersticiosos..... :Noooo:
 
Re: ¿ES SANTIAGO O ES PRISCILIANO?

Yitzik dijo:
¿Por qué no se darán con la misma fuerza con una Biblia a ver si les entra un poco de luz?

Después dicen que no son mentorosos y supersticiosos..... :Noooo:

Veras, Yitzik. Ocurre que no tiene las tapas lo suficientemente duras. :Rulz: