Querer conocer Australia no es pecaminoso.
Echarme al mar para intentar llegar a Australia nadando sí lo es, porque arriesgo mi vida.
Si no dispones de un barco o avión para llegar a Australia, mejor no lo intentes.
De la misma forma, ni las Escrituras ni la ciencia nos han dado un medio de comunicación con los difuntos. Mejor no lo intentemos.
Quienes lo intentan mediante el espiritismo actúan contra la instrucción explícita de las Escrituras .
Bien, entiendo la idea, es riesgoso por desconocimiento. Entonces, más allá de mía familia y sus amigos ya difuntos, por los cuales habría por justicia tener derecho a la comunicación ¿Por qué no podría saber, por temor, de quienes difuntos hace dos milenios, que habrían por sú fé, habitar los cielos en la vida eterna que les han prometido? En las escrituras tal vez, de otra época, con temor a la malicia, se ha rejectado la comunicación espiritual con ya difuntos, cuyo termino dista de "muerto" pues "muerto" podría significarse "apartado de la fé, a voluntad, muerto no sólo en vida, sino en espíritu, por rechazar la fé en Dios, no habiéndole Dios rechazado", pero no se rejecta la comunicación a Dios mismo, no se rejecta entonces pedirle a Dios poder comunicarse con quienes, en sú fé, que le han aceptado a Dios, a Cristo, a la santidad, lo celestial, lo divino y su promesa, pedirle entonces comunicación que le verifique, que verifique los difuntos ya ascendidos a la vida eterna, que en la vida eterna se encuentran en presencia de Dios, y teniendo permiso de Dios, sin faltarle en obedencia, poder comunicarse los ascendidos con los vivos, cuestionando incluso si la ciencia actual, con sus avances tecnológicos, pudieran verificar el consciente de la mente psiquica, al menos en durante la vida, asegurando así entonces al menos la sanitud psiquica-física del cuerpo antes de partir, y que pudiérase así entonces estudiar los procesos de transmigración de la mente antes de partir a los reinos de los cielos, y en los cuales ya presentes, por razón de fé, pedir comunicación.
Por éso, más que certidumbre de lo evidente, considerando que la comunicación no es un pecado, si no que habría de entonces tramitarse el permiso de la manera correspondiente, recurriendo a Dios mismo, pudiera entonces establecer un vínculo de enlace comunicación que verificara la existencia de los cielos quomo evento póstumo a la muerte del cuerpo, siendo ésto la razón del motivo mencionado para peticionar ante Dios la comunicación directa tangible, no meramente simbolica por sincronismos de eventos cronestéticos de respuesta de la natura en todos sus expectaciones de la percepción individual subjetiva de lo objetivo que representa la realidad externa del sujeto entre los sujetos.