Shalom!
Como de costumbre, el punto es poner cada cosa en su debido contexto.
Yeshua (Jesús), ¿es rico o pobre? Salomón, ¿fue rico o pobre? José de Arimatea, ¿era rico o pobre? Abraham, Isaac, Jacob, Job, José hijo de Jacob, Moisés, etc. ¿murieron pobres? El problema no es tener la etiqueta de rico, sino cuál es el contexto de tu riqueza. Si tu riqueza es tu dios, claramente es más fácil que entre un camello por el hueco de una aguja a que tú logres entrar el Reino de Dios; mas si tu riqueza es simplemente lo que la riqueza debe ser - un medio -, la cosa cambia completamente.
Tanto los registros del canon de la Biblia como los que no están en el canon son bastante claros respecto de esto. Sería contradictorio creer que la riqueza es sinónimo de perdición, porque las propias Escrituras prometen abundancia en el Reino de Dios: entonces sería como decir que al entrar al Reino de Dios nos mandarán al infierno seguidamente por haber llegado a la riqueza. Entonces la abundancia, la prosperidad y la riqueza no son en sí el problema, sino el tesoro del corazón. Y el ejemplo más claro es justamente el del camello y la aguja, que sale en un pasaje en cuyo contexto Yeshua acababa de hablar con un hombre de buena posición social que se consideraba justo para con Dios, pero no lo era para con los demás, pues cumplía la ley de Moisés, pero no la entendía, toda vez que cuando Yeshua le dijo que para ser "perfecto" debía vender sus posesiones y darle el valor de la venta a los pobres él se entristeció de pensar en dicha idea. Yeshua no le dijo que hacía mal cuando el hombre le dijo que cumplía los 6 mandamientos, sino cuando se habló de la Perfección, es decir, tener la capacidad de VER el Reino de Dios. El Reino no es algo de algún futuro lejano, sino un estado de conciencia, una mentalidad de compasión, un estado en el AHORA que se vive en la paz verdadera de Dios, se vive en el verdadero AMOR, que se experimenta en el verdadero Perdón, que se vive en la conciencia de la unicidad y de la comprensión de que somos Hijos de Dios, pues como asimismo dijo Yeshua, "el Reino está extendido por el mundo pero vosotros no lo veis".
Quien pone antes cualquier cosa en su vida, antes que a Dios (o sea, antes que el Espíritu, antes que la Verdad, antes que la voz del Espíritu Santo), no es digno de Yeshua, es decir, no es digno del llamado, lo cual quiere decir que dicha persona ha creado para sí un ídolo. Un ídolo no es el que se fabrica con manos sobre piedra, yeso, barro, arcilla, cerámica o madera, sino el que se crea con el corazón-mente; viene a ser lo que es más importante y real para la persona.
Los ricos de aquel tiempo eran ricos para consigo mismos, más no lo eran para con Dios, no eran espiritualmente ricos; su riqueza partía de acumular posesiones y bienes, y oro y plata, y especias y animales, y esposas y tierras. Esa riqueza en realidad es mentalidad de pobreza, porque al morir el cuerpo eso no se irá a ningún lado y se convertirá en motivo de rivalidades familiares (a razón del reparto de la herencia, la cual, dicho sea de paso, ninguno de los herederos se esforzó en amasar o labrar). La riqueza real en el mundo consiste en la producción para la mutua edificación. Por ello la mayoría de los grandes magnates del siglo XXI son ricos para con el pueblo tanto como para con ellos mismos. No por ello han alcanzado el reino de Dios, pues siguen siendo esclavos del dinero, mas su riqueza parte del auge corporativo, el sistema bancario, el sistema inmobiliario, el sistema de divisas, el de valores, el de los mercados, el del turismo, de los fondos de inversión, etc. Eso quiere decir que promueven el movimiento financiero, lo cual significa empleos, salarios, comida, servicios, viviendas, etc.
En la época de los apóstoles no existía eso. La economía era algo particular y sólo se hablaba de este tipo de modelo en los estándares gubernamentales, donde un rey o emperador lo poseía todo, y el pueblo solo tenía lo que hubiese podido heredar y lo que lograse con sus manos en el trabajo del campo. Empero, no es lo mismo la riqueza de la antigüedad a la riqueza posterior a la era industrial, la era de los ferrocarriles, de los automóviles, de la revolución militar, de las estructuras bancarias, de las grandes corporaciones multinacionales, las industrial electrónicas y de telecomunicaciones, etc.
Todo ello se basa en el mutuo beneficio, por lo que en su naturaleza no es malo. Lo que es malo es la avaricia, la explotación obrera, la violación de los derechos civiles y laborales. Mas quien tiene riqueza y hace lo que hacemos los judíos por cultura, que es dar porcentajes, consigue lo que por naturaleza logran los actuales multimillonarios y billonarios, y la mayoría del resto de plutócratas, porque así dispuso para la prosperidad del hombre el Señor. Un 10% para las obras del ministerio de la Salvación, un 10% para ayuda humanitaria, las primicias de nuestros nuevos éxitos para el servicio a Dios, dar SIEMPRE y sin pretextos limosna, dar buenas propinas, dar donaciones a obras de caridad, dar ofrendas a todo lo que implique el crecimiento social y espiritual, "entonces se abrirán las puertas del cielo y será derramada bendición hasta que sobreabunde". Es visitar a las viudas y a los huérfanos, visitar a los hermanos en prisión y enfermos, dar vestido, comida, bebida y, si fuese posible, techo, al necesitado. Es dar, para recibir, y recibir para administrar para seguir dando,porque a más recibes más das, y más se te dará, porque el que en mucho es buen administrador, más recibirá.
La mayoría de gente no lo sabe, pero los grandes magnates del siglo XXI, y parte del siglo XX copiaron esta estrategia del judaísmo para hacerse ricos, desarrollando diversas estrategias basadas en el modelo de la Torah sacadas de escuelas rabínicas y kabalísticas. ¿Quiere decir que han entrado al Reino de Dios? Por puesto que no tiene nada que ver. Lo que aclaro es la diferencia entre riqueza correcta y riqueza incorrecta, pues la correcta parte del Servir al semejante, mientras la incorrecta parte de la avaricia, la esclavitud obrera y la explotación injusta de los recursos del planeta. La riqueza correcta beneficia al dador y al receptor y al medio ambiente, y es un paso previo a un paso mayor: buscar primeramente el reino de dios y su justicia. Aunque tengas riqueza recta, eso no implica tampoco que la estés potenciando desde al Amor y para el Amor, pero ciertamente, si tu corazón es recto, tu riqueza la administrarán para tu prójimo.