¿Qué dice la Biblia sobre «maldiciones generacionales»?
Una de las muchas novedades teológicas de nuestra época es la doctrina de «maldiciones generacionales», que enseña que una persona puede nacer bajo una sentencia de castigo («maldición») por pecados que cometieron sus antepasados. A menudo esa maldición se entiende en términos mágicos como un maleficio, con una especie de hechicería santa. Así resulta que uno puede nacer cargando la maldición de sus padres, abuelos o hasta bisabuelos. Y como la humanidad es bastante pecadora, sería de suponer que muy pocas personas hayan nacido sin alguna maldición a cuestas.
Entre los que más han predicado esta doctrina, en forma muy elaborada, son los pastores Edwin y Ana Lucía Orozco del programa «DiosTV». Afirman que esa maldición queda en el esperma y el óvulo que forman el feto, por lo que hay reemplazar el ADN del pecado con el ADN de Dios. Otro aspecto de esta enseñanza es el concepto de la iniquidad como la corrupción interna que trae maldición generacional. En palabras de ellos,
Es obvio que el aspecto «generacional» de toda esta enseñanza se basa en el segundo mandamiento del decálogo y unos textos más en Éxodo y Deuteronomio:
Aunque el idioma hebreo tiene varias palabras para «maldición», estos textos no mencionan ninguna de ellas. Dicen más bien que Dios «visita» los pecados sobre las sucesivas generaciones. El sentido principal de este verbo hebreo es igual que «visitar» en castellano. Su sentido básico es «preocuparse por»; la NVI lo traduce bien con «estar pendiente de» (Sal 8:4 «tomarlo en cuenta»; cf. Job 7:17). Dios visita la tierra y la riega (Sal 65:9). Muchas veces este mismo verbo hebreo significa visitar para salvar (Ex 3:16; 4:31; ¡el relato del éxodo! Cf. Gén 50:24-25; Rut 1:6), pero en otros textos, como los que acabamos de citar, significa visitar para castigar (Isa 13:11; Jer 5:9,29 hebreo).
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Además, los textos básicos, en Éx 5 y Deut 20, no hablan de «iniquidad» sino de «maldad», y Exod 34:7, que menciona la iniquidad, la rebelión y el pecado (como sinónimos funcionales), no afirma que Dios los convierte en maldiciones generacionales sino que en su misericordia los perdona. ¿Cómo es, entonces, que Dios visita la iniquidad hasta la tercera y la cuarta generación, si ya la perdonó? La respuesta está en el concepto bíblico de la persona humana como ser social, en una solidaridad corporativa. La Biblia no conoce el individualismo de nuestro pensamiento moderno, de personas como entes en sí, independientes de la comunidad a que pertenecen. Entonces, la maldad tiene consecuencias morales y sociales sobre la familia y la sociedad, y en esas consecuencias Dios está «visitando» a su pueblo.
Es claro que estos pasajes no dicen absolutamente nada que podría significar «maldiciones generacionales». No habla de maldiciones en ninguna parte, sino del amor y la justicia de Dios con que se preocupa por nosotros («nos visita»). Ni mucho menos indica algo de un ADN programado con maldiciones de antepasados. Especulaciones de este tipo revelan una muy grave falta de respeto hacia el texto inspirado.
Es obvio que estos pasajes no destacan la maldición de los malvados sino la primacía de la misericordia de Dios. Si las consecuencias del pecado se extienden hasta cuatro generaciones, el amor y la misericordia de Dios llegan hasta mil generaciones. Es posible que «cuatro generaciones», más que una frase literal de una maldición matemática, sea un modismo para expresar las consecuencias del pecado sobre la familia y la sociedad.
[4] De cualquier forma, «donde el pecado abundó [cuatro generaciones], la gracia sobreabundó [mil generaciones]». Si existieran «maldiciones generacionales», tiene que haber también «bendiciones generacionales», y eso acumuladas sobre mil generaciones. El teórico ADN de esta teoría tendría que codificar centenares de pecados y muchos miles de bendiciones, y sin duda el saldo sería a favor de la bendición y las misericordias de Dios.
Para concluir, debemos mencionar que otros textos bíblicos refutan la idea de un castigo divino contra familiares inocentes. El mismo libro de Deuteronomio aclara que «los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado» (Dt 24:16; cf. 2R 14:6). El profeta Ezequiel se opone enérgicamente a esta doctrina de castigos y méritos heredados e insiste en la responsabilidad personal de cada uno:
Conclusión.
Lejos de fundamentarse fielmente en la Palabra de Dios, la enseñanza de «maldiciones generacionales» es un abuso del texto bíblico. Es otra especulación fantasiosa de algunos predicadores que no se cansan de inventar nuevas doctrinas para deslumbrar a su público y mantenerlos cautivos de sus aberraciones. Lejos de ser un mensaje fiel a la Palabra, es otro intento de manipularla, y manipular al público creyente.
Todas estas especulaciones contemporáneas plantean una pregunta muy seria: ¿en qué punto una simple enseñanza equivocada llega a ser una herejía? ¿No será que tenemos que redescubrir el concepto y la realidad de la herejía?
Es hora de levantar la voz de protesta contra estas novedades anti-bíblicas.
Por Juan Stam.