Cristo vino para destruir a la nación judía por los ejércitos romanos
Ahora entiendo muchas cosas, o sea, para usted Cristo es Yahvé, ese dios antropomorfo, vengativo, celoso, iracundo y demás.
Comprendo entonces en qué planos del cristianismo nos movemos, eso es precisamente el mayor daño que hace el Viejo Testamento, no verlo como revelación de lo que está por venir, sino confirmación de lo que era una sombra del significado de Dios.
Si en palabras del evangelista Jesucristo afirma con contundencia: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen", ¿a qué viene alentar al ejercito romano para destruir Jerusalén?
Jesús fue crucificado en un lugar impuro de Jerusalén, fuera de la ciudad. No nos anuncia un Señor de los ejércitos, todavía queremos "armar" a Dios y ponerle a destruir ciudades y templos, pero si algo levantó Jesucristo fue un Templo en tres días, nos hizo garantes de ese Templo para toda la eternidad, por fin adoramos a Dios en espíritu y en verdad, y eso es realmente importante porque da mucho significado al Reino de Dios.
El Reino de Dios está presente, es más, se hace presente con el significado que puso Jesucristo de manera clara: "donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estaré", el Reino de Dios es equivalente al Reino del Amor, es un pequeño grano de mostaza que cuando crece da sombra a los pájaros, es una levadura que en apariencia no hace nada, pero está ahí, silenciosamente trabajando en nuestro interior, y de repente se levanta de la noche a la mañana, ¡y ahí está!, no requiere de estructuras, de jerarquías, ejércitos ni fronteras, el Reino de Dios es poderoso porque su grandeza es su sencillez, su humildad, porque transforma desde dentro hacia afuera, porque es inevitable, es lo inevitable para que reine la Justicia.