El acaparamiento, las usura, la especulación... son los síntomas del egoísmo. Ahora, no tanto el querer despojarse de todo, sino el estar predispuesto a renunciar todo para seguir a Cristo. De ello nace un corazón con el animo a compartir siempre. Al Joven rico de la Parábola no necesariamente se le requería renunciar a su riqueza, sino el estar predispuesto a renunciar a su riqueza, es lo que le falto. Por lo que si hubiera estado de acuerdo, y sin necesariamente renunciar a su riqueza, habría ayudado a muchos a salir de la pobreza.