¿Era Jesús verdaderamente el hijo de Dios?
Muchas personas han llegado a creer que Jesús fue simplemente un hombre bueno que enseñó una buena doctrina, y que murió por ella, pero ¿es realmente así de sencillo? Bueno, para determinar si algo o alguien es realmente bueno o malo se requiere conocer o indagar primero todos los factores que intervienen en el caso, o que han tenido alguna relación con él; para dictaminar la culpabilidad o inocencia de una persona que se le acusa de algún delito grave, las autoridades competentes buscan primeramente conocer los motivos que pudiera tener el reo para cometer tal delito, si la víctima era persona adinerada, ¿quien se beneficiaría de su muerte? o si ocupaba un puesto sobresaliente, ¿a quien le correspondería ocupar su puesto cuando faltara esta? y así por el estilo, además de otras investigaciones. Imaginemos que estamos ante un tribunal judicial, y del cual formamos parte del jurado; pensemos que Jesús es el acusado, y escuchemos todos los cargos que se exponen en contra de él, o en su favor, y sopesemos el valor y la credibilidad de quienes presentan tales cargos, luego valoremos los hechos y palabras de esta persona, o sea, su conducta pública, pues suele ser una persona bien conocida en el lugar del juicio, entonces tendremos bastantes pruebas o razones lógicas para emitir un veredicto lo más justo posible, ¿cual sería el nuestro? Si Jesús dijo ser el hijo de Dios, sin ser cierto, en realidad era un farsante, un impostor, pues se atribuía una personalidad y unos méritos que no le correspondían; por lo tanto, tampoco se le puede calificar de hombre bueno, pues los impostores no actúan con motivos honrados, sino por ambición y codicia, ansias de poder o popularidad, y otros motivos poco nobles. ¿Demostró Jesús en algún momento tener tales propósitos? Todo lo contrario, aunque realizó grandes obras, curaciones instantáneas de males incurables, alimentar a multitud de personas de forma milagrosa, incluso resucitar muertos; él nunca busco ganancias ni recompensas de ninguna clase, nunca usó estos poderes para su propio beneficio, sino para bien de los demás. Además, él sabía de antemano que iba a ser perseguido, torturado y muerto por causa de sus enseñanzas, por lo tanto, no esperaba tener ninguna compensación ni beneficios materiales mediante este engañó, ¿por qué iba a sufrir todo esto si no fuera porque sabía que era verdaderamente el hijo de Dios, y que éste le recompensaría sobradamente de todos estos sufrimientos? ¿Y qué hay de sus discípulos o seguidores? Principalmente los apóstoles, que le siguieron desde el principio de su ministerio, y presenciaron y oyeron todos sus actos milagrosos y sus enseñanzas; ellos fueron los que pusieron por escrito todos los actos y enseñanzas de su maestro, los que continuaron publicando estas enseñanzas, después de su muerte, por todos los territorios entonces conocido, y a los que podían tener acceso dado los medios de transporte y comunicación que en aquel tiempo había. Si Jesús no había realizado todos los actos milagrosos de los que ellos daban testimonio, también eran unos farsantes e impostores como su maestro, ¿por qué lo hacían? Aplicando los mismos métodos de deducción que se usan con Cristo, ¿cuales podían ser los motivos que les impulsaban a realizar esta obra de predicación tan extensa y dificultosa?, pues como ya les advirtió Jesús, ellos también serían perseguidos, aprisionados y torturados, o muertos algunos de ellos, por causa de su ministerio cristiano, y así sucedió. Si ellos, que habían acompañado a su maestro durante todo su ministerio terrestre, no hubieran visto con sus propios ojos los hechos milagrosos de este, tampoco podían haber creído que fuera el hijo de Dios; y si vieron cómo lo realizaba a la vista de todo el mundo, es porque realmente lo era, pues ningún ser humano, por muy sabio o poderoso que fuera, habría podido realizar talas obras sin la aprobación y la ayuda de Dios. ¿Qué conclusiones podríamos sacar de este examen crítico e imparcial de los acontecimientos que rodearon la vida y hecho de Cristo en la tierra? El fue juzgado y condenado por un tribunal de justicia judío, pero, ¿que clase de persona compusieron este tribunal? todos eran enemigos mortales del acusado porque les estaba desenmascarando de sus actuaciones hipócritas y opresivas para con su propio pueblo, y su afán egoísta de mantener sus encumbrados puestos entre sus contemporáneos, bajo los odiados y temidos conquistadores, romanos. Ellos sabían que Jesús era inocente de los cargos que se le imputaban, y también podían saber si verdaderamente era el hijo de Dios, el Mesías anunciado por los profetas con mucha anterioridad. puesto que algunos de ellos sin duda habrían presenciado sus obras milagrosas, y todos habrían podido investigar de los muchos que habían presenciado tales acontecimiento. Pero sus motivos eran injustos, egoístas y malvados, pues no dudaron en condenar y hacer morir a un inocente, que hasta el dictador romano lo consideró justo, aunque también cedió por egoísmo, a las pretensiones de aquellos jueces corruptos. ¿Haremos nosotros lo mismo? ¿condenaremos y destruiremos a seres inocentes porque otros, o nosotros mismos, no compartamos las creencias y prácticas de ellos? Cristo murió hace mucho tiempo, y sus discípulos fieles también, pero ahí están los evangelios, y los testimonios de los apóstoles, que ellos dedicaron toda su vida a poner por obra los mandatos de Jesús. ¿condenaremos, o diremos que son malas, esas enseñanzas, por las cuales Jesús dio su vida, y también sus discípulos, solo porque la mayoría hayan dejado de creer en ellas y en su Creador? ¿cederemos a la presión de los incrédulos o los que no les gusta someterse a los principios y normas divinas, o nos lavaremos las manos, como el pretor cobarde? Bueno, que cada uno examine su conciencia, si es que la tiene sensible,; por su veredicto, o forma de expresarse, demostrará sus verdaderos motivos, si son justos e imparciales, o son injustos, como aquellos jueces corruptos que condenaron a Cristo. Ningún personaje histórico o científico, ha contado con tantos testimonios en defensa de su identidad, de su integridad y propósito benéfico, de su forma de vivir entregado a procurar el bien de los demás por encima del suyo propio, como lo han tenido Jesús y sus apóstoles. También los acontecimientos ocurridos desde entonces testifican de la divinidad del Gran Maestro que fue Jesucristo; El mandó a sus discípulos fieles que dieran a conocer sus enseñanza por todas las naciones, y hasta las partes más remotas de la tierra. En el primer siglo no pudieron hacerlo estos fieles testigos, porque en aquel tiempo aún se desconocía la mayor parte de la superficie terrestre, ni los cristianos tenían acceso a muchos de los países más cercanos, pero tal como mandó Jesús, después de la gran apostasía, cuando el pueblo cristiano se apartó de los mandatos justos de Cristo, y cometieron toda clase de barbaridades y crueldades en su nombre y en el de Dios, después de casi dos mil años de oscurantismo religioso, ahora en tiempos recientes han vuelto a surgir cristianos sinceros dispuestos a cumplir cabalmente todo cuanto Cristo les ha mandado hacer, llevar sus enseñanzas tal como están escritas en los evangelios hasta las partes más alejadas de la tierra como testimonio para todas las naciones y territorios, y a toda persona sincera que quiera conocer la verdad del propósito divino. Todo esto son demostraciones y evidencias lógicas de que Cristo sí era verdaderamente el hijo de Dios, y que todo cuanto ha prometido y enseñado se está cumpliendo y se cumplirá cabalmente.
Muchas personas han llegado a creer que Jesús fue simplemente un hombre bueno que enseñó una buena doctrina, y que murió por ella, pero ¿es realmente así de sencillo? Bueno, para determinar si algo o alguien es realmente bueno o malo se requiere conocer o indagar primero todos los factores que intervienen en el caso, o que han tenido alguna relación con él; para dictaminar la culpabilidad o inocencia de una persona que se le acusa de algún delito grave, las autoridades competentes buscan primeramente conocer los motivos que pudiera tener el reo para cometer tal delito, si la víctima era persona adinerada, ¿quien se beneficiaría de su muerte? o si ocupaba un puesto sobresaliente, ¿a quien le correspondería ocupar su puesto cuando faltara esta? y así por el estilo, además de otras investigaciones. Imaginemos que estamos ante un tribunal judicial, y del cual formamos parte del jurado; pensemos que Jesús es el acusado, y escuchemos todos los cargos que se exponen en contra de él, o en su favor, y sopesemos el valor y la credibilidad de quienes presentan tales cargos, luego valoremos los hechos y palabras de esta persona, o sea, su conducta pública, pues suele ser una persona bien conocida en el lugar del juicio, entonces tendremos bastantes pruebas o razones lógicas para emitir un veredicto lo más justo posible, ¿cual sería el nuestro? Si Jesús dijo ser el hijo de Dios, sin ser cierto, en realidad era un farsante, un impostor, pues se atribuía una personalidad y unos méritos que no le correspondían; por lo tanto, tampoco se le puede calificar de hombre bueno, pues los impostores no actúan con motivos honrados, sino por ambición y codicia, ansias de poder o popularidad, y otros motivos poco nobles. ¿Demostró Jesús en algún momento tener tales propósitos? Todo lo contrario, aunque realizó grandes obras, curaciones instantáneas de males incurables, alimentar a multitud de personas de forma milagrosa, incluso resucitar muertos; él nunca busco ganancias ni recompensas de ninguna clase, nunca usó estos poderes para su propio beneficio, sino para bien de los demás. Además, él sabía de antemano que iba a ser perseguido, torturado y muerto por causa de sus enseñanzas, por lo tanto, no esperaba tener ninguna compensación ni beneficios materiales mediante este engañó, ¿por qué iba a sufrir todo esto si no fuera porque sabía que era verdaderamente el hijo de Dios, y que éste le recompensaría sobradamente de todos estos sufrimientos? ¿Y qué hay de sus discípulos o seguidores? Principalmente los apóstoles, que le siguieron desde el principio de su ministerio, y presenciaron y oyeron todos sus actos milagrosos y sus enseñanzas; ellos fueron los que pusieron por escrito todos los actos y enseñanzas de su maestro, los que continuaron publicando estas enseñanzas, después de su muerte, por todos los territorios entonces conocido, y a los que podían tener acceso dado los medios de transporte y comunicación que en aquel tiempo había. Si Jesús no había realizado todos los actos milagrosos de los que ellos daban testimonio, también eran unos farsantes e impostores como su maestro, ¿por qué lo hacían? Aplicando los mismos métodos de deducción que se usan con Cristo, ¿cuales podían ser los motivos que les impulsaban a realizar esta obra de predicación tan extensa y dificultosa?, pues como ya les advirtió Jesús, ellos también serían perseguidos, aprisionados y torturados, o muertos algunos de ellos, por causa de su ministerio cristiano, y así sucedió. Si ellos, que habían acompañado a su maestro durante todo su ministerio terrestre, no hubieran visto con sus propios ojos los hechos milagrosos de este, tampoco podían haber creído que fuera el hijo de Dios; y si vieron cómo lo realizaba a la vista de todo el mundo, es porque realmente lo era, pues ningún ser humano, por muy sabio o poderoso que fuera, habría podido realizar talas obras sin la aprobación y la ayuda de Dios. ¿Qué conclusiones podríamos sacar de este examen crítico e imparcial de los acontecimientos que rodearon la vida y hecho de Cristo en la tierra? El fue juzgado y condenado por un tribunal de justicia judío, pero, ¿que clase de persona compusieron este tribunal? todos eran enemigos mortales del acusado porque les estaba desenmascarando de sus actuaciones hipócritas y opresivas para con su propio pueblo, y su afán egoísta de mantener sus encumbrados puestos entre sus contemporáneos, bajo los odiados y temidos conquistadores, romanos. Ellos sabían que Jesús era inocente de los cargos que se le imputaban, y también podían saber si verdaderamente era el hijo de Dios, el Mesías anunciado por los profetas con mucha anterioridad. puesto que algunos de ellos sin duda habrían presenciado sus obras milagrosas, y todos habrían podido investigar de los muchos que habían presenciado tales acontecimiento. Pero sus motivos eran injustos, egoístas y malvados, pues no dudaron en condenar y hacer morir a un inocente, que hasta el dictador romano lo consideró justo, aunque también cedió por egoísmo, a las pretensiones de aquellos jueces corruptos. ¿Haremos nosotros lo mismo? ¿condenaremos y destruiremos a seres inocentes porque otros, o nosotros mismos, no compartamos las creencias y prácticas de ellos? Cristo murió hace mucho tiempo, y sus discípulos fieles también, pero ahí están los evangelios, y los testimonios de los apóstoles, que ellos dedicaron toda su vida a poner por obra los mandatos de Jesús. ¿condenaremos, o diremos que son malas, esas enseñanzas, por las cuales Jesús dio su vida, y también sus discípulos, solo porque la mayoría hayan dejado de creer en ellas y en su Creador? ¿cederemos a la presión de los incrédulos o los que no les gusta someterse a los principios y normas divinas, o nos lavaremos las manos, como el pretor cobarde? Bueno, que cada uno examine su conciencia, si es que la tiene sensible,; por su veredicto, o forma de expresarse, demostrará sus verdaderos motivos, si son justos e imparciales, o son injustos, como aquellos jueces corruptos que condenaron a Cristo. Ningún personaje histórico o científico, ha contado con tantos testimonios en defensa de su identidad, de su integridad y propósito benéfico, de su forma de vivir entregado a procurar el bien de los demás por encima del suyo propio, como lo han tenido Jesús y sus apóstoles. También los acontecimientos ocurridos desde entonces testifican de la divinidad del Gran Maestro que fue Jesucristo; El mandó a sus discípulos fieles que dieran a conocer sus enseñanza por todas las naciones, y hasta las partes más remotas de la tierra. En el primer siglo no pudieron hacerlo estos fieles testigos, porque en aquel tiempo aún se desconocía la mayor parte de la superficie terrestre, ni los cristianos tenían acceso a muchos de los países más cercanos, pero tal como mandó Jesús, después de la gran apostasía, cuando el pueblo cristiano se apartó de los mandatos justos de Cristo, y cometieron toda clase de barbaridades y crueldades en su nombre y en el de Dios, después de casi dos mil años de oscurantismo religioso, ahora en tiempos recientes han vuelto a surgir cristianos sinceros dispuestos a cumplir cabalmente todo cuanto Cristo les ha mandado hacer, llevar sus enseñanzas tal como están escritas en los evangelios hasta las partes más alejadas de la tierra como testimonio para todas las naciones y territorios, y a toda persona sincera que quiera conocer la verdad del propósito divino. Todo esto son demostraciones y evidencias lógicas de que Cristo sí era verdaderamente el hijo de Dios, y que todo cuanto ha prometido y enseñado se está cumpliendo y se cumplirá cabalmente.