Señala el diccionario de la Real Academia Española, que jurar, es afirmar o negar algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas.
Y esto, me hace recordar aquella pregunta inocente de un joven hacia su preparador de catequesis: ¿Podría faltar al segundo Mandamiento, aún cuando ponga a Dios por testigo, con verdad?. El catequista, basándose en el catecismo del Padre Ripalda (bello libro en el que nos educábamos los jóvenes de los años 40/50) y leyendo las Sagradas Escrituras, le regaló aquellos conceptos y experiencias que hasta hoy día, quedaron grabados en la mente del joven.
La Biblia nos dice: “No tomarás en falso el nombre del Señor, tu Dios. Y, solo emplearemos su nombre, para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (Ex.20,7 – Dt.5,11)”.
El segundo Mandamiento, nos prohíbe jurar o poner a Dios por testigo, de una mentira. El fiel cristiano, debe dar testimonio del nombre del Señor, predicando la catequesis y adorando el respeto hacia el nombre de Nto. Señor Jesucristo.
También se opone a este Mandamiento, continúa comentando el catequista, la blasfemia, consistente en proferir palabras que contengan odio, reproche o desafío, que nos hagan realizar juramentos, poniendo por testigo el nombre de Dios.
San Pablo, nos dice que las palabras de Jesús, no se oponen al juramento, cuando se hace por una causa grave y justa, realizada con verdad, con sensatez y con justicia.
San Ignacio de Loyola, nos comenta, que no debemos jurar, ni por el Criador ni por la criatura, sino fuese con verdad, necesidad y reverencia.
Por toda esta lección,- explicada por el catequista, uno, vuelve a escandalizarse cuando lee que los Mandamientos, no pueden aplicarse en este siglo que nos ha tocado vivir.
Y esto, me hace recordar aquella pregunta inocente de un joven hacia su preparador de catequesis: ¿Podría faltar al segundo Mandamiento, aún cuando ponga a Dios por testigo, con verdad?. El catequista, basándose en el catecismo del Padre Ripalda (bello libro en el que nos educábamos los jóvenes de los años 40/50) y leyendo las Sagradas Escrituras, le regaló aquellos conceptos y experiencias que hasta hoy día, quedaron grabados en la mente del joven.
La Biblia nos dice: “No tomarás en falso el nombre del Señor, tu Dios. Y, solo emplearemos su nombre, para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (Ex.20,7 – Dt.5,11)”.
El segundo Mandamiento, nos prohíbe jurar o poner a Dios por testigo, de una mentira. El fiel cristiano, debe dar testimonio del nombre del Señor, predicando la catequesis y adorando el respeto hacia el nombre de Nto. Señor Jesucristo.
También se opone a este Mandamiento, continúa comentando el catequista, la blasfemia, consistente en proferir palabras que contengan odio, reproche o desafío, que nos hagan realizar juramentos, poniendo por testigo el nombre de Dios.
San Pablo, nos dice que las palabras de Jesús, no se oponen al juramento, cuando se hace por una causa grave y justa, realizada con verdad, con sensatez y con justicia.
San Ignacio de Loyola, nos comenta, que no debemos jurar, ni por el Criador ni por la criatura, sino fuese con verdad, necesidad y reverencia.
Por toda esta lección,- explicada por el catequista, uno, vuelve a escandalizarse cuando lee que los Mandamientos, no pueden aplicarse en este siglo que nos ha tocado vivir.