ENLACE MATRIMONIAL DE JORGE Y GEMMA

11 Diciembre 2007
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Alguién me comentó en una ocasión, que casi siempre que asistía a la celebración de una boda, en su interior y sin compartir con nadie ésta sensación, se sentía como un poco más envejecido. Sin embargo aunque es natural y humano que cada persona pueda tener una experiencia determinada en el sentido de la vida, esto no significa que esté completamente en lo cierto y que otros no tengan opiniones en cierto modo contradictorias.

Para mí, estos eventos me llenan de una auténtica felicidad. Me recreo en la alegría que esa pareja que ha decidido seguir su vida juntos, van compartiendo con sus familiares y amigos. Me llena de ilusión los deseos que van engranando durante la ceremonia y las promesas a las que se van comprometiendo.
Quizás lo que me puede ocurrir a mí es que como uso gafas desde hace muchos años, tal vea con más claridad los gestos de amor y de fidelidad que a menudo pasan por mi vida.

Y por ello cuando acudo a un enlace matrimonial, siento en mi interior como una renovación de aquella lejana ceremonia a la que asistí como protagonista, repleta de maravillosos deseos y compromisos de amor eterno.
Un amor que estoy convencido es camino de felicidad. Es gratuíto y gratificante además de ser necesario para amar y sentirse amado. Es la aspiración más común que tenemos todas las personas, porque no nos engañemo el amor es perenne y permanente y cuanto más se ama más se desea amar.
A este respecto me viene a la memoria lo que decía San Agustín “el amor no tiene medida porque la medida del amor es amar sin medida”.
Así las cosas y después de asistir a la boda de Jorge y de Gemma, deseo que el amor les inunde siempre de felicidad.

Nunca olvidaré los sabios consejos de aquel viejo predicador que me decía: “Qué es el amor, sino ese extraño e invisible hecho de que dos personas de improviso se miren hasta lo más hondo de su ser para comprender que les vá a ser imposible de ahora en adelante vivir la una sin la otra.

Está claro que todos los que acudimos a un enlace matrimonial no lo vemos ni lo sentimos igual. Unos sintiéndose más envejecidos quizás porque el amor que se prometieron se ha extraviado. Y otros sirviéndonos para recordar y renovar el compromiso que un día un poco lejano adquirirmos.

En cualquier caso… vivir para ver