¿Es el yoga una religión? No, no lo es. Por el contrario, es una práctica que, al carecer de un culto, no es de carácter religioso. Su enseñanza es otro mas entre los tipos de “religiosidad”, pero de carácter gnóstico. El por que de este carácter se vera algo mas adelante.
En la práctica ¿Qué es el yoga? Es una disciplina que, dicho sumariamente, consta de tres aspectos básicos.
Uno es una gimnasia, postural acompañada de técnicas de respiración y concentración mental, tendientes a la sedacion del sistema nervioso central, como un primer paso.
Como resultado de esta practica el yo interior esta en condiciones de hacer posible su acceso al paso siguiente, que consiste en la introspección meditativa facilitada por un ambiente en penumbras y una música suave de fondo que, en forma progresiva y con el correr del, digamos, entrenamiento, conduce a un estado de autohipnosis.
Otro de los aspectos, relacionado este con lo anterior, es un estilo de vida ascético y vegetariano, en las costumbres y en la alimentación. Esto deriva en un estado del organismo de la persona que facilita la predisposición de la mente y de la voluntad en procura de la evasión, resultante de la autosugestión hipnótica, de la realidad propia y del entorno. Esta es una práctica de vida parecida a la de algunas órdenes monásticas católicas, pero con finalidades diametralmente opuestas. El yoga pretende alcanzar una “unión” con una divinidad personal, subjetiva e inexistente, que le confiere su índole gnóstica. En cambio los mojes y monjas buscan el éxtasis de la adoración al único Dios Uno y Trino.
¿Cómo se puede evaluar el yoga? Esto depende de en que ángulo se lo enfoque. Prima facie es atractivo, beneficioso y útil en sus aspectos externos, es decir, oginnástico, respiratorio y relajante. Se podría conceder y admitir que es una terapia psicofísica apropiada para las personas que no pueden encarar, por razones físicas o de edad, las formas deportivas o gimnásticas tradicionales. Cabe señalar que gran parte de quienes lo practican lo ha iniciado por puro esnobismo. Otros lo hacen porque han comprobado que la terapia, o sea la practica de la técnica externa y visible, le hace bien a sus desequilibrios mentales, tales como el estrés, la depresión, la angustia, etc., que se manifiestan en su vida de relación y los efectos que en su mente han impactado.
Empero, no empieza y termina en los eventuales beneficios antes señalados. Todo eso se relaciona con la técnica corporal y material de la práctica. El quid de la cuestión es muy otro, oculto y ni siquiera sospechado por la mayor parte de quienes practican el yoga.
Buda no creo la disciplina que nos ocupa con la finalidad de que sus eventuales futuros seguidores accedan a un mas o menos eficaz tratamiento de sus trastornos mentales (estrés, depresión, soledad, fobias, angustias, etc.), porque el no tenia ni la mas remota idea de estas anormalidades. Tampoco pensó que las posturas corporales que creó pudieran ser de utilidad gimnástica para la gente, ya que la única “gimnasia” era el trabajar, solo trabajar.
De esto se deduce que Buda, quizás tras una búsqueda, halló y comprobó en si mismo los efectos que buscaba, mediante la técnica que ideara: alcanzar la finalidad por él buscada. Para él solo importaba su fin último, es decir, su unión con la “divinidad”.
En este fin ultimo de Buda está el meollo de la cuestión del yoga, en su esencia, de índole en alguna manera metafísica, que conduce a su verdadera y profunda finalidad. Esta finalidad, que es la íntima unión con la divinidad, deja de lado a todas las religiones monoteístas, Cristianismo, Judaísmo, Islam.
El yoga, su doctrina, induce también un monoteísmo, pero intimo, personal y subjetivo, en su reemplazo del único Dios Uno y Trino.
De lo que antecede se desprende que en la etapa final de la enseñanza, el yoga sea de índole gnóstica y politeísta, aspecto este ultimo normal en el hinduismo.
Penetremos ahora un poco más en el meollo del yoga. En el estadio máximo, final, de la practica del yoga, es llamado “NIRVANA” a la consecución de la “unión” con la –su- divinidad. Este fantasioso irreal y utópico nirvana va paulatinamente esfumandose a medida que la persona va saliendo del trance de su autosugestión hipnótica y es nuevamente conciente de la realidad, cualquiera sea, que lo decidió a evadirse de sus angustias, soledad, estrés, problemas de todo tipo, etc. Y asi, casi como ocurre con las adicciones (no es descabellado el paralelismo), volver a aislarse de todo y de todos, aun sin nirvana propiamente, como única salida y solución, momentáneas, nuevamente.
¿Cómo seria la vida de relación en una sociedad en la que la mayoría de las personas encararen su vida de esa manera? No podría haber caridad, ni generosidad, ni altruismo y los afectos estarían reducidos a su minima expresión. Reinaría el que me importa.
Entremos finalmente al núcleo mismo de la enseñanza yoga. A lo mas inconcebible, inaudito, rechazable y condenable.
El “nirvana”, además de lo antes referido, tiene otra finalidad.
Si la pretendida “unión con la divinidad” no pasa de ser intrascendente, la otra finalidad, en cambio, es tremendamente trascendente.
La doctrina yoga enseña que el nirvana es el único medio de escape del “SAMSARA”. ¿Y que es el SAMSARA? Así designan en el hinduismo a lo que es, tan solo de por si, la más funesta creencia que el ser humano puede tener; el SAMSARA es una serie indefinida de REENCARNACIONES del espíritu o alma en otros cuerpos. Pero no esto solamente. El núcleo satánico y gnóstico de esta perversión consiste en que, en cada reencarnación la persona tiene una nueva oportunidad de mejorar su vida espiritual y de conducta. Y así hasta que, en la ultima reencarnación y nirvana de por medio, purificado ya, tener acceso a la definitiva unión con la –su- divinidad.
Con estas enseñanzas del yoga, del núcleo y esencia de su doctrina, ¿dónde van a parar dogmas fundamentales del catolicismo, como ser: el perdón sacramental de los pecados, el castigo y la remisión de los mismos? ¿Y que decir de Muerte Redentora de Jesús? ¿Y la justicia Divina?
Se debe descartar el origen humano de esa forma de pensar, creer y/o enseñar. Se hace evidente en Buda una inspiración satánica. Tal como la tuvo Lutero en su celda de un convento dominico, que desencadeno para quizás siempre el despedazamiento de la unidad del cristianismo occidental. Pero la inspiración satánica muy anterior en Buda, se hace presente hoy día, con la difusión de las practicas del pensamiento en las ideas orientalistas en el yoga que nos ocupa. Esta difusión del yoga budista se produce en forma encubierta, solapada y personal, que conduce a un dios personal y propio mediante el “nirvana”; y el “sansara” para hacer bien los deberes…
Como una síntesis tenemos:
1) Primer paso: La practica gimnástico – respiratoria.
2) Segundo paso: Meditación introspectiva y estilo de vida.
3) Tercer paso: Acceso al “nirvana”.
Este solamente se concretaría en el último estadio del aprendizaje del yoga. Es la meta final a la que no todos los adeptos logran alcanzar, dado que el o la guía (gurú) intensifica su enseñanza en aquellos que según su criterio, vislumbra como completamente compenetrado en lo que han ido aprendiendo.
Este tercer y último paso contempla des enseñanzas interrelacionadas, cumbre de la doctrina del yoga, y que son:
a) El “NIRVANA”, así llamado a el anonadamiento, producido por profundo estado de autosugestión, en el que creen alcanzar la intima unión con la –su- divinidad mas atrás mencionada.
b) El “samsara”, que consiste en una indeterminada serie de reencarnaciones para lograr, tras sucesivas “purificaciones”, el estado espiritual que permite la “unión” con la –su- divinidad. Esta culminación es solamente posible para los elegidos.
Es fácil interpretar el origen satánico de este invento de Buda, ya que con ello se pretende prescindir del Sacrificio Redentor del Señor Jesús. Por eso precisamente el budismo es anticristiano.
En definitiva, la doctrina yoga de Buda inserta como esta en el denominado orientalismo, ya sea este hindú, chino o japonés, con estos integra el abanico de la nueva “espiritualidad” de la New Age, (Nueva Era), Era de Acuario o Nuevo Milenio. Así de simple. ¿Simple?
En definitiva también, quienes lo enseñan y quienes lo practican son en consecuencia, nuevaeristas. No obstante habría que apartar aquellas personas que hallan lo que se buscan en la “terapia” del primer paso antes señalado, aunque en realidad estén predicando con el ejemplo de su adhesión. Entre estas personas lamentablemente están incluidos algunas sacerdotes y algunas monjas, ignorantes quizás, a quienes, dada su investidura, los cabe una mayor irresponsabilidad.
En la práctica ¿Qué es el yoga? Es una disciplina que, dicho sumariamente, consta de tres aspectos básicos.
Uno es una gimnasia, postural acompañada de técnicas de respiración y concentración mental, tendientes a la sedacion del sistema nervioso central, como un primer paso.
Como resultado de esta practica el yo interior esta en condiciones de hacer posible su acceso al paso siguiente, que consiste en la introspección meditativa facilitada por un ambiente en penumbras y una música suave de fondo que, en forma progresiva y con el correr del, digamos, entrenamiento, conduce a un estado de autohipnosis.
Otro de los aspectos, relacionado este con lo anterior, es un estilo de vida ascético y vegetariano, en las costumbres y en la alimentación. Esto deriva en un estado del organismo de la persona que facilita la predisposición de la mente y de la voluntad en procura de la evasión, resultante de la autosugestión hipnótica, de la realidad propia y del entorno. Esta es una práctica de vida parecida a la de algunas órdenes monásticas católicas, pero con finalidades diametralmente opuestas. El yoga pretende alcanzar una “unión” con una divinidad personal, subjetiva e inexistente, que le confiere su índole gnóstica. En cambio los mojes y monjas buscan el éxtasis de la adoración al único Dios Uno y Trino.
¿Cómo se puede evaluar el yoga? Esto depende de en que ángulo se lo enfoque. Prima facie es atractivo, beneficioso y útil en sus aspectos externos, es decir, oginnástico, respiratorio y relajante. Se podría conceder y admitir que es una terapia psicofísica apropiada para las personas que no pueden encarar, por razones físicas o de edad, las formas deportivas o gimnásticas tradicionales. Cabe señalar que gran parte de quienes lo practican lo ha iniciado por puro esnobismo. Otros lo hacen porque han comprobado que la terapia, o sea la practica de la técnica externa y visible, le hace bien a sus desequilibrios mentales, tales como el estrés, la depresión, la angustia, etc., que se manifiestan en su vida de relación y los efectos que en su mente han impactado.
Empero, no empieza y termina en los eventuales beneficios antes señalados. Todo eso se relaciona con la técnica corporal y material de la práctica. El quid de la cuestión es muy otro, oculto y ni siquiera sospechado por la mayor parte de quienes practican el yoga.
Buda no creo la disciplina que nos ocupa con la finalidad de que sus eventuales futuros seguidores accedan a un mas o menos eficaz tratamiento de sus trastornos mentales (estrés, depresión, soledad, fobias, angustias, etc.), porque el no tenia ni la mas remota idea de estas anormalidades. Tampoco pensó que las posturas corporales que creó pudieran ser de utilidad gimnástica para la gente, ya que la única “gimnasia” era el trabajar, solo trabajar.
De esto se deduce que Buda, quizás tras una búsqueda, halló y comprobó en si mismo los efectos que buscaba, mediante la técnica que ideara: alcanzar la finalidad por él buscada. Para él solo importaba su fin último, es decir, su unión con la “divinidad”.
En este fin ultimo de Buda está el meollo de la cuestión del yoga, en su esencia, de índole en alguna manera metafísica, que conduce a su verdadera y profunda finalidad. Esta finalidad, que es la íntima unión con la divinidad, deja de lado a todas las religiones monoteístas, Cristianismo, Judaísmo, Islam.
El yoga, su doctrina, induce también un monoteísmo, pero intimo, personal y subjetivo, en su reemplazo del único Dios Uno y Trino.
De lo que antecede se desprende que en la etapa final de la enseñanza, el yoga sea de índole gnóstica y politeísta, aspecto este ultimo normal en el hinduismo.
Penetremos ahora un poco más en el meollo del yoga. En el estadio máximo, final, de la practica del yoga, es llamado “NIRVANA” a la consecución de la “unión” con la –su- divinidad. Este fantasioso irreal y utópico nirvana va paulatinamente esfumandose a medida que la persona va saliendo del trance de su autosugestión hipnótica y es nuevamente conciente de la realidad, cualquiera sea, que lo decidió a evadirse de sus angustias, soledad, estrés, problemas de todo tipo, etc. Y asi, casi como ocurre con las adicciones (no es descabellado el paralelismo), volver a aislarse de todo y de todos, aun sin nirvana propiamente, como única salida y solución, momentáneas, nuevamente.
¿Cómo seria la vida de relación en una sociedad en la que la mayoría de las personas encararen su vida de esa manera? No podría haber caridad, ni generosidad, ni altruismo y los afectos estarían reducidos a su minima expresión. Reinaría el que me importa.
Entremos finalmente al núcleo mismo de la enseñanza yoga. A lo mas inconcebible, inaudito, rechazable y condenable.
El “nirvana”, además de lo antes referido, tiene otra finalidad.
Si la pretendida “unión con la divinidad” no pasa de ser intrascendente, la otra finalidad, en cambio, es tremendamente trascendente.
La doctrina yoga enseña que el nirvana es el único medio de escape del “SAMSARA”. ¿Y que es el SAMSARA? Así designan en el hinduismo a lo que es, tan solo de por si, la más funesta creencia que el ser humano puede tener; el SAMSARA es una serie indefinida de REENCARNACIONES del espíritu o alma en otros cuerpos. Pero no esto solamente. El núcleo satánico y gnóstico de esta perversión consiste en que, en cada reencarnación la persona tiene una nueva oportunidad de mejorar su vida espiritual y de conducta. Y así hasta que, en la ultima reencarnación y nirvana de por medio, purificado ya, tener acceso a la definitiva unión con la –su- divinidad.
Con estas enseñanzas del yoga, del núcleo y esencia de su doctrina, ¿dónde van a parar dogmas fundamentales del catolicismo, como ser: el perdón sacramental de los pecados, el castigo y la remisión de los mismos? ¿Y que decir de Muerte Redentora de Jesús? ¿Y la justicia Divina?
Se debe descartar el origen humano de esa forma de pensar, creer y/o enseñar. Se hace evidente en Buda una inspiración satánica. Tal como la tuvo Lutero en su celda de un convento dominico, que desencadeno para quizás siempre el despedazamiento de la unidad del cristianismo occidental. Pero la inspiración satánica muy anterior en Buda, se hace presente hoy día, con la difusión de las practicas del pensamiento en las ideas orientalistas en el yoga que nos ocupa. Esta difusión del yoga budista se produce en forma encubierta, solapada y personal, que conduce a un dios personal y propio mediante el “nirvana”; y el “sansara” para hacer bien los deberes…
Como una síntesis tenemos:
1) Primer paso: La practica gimnástico – respiratoria.
2) Segundo paso: Meditación introspectiva y estilo de vida.
3) Tercer paso: Acceso al “nirvana”.
Este solamente se concretaría en el último estadio del aprendizaje del yoga. Es la meta final a la que no todos los adeptos logran alcanzar, dado que el o la guía (gurú) intensifica su enseñanza en aquellos que según su criterio, vislumbra como completamente compenetrado en lo que han ido aprendiendo.
Este tercer y último paso contempla des enseñanzas interrelacionadas, cumbre de la doctrina del yoga, y que son:
a) El “NIRVANA”, así llamado a el anonadamiento, producido por profundo estado de autosugestión, en el que creen alcanzar la intima unión con la –su- divinidad mas atrás mencionada.
b) El “samsara”, que consiste en una indeterminada serie de reencarnaciones para lograr, tras sucesivas “purificaciones”, el estado espiritual que permite la “unión” con la –su- divinidad. Esta culminación es solamente posible para los elegidos.
Es fácil interpretar el origen satánico de este invento de Buda, ya que con ello se pretende prescindir del Sacrificio Redentor del Señor Jesús. Por eso precisamente el budismo es anticristiano.
En definitiva, la doctrina yoga de Buda inserta como esta en el denominado orientalismo, ya sea este hindú, chino o japonés, con estos integra el abanico de la nueva “espiritualidad” de la New Age, (Nueva Era), Era de Acuario o Nuevo Milenio. Así de simple. ¿Simple?
En definitiva también, quienes lo enseñan y quienes lo practican son en consecuencia, nuevaeristas. No obstante habría que apartar aquellas personas que hallan lo que se buscan en la “terapia” del primer paso antes señalado, aunque en realidad estén predicando con el ejemplo de su adhesión. Entre estas personas lamentablemente están incluidos algunas sacerdotes y algunas monjas, ignorantes quizás, a quienes, dada su investidura, los cabe una mayor irresponsabilidad.