EL VERDUGO

8 Enero 2002
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JASD Manzanillo

EL VERDUGO

Sumiso, cual cordero que acompañan

Camino de su propio matadero,

Avanza entre la turba sin entrañas

el hombre más sublime y verdadero.

Cargado con la cruz, no retrocede,

Soporta con heroica valentía

Las burlas que continuas se suceden

Haciendo interminable su agonía.

Lo azotan, y sus labios no maldicen.

Lo insultan, y sus ojos no condenan.

Sus manos doloridas, aún bendicen

A aquellos que por El lloran de pena.

Y asciende hasta la cumbre del Calvario

Cual mártir, sin quejídos ni lamentos.

Envuelven al Señor como un sudario

La sangre y el dolor de sus tormentos.

Lo clavan en la cruz y no se queja…

Levantan el madero y sufre horrores…

Su cuerpo se desgarra, mas El deja

Que el hombre le descargue sus furores.

¿Pero es posible, oh Dios, tanta ceguera?…

¿No ven que aquel ser puro es inocente?…

No pueden acusarlo tan siquiera

De ser ante el dolor indiferente.

Con tanta enfermedad como sanaste,

¿no hay nadie que con pecho agradecido

defienda tu inocencia? ¡Que contraste…!

Hoy todos con temor se han escondido.

Los mismos que horas antes prometían

Su causa defender, lo abandonaron,

Y ocultan su verguenza y cobardía

No lejos del que sufre el desamparo.

Y sigue allá en la cruz: mientras la gente

Le injuria sin piedad, hieren y afrentan.

El ruega con amor al Dios Potente

Que aquel pecado atroz no tenga en cuenta.

¡Con cuánta abnegación sufre el martirio…!

¡Que amor tan sin medida está mostrando!…

Soporta aquel satánico delirio

Y aún ruega por los que le están matando.

Su cuerpo está bañado en sangre pura,

De sangre inmaculada, redentora.

Rebosa ya su copa de amargura

Pero El aguanta firme aquella hora.

Contemplo aquella escena horrorizado,

Al ver la crueldad de aquel proceso.

No entiendo por qué el odio han desatado,

Ni por qué le traicionan con un beso.

Tratando de entender, sigo las huellas

De sangre que deja el Nazareno,

Y encuentro alrededor rostros de piedra

Miradas ponzoñosas de veneno.

Verdugos con las caras impasibles.

Soldados con coraza en los sentidos.

Escribas, fariseos, insensibles

Con alma y corazón empedernidos.

Me acerco y en mi ser siento el impulso

Rabioso de escupir a aquella escoria.

Alli están, los infames que yo acuso

Del crimen más horrendo de la historia.

Les miro y mi sorpresa es pavorosa.

Los seres que yo encuentro allí delante,

Me miran con sonrisa maliciosa

Y en todos se refleja mi semblante.

Mi cara, mi expresión, mis movimientos,

Lo mismo que un espejo reflejaban.

Y ahora, igual que yo, todos a un tiempo

con gesto retadores me acusaban.

¡Señor…! ¿Qué significa?…¿por que un yugo

me une en semejanza tan terrible?

Resulta, que yo soy el cruel verdugo

Que esta crucificándote… ¡¡Es horrible…!!

Me siento avergonzado, confundido,

Al ver con realidad lo revelado.

El principal verdugo, sólo ha sido

La furia criminal de mi pecado.

Mis vicios, mis pasiones y rencores,

El odio, envidia, orgullo y vanidad,

Cual lanza y clavo fueron los autores

Que dieron muerte a Cristo en realidad.

No quiero yo acusar con osadía

Ni a Herodes, ni Pilatos, ni a Caifás.

Si Cristo padeció, la culpa es mía.

No es noble que me excuse en los demás.

¿Por qué te irrita, oh mundo, el ver a veces

la imagen de Jesús crucificado?

Tú mismo que al mirarlo te enterneces,

támbien por culpa tuya fue clavado.

Quien puso a Jesucristo en el madero

No fueron ni judíos ni romanos.

Ha sido tu maldad, el verdadero

Verdugo de aquel crimen tan villano.

Murió por el mortal que no merece

Ni amor ni compasión por su extravío,

Y gracias a su cruz, hoy nos ofrece

Perdón para el pecado tuyo y mío.

¿Que harás ante la gracia Redentora?

Acude con el alma arrepentida,

Que Cristo el Salvador te espera ahora

Dispuesto a darte amor y eterna vida.
:angel: