El silencio de Dios

ricardo perales

Lo importante es la salvación de las almas.
23 Abril 2020
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Reflexión – El Silencio de Dios​


“Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto”
Salmos 83:1

¿Es increíble no? Como las cosas se nos pueden salir de control, pareciera que un día todo está normal y dicha normalidad dudara para siempre y el día siguiente es todo lo contrario y pareciera que nunca saldremos de ese desierto temible.
Y es que lo más difícil de esos momentos de desierto es la soledad que se siente, el sentimiento de que Dios se ha olvidado de nosotros, la sed espiritual y que no podemos saciar que produce y sobre todo el desgaste de nuestras fuerzas.
Pero aun con todo eso, jamás se nos debería olvidar que Dios nunca nos dejara. Y es que pareciera que a veces Dios esta guardando mas silencio del necesario, por más que buscamos no encontramos una Palabra, por más que anhelamos cosas, no se dan y es difícil cuando lejos de ver lo prometido, vemos todo lo contrario.
Yo se que son los silencios de Dios, los he vivido, los he experimentado y ahora estoy aquí, son duros, difíciles, desgastantes, pero lo mejor de todo y es lo que he aprendido a través de todo esto, siempre después de una etapa de SILENCIO siempre viene otra de bendiciones abundantes.
Y es que pareciera que Dios está examinando hasta donde somos capaces de soportar esos silencios, y no es que nos este torturando, sino que quiere moldear nuestra vida, nuestro carácter, nuestra fe y El está seguro que después de esta etapa tú serás mejor que antes.
¡Hay mi amigo y amiga! Si yo te contara todas las etapas de silencio que en mi vida me ha tocado pasar, no me las creerías, pero es la realidad, a veces he sentido como que Dios está demasiado ocupado como para ponerle atención a mis planes, a mis sueños, momentos en los cuales las oraciones se sienten tan vacías, en donde el ánimo ha decaído y en donde todo parece que está en contra.
Pero déjame decirte que a pesar que sientas todo eso, que estés experimentando uno de los momentos de más silencio de Dios en tu vida, no significa que El se ha olvidado de ti, ni que no cumplirá lo prometido o que no eres importante para El, al contrario, El tiene el cuidado de tu vida, de tus necesidades y sobre todo está trabajando en organizar como se cumplirán tus sueños y anhelos del corazón.
Hombres como Abraham, David, Elías entre muchos otros pasaron por esos momentos de silencio en donde experimentaron sentimientos encontrados, desesperación, persecución y tantas cosas que aparentemente los querían hacer creer que los propósitos de Dios en sus vidas no se cumplirían, mas al ver el final de cada uno podemos ver como un Abraham considerado amigo de Dios y padre de la fe hizo historia, un David considera por Dios mismo conforme a su corazón, un Elías que no experimento muerte físico sino que fue arrebatado por Dios, luego de darnos cuenta de los resultados finales de cada uno de estos hombres, no puedo más que quedarme tranquilo esperando que historia escribirá Dios conmigo.
Y es que de algo debes estar seguro, Dios escribirá una historia nueva contigo, pues si estas pasando uno de esos momentos de silencio de Dios, es porque hay algo mas para ti, es porque tú no eres del montón y porque has sido escogido para algo grande y por ello tienes que ser sometido a la escuela llamada: Silencio, en donde Dios trabajara contigo, para dejarte listo para escribir esa historia preciosa a través de ti.
Así que levanta tus ánimos, no desfallezcas, no te rindas tan fácilmente, cree, confía, mantente firme, porque algo grande viene para ti, tú has sido llamado a hacer historia a ser un hombre o una mujer temible para Satanás y todas sus huestes de maldad, este periodo en tu vida es necesario, porque Dios está trabajando en ti, y ten por seguro que la obra final será fabulosa, exacta para la tarea que se te encomendó.

El Silencio es hermoso cuando comprendemos que después de él viene algo GRANDE.

Autor: Enrique Monterroza
 
2021/04/01 POR FRAY NELSON

Una reflexión sobre el Silencio de Dios​

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.
Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:
– Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.
Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
– Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.
– ¿Cual, Señor? preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!
– Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.
– Haakon contestó: Te lo prometo, Señor.
Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Un día, llegó un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje.
Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se la había apropiado.
El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: ¡Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.
Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente!
El rico miró hacia arriba y vió que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación.
El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto y porque tenia prisa para emprender su viaje.
Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:
– Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.
– Señor, – dijo Haakon – ¿Como iba a permitir esa injusticia?.
Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:
– Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.
– El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo.
Y el Señor nuevamente guardó silencio.
 

Reflexión – El Silencio de Dios​


“Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto”
Salmos 83:1

¿Es increíble no? Como las cosas se nos pueden salir de control, pareciera que un día todo está normal y dicha normalidad dudara para siempre y el día siguiente es todo lo contrario y pareciera que nunca saldremos de ese desierto temible.
Y es que lo más difícil de esos momentos de desierto es la soledad que se siente, el sentimiento de que Dios se ha olvidado de nosotros, la sed espiritual y que no podemos saciar que produce y sobre todo el desgaste de nuestras fuerzas.
Pero aun con todo eso, jamás se nos debería olvidar que Dios nunca nos dejara. Y es que pareciera que a veces Dios esta guardando mas silencio del necesario, por más que buscamos no encontramos una Palabra, por más que anhelamos cosas, no se dan y es difícil cuando lejos de ver lo prometido, vemos todo lo contrario.
Yo se que son los silencios de Dios, los he vivido, los he experimentado y ahora estoy aquí, son duros, difíciles, desgastantes, pero lo mejor de todo y es lo que he aprendido a través de todo esto, siempre después de una etapa de SILENCIO siempre viene otra de bendiciones abundantes.
Y es que pareciera que Dios está examinando hasta donde somos capaces de soportar esos silencios, y no es que nos este torturando, sino que quiere moldear nuestra vida, nuestro carácter, nuestra fe y El está seguro que después de esta etapa tú serás mejor que antes.
¡Hay mi amigo y amiga! Si yo te contara todas las etapas de silencio que en mi vida me ha tocado pasar, no me las creerías, pero es la realidad, a veces he sentido como que Dios está demasiado ocupado como para ponerle atención a mis planes, a mis sueños, momentos en los cuales las oraciones se sienten tan vacías, en donde el ánimo ha decaído y en donde todo parece que está en contra.
Pero déjame decirte que a pesar que sientas todo eso, que estés experimentando uno de los momentos de más silencio de Dios en tu vida, no significa que El se ha olvidado de ti, ni que no cumplirá lo prometido o que no eres importante para El, al contrario, El tiene el cuidado de tu vida, de tus necesidades y sobre todo está trabajando en organizar como se cumplirán tus sueños y anhelos del corazón.
Hombres como Abraham, David, Elías entre muchos otros pasaron por esos momentos de silencio en donde experimentaron sentimientos encontrados, desesperación, persecución y tantas cosas que aparentemente los querían hacer creer que los propósitos de Dios en sus vidas no se cumplirían, mas al ver el final de cada uno podemos ver como un Abraham considerado amigo de Dios y padre de la fe hizo historia, un David considera por Dios mismo conforme a su corazón, un Elías que no experimento muerte físico sino que fue arrebatado por Dios, luego de darnos cuenta de los resultados finales de cada uno de estos hombres, no puedo más que quedarme tranquilo esperando que historia escribirá Dios conmigo.
Y es que de algo debes estar seguro, Dios escribirá una historia nueva contigo, pues si estas pasando uno de esos momentos de silencio de Dios, es porque hay algo mas para ti, es porque tú no eres del montón y porque has sido escogido para algo grande y por ello tienes que ser sometido a la escuela llamada: Silencio, en donde Dios trabajara contigo, para dejarte listo para escribir esa historia preciosa a través de ti.
Así que levanta tus ánimos, no desfallezcas, no te rindas tan fácilmente, cree, confía, mantente firme, porque algo grande viene para ti, tú has sido llamado a hacer historia a ser un hombre o una mujer temible para Satanás y todas sus huestes de maldad, este periodo en tu vida es necesario, porque Dios está trabajando en ti, y ten por seguro que la obra final será fabulosa, exacta para la tarea que se te encomendó.

El Silencio es hermoso cuando comprendemos que después de él viene algo GRANDE.

Autor: Enrique Monterroza
2021/04/01 POR FRAY NELSON

Una reflexión sobre el Silencio de Dios​

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.
Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:
– Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.
Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
– Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.
– ¿Cual, Señor? preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!
– Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.
– Haakon contestó: Te lo prometo, Señor.
Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Un día, llegó un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje.
Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se la había apropiado.
El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: ¡Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.
Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente!
El rico miró hacia arriba y vió que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación.
El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto y porque tenia prisa para emprender su viaje.
Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:
– Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.
– Señor, – dijo Haakon – ¿Como iba a permitir esa injusticia?.
Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:
– Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.
– El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo.
Y el Señor nuevamente guardó silencio.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Gracias por compartir estos dos mensajes... pues el silencio de Dios trae revelación para los que buscan a Dios y esperan en Él.

He leído los dos mensajes aunque no suelo leer mensajes largos con la letra tan pequeña... porque me cuesta leerlos.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Como cuando Saúl consultó a Dios antes de morir, pero Dios no le respondió y luego en su desesperación consultó a una hechicera.

Cuando Dios no responde examinémonos a nosotros mismos. Veamos si tenemos algo pendiente con el Señor. O si no esperemos en Él.

Amén Señor Jesús.
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Creo que el mensaje siguiente va bien... para hacernos entender sobre el silencio de Dios.


¿Qué piensas cuando te pasa algo adverso? ¿Creerías si Dios te dijese: Esto, lo he hecho Yo?

Las decepciones de la vida no son, en realidad, otra cosa que los decretos del amor. “Hoy, tengo algo que enseñarte” dice el Señor a cada uno de sus redimidos afligidos. “Te lo diré suavemente al oído para que las tempestades que te puedan venir encima no te atemoricen, y para que las espinas sobre las cuales tienes que andar te hagan menos daño. Es una frase corta: “Esto, lo he hecho yo”. Déjala que se introduzca hasta lo más profundo de tu corazón, y que te sirva de almohada para tu cabeza cansada.

“¿Has pensado alguna vez que todo lo que te importa a ti me importa a mí también? “El que os toca, toca a la niña de su ojo” (Zac. 2:8). “A mis ojos fuiste de gran estima... y yo te amé” (Isa.43:4) . Por eso me da tanto gusto formarte. Cuando la tentación te ataca y el enemigo se te acerca, “como río” (Isa. 59:19). “Esto, lo he hecho yo”. Dirijo todas tus circunstancias. No es por casualidad que estás en el lugar donde te encuentras, sino porque lo he escogido para ti”.

“¿No has podido llegar a ser humilde? Pues yo te pongo en la escuela misma donde se aprende esa lección. Es por medio de lo que te rodea y de las personas que te acompañan que mi voluntad ha de realizarse en ti. ¿Tienes problemas materiales? ¿Encuentras difícil vivir con lo que tienes? “Esto, lo he hecho yo”, porque soy El que lo posee todo. Quisiera que lo recibieras todo de mí y que dependieras solo de mí. “Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria” (Fil.4:19). Pon a prueba mis promesas, y que no se pueda decir de ti, como fue dicho de Israel en el desierto: “Aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios” (Dt.1:32). “¿Pasas por noches de aflicción? “Esto, lo he hecho yo”. “Yo, que fui, varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isa.53:3), te he dejado sin sostén humano para que, viniendo a mí, conozcas “consolación eterna” (2Ts. 2:16,17). ¿Te ha decepcionado un amigo a quien solías revelar tu corazón? “Esto, lo he hecho yo”. He permitido esta decepción para que aprendas que Jesús es tu mejor amigo. Es Él quien te guarda para que no caigas, quien sostiene tu alma cuando tiene luchas. Él es tu escudo, tu victoria. Quiere ser tu Confidente, tu Pastor, tu Guía”.

“¿Alguien te ha calumniado. Deja que me ocupe de esto, y ven a refugiarte bajo la sombra de mis alas. “A cubierto de la contención de lenguas” (Sal.31:20). Haré manifestar “tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía” (Sal.37:6). ¿Se han trastornado tus proyectos? ¿Estas decaído y cansado? “Esto, lo he hecho yo”. Has hecho planes, y has venido a pedirme que los bendiga, cuando quería prepararlos para ti y tomar la responsabilidad yo mismo. “Porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo” (Ex.18:18). No eres más que un instrumento; no eres El que lo utiliza”.

“¿Con ardor deseabas hacer alguna obra importante para mí, y en vez de poder cumplir tu deseo, has sido apartado sobre un lecho de dolor y de impotencia? “Esto, lo he hecho yo”. Mientras estabas tan activo no podía llamar tu atención. Ahora quiero enseñarte algunas de mis lecciones más profundas. Solamente los que han aprendido a esperar con paciencia pueden servirme. Mis obreros más eficaces son, a veces, los que son obligados a dejar un servicio activo para que aprendan a manejar el arma de la oración. ¿Te encuentras llamado, de repente, a ocupar un puesto difícil y lleno de responsabilidad? Sigue adelante, contando conmigo. Si te confío este puesto importante, es para hacerte experimentar la verdad de mi Palabra: “Te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas” (Dt.15:10).

“Hoy pongo en tus manos “la vasija de aceite” y “el puñado de harina” (1R.17:12), para que los utilices sin temor. Que todas las circunstancias que se presenten en tu camino, que toda palabra ingrata que hiera tu oído, que cada interrupción que debilita tu paciencia, y que toda manifestación de tu propia flaqueza, te encuentren bien provisto de estos recursos divinos. Acuérdate que todas estas “pruebas” son parte de la educación del Padre (He.12:7). Las heridas que causan se sanarán más rápidamente a medida que aprendas a verme a mí en todas las cosas. Porque “por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu” (Isa.38:16). “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies... Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He.12:12-14). “Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy” (Dt.32:46).”

Que Dios nos dé un corazón humilde para aprender del Espíritu Santo.

Bendiciones


Autor: Anónimo.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Dios tiene una manera sutil y discreta de actuar. Puede parecer que no actúe. Pero siempre está presente.

Incluso a algunas personas les llega a parecer que no intervine en el mundo (como a los deístas) o que no existe (como a los ateos).

Dios es el mayor misterio.