El silencio de Dios

19 Agosto 2007
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EL SILENCIO DE DIOS

Dios está siempre presente con nosotros… pero hay momentos cuando nos despoja de su presencia en nuestra conciencia.
Quien no sintió un escalofrío al leer o escuchar la oración desgarradora de Jesús en la Cruz: “Padre, porque me has abandonado”. Posiblemente también existieron momentos en nuestra vida en los que tuvimos una fuerte identificación con aquellas palabras. A veces cargadas de reproche, otras de impotencia y, aun de perplejidad.
Muchos personajes Bíblicos vivieron esta experiencia a la que convenientemente se le denomina “desierto”, aprovechando una rica imagen bíblica. San Juan de la Cruz avanza aun más la descripción y la llamo “la noche oscura del alma” a este tiempo de ausencias y distancias gravosas. ¿Existe una intencionalidad divina en la distancia, en esa sensación de desamparo? Por momentos, desde el dolor, pensamos en una incomprensible dosis de crueldad: Dios soltándonos en una especie de “arreglate como puedas” o desde la vergüenza culposa buscamos respuestas en el proporcionado “castigo” que nuestra contumacia merece. En el contexto de un oráculo cargado de esperanza, Dios proclama en el libro de Isaías. “Era como una esposa joven abandonada y afligida, pero, tu Dios te vuelve a llamar y te dice: “por un pequeño instante te abandone, pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo. En un arranque de ira, por un momento, me oculte de ti, pero con amor eterno te tuve compasión”. (Is 54:6,8).
Tal vez esta imagen nos permita aproximarnos a la comprensión de la táctica divina: suelta nuestras manos esperando el paso. ¿Que pasaría si los padres no dejarán a sus hijos en la horrible circunstancia de la soledad para caminar? ¿Podemos imaginar una vida en la que una persona a los treinta años está caminando todavía de la mano de sus progenitores?
Dios nos despoja de la conciencia para forjar en nosotros un espíritu deseoso de su presencia y compañía. Un Dios que por su amor nos quiere adultos. En la oscura noche del alma se sufre y se gime, pero se crece. ¿Cual es nuestra actitud cuando al intentar una y mil veces la oración sentimos vacío y soledad? ¿Nos empecinamos como un bebé y apoyamos la posadera en el suelo esperando las manos que nos rescaten de tanto naufragio? ¿O buscamos caminar, a tientas, sin apoyo hacia los brazos que al final del camino nos esperan?
 
Re: El silencio de Dios

Amado hermano Unamuno. Recibe mis saludos, mi amor y mis bendiciones.


EL SILENCIO DE DIOS

Dios está siempre presente con nosotros… pero hay momentos cuando nos despoja de su presencia en nuestra conciencia.
Quien no sintió un escalofrío al leer o escuchar la oración desgarradora de Jesús en la Cruz: “Padre, porque me has abandonado”. Posiblemente también existieron momentos en nuestra vida en los que tuvimos una fuerte identificación con aquellas palabras. A veces cargadas de reproche, otras de impotencia y, aun de perplejidad.
Muchos personajes Bíblicos vivieron esta experiencia a la que convenientemente se le denomina “desierto”, aprovechando una rica imagen bíblica. San Juan de la Cruz avanza aun más la descripción y la llamo “la noche oscura del alma” a este tiempo de ausencias y distancias gravosas. ¿Existe una intencionalidad divina en la distancia, en esa sensación de desamparo? Por momentos, desde el dolor, pensamos en una incomprensible dosis de crueldad: Dios soltándonos en una especie de “arreglate como puedas” o desde la vergüenza culposa buscamos respuestas en el proporcionado “castigo” que nuestra contumacia merece. En el contexto de un oráculo cargado de esperanza, Dios proclama en el libro de Isaías. “Era como una esposa joven abandonada y afligida, pero, tu Dios te vuelve a llamar y te dice: “por un pequeño instante te abandone, pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo. En un arranque de ira, por un momento, me oculte de ti, pero con amor eterno te tuve compasión”. (Is 54:6,8).
Tal vez esta imagen nos permita aproximarnos a la comprensión de la táctica divina: suelta nuestras manos esperando el paso. ¿Que pasaría si los padres no dejarán a sus hijos en la horrible circunstancia de la soledad para caminar? ¿Podemos imaginar una vida en la que una persona a los treinta años está caminando todavía de la mano de sus progenitores?
Dios nos despoja de la conciencia para forjar en nosotros un espíritu deseoso de su presencia y compañía. Un Dios que por su amor nos quiere adultos. En la oscura noche del alma se sufre y se gime, pero se crece. ¿Cual es nuestra actitud cuando al intentar una y mil veces la oración sentimos vacío y soledad? ¿Nos empecinamos como un bebé y apoyamos la posadera en el suelo esperando las manos que nos rescaten de tanto naufragio? ¿O buscamos caminar, a tientas, sin apoyo hacia los brazos que al final del camino nos esperan?

Amado hermano, creo que estás en un error con respecto a lo que sucedió con Jesús en la cruz. El no clamó al Padre, por abandono, el Padre, jamás nos abandona.

Cita:
Quien no sintió un escalofrío al leer o escuchar la oración desgarradora de Jesús en la Cruz: “Padre, porque me has abandonado”.

Lo que hacía Jesús, era orar el salmo 22, para mantener su mente humana elevada a lo divino. Solo le escucharon el comienzo:

"22 (Al músico principal. Sobre Ayélet ha-sájar. Salmo de David)

1 ¡Dios mío, Dios mío!

¿Por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación

y de las palabras de mi clamor?..."



Con amor:Junegofe.


YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
 
Re: El silencio de Dios

Amado hermano Unamuno. Recibe mis saludos, mi amor y mis bendiciones.




Amado hermano, creo que estás en un error con respecto a lo que sucedió con Jesús en la cruz. El no clamó al Padre, por abandono, el Padre, jamás nos abandona.

Cita:


Lo que hacía Jesús, era orar el salmo 22, para mantener su mente humana elevada a lo divino. Solo le escucharon el comienzo:

"22 (Al músico principal. Sobre Ayélet ha-sájar. Salmo de David)

1 ¡Dios mío, Dios mío!

¿Por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación

y de las palabras de mi clamor?..."



Con amor:Junegofe.


YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.

Estimado Junegofe:
El negar que Jesús, durante unos instantes, se sintió desamparado es absurdo e infantil. El recurrir a que estba "solo" recitando el salmo 22 es incoherente ¿No pudo entonces elegir otro salmo u oración en aquellos dramaticos momentos?. Creo que es evidente que Jesús recitó ese salmo porque se aplicaba a su situación animica en ese momento. Se sentia solo y abandonado por el Padre (lo cual, y en eso estoy de acuerdo, no quiere decir que el Padre lo abandonara) y en ese momento eligio, como solia hacer en muchos momentos, una escritura acorde con el momento (o la eligio el evangelista si es que Jesús no dijo eso).
Lo que no se puede hacer es decir que estaba "recitando el salmo 22·" como si no tuviera importancia lo que dice ese salmo. Eso atenta contra la inteligencia del que lo lee. Es totalmente absurdo.
 
Re: El silencio de Dios

Amado hermano Pedro Vega. Recibe mis saludos, mi amor y mis bendiciones.

Estimado Junegofe:
El negar que Jesús, durante unos instantes, se sintió desamparado es absurdo e infantil. El recurrir a que estba "solo" recitando el salmo 22 es incoherente ¿No pudo entonces elegir otro salmo u oración en aquellos dramaticos momentos?. Creo que es evidente que Jesús recitó ese salmo porque se aplicaba a su situación animica en ese momento. Se sentia solo y abandonado por el Padre (lo cual, y en eso estoy de acuerdo, no quiere decir que el Padre lo abandonara) y en ese momento eligio, como solia hacer en muchos momentos, una escritura acorde con el momento (o la eligio el evangelista si es que Jesús no dijo eso).
Lo que no se puede hacer es decir que estaba "recitando el salmo 22·" como si no tuviera importancia lo que dice ese salmo. Eso atenta contra la inteligencia del que lo lee. Es totalmente absurdo.

Amado hermano, la respuesta que di al hermano Unamuno, es la verdad. Jesús, estaba recitando el salmo 22 para mantener su mente humana en lo divino.

Las conjeturas que tu haces son respetadas. Tienes todo el derecho a pensar lo que quieras. Solo te agrego lo siguiente: cuando se es uno con el Padre, no hay abandono ni sentimiento de desamparo. Te lo digo por experiencia. Cuando llegues al Padre, podrás entenderlo, mientras tanto trata de compernderlo.

Con amor:Junegofe.


YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
 
Re: El silencio de Dios

Si Dios no estuviera con nosotros, practicamente dejaríamos de existir. Ni el sol daría su calor, ni la tierra producería nuestros alimentos. Si Jesús vino como hombre, para mí también es razonable que Él quería darnos pruebas como las que nosotros pasamos a lo largo de nuestra existencia, incluso cuánto nos sentimos totalmente abandonados.

Pero por esas pruebas pienso que el que logra hacer la voluntad del Padre, resurge a la vida verdadera, donde no hay muerte ni más tropiezo alguno.

Espero haber acertado un poco...