PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 6 --- La elección de los siete diáconos
Lunes --- Leer con oración: Gn 14:18-20; 28:13-15, 20-22; Dt 10:9; 14:22
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz” (He 7:1-2)
EL SEÑOR ES NUESTRA ESPERANZA
En la semana pasada, ya hemos visto sobre el asunto de las ofrendas de bienes y riquezas materiales, de tener todo en común y cuál debe ser nuestra actitud con relación a eso, pero, aún queremos complementar este asunto.
La primera mención de una ofrenda de esa naturaleza en la Biblia fue cuando Abraham dio el diezmo a Melquisedec. Después que Abraham rescató a su sobrino Lot, que fuera llevado cautivo por cuatro reyes. “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo” (Gn 14:18-20). Hebreos 6:20 nos muestra que el Señor Jesús es el sacerdote según el orden de Melquisedec. Salem, significa paz, y Melquisedec quiere decir Rey de Justicia. Como sacerdote según el orden de Melquisedec, el Señor es el Rey de Justicia y el Rey de Paz (He 7:1-2).
En Génesis 28, tenemos otro registro de ofrenda de bienes materiales, con la primera experiencia personal de Jacob con Dios. Cuando seguía rumbo a la tierra de sus parientes, él tuvo una visión de noche, mientras dormía sobre una piedra que tomó como cabecera. En esta visión, “Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (vs. 13-15). Cuando Jacob despertó del sueño, él hizo algo aparentemente extraño: tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el (v. 22), que quiere decir Casa de Dios. El aceite prefigura al Espíritu Santo, y la piedra simboliza la iglesia. Una piedra sirve para la edificación, y para edificar la iglesia es necesario el Espíritu.
Seguidamente, Jacob hizo un voto, diciendo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (vs. 20-22). Aparentemente Jacob hizo un negocio con Dios, pero dio el diezmo de todo lo que recibió de Él.
Entonces, el Señor determinó al pueblo de Israel, que toda persona debería dar el diezmo de todo lo que ganase en la tierra de Canaán. Deuteronomio 14:22 dice: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año”. La tierra de Canaán era la porción que Dios dio al pueblo de Israel y, aunque cada israelita trabajaba en ella, era por la bendición de Dios que ésta producía, por tanto el pueblo debería dar los diezmos a Dios, ofrendando para la tribu de Leví, la tribu que servía a Dios (Nm 18:21). Los levitas no ganaron ninguna porción de la tierra de Canaán; la herencia de ellos era el mismo Dios (Dt 10:9). De todo lo que el pueblo de Israel producía, era separado el diezmo para los levitas, quienes a su vez, separaban el diezmo para la casa de Aarón, ese era el diezmo de los diezmos (Nm 18:26). Puesto que la casa de Aarón, en la tribu de Leví, era la casa sacerdotal, ellos no tenían ninguna herencia de la tierra de Canaán, y vivían de los diezmos de los levitas, que vivían de los diezmos del pueblo de Israel. Eso fue algo determinado por Dios.
Punto Clave: Separar el diezmo de todo
Pregunta: Acerca del sueño de Jacob en Génesis 28, ¿qué significan la piedra y el aceite?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Semana 6 --- La elección de los siete diáconos
Lunes --- Leer con oración: Gn 14:18-20; 28:13-15, 20-22; Dt 10:9; 14:22
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz” (He 7:1-2)
EL SEÑOR ES NUESTRA ESPERANZA
En la semana pasada, ya hemos visto sobre el asunto de las ofrendas de bienes y riquezas materiales, de tener todo en común y cuál debe ser nuestra actitud con relación a eso, pero, aún queremos complementar este asunto.
La primera mención de una ofrenda de esa naturaleza en la Biblia fue cuando Abraham dio el diezmo a Melquisedec. Después que Abraham rescató a su sobrino Lot, que fuera llevado cautivo por cuatro reyes. “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo” (Gn 14:18-20). Hebreos 6:20 nos muestra que el Señor Jesús es el sacerdote según el orden de Melquisedec. Salem, significa paz, y Melquisedec quiere decir Rey de Justicia. Como sacerdote según el orden de Melquisedec, el Señor es el Rey de Justicia y el Rey de Paz (He 7:1-2).
En Génesis 28, tenemos otro registro de ofrenda de bienes materiales, con la primera experiencia personal de Jacob con Dios. Cuando seguía rumbo a la tierra de sus parientes, él tuvo una visión de noche, mientras dormía sobre una piedra que tomó como cabecera. En esta visión, “Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (vs. 13-15). Cuando Jacob despertó del sueño, él hizo algo aparentemente extraño: tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el (v. 22), que quiere decir Casa de Dios. El aceite prefigura al Espíritu Santo, y la piedra simboliza la iglesia. Una piedra sirve para la edificación, y para edificar la iglesia es necesario el Espíritu.
Seguidamente, Jacob hizo un voto, diciendo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (vs. 20-22). Aparentemente Jacob hizo un negocio con Dios, pero dio el diezmo de todo lo que recibió de Él.
Entonces, el Señor determinó al pueblo de Israel, que toda persona debería dar el diezmo de todo lo que ganase en la tierra de Canaán. Deuteronomio 14:22 dice: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año”. La tierra de Canaán era la porción que Dios dio al pueblo de Israel y, aunque cada israelita trabajaba en ella, era por la bendición de Dios que ésta producía, por tanto el pueblo debería dar los diezmos a Dios, ofrendando para la tribu de Leví, la tribu que servía a Dios (Nm 18:21). Los levitas no ganaron ninguna porción de la tierra de Canaán; la herencia de ellos era el mismo Dios (Dt 10:9). De todo lo que el pueblo de Israel producía, era separado el diezmo para los levitas, quienes a su vez, separaban el diezmo para la casa de Aarón, ese era el diezmo de los diezmos (Nm 18:26). Puesto que la casa de Aarón, en la tribu de Leví, era la casa sacerdotal, ellos no tenían ninguna herencia de la tierra de Canaán, y vivían de los diezmos de los levitas, que vivían de los diezmos del pueblo de Israel. Eso fue algo determinado por Dios.
Punto Clave: Separar el diezmo de todo
Pregunta: Acerca del sueño de Jacob en Génesis 28, ¿qué significan la piedra y el aceite?
Dong Yu Lan
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