Tienes mucha, muchísima imaginación, pero no sabes hasta qué extremo, cuando afirmas que -textualmente- los católicos basan su defensa de rezar el rosario en el siguiente pasaje:
"Se alejó de nuevo a orar, repitiendo las mismas palabras" Mc 14,39
¿Se puede saber de dónde has sacado esa peregrina idea?
Para las más antiguas comunidades cristianas, la única realidad que contaba era Cristo (Col 2, 16), sus palabras de vida (Jn 6, 63), su mandamiento de amor mutuo (Jn 13, 34), las acciones rituales que él ha mandado realizar en memoria suya (1 Cor 11, 24-26). Todo el resto –días y meses, estaciones y años, fiestas y novilunios, alimentos y bebidas ... ( Gal 4, 10; Col 2, 16-19)– es secundario.Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (22a)
Y ASÍ SIGUE SIENDO EN EL CATOLICISMO, a pesar de que los protestantes se empeñen en hacer creer al mundo que la Iglesia Católica adora (idolatra, más bien) a la Virgen y a los Santos (rosarios, santuarios, procesiones, fiestas...). Pero centrémonos sólo en el rosario.
En la primitiva generación cristiana se pueden ya individuar los signos de una piedad personal, proveniente en primer lugar de la tradición judaica, como el seguir las recomendaciones y el ejemplo de Jesús y de San Pablo sobre la oración incesante (Lc 18, 1; Rm 12, 12; 1 Tes 5, 17), recibiendo o iniciando cada cosa con una acción de gracias (1 Cor 10, 31; 1 Tes 2, 13; Col 3, 17). El israelita piadoso comenzaba la jornada alabando y dando gracias a Dios, y proseguía, con este espíritu, en todas las acciones del día; de tal manera, cada momento alegre o triste, daba lugar a una expresión de alabanza, de súplica, de arrepentimiento. Los Evangelios y los otros escritos del Nuevo Testamento contienen invocaciones dirigidas a Jesús, repetidas por los fieles casi como jaculatorias, fuera del contexto litúrgico y como signo de devoción cristológica. Hace pensar que fuese común entre los fieles la repetición de expresiones bíblicas como: "Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí" (Lc 18, 38); "Señor, si quieres puedes sanarme" (Mt 8, 1); "Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino" (Lc 23, 42); "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28); "Señor Jesús, acoge mi espíritu" (Hch 7, 59). Sobre el modelo de esta piedad se desarrollarán innumerables oraciones dirigidas a Cristo, de los fieles de todos los tiempos.Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (22b)
Y ASÍ SIGUE SIENDO ASÍ EN LA IGLESIA CATÓLICA, puesto que todos esos ejercicios de idolatración, que asegura el protestantismo que hacemos, tienen como origen, meta y guía a Jesucristo. Toda la piedad popular es eminentemente cristocéntrica, pero he de aceptar que en muchos lugares se ha descuidado el lugar único, eminente y central que ocupa Dios, y se cree -muy equivocadamente- que adorar a la Virgen (criatura insigne, pero criatura humana) es lo que a ella le gusta... pero debe estar horrorizada. La Iglesia Católica es bien clara al respecto: no se adora a la Virgen ni a los Santos. ¿Pero entonces -os preguntaréis- por qué sostiene cosas como el Rosario, los Santuarios, las Procesiones, las Fiestas...? ¡¡Es contradictorio!! Pues no, queridos hermanos, no. Intentemos descubrir por qué.
Desde el siglo II, se observa que formas y expresiones de la piedad popular, sean de origen judaico, sean de matriz greco-romana, o de otras culturas, confluyen espontáneamente en la Liturgia. Se ha subrayado, por ejemplo, que en el documento conocido como Traditio apostólica no son infrecuentes los elementos de raíz popular.
Así también, en el culto de los mártires, de notable relevancia en las Iglesias locales, se pueden encontrar restos de usos populares relativos al recuerdo de los difuntos. Trazas de piedad popular se notan también en algunas primitivas expresiones de veneración a la Bienaventurada Virgen, entre las que se recuerda la oración Sub tuum praesidium y la iconografía mariana de las catacumbas de Priscila, en Roma.
La Iglesia, por lo tanto, aunque rigurosa en cuanto se refiere a las condiciones interiores y a los requisitos ambientales para una digna celebración de los divinos misterios (cf. 1 Cor 11, 17-32), no duda en incorporar ella misma, en los ritos litúrgicos, formas y expresiones de la piedad individual, doméstica y comunitaria.
En esta época, Liturgia y piedad popular no se contraponen ni conceptualmente ni pastoralmente: concurren armónicamente a la celebración del único misterio de Cristo, unitariamente considerado, y al sostenimiento de la vida sobrenatural y ética de los discípulos del Señor.Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (22c)
Y ASÍ SIGUE SIENDO EN LA IGLESIA CATÓLICA, queridos hermanos... pero dejémonos de leer cómo fue en el origen y descubramos cómo es ahora: ni idolatrías ni antibiblismos existen en el catolicismo.
Al comienzo del siglo XX el Papa san Pío X (1903-1914) se propuso acercar a los fieles a la Liturgia, hacerla "popular". Pensaba que los fieles adquieren el "verdadero espíritu cristiano" bebiendo de "la fuente primera e indispensable, que es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la oración pública y solemne de la Iglesia". Con esto San Pío X contribuyó autorizadamente a afirmar la superioridad objetiva de la Liturgia sobre toda otra forma de piedad; rechazó la confusión entre la piedad popular y la Liturgia e, indirectamente, favoreció la clara distinción entre los dos campos, y abrió el camino que conduciría a una justa comprensión de su relación mutua.
De este modo surgió y se desarrolló, gracias a las aportaciones de hombres eminentes por su ciencia, piedad y pasión eclesial, el movimiento litúrgico, que tuvo un papel notable en la vida de la Iglesia del siglo XX, y en él los Sumos Pontífices han reconocido el aliento del Espíritu. El objetivo último de los que animaron el movimiento litúrgico era de índole pastoral: favorecer en los fieles la comprensión, y consiguientemente el amor por la celebración de los sagrados misterios, renovar en ellos la conciencia de pertenecer a un pueblo sacerdotal (1 Pe 2,5).
Se entiende que algunos de los exponentes más estrictos del movimiento litúrgico vieran con desconfianza las manifestaciones de la piedad popular y encontraran en ellas una causa de la decadencia de la Liturgia. Estaban ante sus ojos los abusos provocados por sobreponer ejercicios de piedad a la Liturgia, o incluso la sustitución de la misma con expresiones cultuales populares. Por otra parte, con el objetivo de renovar la pureza del culto divino, miraban, como a un modelo ideal, la Liturgia de los primeros siglos de la Iglesia, y, consiguientemente, rechazaban, a veces de manera radical, las expresiones de la piedad popular, de origen medieval o nacidas en la época postridentina.
Pero este rechazo no tenía en cuenta de manera suficiente el hecho de que las expresiones de piedad popular, con frecuencia aprobadas y recomendadas por la Iglesia, habían sostenido la vida espiritual de muchos fieles, habían producido frutos innegables de santidad, y habían contribuido en gran medida, a salvaguardar la fe y a difundir el mensaje cristiano. Por esto, Pío XII, en el documento programático con el que asumía la guía del movimiento litúrgico, la encíclica Mediator Dei del 21 de Noviembre de 1947, frente al citado rechazo defendía los ejercicios de piedad, con los cuales, en cierta medida, se había identificado la piedad católica de los últimos siglos.
Sería misión del Concilio ecuménico Vaticano II, mediante la Constitución Sacrosanctum Concilium, definir en sus justos términos la relación entre la Liturgia y la piedad popular, proclamando el primado indiscutible de la santa Liturgia y la subordinación a la misma de los ejercicios de piedad, aunque recordando la validez de estos últimos.Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (46)
Y ASÍ ES EN EL CATOLICISMO, PERO CENTRÉMONOS SÓLO EN EL ROSARIO ¿Qué sentido tiene rezar a la Virgen Madre de Jesús? Por su propio nombre lo desubriréis: Virgen, Madre, de Dios. ¿Por qué es Virgen? ¿Por qué es Madre? ¿Por qué de Dios? Sólo os copio otros párrafos más y dejo de daros el tostón. (Os doy la ehorabuena si habéis conseguido llegar aquí, porque si habéis leído lo que he puesto -cosa que dudo- habréis descubierto cuán equivocados estáis respecto al Rosario: es una piedad popular, si quieres lo haces y si quieres no, porque es una oración que ha surgido espontáneamente del pueblo cristiano, no viene de ningún otro lado) ¿QUÉ SENTIDO DA LA IGLESIA CATÓLICA AL ROSARIO? HE AQUÍ LA RESPUESTA:
La directriz fundamental del Magisterio, respecto a los ejercicios de piedad, es que conduzcan al "cauce del único culto que justa y merecidamente se llama cristiano, el de Cristo, porque en Él tiene su origen y eficacia, en Cristo halla plena expresión y por medio de Cristo conduce en el Espíritu al Padre". Esto significa que los ejercicios de piedad marianos deben:
a-Expresar la dimensión trinitaria que distingue y caracteriza el culto al Dios de la revelación neotestamentaria, el Padre, el Hijo y el Espíritu; la dimensión cristológica, que subraya la única y necesaria mediación de Cristo; la dimensión pneumatológica, porque toda auténtica expresión de piedad viene del Espíritu y en el Espíritu se consuma; el carácter eclesial, por el que los bautizados, al constituir el pueblo santo de Dios, rezan reunidos en el nombre del Señor (Mt 18,20) y en el espacio vital de la Comunión de los Santos;
b-Recurrir de manera continua a la Sagrada Escritura; no descuidar, manteniendo íntegra la confesión de fe de la Iglesia, las exigencias del movimiento ecuménico; considerar los aspectos antropológicos de las expresiones cultuales, de manera que reflejen una visión adecuada del hombre y respondan a sus exigencias; hacer patente la tensión escatológica, elemento esencial del mensaje cristiano; explicitar el compromiso misionero y el deber de dar testimonio, que son una obligación de los discípulos del Señor.Directorio General sobre la Piedad Popular y la Liturgia (185)
¿Necesitáis alguna aclaración más?
Os aconsejo que leáis el documento completo para saber qué dice de verdad la iglesia de la piedad popular, qué dice realmente sobre el culto a la Virgen... y os aconsejo que dejéis de creeros todo lo que os cuentan por ahí: informaros y discernir con sinceridad.