El reino es un asunto de vida

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5 Septiembre 2001
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ALIMENTO DIARIO
Leer con oracion: 1 Ts.2:14-16; 1 Co.9:16; Jn.3:3,5; Mt.13:3-9
"Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes" (1 Ts.2: 13)
EL REINO ES UN ASUNTO DE VIDA
El título del mensaje de esta semana es "Padecer sufrimientos" (1 Ts 2: 13-16). Ya hemos visto acerca del reino y también acerca de la buena tierra que produce a treinta, a sesenta y a ciento por uno. Todo tipo de vida desea propagarse, para eso usa todos los medios para procrearse y preservar la continuación de su especie. La vida de Dios no es diferente, ésta nos lleva a predicar el evangelio.
La vida divina que estaba en Pablo quería expandirse, propagarse, aumentar y multiplicarse; por eso Pablo dijo: "Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Co 9: 16). Esa vida está en cada uno de nosotros. Tal vez algunos puedan pensar: “¡Ah!, esa vida está en los hermanos más crecidos, en los hermanos responsables y colaboradores en la obra. No está en mi”. Ciertamente, tal vez tales hermanos tengan más talentos, pero usted tiene al menos uno; cada uno de nosotros tiene por lo menos un talento que Dios nos dio de acuerdo a nuestra capacidad.
A veces Dios da más talentos a algunos y menos a otros, conforme a la capacidad de cada uno. Por tanto, no necesitamos hacer comparaciones de cuantos talentos los otros tienen; nos basta ver los talentos que Dios nos dio y si los estamos multiplicando o no. En la parábola de los talentos en Mateo 25, el Seílor usó el término "negociar", para ejemplificar la multiplicación de la vida. Los de cinco talentos negociaron y ganaron otros cinco; los de dos talentos también. Por tanto, los de un talento también necesitan ganar otro talento y no enterrarlo. Debemos usar los dones que Dios nos dio y aplicarlos en la propagación de la vida divina.
Cada hermano de un talento necesita negociarlo. El talento se refiere a un capital que cada creyente tiene, sobre el cual es necesario ganar más. Nosotros, que ya tenemos la vida divina necesitamos predicar el evangelio a las personas. Pablo también la tenía, por eso predicaba el evangelio. De la misma manera, nuestra vida no es inferior a la de él, pues la vida que él tenía nosotros también la tenemos; él nació de Dios y nosotros también.
En el mensaje de la semana pasada, dejamos claro que el reino es algo totalmente relacionado con la vida. Entramos en el reino por medio del nuevo nacimiento (Jn 3:3,5), y fue plantado en nosotros como una semilla de vida (Mt 13:3-9, 18¬-23). Una vez en el reino, podemos fructificar mucho o poco, de acuerdo con la capacidad diferente que Dios nos dio. La exigencia de Dios para todos es la misma: los hermanos que tienen sólo un talento también deben fructificar ganando, por lo menos, otro talento. Esto es propagar la vida. Pero, si no nos preparamos interiormente, no podremos producir a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Para eso necesitamos tratar con el corazón pues una vez que sea adecuado, la semilla va a brotar y fructificar.
Cuando Pablo predicaba el evangelio, introducía a las personas en el Espíritu. Igualmente nosotros, cuando predicamos el evangelio, también debemos introducir a los que oyen en el Espíritu. No sólo le damos la doctrina de la salvación; lo más importante es conducidos a invocar el nombre del Señor, pues así estarán en el Espíritu, y de esa manera la buena tierra de su corazón absorberá el agua, es decir, será permeada por el Espíritu, y la semilla de vida en ellos brotará inmediatamente.
Palabra clave: Ser introducidos en el Espíritu
Pregunta: A la luz de Mateo 25, ¿con qué está asociado negociar?
Dong Yu Lan
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¡Jesús es el Señor!