Extraído de: http://www.larazon.es/noticias/noti_rel02.htm
El régimen chino pretende derribar una iglesia para construir la villa olímpica
J. Ángel Agejas - Madrid.-
Las autoridades chinas han encontrado en las obras de preparación de los Juegos Olímpicos una nueva excusa para destruir decenas de templos cristianos. La última denuncia de los cristianos chinos, condenados al martirio o al silencio, muestra cómo las reformas del «socialismo a la China» también sirve para perseguirles.
Contra las excavadoras
La persecución religiosa en la China comunista se ensaña ahora sobre casas y templos cristianos, según han denunciado miembros de la perseguida Iglesia Católica en el país comunista. Recientemente un obispo y ocho de sus seminaristas llevaron a cabo en Pekín una sentada para defender una propiedad de la Iglesia en el barrio de Wangfuma. Monseñor Li Hongzai, obispo auxiliar de Hengxiang junto con algunos de sus feligreses no se separan de los edificios que las excavadoras intentan derribar. Los planes urbanísticos del régimen han decidido que ese barrio, de una antigüedad de unos cuatrocientos años, debe desaparecer para construir los hoteles y apartamentos de la villa olímpica.
El nuevo capitalismo al que se han adherido los gobernantes chinos impone que el alquiler de los apartamentos que allí se construirán supere las 600.000 pesetas mensuales, cuando el salario medio de un trabajador no supera las 20.000. La agencia Fides ha desvelado que el edificio es utilizado como lugar de encuentro y oración por los católicos que acuden a la capital. La ausencia de ese local y de la capilla provocará que la dispersión y la dificultad de encuentro de los pocos fieles sea mucho mayor.
En otro barrio, al norte del palacio imperial se eleva la Bei Tang, la Iglesia de San Salvador, de estilo neogótico. De mayoría católica desde hace generaciones, sus habitantes han tenido que abandonarlo y dirigirse a la periferia, al ser derruidas sus viviendas. La vieja catedral está encerrada entre rascacielos con centros comerciales y apartamentos de lujo. Un joven católico declaró a la agencia del Vaticano que «la Bei Tang pierde sus fieles y éstos su iglesia que se está convirtiendo en un lugar turístico».
El régimen chino pretende derribar una iglesia para construir la villa olímpica
J. Ángel Agejas - Madrid.-
Las autoridades chinas han encontrado en las obras de preparación de los Juegos Olímpicos una nueva excusa para destruir decenas de templos cristianos. La última denuncia de los cristianos chinos, condenados al martirio o al silencio, muestra cómo las reformas del «socialismo a la China» también sirve para perseguirles.
Contra las excavadoras
La persecución religiosa en la China comunista se ensaña ahora sobre casas y templos cristianos, según han denunciado miembros de la perseguida Iglesia Católica en el país comunista. Recientemente un obispo y ocho de sus seminaristas llevaron a cabo en Pekín una sentada para defender una propiedad de la Iglesia en el barrio de Wangfuma. Monseñor Li Hongzai, obispo auxiliar de Hengxiang junto con algunos de sus feligreses no se separan de los edificios que las excavadoras intentan derribar. Los planes urbanísticos del régimen han decidido que ese barrio, de una antigüedad de unos cuatrocientos años, debe desaparecer para construir los hoteles y apartamentos de la villa olímpica.
El nuevo capitalismo al que se han adherido los gobernantes chinos impone que el alquiler de los apartamentos que allí se construirán supere las 600.000 pesetas mensuales, cuando el salario medio de un trabajador no supera las 20.000. La agencia Fides ha desvelado que el edificio es utilizado como lugar de encuentro y oración por los católicos que acuden a la capital. La ausencia de ese local y de la capilla provocará que la dispersión y la dificultad de encuentro de los pocos fieles sea mucho mayor.
En otro barrio, al norte del palacio imperial se eleva la Bei Tang, la Iglesia de San Salvador, de estilo neogótico. De mayoría católica desde hace generaciones, sus habitantes han tenido que abandonarlo y dirigirse a la periferia, al ser derruidas sus viviendas. La vieja catedral está encerrada entre rascacielos con centros comerciales y apartamentos de lujo. Un joven católico declaró a la agencia del Vaticano que «la Bei Tang pierde sus fieles y éstos su iglesia que se está convirtiendo en un lugar turístico».