Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna. Juan 10:27-28
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EL REBAÑO DEL SEÑOR
Un inmenso rebaño de ovejas atravesaba el valle delante de nosotros.
El pastor caminaba tranquilamente, pero su perro, bien adiestrado,
pasaba de un lado a otro para reunir las descarriadas.
Nos fascinaban sus intervenciones perseverantes y valientes.
Entonces mi padre, que aprovechaba tales oportunidades para enseñarnos,
me preguntó: -¿Enrique, si debieras constituir un pequeño rebaño,
¿cómo elegirías las ovejas?
-Eliminaría las débiles y las que tienen tendencia a extraviarse,
finalmente, prestaría atención a la calidad de su lana.
-Al hacer así -dijo mi padre-, ciertamente obtendrías un buen rebaño.
Pero, ¿sabes cómo hace el Señor Jesús para formar su rebaño,
es decir, la Iglesia? Llama a todos los hombres, particularmente a los débiles,
a los que están cargados, cansados, a los heridos por la vida,
a los pobres y menospreciados.
Luego, carga con los que confían en él y le obedecen.
Los ama tal como son y les comunica su propia vida.
Así, la Iglesia del Señor está compuesta por los que reconocieron
su culpabilidad ante Dios y creyeron en Jesucristo.
Entonces recibieron un título de nobleza divina, el de ser hijos de Dios.
Están unidos por un mismo Espíritu para la eternidad
y forman la "Esposa del Cordero" (Apocalipsis 21:9).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Lo recibí de Aguas Vivas
www.aguasvivas.cl