El poder latente del alma y alimento matutino (viernes)

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5 Septiembre 2001
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El poder latente del alma
Continuación…
El poder administrativo de Adán
«Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que labrara y lo guardase» (Génesis 2:15). Examinando cómo Adán guardaba la tierra, vamos a meditar un poco en las cosas que Dios le encargó que hiciese. Dios ordenó que él labrase el jardín de Edén. Esto precisaba ser hecho sistemáticamente. ¿De qué tamaño era el jardín? Génesis 2:10-14 menciona el nombre de cuatro ríos: Pisón, Gihón, Tigris y Éufrates. Todos ellos fluían del Edén y se dividían en cuatro regiones fluviales. ¿Puede usted imaginar cuán grande era el jardín?
Él no debía sólo labrarla, sino también guardarla; guardar el jardín para que no fuese invadido por el enemigo. Por lo tanto, el poder que Adán tenía en aquel tiempo debe haber sido tremendo. Todos sus poderes estaban inherentes en su alma viviente. Podemos considerar el poder de Adán como sobrenatural y milagroso, pero en lo tocante a Adán, estas habilidades no eran milagrosas y sí humanas; no sobrenaturales, sino naturales.
¿Usó Adán todos sus poderes en aquel tiempo? Por lo que puede ser visto de nuestro estudio de Génesis, él no agotó su poder, pues luego después de ser creado por Dios, y antes que pudiese manifestar todas sus habilidades, él cayó. ¿Cuál fue la carnada que usó el enemigo para seducir a Eva? ¿Qué le prometió el enemigo a ella? Fue esto: «Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestro ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Génesis 3:5). «Ser igual a Dios» fue la promesa del enemigo. Él le dijo a Eva que, a despecho del poder que ella ya poseía, aún había entre ella y Dios un gran abismo. Pero si comiese de ese fruto, ella tendría la autoridad, sabiduría y poder de Dios. Y en aquel día Eva fue tentada y cayó.
El poder que Dios le dio a Adán
Investigando de ese modo, no estamos siendo desordenadamente curiosos; sólo deseamos conocer lo que Dios dio a Adán.»Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Gén. 1:26). Las palabras «imagen» y «semejanza», pueden parecer iguales en el significado y de ahí repeti-tivas. Pero en el hebreo la palabra «imagen» no indica semejanza física, antes denota semejanza moral o espiritual. Alguien expresó asimismo: «transformado en la semejanza»; esto es, «ser conformado a una semejanza». El propósito de Dios al crear al hombre es para que éste sea transformado según Su imagen. Dios quería que Adán fuese como Él. El diablo dijo: «Seréis como Dios». Pero la intención original de Dios era que Adán fuese transformado para que se volviese como Él.
De eso concluimos que antes de la caída, Adán tenía en él el poder de volverse como Dios. Él poseía una habilidad oculta que le daba la posibilidad de volverse como Dios. Él era ya como Dios en la apariencia externa, pero Dios le había ordenado que fuese como Él moralmente (uso la palabra «moralmente» para indicar aquello que está por encima de lo material, y no aquello que apunta hacia la buena conducta del hombre). Asimismo nos es mostrado cuánta pérdida sufrió la humanidad a través de la caída. La intensidad del perjuicio está probablemente más allá de nuestra imaginación.
La caída del hombre
Adán es un alma. Su espíritu y cuerpo están unidos en su alma. Aquel poder extraordinario que mencionamos está presente en el alma de Adán. Sin embargo, en la caída, el poder que diferenciaba a Adán de nosotros se perdió. Ahora, esto no significa que ya no haya tal poder; sólo indica que, aunque esta habilidad aún esté en el hombre, no obstante está «congelada» o inmovilizada. De acuerdo con Génesis 6, después de la caída, el hombre se convierte en carne. La carne engloba al ser total y lo subyuga. Originalmente, el alma era un alma viviente. Ahora, estando caído, se vuelve carne. Su alma que fue destinada a someterse al control del espíritu, ahora está sujeta al dominio de la carne. Por eso el Señor dice: «No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne» (Gén. 6:3). Al mencionar aquí al hombre, Dios lo llamó carne. Por consiguiente, está registrado en la Biblia que «toda carne había corrompido su camino sobre la tierra» (Gén. 6:12); y también que «sobre carne de hombre no será derramado» (el aceite santo de la unción, que representa un tipo del Espíritu Santo – Éx. 30:32); y más: «por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él» (Rom. 3:20).
¿Por qué enfatizo esto en forma amplia? En Apocalipsis 18 se mencionan cosas que deberán ocurrir en los últimos días. Al comenzar, mostré bien cómo el alma del hombre se convertirá en una mercancía en la Babilonia; es decir, algo que puede ser vendido y comprado. Pero, ¿por qué el alma del hombre es tratada como una mercancía? Porque Satanás, y su títere, el anticristo, desean usar el alma humana como un instrumento para sus actividades al final de esta era. Cuando Adán cayó en el jardín del Edén, su poder fue inmovilizado. Él no perdió ese poder totalmente; sólo estaba enterrado dentro de él. Generación sucedió a otra generación y el resultado fue que esta habilidad inicial de Adán se convirtió en una fuerza «latente» en sus descendientes. Vino a ser un tipo de poder «oculto». No está perdido para el hombre, sino apenas confinado por la carne.
Hoy, en toda y cada una de las personas que viven en la tierra, reposa este poder adámico, aunque esté confinado en ella y no sea capaz de expresarse libremente. Sin embargo, tal poder está en el alma de todo hombre, así como estaba en el alma de Adán al principio. En vista de que el alma de hoy está bajo el cerco de la carne, del mismo modo este poder está confinado por la carne. La obra del diablo hoy en día es despertar al alma del hombre y liberar este poder latente en su interior, como una falsificación del poder espiritual. Menciono estas cosas porque necesitamos ser advertidos respecto a la relación especial entre el alma del hombre y Satanás en los últimos días.
Antes el cuerpo era una ayuda para la poderosa alma de Adán; ahora había caído y su poder fue limitado por la cubierta de la carne. Satanás, sin embargo, intenta romper la cubierta carnal y liberar el poder latente en el alma del hombre, a fin de obtener el control sobre él. Muchos no entienden esta estrategia y son engañados, aceptándola como si viniera de Dios.
Continua…
SEMANA 2 — DÍA 5
Alimento matutino
Ez. 1:16 …Su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.
18-20 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el Espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el Espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el Espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. (heb.)
[En] Ezequiel 1:18b…leemos que las ruedas altas y espantosas están llenas de ojos. Si aplicamos esto a nuestra experiencia espiritual, nos daremos cuenta de que es correcto afirmar que las ruedas están llenas de ojos. Si en una iglesia no se lleva a cabo ningún mover ni se tiene una rueda a su lado, esa iglesia está ciega. Si en usted no se lleva a cabo ningún mover, y dice que sí, ciertamente usted está ciego; no tiene ojos. Si junto a su iglesia
hay una rueda alta y espantosa, un mover alto y espantoso, en ese mover habrá muchos ojos. Como resultado, usted tendrá discernimiento, previsión y otras clases de visión…Cuanto más se lleva a cabo el mover del Señor entre nosotros, más somos iluminados … Pero si nos detenemos, dejaremos de ver. Nosotros los cristianos debemos ser un pueblo que se mueve y avanza continuamente. La iglesia debe avanzar y moverse para poder ver. (Life-study of Ezekiel, págs. 96-97)
Lectura para hoy
Ezequiel 1:16c dice: “Su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda” … Podemos aplicar el concepto de una rueda en medio de otra a la vida de iglesia. Si una iglesia es apropiada y está avanzando, entonces en el mover de la iglesia estará el mover del Señor. Esto significa que en nuestro mover estará el mover del Señor. Mientras nos movemos, el Señor se moverá en nuestro mover.
La rueda interna es la que genera el movimiento. Esto quiere decir que la rueda interna es el “motor” que hace que la rueda se mueva. Si nuestro mover es genuino es porque dentro de nuestro mover está el mover del Señor.
Toda rueda posee un eje que hace que la rueda gire. Si el eje se detiene, la rueda también se detiene. Quizás podríamos decir que el eje es la pequeña rueda que está dentro del aro, la rueda más grande. La rueda grande gira porque la rueda pequeña está girando. En la vida de iglesia, el Señor Jesús es el eje—la rueda que está dentro de la rueda—, y nosotros somos el aro. Si las iglesias no se mueven junto con el Señor, no podrán avanzar debido a que no hay una rueda en medio de la rueda. Pero cuando las iglesias se mueven junto con el Señor, Él entonces llega a ser “como rueda en medio de rueda”.
[El versículo 19] no nos dice que los seres vivientes siguen a las ruedas, sino que las ruedas siguen a los seres vivientes. Cuando los seres se mueven, las ruedas se mueven; cuando los seres se detienen, las ruedas se detienen; y cuando los seres se levantan, las ruedas también se levantan.
Esto es contrario al concepto que tienen muchos creyentes según el cual debemos esperar a que el Señor se mueva antes de movernos nosotros…El Señor lleva esperando casi dos mil años. Si avanzamos, el Señor nos seguirá. Si no hacemos nada para avanzar, no habrá ninguna rueda; pero si nos movemos, las ruedas nos seguirán. El mover de la obra de Dios, el mover del evangelio y el mover de la iglesia dependen de nuestro mover. Debemos tener la confianza, la certeza y la fe de avanzar con denuedo. Si avanzamos con denuedo, las ruedas nos seguirán. Actuemos con denuedo y avancemos para tomar este país y tomar la tierra.
[Según el versículo 20] las ruedas siguen a los seres vivientes, los cuales, a su vez, siguen al Espíritu, pero el Espíritu está en las ruedas. Es difícil decir quién sigue a quien…Si tenemos la rueda y la debida coordinación, es difícil determinar quién sigue a quien. Somos uno con el Señor, y el Señor es uno con nosotros. El Señor nos sigue, nosotros seguimos al Espíritu, y el Espíritu está en las ruedas. Éste es el mover del Señor en la tierra hoy en día, y éste es el recobro del Señor. (Life-study of Ezekiel,págs.98-100)
Lectura adicional: Life-study of Ezekiel, mensaje 9
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!