El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

22 Noviembre 1999
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:10: ALELUYA, EL SEÑOR RESUCITÓ, Y A LOS QUE CREEN EN ÉL, EN SU NOMBRE HACEN LAS COSAS QUE EL HIZO, Y AÚN MAYORES, PORQUE EL ESTA PIDIENDO POR NOSOTROS ANTE EL PADRE.:10:

No pocas veces me he sentido decepcionado de la fe de muchos "Cristianos", por no decir "Tristianos" que ponen todo tipo de traba al poder de los santos. Dicen que todas las oraciones deben estar dirijidas a Dios y unicamente a Dios. Yo no veo nada negativo en esto, pero veo que no es cierto del todo. Jesús mismo nos muestra el poder de los Santos. Dejemos que hable a nuestros corazones para comprender que hacemos los católicos cuando nos dirijimos a María o a otro santo.

"Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.


Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.

El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos"

Lucas 16, 19-31​

Aqui vemos claramente a quien se dirije el rico epulón, ¡¡¡Y ES EL MISMO JESÚS QUIEN ENSEÑA ESTO!!! Por tanto no puede ser mentira, ni podemos hacer a Dios mentiroso.

El que muchos "Tristianos" nieguen esta verdad, es simplemente, porque en muchos casos, ellos mismos no tienen ningún poder de los prometidos por Dios, simplemente porque no creen en sus palabras. Los santos son poderosos, y vemos todos los prodigios que pueden realizar, PORQUE SON TEMPLOS ABIERTOS AL ESPÍRITU SANTO. No quiero decir con esto, que solo los que tienen carsimas o dones especiales son verdaderos cristianos, porque nuestro Dios es un Dios humilde, y el don más grande, que es Dios mismo, es el AMOR. Con mayúsculas. Este Espíritu trae a Jesús y al Padre a morar al corazón del fiel y hacerle comprender las verdades de la fe.

Que si pedir a María es un error porque está muerta, ¿Enseño Jesús un error, porque materialmente Abraham estaba muerto también? ¿No será acaso que hay muchas cosas que no comprenden por falta dce luz espíritual, o no la creen aunque no la comprendan por falta de fe, o en el peor de los casos por necedad?

¿O acaso ustedes mismos no creen a pesar de que un hombre, Jesús de Nazaret resucitó de entre los muertos?
Los invito a compartir sus opiniones.
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

El problema es que hay personas que confunden el hecho de que haya habido quien ya está vivo en cuerpo y alma desde ahora, con que alguien cuando muere y todavía no resucita su cuerpo entonces está "como muerto".

Es aceptado por cualquiera que analiza la composición del hombre como cuerpo y alma, que la inteligencia, la memoria y la conciencia son potestades del alma y no del cuerpo puesto que se puede saber racionalmente que éstas son propiedades inmateriales.

Yo le atribuyo que haya gente que crea tal cosa a la gran influencia materialista de la cultura actual, donde ahora se cree que las potestades del alma dependen del órgano físico llamado "cerebro" el cual es sólo otro órgano de sistema nervioso, y no del alma misma.

En otras palabras, han perdido la capacidad para distinguir nuestras capacidades espirituales de las capacidades materiales.

Pero ésto no es así, y ningún cristiano puede ser embaucado por esta creencia materialista pues la misma Biblia demuestra que los "muertos físicamente" siguen siendo personas concientes en el mundo espiritual, sea el texto que tú muestras o bien el de Apocalipsis 6, 9-10.

Hay que aclarar que el hecho de que -en efecto- haya personas en el Cielo que están en cuerpo y alma (o sea con un cuerpo glorificado y ya sin germen de corrupción) no quita en nada que los que están como almas -sin cuerpo- no sigan actuando como personas.

En el Antiguo Testamento hay 2 personas con esta característica (Enoch y Elías) así como en el Nuevo Testamento hay otras dos Personas (Jesucristo y María) y hay que recordar que ellos 4 son quienes intervienen físicamente en el Juicio Final (ver Apocalipsis) con un papel específico, pero ésto no implica que las personas que están sin cuerpo y sólo como almas en el Cielo carezcan de las características ya mencionadas de persona como lo dice el texto apocalíptico ya citado.

Me despido con un abrazo en Jesús y María Inmaculada.
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Hermano Mobile.

Tu mensaje merece un comentario de una sola palabra:

AMÉN

Tienes razón en toda la linea, pero no quise entrar en el dogma de la Asunción de nuestra Madre Santa para evitar desvíos de entrada al tema.

Recibo tu abrazo y lo comparto en Jesús y María.
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Francisco Javier dijo:
Hermano Mobile.

Tu mensaje merece un comentario de una sola palabra:



AMÉN



Tienes razón en toda la linea, pero no quise entrar en el dogma de la Asunción de nuestra Madre Santa para evitar desvíos de entrada al tema.

Recibo tu abrazo y lo comparto en Jesús y María.
Hola!

Bueno, es que si hablo de los que de acuerdo a la Biblia están en cuerpo y alma en el Cielo como excepción, no podía dejar de mencionar a María ya que además hay que recordar que la Biblia siempre guarda "un equilibrio" entre el Antiguo y el Nuevo Testamento; así -por ejemplo- son dos en el AT que no tenían el pecado original y también son dos en el NT quienes no lo tienen y etc... según los diversos casos.

Saludos.
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Así es hermano(a) Mobile, y no solo son concientes, como muestra Jesús de Abraham y el rico, sino que además SE LE PIDE A ABRAHAM LO QUE SOLO ES POTESTAD DE DIOS, Y ABRAHAM DA RAZÓN. Si esto fuera una herejía, ¿Por que la enseñaba Jesús?.

Por ahora mi objetivo es mostrar la comunión de los santos, que es donde muchos hermanos cristianos no conceden ningún crédito en demérito de aquél que empezó la obra en cada uno de nosotros, como si fuera un Dios pichicato.

A ver que comparten nuestros hermanos no catòlicos.
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Queridos hermanos:

Para ilustracion de este tema, les expongo lo que el diccionario biblico explica con la palabra Santo, Santificacion:



SANTIDAD, SANTO

A. Según la revelación bíblica, la santidad es:

(a) Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu;

(b) una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y

(c) un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc.

B. El término heb. «kadosh» significa puro, física, ritual y, especialmente, moral y espiritualmente. En ocasiones se debe traducir «separado», puesto aparte, consagrado (cfr. Lc. 2:23, citando a Éx. 13:2). Ciertos autores presentan con demasiada exclusividad el concepto de separación, pero sí es cierto que la pureza consiste en estar separado de toda contaminación de todo pecado (cfr. Lv. 19-22 donde se repite en varias ocasiones la orden de ser santo) Cuando Isaías oyó a los serafines proclamar: «¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!», Isaías clamó: «¡Ay de mí!, que soy muerto, porque siendo hombre de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey...» Entonces fue su iniquidad quitada y expiado su pecado (Is. 6:2-7). Aquí tenemos expresada la purificación para ser santo. Según 2 Cr. 29:15 los levitas se santifican a fin de poder purificar la casa de Jehová. Ser santo es lo opuesto a estar contaminado (Hag. 2:12, 13; cfr. Lv. 11:43, 44).

C. El NT emplea el término «hagios» que también en ocasiones significa separado, consagrado, puesto aparte (Lc. 2:23), pero con mayor frecuencia «puro». Ser santo es ser sin «mancha, ni arruga ni cosa semejante» (Ef. 5:26-27). Y en 2 Co. 7:1 se lee: «Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.» Si en ocasiones se trata, en el AT, de cuestiones de santidad esencialmente ritual, tenemos en ello sombras que se desarrollan en enseñanzas de unos principios de santidad profundamente espiritual y moral. En la santidad ritual del AT se hallan objetos santos: lugares, moradas, ciudades, vestiduras, pero, de una manera muy especial, el Tabernáculo y el Templo con todo lo que servía para el culto. Había además santas convocaciones, una nación y pueblo santos, etc. (Éx. 20:8; 30:31; 31:10; Lv. 21:7; 23:4; Nm. 5:17).

D. Nuestra santidad está estrechamente relacionada con la de Dios. «Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos» (Lv. 20:26). Si este pasaje menciona la separación, también todo el capítulo habla de pureza de conducta.

E. Acerca de la santidad de Dios, la Biblia declara lo siguiente:

La santidad de Dios es Su cualidad absoluta y fundamental. Su pureza absoluta, inmaculada, manifiesta Su gloria deslumbrante y eterna.

«Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Is. 6:3; 57:15). Esta santidad nos impulsa a la adoración: «¡Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; él es santo!» (Sal. 99:5; 103:1).

«Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad» (Sal. 97:12; cfr. Éx. 15:11; Is. 12:6).

La santidad de Dios se manifiesta a la vez en Su justicia y en Su amor. Su justicia lo obliga a castigar al pecador; pero es inseparable de Su amor, que desea salvarlo. «No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir... Dios soy... el Santo...» (Os. 11:9). Una justicia sin amor no sería santa; no lo es la justicia implacable de un tribunal. Pero un amor sin justicia tampoco es santo; no lo es el amor sin severidad de una madre débil. El arca del pacto ilustra muy bien esto: el propiciatorio, la cubierta de oro en la que se hacía la aspersión de sangre expiatoria, simboliza la gracia y amor de Dios; pero debajo de este propiciatorio se conservaba el rollo de la Ley, que representaba la justicia del Dios que perdona. Porque el objetivo de Dios al perdonar es el restablecimiento del orden moral. Ésta es la esencia de la santidad, sobre la que velaban simbólicamente los dos querubines de oro. Son numerosos los pasajes bíblicos que asocian estrechamente la justicia y el amor de Dios, estando siempre sobreentendida la noción de la santidad, al menos en el contexto. Los términos utilizados son, en ocasiones, «fidelidad y bondad», «ira y misericordia», «castigo y gracia». El Decálogo afirma que Dios castiga la iniquidad, pero también que muestra misericordia (Éx. 20:5-6). Se puede citar también el Sal. 78:38; Is. 54:5-8; 57:15-18; 60:9-10; Sal. 98:1-3. El Señor reprocha a los fariseos que descuiden «la justicia y el amor de Dios» (Lc. 11:42). Pablo afirma que la gracia reina por la justicia, y que «El cumplimiento de la ley es el amor» (Ro. 5:21; 11:22; 13:10).

La santidad de Dios, de la que depende la nuestra, es así en realidad una combinación de una justicia o pureza absoluta con un infinito amor. Ello nos lleva a constatar que la suprema manifestación de la santidad de Dios viene a ser la muerte expiatoria de Su Hijo. La cruz del Calvario es la sublime expresión de la unidad manifestada entre Su severa justicia y Su amor redentor. En cuanto a la importancia de la santidad del creyente, es menester recordar que Cristo volverá «para ser glorificado en sus santos» (1 Ts. 1:10).

Amen
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Éstas son palabras de un rabino Mesiánico acerca de la parábola del rico y Lázaro, y las encuentro muy apropiadas:

Tengo dos argumentos al respecto de este pasaje. El primero es que en caso de que fuera autentico, este pasaje se referiría a una metáfora o parábola esgrimida por Y'shua para enseñar las ventajas de vivir una vida piadosa, sin embargo, si leemos el contexto (versículos 1-18) Y'shua comienza enseñando al respecto de la sagacidad del mayordomo malo; y el uso de los bienes de injusticia para hacer bien a los demás y procurarse un bien asimismo, también reclama la fidelidad a D-os, demostrando que no hay quien sirva a dos amos; se debe servir a D-os o a las riquezas con la continuidad literaria clásica de la Biblia, introduce a los fariseos en al texto, mostrándonos como estos se sienten aludidos y enseña al respecto de la auto justificación y la vanidad de agradar a los hombres antes que a Dios, continua enseñando la manera de agradar a Dios, y esto es observando su Torah, da un ejemplo del mas intimo cumplimiento de la Torah y de improviso, de manera literariamente inadecuada, introduce el texto a estudiar por lo que me hace pensar en una segunda teoría.

Mi segunda argumento es que este capitulo fue insertado por la iglesia del siglo III al XIII para corroborar su enseñanza acerca del infierno de tormento y sufrimiento al no creyente, esto se puede corroborar al conocer que el Textus Receptus sí lo incluye, pero con la apareción del Texto Critico, que es más antiguo que el anterior, no aparece este capitulo el cual en la actualidad es conocido que fué insertado. Con todo esto bajo el juicio 2 de Kefas/Pedro 1:20 que nos dice que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, esto es, tiene que ser corroborada por TODA la Biblia entendemos que este texto bien pudo ser insertado . Cualquiera de estas dos argumentos deben ser analizados y juzgados según la conciencia de cada uno. .
 
Re: El poder de los santos (Lc. 16, 19-31)

Misteriosos son los caminos del Señor.........

Precisamente la primera lectura de hoy, trató sobre algo muy relacionado con éste tema:

"Porque, ¿quién de los hombres podrá saber los consejos de Dios? ¿O quién podrá averiguar qué es lo que Dios quiere? Porque tímidos son los pensamientos de los mortales, e inciertas nuestras providencias; pues el cuerpo corruptible apesga al alma, y este vaso de barro deprime la mente, ocupada en muchas cosas." (Sab 9, 13-15)

Como se vé, las Escrituras nos vuelven a señalar que mientras el cuerpo con su propia corrupción no sólo no tiene las potencias espirituales, sino que además estorba de gran manera al alma para poder conocer de la mejor manera los designios divinos.

Otra muestra más que cuando el alma se separa del cuerpo, adquiere ciertamente un conocimiento más perfecto de todo.

¡Alabado sea Dios Espíritu Santo que nos ilumina para conocer la verdad!.